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Encrucijada. por NNK

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Capitulo XXV: Urgencia.

 

Alejandro salió de su casa con una bolsa de mercadería en su mano. Toco el timbre del departamento de los Aihara, tenía la llave, pero desde que Guillermo estaba en casa, por respeto, prefería hacer esa acción. Escucho pasos acercarse y la puerta se abrió. Guillermo se encontraba con el celular en el oído, lo vio andar y cerrar una libreta, tomarla e irse al balcón, cerró el ventanal para que no escuchara la conversación.

Guillermo era un hombre misterioso, dedicado a su trabajo, preocupado de sus hijos y de su bienestar, algo sobre protector con sus hijos, pero no lo suficiente como para que ellos lo consideraban una molestia. Decidió hacer el almuerzo.

Por otro lado, Guillermo dejo su libreta en la mesa que tenía Maximiliano en el balcón. Sonrió a Alejandro y siguió escuchando el tonó de espera del teléfono, era un real fastidio ubicar a su amigo, pero necesitaba esa información, debía proteger a Renato. Sonrió luego de cinco minutos cuando escucho la voz de su compañero.

—Guillermo ¿Cuánto tiempo sin saber de ti?—comentó, su compañero desde la otra línea.

—Tim, gracias a Dios te pude localizar. Necesito de tu ayuda—pidió en tono desesperado.

—Claro, ¿En qué puedo ayudarte?—ofreció con tono preocupante. Guillermo no era un hombre de rodeos, siempre iba directo al problema.

—Necesito investigar a los compañeros de clases de Renato Aihara—pidió en tono sobre protector.

— ¿No crees que eso es algo invasivo para un chico de 16 años?—preguntó dudoso—No me culpes si tu hijo  te odia el resto de su vida.

—Sé  que es invasivo, pero  alguien ha estado investigando su pasado y quiero saber quién es—hablo serio—No quiero que nadie, arruine todo lo que él ha construido.

—Entiendo, te mandare un mensaje con un correo, envíame la información al correo y tratare de darle una respuesta lo más rápido posible—animo su amigo con una sonrisa.

—Gracias Tim—murmuró con una sonrisa sintiéndose aliviado.

Guillermo corto la llamada, tomó la libreta y abrió el ventanal, sonrió al sentir el aroma de la lasaña. Definitivamente el novio de Maximiliano era excelente cocinero, el feliz le entregaba a su hijo envuelto en papel de regalo para formar una familia. Dejo su celular y la libreta en la mesa. Alejandro le miró con curiosidad, pero volvió a cocinar.

—Alejandro no me gusta la gente curiosa, si tienes una pregunta habla ahora o calla para siempre—habló con una sonrisa alegre, viendo como el novio de su hijo se sonrojaba al verse descubierto.

—No es nada, yo no puedo juzgar su forma de actuar al querer defender a sus hijos—comentó incomodo, volviendo a cocinar.

 — ¿Crees que soy muy invasivo?—se cuestiono, viendo a Alejandro preocupado.

—Un poco, Renato es un joven bastante franco en cuando tiene un problema y creo que exagera un poco— confesó sincero con una sonrisa, mientras seguía cocinando.

—Una parte de mi hijo es bastante franco, no lo niego, pero a veces Renato suele ser reservado, en especial cuando no quiere formar revuelo en un grupo—comentó Guillermo sincero.—Usualmente no suelo meterme en la vida de mis hijos, solo veo sus redes sociales para ver las miradas de sus conocidos. Soy detective y se perfectamente cuando la gente miente y ese niño Camilo no me gusta—confesó, ganándose la atención de Alejandro. — Tampoco digo que Renato sea una santa paloma, pero prefiero asegurarme.

—Y tiene todo el derecho, solo tenga cuidado de no herir los sentimientos de Renato, él aunque no lo parezca es un niño sensible—pidió Alejandro preocupado.

Guillermo sonrió alegre. Alejandro le sorprendía cada vez más, le demostraba una y otra vez que podía confiar en él ciegamente. Alejandro solo siguió cocinando, inundando el departamento con el olor a comida, si no salía a tomar aire, pronto sus tripas comenzarían a sonar. El celular de Guillermo sonó y este contestó con una sonrisa.

— ¡Papá!—exclamó Maximiliano exaltado. El tono de voz preocupo a Guillermo, su hijo mayor no solía llamarle tan alterado.

—Maximiliano ¿Qué ocurre?— preguntó de prisa,

—Renato se desmayo en el zoológico, lo están llevando a la clínica central, espérame abajo, estoy en casa en cinco minutos—ordenó Maximiliano—dile a Alejandro que vaya a buscar a Felipe por favor.

—Está bien, esperare abajo. Por favor maneja con cuidado—pidió. Corto la llamada, se giro hacia Alejandro y sonrió—Alejandro, algo le ocurrió a Renato ¿Podrías ir a buscar a Felipe?

— ¿Renato, qué le paso?—preguntó apresurado—Claro, yo iré por Felipe, avísenme cuando sepan algo.

Guillermo tomó su chaqueta, le hizo una seña a Alejandro y salió del departamento. Bajo por las escaleras los ocho pisos, entró por la recepción y salió del edificio, alzo la vista a la calle al escuchar una bocina, sonrió al reconocer el auto de su hijo. Se subió.

— ¿Qué paso con Renato? No se supone que tenía una excursión al zoológico—comentó preocupado. Se puso el cinturón de seguridad y miró a su hijo.

—El profesor me llamo me dijo que se había desmayado, uno de sus amigos dijo que le había estado doliendo la cabeza todo el día— contó sin despegar la mirada del camino.

—Dolor de cabeza desde la mañana—comentó para sí mismo con sospecha— ¿Por qué no dijo nada?

—Lo dijo, es solo que tú estabas pendiente de tu libreta y yo de mi celular. Él solo se tomó algo para el dolor— Maximiliano miró culpable a su padre.

—Definitivamente debemos poner mayor atención a los chicos en la mañana—habló Guillermo culpable.

Guillermo observo las calles en silencio, porque en momentos así sentía que el tiempo pasaba tan lento. Estaba preocupado, Renato había actuado extraño anoche y él no le había prestado la atención suficiente. Sus ojos brillaron cuando vio el hospital a lo lejos, se tranquilizo, debía estarlo para poder calmar a Maximiliano que solía perder la cabeza.

Ambos caminaron hacia urgencias, Maximiliano se desespero al no ver al profesor por ninguna parte. Guillermo se puso en alerta cuando escucho la sirena de una ambulancia, la vio estacionarse. Maximiliano puso atención y corrió al ver que bajaban a Renato en la camilla, Guillermo le siguió. El profesor se bajo y se quedo con Maximiliano.

Suspiro. Solo esperaba que su hijo no tuviera nada grave.

 

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui, nos vemos en la siguiente publicación.


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