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Juntos por Liss83

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Edward fruncio los cejas pero se negó a leer la mente de su esposo que miraba las llamas

 

 

 

 

-          Una vez… Bella me contó… cuando volvieron — susurró, eso no era una mentira, o quizá sólo lo era si tenían en cuenta el contexto  —, de Italia... Alice le mintió a Jasper de modo que no los siguiera. Sabía que si él se enfrentaba a los Vulturis, moriría. Y Alice prefería morir antes que ponerle a él en peligro. Y que muriera Bella. O tú — Edward no contestó — Ella tiene sus prioridades… supongo — le dijo, y su corazón le dolió cuando se dio cuenta de que su explicación no parecía una mentira en absoluto.

-          No lo creo — replicó Edward, y no lo hizo como si estuviera discutiendo él, sino como si fuera con él mismo con quien argumentara  —. Quizá sólo era Jasper el que estaba en peligro. Su plan podría funcionar con el resto de nosotros, pero él estaría perdido en el caso de quedarse. Quizás...

-          Pero nos habría dicho eso y le habría enviado lejos.

-          ¿Y Jasper se hubiera ido? Quizá le está mintiendo de nuevo.

-          Quizá — Jacob simuló que estaba de acuerdo con él  —. Vayamos a casa. No tenemos tiempo — le tomo de la mano e iba echar a correr pero Edward lo detuvo — ¿Qué pasa?

-          Jacke… ¿Van a estar bien, cierto? — y la voz de Edward se quebró

-          Te lo dije hace rato y te lo repito — dijo el licántropo con voz firme mientras lo abrazaba y Edward apoyaba su cabeza en su pecho — no permitiré que les pase nada a ninguno de los tres. Te lo prometo

-          Pero si no es así — dijo Edward con la voz quebrada — necesito que me jures algo… por nuestro amor. Si ellos no se detienen… tomaras a los gemelos y te iras

-          Edward… — susurró Jacob temblando

-          Júralo — exigió el vampiro

-          Te lo juro

 

 

 

Jacob cerró los ojos. Sabía que Edward no había leído su mente, pero lo presentía. La nota de Alice no le había dado esperanzas. Alice se habría quedado si hubiera habido alguna manera de evitar la matanza que se avecinaba. No debía haber visto otra posibilidad. Así que lo que le estaba dando era alguna otra cosa, no una vía de escape. Pero ¿qué otra cosa habría pensado ella que podía desear Jacob? ¿Quizá una forma de salvar algo? ¿Es que había algo que él quisiera salvar?

 

 

 

Carlisle y los otros no habían estado inactivos en la ausencia de la pareja. Habían estado separados no más de cinco minutos, y ya estaban preparados para marcharse. En la esquina, Seth había adquirido de nuevo su forma humana, y tenía a Renesmee y a Elijah en su regazo, los tres mirando a los demás con ojos redondos como platos.

 

 

 

Rosalie se había cambiado su traje cruzado de seda por unos vaqueros de aspecto resistente, zapatos de correr, y una camisa abotonada de la tela gruesa que los mochileros usan para las excursiones largas. Esme estaba vestida de manera similar. Había un globo terráqueo en la mesa de café, pero ya lo habían estado mirando, y sólo esperaban a la pareja.

La atmósfera ahora era más positiva que antes, ya que les había sentado bien ponerse en marcha. Sus esperanzas se habían aferrado a las instrucciones de Alice.

 

 

 

Jacob se quedó mirando al globo y se preguntó a donde los enviarían primero.

 

 

 

-          ¿Nosotros vamos a quedarnos aquí? — preguntó Edward, mirando a Carlisle. No sonaba nada feliz.

-          Alice dijo que debíamos mostrarle a los niños a todo el mundo, pero debemos de tener cuidado con ello — contestó Carlisle  —. Nosotros enviaremos aquí a quien sea que logremos encontrar. Edward, tú eres el que mejor sabrá sortear este particular campo de minas. — Edward le respondió con un seco asentimiento, aunque sin mostrar ninguna felicidad.

-          Hay mucho campo que cubrir.

-          Nos separaremos todos — intervino Emmett  —. Rose y yo iremos en busca de los nómadas.

-          Aquí tendrán las manos bien ocupadas — dijo Carlisle  —. La familia de Tanya llegará aquí por la mañana, y no tienen ni idea del motivo. Primero, tendrás que persuadirlas para que no reaccionen del modo en que lo hizo Irina. Segundo, debes averiguar qué era lo que quería decir Alice respecto a Eleazar. Y después de eso, ¿se quedarán para servirnos de testigos? Todo empezará de nuevo cuando los otros vengan... Eso, si antes logramos persuadir a alguien para que venga — suspiró Carlisle  —. Tu trabajo seguramente será el más duro. Nosotros regresaremos para ayudar en cuanto sea posible — Carlisle puso la mano en el hombro de Jacob durante un segundo y después le besó en la frente a Edward — mis nietos estarán bien. No lo dudes ni por un instante

-          Gracias papá — dijo el vampiro menor

-          Cuídalos por favor — suplico Esme abrazando a Jacob, quien no rehuyó  —. A los tres — Emmett le dio un puñetazo amistoso en el brazo a la pareja. Rosalie forzó una sonrisa para Edward y para el lobo, le lanzó un beso con un soplo a los gemelos y le dedicó una mueca de despedida a Seth.

-          Buena suerte — les despidió Jacob.

-          Y también para ustedes — correspondió Carlisle  —. Todos la vamos a necesitar.

 

 

 

Edward los observo marcharse, deseando poder compartir con ellos las esperanzas que parecían mantenerlos en marcha, y deseando también quedarse a solas con el ordenador durante unos cuantos segundos. Tenía que averiguar quién era esa persona, J. Jenks, y por qué Alice se había tomado tantas molestias para que sólo él tuviera su nombre.

Elijah se retorció en brazos de Seth para tocarle la mejilla.

 

 

 

-          No sé si vendrán los amigos de Carlisle. Espero que sí. Suena como si de momento nos superaran algo en número — le murmuró Seth a los gemelos.

 

 

 

Así que ellos lo sabían. Entendían, ya con toda claridad lo que estaba sucediendo. El lote completo de «hombre lobo imprimado dándole todos los caprichos al objeto de su imprimación» se había puesto en marcha a gran velocidad. ¿Es que acaso no era más importante protegerlo de lo que estaba pasando que responder a sus preguntas?

Edward miró cauteloso sus rostros y no les pareció asustados, sino que conversaban a su modo silencioso con Seth, con ansiedad y muy serios.

 

 

 

-          No, nosotros no podemos ayudar, debemos de quedarnos aquí — continuó él  —. La gente vendrá a verte a ti y a Renesmee, no el escenario de los hechos — la niña lo miró con cara de pocos amigos  —. No, yo no debo ir a ninguna parte — le estaba diciendo ahora y entonces levantó la vista hacia Edward con el rostro aturdido por la repentina comprensión de que quizá estuviera equivocado  —. ¿O sí? — Edward vaciló — Solo dilo ya — replicó Seth en tono cortante debido a la tensión. También él estaba al límite, como todos los demás.

-          Los vampiros que vienen a ayudarnos no son como nosotros — le explicó Edward  —. La familia de Tanya es la única, aparte de la nuestra, que siente respeto por la vida humana, e incluso ellas no aprecian mucho a los licántropos. Creo que quizá sería más seguro...

-          Soy capaz de cuidarme sólito — le interrumpió Seth y Jacob levanto una ceja.

-          Será más seguro para los niños — continuó Edward — si la posibilidad de creer nuestra historia no se ve contaminada con la participación de hombres lobo.

-          ¿Y Jacob? ¿él también es lobo? — protesto Seth

-          Es su padre — dijo Edward y tanto Seth como Elijah lo miraron mal — Miren, creo que en su mayoría serían tolerantes en circunstancias normales, pero deben entender que aceptar a Nessie y a Eli no será fácil para ninguno de ellos. ¿Por qué ponérselo entonces más difícil?

 

 

 

Carlisle le había explicado a Jacob y a Seth lo de las leyes sobre los niños inmortales la noche anterior.

 

 

 

-          ¿Los niños inmortales eran de verdad tan malos? — preguntó.

-          No te puedes imaginar la profundidad de las cicatrices que han dejado en la psique colectiva de los vampiros.

-          Edward... — dijo el lobo.

-          Ya lo sé, Seth. Sé de primera mano lo duro que te resulta estar lejos de él. Juzgaremos de oído para ver cómo reaccionan ante ellos. De cualquier modo, los gemelos tendrán que estar de incógnito en las próximas semanas. Habrá de quedarse en la cabaña hasta que se produzca el momento oportuno para presentarlos. Mientras te mantengas a una distancia segura de la casa principal...

-          Eso sí que lo puedo hacer — dijo el chico  —. Tenemos compañía mañana ya, ¿eh?

-          Sí. Nuestros amigos más cercanos — respondió Edward  —. En este caso particular, lo más probable es que sea mejor descubrir nuestras cartas lo antes posible, así que puedes quedarte aquí. Tanya sabe de tu existencia.

-          Entiendo. Deberías contarle a Sam lo que está pasando — dijo Seth a su alfa  —. Pronto habrá extraños en los bosques.

-          Bien pensado — dijo Jacob —. Aunque tendría que castigarlo con mi silencio después de lo de noche.

-          Escuchar a Alice es hacer lo correcto.

 

 

 

Jacob apretó los dientes y Edward pudo comprobar que compartía los sentimientos de Sam sobre lo que habían hecho Jasper y Alice. Elijah salto hacia adelante con la frente fruncida, y al tocar el suelo ya se había convertido en lobo mientras aullaba y gruñía de manera desafiante según él. Seth y Edward rieron ovacionándolo

 

 

 

Mientras estaban hablando, Jacob se acercó hacia las ventanas traseras, intentando mostrarse ansioso y distraída, lo cual realmente no era difícil de fingir. Inclinó la cabeza contra la pared que se curvaba alejándose del salón en dirección hacia el comedor, justo a la derecha de una de las consolas de los ordenadores. Dejó correr los dedos por el teclado mientras miraba hacia el bosque, simulando que tenía la cabeza en otra cosa. No creía que nadie le estuviera dedicando ninguna atención en particular, pero no se volvió para cerciorarse. El monitor volvió a la vida y deslizo los dedos nuevamente por las teclas. Las golpeó con mucho cuidado y de forma silenciosa sobre el escritorio, con el fin de que pareciera casual. Una pulsación cualquiera de las teclas.

Observó la pantalla con la visión periférica.

 

 

 

No había ningún J. Jenks, pero sí un Jasón Jenks, abogado. Acarició el teclado intentando mantener un ritmo, de modo que pareciera como cuando acaricias al gato que tienes casi olvidado sobre el regazo. Jasón Jenks tenía una web de lo más elaborada destinada a su firma, pero la dirección en la página estaba equivocada. Se encontraba en Seattle, pero en otro distrito postal. Anotó mentalmente el número de teléfono y después siguió acariciando rítmicamente el teclado. Esta vez buscaba la dirección, pero no aparecía por ninguna parte, como si no existiera. Quería buscarla en un mapa, pero decidió que estaba abusando de su suerte. Una pulsación más, para borrar el historial...

 

 

 

Continuó mirando por la ventana y acarició la madera unas cuantas veces más. Escuchó unos pasos ligeros cruzando el suelo hacia él, y se volvió con una expresión que esperaba fuera la misma de antes.

Renesmee quería que la tomara y le abrió los brazos. Ella saltó para refugiarse en ellos y acunó su cabeza contra su cuello.

 

 

 

No sabía si podría llegar a soportar eso. Aunque sentía mucho miedo por su vida, la de Edward y la del resto de su familia, en nada se parecía al terror devastador que sentía por sus hijos. Debía haber una manera de salvarlos, incluso aunque no pudiera hacer otra cosa.

De repente, supo que eso era todo lo que quería. El resto podría soportarlo de no quedar otro remedio, pero no podía costarle la vida a Renesmee ni a Elijah. Eso no.

Ellos eran la única cosa que, sencillamente, tenía que salvar.

¿Había adivinado Alice cómo iba a sentirse?

 

 

 

La mano de Renesmee tocó la mejilla de Jacob con ligereza.

Le mostró su propio rostro, Edward, el de Elijah, Rosalie, Esme, Carlisle, Alice, Jasper, pasando de un rostro a otro de su familia con rapidez. Seth y Leah. Sue y Billy. Una y otra vez, una y otra vez. Agobiados, como estaban todos aquí. Y sin embargo, ella sólo estaba preocupada. Por lo que Jacob pudo percibir, Seth había conseguido ahorrarle lo peor. Aquella parte según la cual no les quedaban esperanzas y cómo iban a morir todos al término de un mes.

Se detuvo en el rostro de Alice, confusa y con nostalgia. ¿Dónde estaba Alice?

 

 

 

-          No lo sé — le susurró  —, pero se trata de Alice, y está haciendo lo correcto, como siempre.

 

 

 

O en todo caso, lo más correcto para Alice. Odiaba pensar en ella de esa forma, pero ¿de qué otra manera se podía entender la situación?

Renesmee suspiró, y la nostalgia se intensificó.

 

 

 

-          Yo también la echo de menos.

 

 

 

El Licántropo busco una expresión que concordara con la pena que sentía en el interior. Tenía los ojos extraños y secos y pestañeaban ante la sensación de incomodidad. Se mordió el labio. Cuando inspiró de nuevo, el aire atravesó su garganta, como si se estuviera ahogando.

Renesmee se echó hacia atrás para mirar a su rostro y Jacob vio su rostro reflejado en los pensamientos de su hija y sus ojos. Tenía el mismo aspecto que Carlisle esa misma mañana.

 

 

 

Los ojos de la niña relumbraron húmedos cuando vio la cara de su padre. Se la acarició sin mostrarle nada, simplemente tratando de consolarlo. Nunca había pensado que el rol padre — hija pudiera revertirse en su caso, del mismo modo que les había sucedido a René y a Bella, pero lo cierto es que nunca había tenido una clara percepción del futuro.

Una lágrima se desbordó por la comisura del ojo de la niña. Edward se la limpió con un beso. Ella se tocó sorprendida y después miró la humedad en la punta de su dedo.

 

 

 

-          No llores — le dijo el vampiro  —. Todo va a salir bien. Tú y Elijah también estarán bien. Yo encontraré la manera de salir de todo esto.

 

 

 

Y si no había nada que se pudiera hacer, aun así salvaría a sus hijos. Estaba más seguro que nunca de que eso era lo que Alice le había dado. Ella lo sabía. Y le había dejado una manera de hacerlo.

 

 

 

­­­­____________________

 

 

 

Había demasiadas cosas en las que pensar.

¿De dónde iba a sacar tiempo para estar a solas y localizar al tal J. Jenks? Además, ¿por qué quería Alice que supiera algo de él? Si la pista de Alice no tenía nada que ver con los gemelos, ¿qué podía hacer para salvar a sus hijos? ¿Y porque le dejo esa pista a él y no a Edward como era lo más lógico?

¿Y cómo le iban a explicar las cosas a la familia de Tanya por la mañana? ¿Qué iban a hacer si reaccionaban como Irina? ¿Y qué sucedería si al final todo derivaba en una batalla?

 

 

 

Necesitaba tantas respuestas... aunque no parecía encontrar la ocasión para formular las preguntas.

Edward insistió en llevar a los gemelos a la cabaña para dormir con el fin de mantener alguna apariencia de normalidad en su vida. Seth estaba más cómodo en su forma de lobo en ese momento. Lidiaba mejor con el estrés cuando se sentía preparado para luchar.

 

 

 

Una vez que estuvieron profundamente dormidos los gemelos, los pusieron en sus camas y fueron hacia la habitación de la entrada para dejar libres las emociones que los embargaban. Miedo. Angustia. Desesperación. Incertidumbre.

Edward permaneció de pie dándole la espalda, con la mirada fija en el fuego.

 

 

 

-          Edward, yo...

 

 

 

Este se dio la vuelta y cruzó la habitación en lo que pareció un tiempo inexistente, ni siquiera la mínima parte de un segundo. Jacob sólo tuvo ocasión de registrar la feroz expresión de su rostro antes de que sus labios se aplastaran contra los suyos y sus brazos se enredaran su cuello como vigas de acero.

Jacob no pudo volver a pensar en sus preguntas en el resto de la noche. Le llevó poco tiempo captar la razón de ese estado de ánimo e incluso menos sentirse exactamente de la misma manera. No veía cómo soportar un fin como ése. Por el momento, no podía hacer otra cosa salvo comportarse de modo egoísta. Todo lo que quería era amarle cuanto fuera capaz en el tiempo limitado que se les había concedido.

 

 

 

Sus manos rodearon la cintura de Edward y lo atrajo lentamente hacia él. Jacob le puso suavemente los dedos bajo la barbilla y se la levanto suavemente. Sus miradas se cruzaron y la necesidad de besarse se hizo imperiosa. Sus labios se unieron y las manos se encargaron del resto mientras caían en la cama. Los labios de Jacob bajaron por el cuello de su pareja que enredo las piernas en su cintura.

La cintura estrecha de Edward fue rodeada por los posesivos brazos de Jacob nuevamente, necesitaba transmitirle de alguna manera la necesidad que tenía de él. Pero no era esa que tenía antes de la boda, ni siquiera la que tenía durante su estadía en isla Esmes. Era otro tipo de necesidad. Más grande. Más intensa. Se acomodó entre sus piernas y empezó a besarle el cuello

 

 

 

-          No — dijo Edward

-          ¿Hice algo mal? — pregunto Jacob preocupado

-          No lo hagas así — suplico Edward y Jacob entendió por el tono de su voz que era su manera de llorar, de botar su dolor — perdóname. Sé que…

-          Te necesito igual — dijo Jacob — pero tenía miedo que lo malinterpretaras…

-          Hazlo por favor — imploro Edward — oblígame a no pensar. Hazme sentir que somos solo tú y yo, y nuestro amor…

-          Y los frutos que nos dio — dijo Jacob

-          Exacto — dijo Edward — No hay amenazas. No hay miedo. No hay… — pero sus palabras fueron interrumpidas por un beso fiero, como aquel que se habían dado la primera vez hacia ya tantos meses

 

 

 

Jacob apretó sus muslos y sin previo aviso entro en él. Edward tomo la almohada y se concentró en moverse. El lobo se la arrebato y lo obligo a abrazarse a él, este lo hizo como si no hubiese un mañana, y es quizás, en verdad no lo había

 

 

 

Les resultó muy duro separarse cuando el sol se alzó, pero tenían que hacer su trabajo, un trabajo que sería más difícil que todas las búsquedas juntas emprendidas por el resto de la familia. Tan pronto como se permitieron pensar en lo que se avecinaba, se pusieron en una tensión total. Edward sentía como si le estuvieran estirando los nervios en un potro de tortura para dejarlos cada vez más finos.

 

 

 

-          Desearía que hubiera alguna manera de conseguir la información que necesitamos de Eleazar antes de que les hablemos de los gemelos — masculló Edward mientras se vestían de forma apresurada en aquel armario enorme que era un recordatorio más de Alice en un momento poco apropiado  —. Sólo por si acaso.

-          Pero él no podría comprender la pregunta para contestarla — admitió Jacob  —. ¿Crees que nos dejarán que nos expliquemos?

-          No lo sé.

 

 

 

Jacob tomo a Renesmee y Edward a Elijah, que aún dormían en su cama. El vampiro la sostuvo tan cerca de él que aplastó sus rizos contra su rostro. Su dulce olor, tan próximo, sobrepasaba a cualquier otro. No podía malgastar ni un solo minuto más. Estaban las respuestas que necesitaba conseguir y no tenía la certeza de cuánto tiempo podrían estar solos Jacob y él. Si todo iba bien con la familia de Tanya, con un poco de suerte, estaríamos acompañados por un largo periodo.

 

 

 

Salieron de la cabaña y comenzaron a caminar hacia la casa grande, sin apresurarse. Jacob pregunto qué podría hacer que les trajera algo de esperanza o supusiera al menos una diferencia. Él era un lobo, pero el veneno de vampiro no le iba bien ¿Qué clase de utilidad le podía sacar a eso?

 

 

 

-          ¿Cuál dirías tú que es su principal ventaja? ¿Tienen alguna debilidad conocida? — pregunto Jacob y Edward no tuvo que preguntar para darse cuenta de que se refería a los Vulturis.

-          Alec y Jane son lo mejor que tienen de cara a una ofensiva — replicó con emoción, como si estuviera hablando de un partido de baloncesto  —. Sus defensas rara vez participan de la acción.

-          Carlisle me dijo que Jane puede prenderte fuego donde estés — dijo Jacob  —, al menos mentalmente hablando, pero, ¿qué es lo que hace Alec?

-          De alguna manera es incluso más peligroso que Jane — dijo Edward  —. De algún modo, él es un antídoto de Jane. Ella te hace sufrir el dolor más intenso que puedas imaginar, pero Alec, por otro lado, hace que no sientas nada. Absolutamente nada. Algunas veces, cuando a los Vulturis les da por ser amables, permiten que Alec anestesie a quien vayan a ejecutar, siempre que se haya rendido a tiempo o les haya complacido de alguna otra manera.

-          ¿Anestesia? ¿Y por qué eso lo hace más peligroso que Jane?

-          Porque te priva por completo de sensaciones, y no sientes dolor, pero tampoco puedes ver, oír u oler. Es una total privación sensorial y te quedas solo en la oscuridad. Ni siquiera experimentas la quemazón de las llamas en la hoguera.

 

 

 

Jacob se echó a temblar. ¿Era esto lo mejor a lo que podía aspirar? ¿A no ver o sentir cuando viniera la muerte?

 

 

 

-          Eso es lo que le hace tan peligroso como Jane — continuó Edward con la misma voz indiferente  —. Ambos pueden incapacitarte, convertirte en un objetivo indefenso. La diferencia entre ellos es la misma que entre Aro y yo.

-          Y esa seria… — pregunto Jacob

-          Aro escucha la mente de una sola persona por vez — dijo Edward — y Jane sólo puede hacer daño al objetivo sobre el que se concentre. Yo soy capaz de oír a todo el mundo al mismo tiempo.

 

 

 

Jacob sintió frío mientras veía adonde quería ir él a parar.

 

 

 

-          Entonces, ¿ese tal… Alec… conseguiría incapacitarnos a todos al mismo tiempo? — susurró el lobo.

-          Sí — respondió él  —. Si usa su don contra nosotros, todos nos quedaremos ciegos y sordos hasta que nos caigan encima para matarnos... y en este caso, quizá simplemente nos quemen en vez de partirnos en trozos primero. Oh, claro que podemos intentar luchar, pero lo más probable es que terminemos haciéndonos daño unos a otros antes de que seamos capaces de herirles a ellos.

 

 

 

Caminaron en silencio durante unos cuantos segundos. Se estaba formando una idea en la cabeza de Jacob. No resultaba muy prometedora, pero era mejor que nada.

 


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