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Sol y arena. por RLangdon

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Naruto permaneció sentado al lado de la cama, con la cabeza gacha y las rodillas flexionadas contra su pecho. Dibujó figuras sobre el suelo terroso con las yemas de los dedos, se mordió insistentemente los labios y miró al menos una decena de veces por la ventana circular de la recamara, deseando encontrarse rápidamente con la caída del alba.
 
Quería irse cuánto antes de allí, ordenar sus pensamientos un poco para poder conversar debidamente con Gaara. De otra forma se dejaría arrastrar por el impulso, se irritaría al grado de buscar herirlo de alguna manera. Hecho por demás ridiculo, teniendo en cuenta la frialdad que tan bien caracterizaba al pelirrojo. Muy difícilmente, Naruto llegaría a infringirle dolor emocional en la medida que él mismo lo sentía.
 
Conocía parte del pasado de Gaara. Ambos habían sufrido la soledad y el rechazo de los suyos. A la vista de los demás, no eran más que mounstruos, potenciales armas y la peor amenaza para el bienestar de sus respectivas aldeas. Los hicieron a un lado aun cuando ni siquiera ellos mismos terminaban de comprender su situación, ni mucho menos el rol que, deliberadamente, les había sido asignado.
 
Y precisamente porque se entendían en ese sentido, Naruto había pensado que (el ahora) Kazekage, sería capaz de ayudarlo. No, a él no, a Sasuke, era al Uchiha a quien Naruto trataba de salvar de la misma oscuridad corrosiva que nubló una parte de su vida.
 
Naruto habría podido comprender el hecho de que Gaara se rehusara en un primer momento, ya había sopesado la posibilidad de recibir una negativa. Sin embargo, muy por el contrario, Gaara había aceptado de buena gana serle de ayuda. Pudo negarse y no lo hizo. Y ahora sin más, le daba la espalda, peor que eso, lo traicionaba al aliarse con el Raikage en el bien común por destruir a Sasuke.
 
Naruto inspiró hondo cuando los primeros rayos de la mañana entraron a la habitación, iluminando cada recoveco, cada lugubre espacio, inundando la gélida estancia de una cálidez amena.
 
La noche anterior Naruto no había esperado un solo segundo más para oír lo que Gaara tenía para decirle. Estaba tan molesto, decepcionado y confundido que optó por alejarse, era sin duda, lo más prudente que podía hacer en aquellos momentos. Había vagado por horas dentro de la fortaleza, recorriendo recámara tras recámara hasta encontrar la suya. Desafortunadamente, el sueño nunca retornó. Naruto había meditado hasta el cansancio sobre las posibles razones que tenía Gaara para querer obrar de esa manera.
 
No tenía justificación alguna. Había dado su promesa de apoyarlo en salvar a Sasuke.
 
-¡Fuera!
 
-¡Eres un asesino!
 
-¡Psicopata!
 
A Naruto le tomó varios segundos darse cuenta del bullicio que se estaba produciendo en el exterior. Estaba tan ensimismado que, la desorientación hizo mella en él antes de que pudiera levantarse.
 
-¡No mereces vivir!
 
-¡Escoria!
 
Naruto se acercó prontamente al vitral y, lo que vio, lo dejó helado.
 
Había una turba enfurecida de aldeanos obstruyendo la entrada de la fortaleza. Tanto civiles como Shinobis estaban distribuidos horizontalmente, la mayoría estaban armados, llevaban piedras, trozos de leña, botellas de vidrio. Solo los ninjas portaban kunais y shurikens, pero no dudaban en exhibirlos en una obvia amenaza dirigida hacia alguien en especifico.
 
"¿Q-Qué está pasando"
 
Naruto retrocedió rápidamente de la ventanilla para ir en busca de Gaara, pero apenas puso un pie afuera de la habitación cuando oyó que las exclamaciones coléricas se intensificaban. Comentarios despectivos sobresalían de la muchedumbre, señalamientos hirientes, amenazas de muerte. Naruto tuvo que sostenerse de la saliente de uno de los muros cuando experimentó un súbito mareo acompañado de recuerdos difusos ligados a su infancia.
 
Allí estaban ellos. Los responsables de infringir el dolor, quienes una vez les dieron la espalda por ser Jinchurikis.
 
Tambaleante, Naruto se dirigió nuevamente hacia la ventana, a sabiendas de que le tomaría horas encontrar la salida por sí solo. Ni bien llegó al cristal cuando lo vio, caminando indiferente, abriéndose paso entre el abarrorado espacio.
 
A pesar de que la distancia los separaba, Naruto pudo sentir el dolor que Gaara estaba experimentando al contemplar el rechazo de su propia gente.
 
¿Por qué?
 
En ningún momento Gaara se lo había dicho. Y Naruto se había convencido ciegamente de que su puesto como Kazekage le había valido el respeto y la admiración de casi toda la aldea de Sunagakure. Creyó erradamente que le habían perdonado sus fallos pasados, que lo aceptarían ahora que Gaara había cambiado notablemente.
 
¿Qué no había dado su propia vida por salvarlos aquella vez en que Akatsuki atacó la aldea?
 
¿Por qué entonces...?
 
Naruto contuvo el aliento al ver como los aldeanos se sincronizaban para arrojar los objetos que llevaban a diestra y siniestra contra el pelirrojo.
 
Las botellas estallaban en miles de cristales al impactar sobre la barrera de arena que protegía el cuerpo de Gaara. La misma estela que emergía de la calabaza a su espalda, una y otra vez para detener cada golpe.
 
Varios objetos cayeron limpiamente sobre la arena al estrellarse en determinada sección de la barrera.
 
-Gaara...- Naruto tocó el cristal al verlo avanzar sin miramientos por el bullicio, como si no notara las miradas de odio que le dirigían, como si no se supiera repelido y despreciado con cada paso que daba.
 
Y entonces ocurrió...
 
"-Te has vuelto muy fuerte, Gaara. Y encima ya eres Kazekage- aquella vez, Naruto se abstuvo de mencionar tambien el hecho de que lo había superado bastante, se sentía demadiado inferior al compararse con quien fuera su mejor amigo.
 
Recientemente había vuelto a Konoha, se había enterado del cargo que ostentaba Gaara gracias a Iruka Sensei. Y Naruto no había perdido el tiempo para reunirse con él y ponerse al tanto de ello. En esa ocasión no vio atisbo alguno de añoranza, felicidad o dicha en la expresión del pelirrojo, sin embargo Naruto lo había atribuido a su perpetua actitud desinteresada y fría, esa era la máscara que usaba Gaara para encubrir sus verdaderos sentimientos. Asi como alguna vez Naruto disfrazó los propios con sonrisas forzadas.
 
Aquel día Gaara se había presentado a Konoha con motivo de hacer nuevamente partícipe a su aldea en los examenes Chunnin. Fue Tsunade quien lo citó, aunque Naruto ya estaba al tanto de ello y no quiso desaprovechar la oportunidad para reunirse con su mejor amigo y charlar un poco en Ichiraku's.
 
-En realidad, la defensa de mi arena empieza a estropearse- había dicho Gaara al tiempo que se miraba las manos con cierto recelo.
 
Naruto le sonrió ampliamente mientras le palmeaba la espalda, convencido de que Gaara decía aquello solo para encubrir el verdadero orgullo que sentía, despues de todo, Gaara no gustaba de ser el centro de atención"
 
Naruto sintió una presión molesta en la garganta al levantar la mirada. La defensa absoluta de Gaara no había podido repeler el último golpe dirigido por uno de los ninjas que lo rodeaban. El shuriken le había rasgado la mejilla derecha.
 
Gaara apenas había evidenciado una fugaz mueca de dolor cuando la sangre empezó a brotar de la herida.
 
Hubo exclamaciones desdeñosas, gritos de incredulidad de parte de los aldeanos al ver tan inverosímil acto llevado a cabo por ellos mismos.
 
Naruto se apartó de la ventana y corrió todo lo rápido que le fue posible. Recorrió sección tras sección en busca de la salida. No iba a permitir que siguieran hiriéndolo. Gaara no era el mismo asesino despiadado de hace tres años. Se había equivocado, pero ellos habían engendrado aquel mounstruo que tanto odiaban.
 
Gaara ya había sufrido suficiente. Y sin importar qué, continuaban dañandolo.
 
¿Por qué siempre a él?
 
"Voy a trabajar duro, y conectarme con la gente de la aldea. El ver a Naruto Uzumaki, me dio claridad. Hasta antes de conocerlo, mis lazos con los demás solo habían traído dolor y tristeza.
 
Sin embargo él me presionó para redefinir esos lazos...creo, que finalmente entendí. El sufrimiento, el dolor y la alegría, son sentimientos que puedo compartir con los que me rodean"
 
-¡Gaara!- Naruto se precipitó hacia la reja metálica que lo aislaba del exterior. No entendía nada, no podía comprender por qué seguía existiendo tanto odio cuando Gaara había demostrado una y otra vez que no era más el mismo de antes.
 
Los ojos azules se abrieron en incredulidad una vez que Naruto consiguió abrir la puerta.
 
Ahí, frente a él, se cernía una sólida barrera de arena que le impedía el paso.
 
Naruto tocó la arena con los dedos y despues trató de atravesarla, pero todo fue en vano. Cada vez se sentía más confundido al respecto. Gaara había creado ese muro a propósito, pero...¿Con que fin?
 
-Olvidalo. Puedes acabarte toda tu energía, pero te garantizo que no cedera un ápice.
 
Deteniendo los golpes contra la barrera, Naruto se giró hacia su derecha. Kankuro estaba de pie, apoyado sobre uno de los muros, contemplandole fijamente, había preocupación en su semblante, y ese hecho desánimo aun más a Naruto.
 
-¿Qué esta pasando?
 
Kankuro dejó de sonreir. No era una sonrisa genuina al fin y al cabo.
 
-¿Te refieres al alboroto de afuera?- Naruto frunció el entrecejo, pero al marionetista le pasó desapercibido. -Acostumbrate, niño.
 
-No me llames asi- replicó Naruto a la defensiva. Kankuro se encogió de hombros.
 
-Esto ocurre cada mañana desde que Gaara asumió el cargo del Kazekage- rodeó a Naruto para dirigirse a la barrera de arena. -Aunque si te preguntas el por qué de esta impenetrable muralla...- sacudió la cabeza levemente, contradiciendose en cuanto a revelar más de la cuenta. Naruto apretó firmemente los puños en desesperación. -Tengo entendido que habrá otra reunión entre los Kages. Lógicamente mi hermano no quiere que interfieras.
 
Los ojos de Naruto se abrieron un poco más. Asimismo, la presión en sus nudillos cedió totalmente. Iban a condenar a Sasuke.
 

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