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Sol y arena. por RLangdon

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Minutos previos a su llegada, Gaara había estado recorriendo los pasillos de la fortaleza que fungía como su despacho. Luego de la extracción del Shukaku se había empezado a sentir vulnerable, como si hubiesen derribado varias barreras de su perfecta defensa fisica. Más sin embargo, no era así, él lo sabía, del mismo modo que se sabía repudiado por su propia aldea, por aquellos a quienes juró proteger a costa de su vida.
 
Y es que, en cierta medida, le debía cosas significativas a su bijuu. Fue por él que conoció al Shinobi más importante, aquel que lo salvó de la oscuridad y la maldad que su corazon albergaba. El no poseerlo ahora lo hacía sentir extrañamente incompleto.
 
Entonces entendió a qué se debía. Su Bijuu era la conexión entre ambos. Asi como Naruto había sufrido a causa de ser un jinchuriki, Gaara padeció los mismos horrores del desprecio al tener al Shukaku en su interior. Dos niños destinados a ser odiados, temidos y repudiados desde su nacimiento. La única diferencia latente radicaba en los rumbos que habían tomado cada uno de ellos. Naruto, al contrario de él, se había fortalecido con cada palabra zaheriente, cada mirada de odio no había hecho más que impulsarlo a cumplir su sueño, el mismo que Gaara anheló al comprender el verdadero motivo de su existencia.
 
Contrario a lo que él había sido, Naruto no se dejó absorber por la oscuridad, vaciló, pero no cedió. Porque el jinchuriki del Kyuubi empezó a crear lazos a edad temprana. Su personalidad entusiasta le ayudó muy pronto a rodearse de personas importantes que lo trataron como un igual. Por su parte Gaara no había tenido la dicha de gozar de una amistad, su padre lo repudiaba, los niños le temían, y la aldea entera rezaba día y noche para que la muerte lo arrastrara al mismo sitio al que pertenecía su madre tras haberlo tenido. En aquellos años, nada le había hecho sentirse más vivo que el ver correr la sangre ajena.
 
Naruto le había prometido poco despues que se convertiría en Hokage, y lo hizo con tal convicción que Gaara ni siquiera se permitió dudar de sus palabras. Irónicamente, su error actual se manifestaba en una promesa también. Una que Naruto le pidió personalmente tras haberse enterado que era Kazekage.
 
Fue débil al ceder sin siquiera sopesar en las consecuencias. Permitió que una sonrisa resplandeciente y una mirada suplicante se adueñaran de su libre albedrío. Y Gaara lo supo desde el primer momento en que accedió, pese a que su pecho se había estrujado y la extrañeza se había dibujado en sus imperturbables facciones, dio su palabra de no fallarle como su igual, como su compañero y como su amigo..
 
-¿Gaara?
 
El interpelado se detuvo a mitad del pasillo, estoico su semblante y férrea su mirada. Y a pesar de ello, algo se reblandeció dentro de él al escuchar el tono enérgico con que era nombrado.
 
-Naruto...- se dio vuelta y se encontró con la misma sonrisa entusiasta de la que solo el Uzumaki era poseedor. Esperó pacientemente a que se acercara y...extendió lentamente su mano. Como si temiera el ínfimo contacto fisico y lo rehuyera deliberadamente, arriesgandose a contaminar u opacar la luz que acompañaba todo el tiempo a Naruto.
 
Lo siguiente que aconteció provocó que Gaara permaneciera estático, rígido y poco menos que petrificado. Naruto había omitido el saludo, pasando de largo su mano para abrazarlo, tan impredescible como de costumbre.
 
Por una fracción de segundo, Gaara no supo cómo reaccionar ante el contacto fisíco. Ciertamente solo a Naruto le permitía tan efusivas muestras de afecto, solo en presencia de él no osaba emplear su defensa de arena, porque sabía que no la necesitaba. Si había alguien en quien pudiera depositar enteramente su confianza, ese era Naruto.
 
-Hace muchisimo calor aqui- al darse cuenta de sus torpes impulsos, Naruto se apartó rápidamente. En ningun momento había pretendido ser correspondido ya que, conocía de sobra la actitud seria y recatada del pelirrojo. Aunque le sorprendió no ser repelido por semejante hazaña. -Gaara, ¿sucede algo?- preguntó al notar el estado meditabundo del susodicho. Estaba consciente de que debía ser algo de suma importancia para que Gaara enviara una misiva a Tsunade en la que solicitaba su presencia a la brevedad posible. Tambien cabía la posibilidad de que solo quisiera compañía.
 
-Al final de este corredor esta tu recamara- profirió Gaara con los ojos cerrados, yacía apoyado en la pared aledaña y con los brazos firmemente cruzados sobre su pecho. Naruto adivinó por su semblante inexpresivo, que pretendía mostrarse esquivo a sus dudas, al menos en esos momentos. -Descansa y mañana te comunicaré abiertamente mis motivos para esta reunión.
 
-Gaara- acortando la distancia entre ellos, Naruto apoyó su mano sobre el hombro izquierdo del pelirrojo. Sonrió ampliamente y reprimió -no sin cierta dificultad de por medio- sus ansias por conocer a detalle la razon del encuentro. -Aun no he...no he podido alcanzarte, de veras- esta vez su sonrisa reflejó un dejo de amarga decepción que Gaara percibió al instante. Sabía que Naruto se refería a su sueño de convertirse en Hokage, asi que se limitó a mirarlo con aplomo, ocultando su eterna fascinación por él. Desde los examenes chunnin, Naruto había pasado de ser un molesto idiota a un Shinobi al que ahora Gaara le profesaba respeto y admiración. Bien podría ser Gennin toda su vida y Gaara seguiría observándole de la misma manera.
 
-Lo harás, Naruto- murmuró, sosteniendole la mirada. -Y cuando lo hayas hecho, incluso me habrás superado- dicho esto se marchó de vuelta a su despacho, sin intención alguna de volver a mirar atras pues era posible que su fuerza de voluntad lo traicionara y terminara delatando sus verdaderos sentimientos...
 

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