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Beautiful lies por RLangdon

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-¿Hola?...tierra llamando a Naruto.
 
Nada. 
 
Al tercer intento, Kiba chasqueó la lengua y dio un fuerte golpe a la butaca, propiciando asi que Naruto se sobresaltara y por fin saliera de su mundo de "ensueño",  aterrizando en la vida real. 
 
Al principio Naruto se limitó a parpadear, después volvió su atención bruscamente a la pizarra y notó que los ejercicios ya habían sido borrados.
 
-Oh no...- miró su cuadernillo de notas en blanco. No había alcanzado a pasar los apuntes, otra vez. 
 
Kiba sonrió divertido y negó con la cabeza. Naruto llevaba dos semanas siendo terriblemente distraído. Mucho más de la cuenta, y era mucho decir teniendo en consideración que se trataba del más hiperactivo de la clase. 
 
Ahora Naruto vivía como en un universo paralelo. Dormido con los ojos abiertos, sin ser consciente de nada a su alrededor. Curiosamente su comportamiento coincidía con la repentina marcha del apuesto y aclamado profesor que tan extrañamente se había dado de baja. 
 
-La clase acabó hace diez minutos, Naruto- suspiró el castaño, señalando con obviedad hacia el reloj de pared. -¿Hasta cuando piensas volver del país de los sueños? 
 
Una vez más Naruto parpadeó. Meditó largamente el comentario y por fin esbozó una sonrisa que denotaba todo, menos felicidad.
 
-No es mi culpa que la materia sea tan aburrida- se excusó con un encogimiento de hombros, guardando sus útiles en la mochila. Cuando Kiba le sugirió ir a la plaza, Naruto negó rotundamente, alegando que tenía otros planes en mente. Aunque lo cierto era que debía trabajar turno doble, puesto que Haku se encontraba enfermo y Naruto quería devolverle un poco los favores que le había hecho con anterioridad. 
 
El cansancio era lo de menos cuando se buscaba desesperadamente olvidar el pasado. Era una forma efectiva de lidiar con sus emociones. 
 
Ahora que se había quedado solo, lleno de incertidumbre  y con el corazón roto, Naruto había intentado llenar sus días con múltiples actividades para disponer del menor tiempo posible para pensar. Iba de la escuela a Ichiraku y, a veces, solía pasear en el parque, hasta que le invadían los recuerdos y tenía que volver a su casa. 
 
Había pasado noches enteras en vela. Había deseado infinidad de veces volver a la casa de Itachi y poder hablar con ambos. Sin embargo, ya se había hecho a la idea de que no tenía caso. Sus errores eran imperdonables y ese era su castigo. Tendría que ser fuerte en lo sucesivo y aprender a lidiar con el dolor. Ya no albergaba ninguna esperanza de volver a enamorarse. 
 
Su turno en Ichiraku resultó más largo y tedioso que de costumbre. Había poca clientela y Áyame seguía experimentando con nuevas recetas de ramen para agregar al menú, incluida una extraña y horrorosa receta dietetica que Naruto estuvo a punto de devolver al probarla. 
 
Era mucho mejor cuando el viejo Teuchi le daba a probar sus inventos, pero el viejo estaba ocupado con la construcción de otro restaurante a orillas de la ciudad, por lo que no le quedaba más remedio que ser el conejillo de indias de Áyame. 
 
Terminada la limpieza de las mesas, Naruto fue hasta el vestidor. Aún no llegaba a la puerta cuando alcanzó a oír la exclamación enérgica de Áyame de que ya no había servicio hasta el día siguiente. Oyó pasos, pero no alcanzó a devolverse cuando unos brazos fuertes lo tomaron por la espalda para darle vuelta con brusquedad. 
 
Naruto entró en pánico al ver el rostro congestionado de Shisui. De nuevo tenía aquella mirada contrariada, nublada en odio, disgusto y tristeza. Trató de sostenerle la mirada. Shisui lo soltó, formó un puño con su mano derecha y Naruto atinó a cerrar los ojos y encogerse en su sitio, aguardando por el golpe. Pero no fue dolor lo que sintió. En cambio, Shisui lo había acercado con rudeza para besarlo. 
 
Por un momento no supo cómo reaccionar. Un impulso electrico subió por su columna, pero al no comprender la razón oculta tras el insólito acto, Naruto quiso zafarse.  Dificilmente se soltó del agarre y, cuando sus ojos encontraron la mirada acuosa de Shisui, procedió a quitarse lentamente la peluca, ansiando sacarle del doloroso engaño que, muy seguramente, seguía atormentando la psique de Shisui Uchiha. 
 
-No soy ella- le aclaró, dejando caer la peluca de largas coletas rubias. Vio a Shisui sacudir la cabeza y retroceder dos pasos antes de que volviera a tomarlo, con más fuerza ahora para besarlo por segunda ocasión, como si intentara convencerse a si mismo de un hecho en particular. 
 
Angustiado, Naruto se quedó rígido, sintiendo los labios besarle con fruición y sin saber exactamente qué hacer a continuación.
 

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