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Encrucijada. por NNK

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Capítulo XXX: Oficiales en casa de Camilo.

 

Camilo termino de comer ignorando como su madre adoptiva regañaba a su hermano por no terminar de comerse su porción, el llanto de Bruno le puso los nervios de puntas, quien decidió callar cuando su hermano lo observo con una frialdad que le helo la sangre. Su madre no alegó porque justo se había girado para dejar la losa en el lavaplatos, optó por ayudarle para volver a su cuarto lo más rápido posible.

Dejó la losa con una sonrisa para simpatizar con su madre, aunque hacer todo eso le molestaba mucho. Se despidió de ella con un beso en la mejilla y se dirigió a encerrarse a su cuarto, no sin antes empujar a su hermano en el pasillo y hacer que este se tropezara. Se encerró en su cuarto y puso cerrojo con una sonrisa, decidió cambiarse de ropa mientras esperaba que su computador se prendiera.

Omitió un quejido adolorido al ver el moretón en su costilla, ese Renato se las iba a pagar, tenía las sospechas suficientes para asegurar que se trataba de su compañero de habitación en la casa del señor Donoso, lo reconoció desde el primer momento, pero su personalidad había cambiado en un cien por ciento y aquello le molestó, porque tenía que ser el único que tenía que seguir fingiendo con relación a aquel secuestro, el también sufrió mucho ese tipejo había asesinado a sus padres y luego le había obligado a ayudar a secuestrar a Renato, habían sido amigo por tres años y odio cuando su amigo de la infancia no le reconoció.

Luego una semana después de la llegada de Renato, reconoció a Felipe, había cambiado mucho en estos años, era apenas un bebé de un año cuando lo secuestraron y solo estuvo dos meses antes de que Guillermo Aihara apareciera en su vida, primero para hacer que Maximiliano desapareciera de la vida de ellos, luego desapareció Felipe y sólo faltó un mes más antes de que lo separaran de Renato. Pero, quien no había cambiado nadie era Maximiliano.

Le dolió mucho averiguar que ese detective había adoptado a esos tres. En cambio, él había pasado por un hospital psiquiátrico y un orfanato, antes de que su madre lo adoptara en Argentina y lo trajera a su país de origen. No estaba enfadada con ella, le había enseñado a vivir una vida normal, pero la voz en su cabeza le había ganado hace más de dos años y a pesar de que debía aparentar seguir siendo el niño que ella conoció con alguna que otra característica cambiada, no podía, la voz en su cabeza le decía que debía volver.

Y cuando obedeció aquella voz, tuvo que aprender a controlar su genio y su temperamento para que su personalidad verdadera no saliera. Estuvo en control dos años completos, a su personalidad original le gustaba ser alabado y ser el centro de atención, pero desde que llegó Renato, se sintió muy amenazado y aquello le llevó a investigar sobre los Aihara.

Y así fue como comenzo sus intentos por hacer recordar a Renato su cercanía con él. Pero el golpe que recibió en el salón de clases por parte de su compañero, le hizo recordar la razón por la cual había ayudado a Maximiliano a engañar a Renato, para terminar los cuatro separados por un periodo de ocho años.

Tomó su teléfono y fue a su agenda, tuvo el impulso de llamar a Renato para explicarle el tema de la pelea, pero se arrepintió al recordar que su amigo le había dicho que tenía que salir con su familia. El timbre de su casa sonó, llamando la atención de todos los presentes en el hogar. Camilo se acercó a la puerta de su habitación, cuando escucho los pasos apresurados de su hermano menor.

—Bruno ¿Qué ocurre?—preguntó Camilo, deteniendo a su hermano en el pasillo.

—Ha venido la policía, así que mamá ha pedido que estemos en nuestro cuarto—dio a conocer la orden de su madre a su hermano— ¿A dónde vas?—preguntó, asustado.

—Silencio, vete a tu cuarto, me quedaré aquí—ordenó Camilo a su hermano menor con una sonrisa.

Bruno se quedó parado en la puerta de su habitación, mientras veía como su hermano mayor se quedaba a los pies de la escalera, la voz de su madre sonaba entre preocupada y asustada, Camilo bajó un escalón viendo que había dos pares de piernas delante de su madre, una de ellas preguntó por el apellido de su familia, su madre confirmó y luego su nombre salió de sus labios, su madre se asustó, pero aun así se acercó a la escalera para llamar a su hijo.

La mirada de ambos se enfrentó Camilo la tranquilizó y su madre solo asintió antes de ordenarle con la mirada que bajara, antes de utilizar su voz.

—Camilo, hijo. Baja por favor—habló preocupada, viendo que su hijo mayor obedecía.

Camilo bajó en silencio, encontrándose con ambos guardias. Ambos se quedaron en silencio, ninguno tenía nada contra el chico, pero Camilo supo que había visto a esos hombres antes. Su madre se interpuso entre los policías y su hijo, Camilo sonrió, su madre siempre había sido sobreprotectora con él y su hermano, una leona y los guardias lo notaron en el acto.

—Señora, tenemos algunas preguntas para su hijo, puede acompañarnos si quiere—comentó uno de los guardias ante la mirada y acción de la madre.

Camilo llamo Bruno con un tono neutro y seguro, su hermano bajó las escaleras rápido ante el sonido de la voz de su hermano, su rostro perdió por completo el color cuando vio a ambos policías. Se quedó quieto unos segundos, pero el gesto de su madre le dio la confianza suficiente para avanzar hasta ellos. Camilo se sintió un poco acorralado, cuando su madre le hizo entrar en el auto de los detectives, la última vez le habian separado de su familia.

Se sentó en el asiento de al medio, tomando la mano de su hermano Bruno y la de su madre, su corazón se aceleró cuando escucho las voces de voces de ambos detectives informando que iban en camino, pero escuchar el sonido de todas las puertas cerrarse le agitó la respiración, su madre le acarició la palma de su madre al ver que el color de la cara de sus hijos se iba por completo. Sus hijos estaban nerviosos y ella debía mostrarse segura.

El camino fue de unos veinte minutos en auto, pero para Camilo, fue el viaje más largo de toda su vida. Suspiro sintiéndose atrapado al ver que llegaban a la comisaria.


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