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Todo por Riki por Arwen Diosa

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El despertar de Riki se marcó en un plazo no superior a diez días exactamente, las lecturas de todas las máquinas a las que estaba conectado arrojaban datos precisos de su estado de salud que ayudaban en su recuperación, calibradas al máximo para acelerar todos los procedimientos, indicando que lo pertinente sería despertarlo de su coma inducido en ese tiempo transcurrido de cumplida la cirugía.
Raoul Am tuvo que usar toda su determinación y educación Blondie, para estar a la altura de la cirugía de Riki. Conllevó muchas horas y fue extenuante aún para un experto como él; sin embrago, en otras circunstancias incluso podría disfrutar de la experiencia de poner a prueba su ciencia, ésta vez no. No podía sacar de su pupila todo lo que Katze estaba sufriendo y de manera deliberada Iason le permitía ver. Rogó internamente que mientras estuviera ocupado en la cirugía, nada más le sucediera a Katze, la mirada desquiciada de Iason sacaba todas las probabilidades de pronóstico ¡Nunca pensó que Iason llegara a tanto! Por Riki… ¿Tanta era su necesidad?  Al menos para calmar sus estresados nervios tenía la seguridad que Riki aguantó sin problemas mayores el trasplante y ahora se encontraba en recuperación post operatorio.
Raoul no podía decir si la noticia de diez días era demasiada larga o corta para Iason Mink, ambos Blondies estaban en la habitación  blanca de hospital, donde descansaba el mestizo. El ambiente era tenso y el silencio sólo roto por los sonidos monótonos de las máquinas que estaban funcionando.
Raoul en un extremo, cerca a la amplia ventana que daba al exterior sujetaba en las manos varios informes sobre los últimos análisis realizados, centrando su atención a los mínimos detalles e intentando ignorar el destello amoroso de la mirada celeste como hielo que reflejaba aquél que antes consideraba su hermano, Iason paseaba la punta de sus dedos sin guantes con lentitud por la mejilla, dibujando contornos a la caricia de los cabellos esparcidos sobre la suave almohada, pasaba por el cuello descubierto y rozaba los labios tibios de Riki, que permanecía inconsciente al centro de la habitación sobre la cama de hospital.
Quizá en mejores circunstancias podría sentir empatía por el sufrimiento de su hermano, pero nada de eso nació en Raoul. Veía esa caricia delicada y lenta como una burla así mismo por cómo trataba a su propio tesoro. Ver a Katze curando su espalda con papel higiénico empapado con agua del lavamanos lo llenaba de ira y rabia absoluta ¡Muy pronto! Y podrían olvidarse de esta locura iniciada por el capricho de Iason.  Le dijo que tendría a su mestizo despierto en diez días, apenas el favorito de Júpiter ingresó en la habitación, esperó encontrar algo en su mirada de hielo, que dirigió su camino de Riki a él marcando un recorrido, pero sólo sus labios se movieron. 
-Serás tú, el que haga la cuenta regresiva con ansias.
Esa amenaza velada vino con el horror de  imaginar todo ese tiempo  lejos de su pelirrojo, sin poder hacer nada más que ver lo que ocurría en la habitación donde estaba encerrado. 
-¡No Iason! Esta locura se detiene aquí. Tu mestizo salió sin complicaciones de la cirugía y debes entender que es un ser humano vivo y particular. No una máquina compuesta por partes específicas. De todas formas, en diez días lo tendrás a tu lado, ¡No hay nada mas que hacer! Deja salir a Katze.
-Pides imposibles Raoul.
- Te propongo que dejes salir a Katze de esto sin mas represalias y a cambio me confinaré voluntariamente en mi Laboratorio hasta entregarte a tu mestizo despierto ¡Qué diferencia existiría en tu macabro propósito! No buscaré a Katze y estaré centrado en mi trabajo.
-Una propuesta interesante pero la declino definitivamente sin opción a retractarme. El encierro de Katze está resultado bastante interesante – por supuesto que Raoul entendió lo que quería decir Iason. Saber que su Katze estaba siendo el foco de tan obscenos espectáculos lo llenaban de indignación y coraje, conocía la mentalidad de su pelirrojo y sabía  lo afectado  que debía sentirse. 
-¡Maldito! Deja a Katze tranquilo, no lo vuelvas a molestar más ¡Entiendes Iason! ¡No lo vuelvas a lastimar! Son diez días para que tu mestizo despierte, él se está fortaleciendo mientras Katze languidece ¡Dale alimento, enciende la calefacción de su habitación y  entrégale ropas y mantas abrigadas! 
-Muy bien Raoul, como tu lo has pedido, lo dejaré muy tranquilo – con una última caricia sobre los labios de Riki, Iason salió de la habitación dejando a su larga cabellera moverse como manto sobre su espalda.
Esas palabras dichas de una forma suave y marcada, fueron una amenaza, no cabía dudas ¡Su Katze! Reprimió sus crecientes deseos de botar por la ventana la cama de hospital con todo su contenido y sólo intentó controlarse. Pensando en todas las posibilidades que existían para sacar a Katze de ese encierro infernal, tenía algunos planes en marcha… sin embargo, estaba contra tiempo, jamás pudo prever que su hermano usaría tan bajas artimañas… debía tener  algunas salidas de respaldo por la escasa posibilidad que tenía Riki de empeorar. Además,  contaba con una ayuda inesperada.
Con una mano sobre el rostro cubriendo sus ojos, se quedó estático mientras ordenaba sus pensamientos, faltaba muy poco para ir a la Torre de Júpiter para una reunión de Consejo y debía estar a la altura de las circunstancias… no podía dejar que su creadora leyera la angustia que lo consumía. Katze era un sirviente de Eos, que había ganado el favor de su Amo y podía ser considerado un traidor por romper y sobrepasar las barreras sociales que los dividían. Para la Inteligencia Artificial todo tenía un orden preestablecido, quizá podría convencer a Júpiter de la valía de Katze, pero nada era posible si Iason intervenía en la discusión, tenía mucho que perder. 
Júpiter condenaría a Katze a la muerte y a él a una limpieza mental.
Riki era diferente porque había demostrado su valor al volver al fuego de Dana Bahn para una muerte segura al lado de su Maestro. La mascota que es fiel hasta la muerte.
 
 
Todo el salón lleno de Élites se puso de pie, aplaudiendo a Iason Mink por los nombrados logros en su cortó tiempo de regreso a sus funciones. Júpiter que había echo acto de presencia a la reunión había adornado de elogios y flores a su hijo dorado, pero nadie esperaba menos, Iason era su hijo favorito y no era un secreto.
Uno a uno sus hermanos Blondies se acercaron para estrechar su mano, después de todo Amoi era una potencia universal gracias al manejo experto del Primer Rubio. Raoul Am también lo hizo, mientras conversaba con Gilbert Domina y dio un apretón sin particularidades a su hermano, con todos presentes su conducta debía ser pulcra sin levantar sospechas, después de todo, entre Blondies no existía la confianza para tratar temas personales.
Iason y Raoul eran la excepción entre ellos, conocidos por su afable amistad, eso era antes que literalmente uno de ellos se volviera loco. Pero a pesar de su comportamiento injustificado, malsano e inhumano, Iason era locuaz y tenaz en el cumplimiento de sus funciones, sus modales públicos eran impecables y la capacidad demostrada comparada únicamente con él mismo del pasado. Nada levantaba un sólo atisbo de sospecha de lo que sucedía a puerta cerrada. 
Raoul volvió a tomar asiento mientras la reunión continuaba, todos vieron a Iason tomar la palabra que con elegancia y sapiencia daba una exposición sobre los objetivos de Amoi sobre políticas exteriores. 
Raoul conservó su expresión atenta mientras su mente se perdía en los últimos eventos que habían abierto una inesperada oportunidad, desentrañaba las formas y posibilidades que existían de usar su reciente y secreta línea de comunicación con Cal. El jovencito había servido en su hogar durante la convalecencia de su legítimo Amo, en ese tiempo Raoul no fue un Maestro convencional pues sabía que Cal era amigo de Katze y por la personalidad del pelirrojo se estrechó aún más esa amistad entre ellos, donde conoció la naturaleza amorosa entre Katze y Raoul.
Fue arriesgado por parte de Cal comunicarse con él sin saber más, pero el incoherente encierro de Katze lo empujó a hacerlo, bien Cal podía simplemente ignorar la situación y adaptarse por su propio bien, Raoul agradecía que no fuera así.
Si Cal había logrado romper el bloqueo de comunicación de su brazalete de identificación, tal vez podía lograr algo más. 
Lo que no sabía Raoul y nadie más, era que mientras Iason Mink hablaba con tranquilidad al resto de sus iguales Blondies sobre política y negocios con bastante ecuanimidad, su mente o parte de sus pensamientos estaban lejos de esa habitación. El cúmulo de emociones fue sentido por su creadora, Iason no se lo escondió. Toda su tristeza fue leída y entendida por la supercomputadora.
Riki…
Su preciado mestizo completamente ajeno al resto del mundo… era tan extraño para Iason tocar a Riki y que no existiera respuesta, acariciarlo y no ver el fuego ardiendo en sus ojos… ¿Riki sabía lo que había ocurrido? ¿Sentía que estaban los dos vivos? Mirándolo en su descanso prolongado, cuidando y esperando por él, de cerca… 
Pero Riki se veía decaído, con la mueca  inclinada de sus labios quietos, la falta de tonalidad vibrante de su piel y la ausencia total de su espíritu luchando…
A Iason no me gustaba ver así a su Riki…
Apenas terminó la reunión del Consejo se apresuró a su condominio. Observó por las cámaras de seguridad la habitación de Katze.
Dormido.
Había pensando en incluir a su visita de ésta vez algún interesante artículo de gran tamaño para introducir en Katze, él mismo o Cal,  eso no importaba; y lograr un estímulo nuevo para  ver qué haría el Riki de esa habitación ante una escena más sexual que las anteriores. 
El grito arrancando por los latigazos lo hizo aparecer y mostrarse seductor.
Cuándo Katze recibió las atenciones de  Cal, Riki actuó como mascota.
Con Katze en plena actuación, Riki fue el dominante.
¿Qué seguía? ¡Iason quería averiguarlo! 
Tomando lo que necesitaba, Iason entró a la habitación de paredes grises para observarlo mientras dormía, se quedó silencioso en el extremo admirando el inesperado cuadro brindando… El Blondie de hielo  hizo una pausa a su respiración ante el impulso que nacía en su arrebató, al ver lo que había en la cama e iba en contra de sus planes trazados… 
La posición de Katze al dormir era boca abajo, seguramente para salvar a su espalda herida, flexionaba una pierna contra su abdomen ligeramente, dándole un aspecto bastante seductor a sus músculos marcándose en sus regiones bajas… no hacía falta que hiciera más para verse increíblemente bien a sus ojos. Apenas ingresó en la habitación y se perdió en esa vista que exigía actuar en consecuencia… además, eran los estímulos necesarios que necesita su mente para liberar a Riki .
Su mestizo vestía  sólo su piel bronceada y su descarada sonrisa juguetona. Acariciaba a Katze con deseo y entrega… más entrega y deseo del que vio alguna vez en su verdadero Riki. Incluso parecía que lo hacía para provocarlo deliberadamente a reaccionar sin miramientos pues Iason se sentía consumido por los celos. 
Le acariciaba el cabello rojo pasando sus dedos hasta que se perdían de vista, mezclando su tacto con la caricia de sus labios por el cuello descubierto, trazando la línea recta y marcada de su espalda. Se subía sobre Katze apoyado sobre sus brazos y frotaba la carne dura de su cuerpo entre la tibia entrada relajada. 
Iason apretó los dientes cuando Riki dejó de mirarlo y se centró por completo en Katze.
Esto se estaba volviendo insoportable… ¿Por qué Riki no de acercaba a él como la anterior vez? ¿Acaso prefería a Katze?
No podía matar a Katze como resultado y temía sobrepasar sus fuerzas ante una represalia, además si lo castigaba de cualquier manera aún estaría la sorpresa del comportamiento de Riki que bien podría enfurecerlo sin retorno. Con algo de resignación pensó que iba cumplir su palabra dada a Raoul de todas formas, iba a dejar a Katze muy tranquilo, tanto que nadie iba a cruzar otra vez ésta puerta. Incluso podía humillarlo y castigarlo sin necesidad de estar presente… 
La esbelta y cuidada figura de Katze, que al parecer tanto le gusta a Riki, iba a sufrir en lo que quedaba del encierro. 
 
 
Desde ese día que Iason le dio el afrodisíaco y sucedieron ese sin fin de actos sin sentido, Katze vivía encogiéndose de frío. Parecía que esa habitación no tenía muros y constantemente soplaba el aire helado por todos lados ¿Era su imaginación o la temperatura descendió más? Fue horriblemente molesto pasar papel higiénico humedecido por las heridas de su espalda, además del frío que congelaba su cuerpo, también estaba el terrible ardor. 
Sin tener idea de la hora, se pasaba el tiempo acostado en la cama boca abajo o de lado para no irritar las heridas, protegiendo su cuerpo del entumecimiento causado por la baja temperatura. Cuando despertaba no sabía si realmente había dormido mucho o  sólo había sido un cabeceo, siempre se sentía igual de agotado… pues estaba hambriento.
La comida caliente que Cal prometió llegó como dijo, la primera cucharada de avena pastosa prometía calmar su hambre y frío, pero el sabor agrio y mohoso lo hizo escupir rápidamente… ¿Tenía leche agria? Sin darse cuenta que estaba llorando de rabia usó el cuenco para calentar sus manos al menos, sabía que si comía algo como eso no tardaría en retorcerse de dolor en el estómago. ¡¿Cómo rayos en todo Eos, Iason Mink se las arregló para conseguir comida en mal estado?!
¡Mierda!
Las horas y el silencio corrían infinitas sobre sus ojos a media hasta, mirando perdido los pequeños foquitos del techo que nunca se apagaban. A momentos parecían innumerables y luego empezaban a moverse sobre su cabeza, a bailar y cambiar de colores. Repetía en su mente algunos eventos, especialmente negocios relacionados al Mercado Negro para mantener cuerda su mente y evitaba a toda costa pensar en Raoul… sentía que el tema lo deprimía hasta sentir que su corazón se quebraba por dentro ¿Raoul lo abandonó? No tenía fuerzas para encontrar otra explicación.
 Algunas veces, el zumbido del silencio llenando el espacio entre sus sienes parecía que retumbaba, haciendo pequeña y aplastante la habitación, los muros se apretaban sobre él que se hacía cada vez más diminuto, sentía que podía desaparecer. Sólo el frío y el hambre lo sacaban del silencio. 
Cuando escuchaba algo por los pasillos, caminaba obligando a sus músculos y se pegaba a la puerta para escuchar algo al menos, algo que lo sacará de la opresión de este encierro silencioso e incoherente… Katze aún no comprendía qué hacía aquí, ni lo que sucedía con Iason ¿Dónde estaba Raoul? Pero ningún sonido del exterior iba a responder sus preguntas, sólo quedaba perderse en sus pensamientos. Se arrastraba a la cama para acurrucarse en el rincón tibio que dejaba su cuerpo, algo parecido a lo que haría un perro. 
Enterraba la cara entre la tela del colchón y sus manos, metiendo una uña entre los dientes empezó a chupar su piel, mientras las gotas saladas de sus ojos resbalaban por sus mejillas. A veces se escapaban solas y eran incontrolables.
El crujido de su estómago le impedía descansar realmente, dolía y exigía con fuerza e insistencia que el espacio de su estómago sea llenado. Miró desde la cama el cuenco metálico que estaba en el suelo al centro de la habitación, lleno de avena grumosa mohosa cubierta con leche agria ¿Sería tan malo comer eso? ¿Podría…? Pero sus tripas callaron su raciocinio con el grito que retorcía dolorosamente su estómago. Se puso de pie encogiendo los dedos al frío y en el último momento cambio de ruta, fue hacia el baño y metió la boca bajo el chorro de agua del lava manos.
Agua y agua, tanta agua hasta sentir que se diluía por dentro.
Cuando se detuvo, se quedó mirando el cuadrado negro que antes era un espejo. Ahora cubierto por una capa de pintura. Sin saber realmente porqué, y tal vez ni lo pensó, pero usaba sus uñas para rascar la pintura, sacando ocasionalmente un trocito negro como cáscara de huevo que caía en el lavamanos o se quedaba atrapado en el espacio de su uña y la piel  herida por llevar en ésta repetitiva acción por largos minutos con horas extendidas.
Ahí de pie en el suelo frío y mojado, fue la primera vez que sintió que tenía algo quebrado por dentro y su respiración hacia un sonido extraño en su pecho, como un crujido que le impedía llevar oxígeno a sus pulmones.
Tosió áspero. Estaba enfermando.
 
 
 
 
Cuando la puerta se abrió, Katze estaba acurrucado en la cama con las manos entre las rodillas y respiraba contra la superficie del colchón para que el aire de sus pulmones calentara sus mejillas. 
Levantó la cara de golpe pues no sabía cuánto llevaba sin ver a Iason o Cal. Se esforzó para dejar de toser pero era imposible detenerse, el ataque remitía solo después de unos segundos.
Muchas de sus emociones se agitaron pues no era su Maestro, estaba esperando con ansias que él atravesara esa puerta. Katze había llegado a la determinación de hablar y hacer sus preguntas sin importar las consecuencias, necesitaba saber porqué estaba encerrado y qué quería Iason de él. En realidad no recordaba ninguna transgresión que mereciera semejante tortura ¡Es que acaso no había sido devoto a su Amo por tantos años! Cada una de las posibles causas que había pensando antes tenían su razón de ser y sabía que Iason no podía comportarse de ésta manera tan irracional al encerrarlo y  verlo morir de hambre. Ni siquiera a una mascota rechazada que perdía el  favor de su Amo era tratada de una forma tan cruel.
Pero solamente era Cal y traía otro cuenco de comida. Recogió el del suelo y puso el plato nuevo. Tuvo el impulso de correr hacia él, de preguntarle cosas, de quitarle la comida, quizá empujarlo a un lado cuando se abriera de nuevo la puerta, pero  notó con satisfacción que aún en estas precarias circunstancias, por lo menos, era dueño de su autocontrol. Además, Katze notó muchas cosas… muchas…
Cal estaba cojeando, tenía una mejilla un tono más oscuro que su piel, además de una leve hinchazón, los movimientos de sus manos eran muy forzados y vio pequeños aros blancos en cada punta de sus dedos, esos vendajes eran para tratar quemaduras. 
Pero hubo algo muy significativo. Fue un pequeño movimiento de ojos que le señaló a Katze el plato. Sin más, Cal salió con el paso más recto que pudo lograr su rodilla maltrecha.
Katze esperó un poco, mirando con desconfianza el plato de comida. Quería arrojarse de un salto y comer… comer… comer… pero tragó su saliva espesa y salada. Pensando que tal vez Iason se estaba entreteniendo con su agonía y podía estar mirando al hombre que era, rebajado a comportarse como un animal hambriento. Bajó de la cama con movimientos calmados y tomó el plato, olió un poco acercando la cara a la pequeña montaña de arroz grumoso como un solo bloque… no tenía olor. Aún con desconfianza tomo la cuchara y… lo vio.
La inconfundible forma de un pequeño papel blanco, estaba enrollado sobre sí mismo varias veces hasta formar un tubito ¿Era un mensaje de Cal? Actuando con normalidad se puso un poco de arroz a la boca masticando aliviado que fuera comestible. Tuvo el impulso de tragarlo de golpe como le exigían sus ansias, pero se frenó… no era mucho después de todo, unas seis cucharadas después, Katze estaba a punto de sacar la lengua y lamer el plato. Casi se puso a llorar cuando se acabó. 
Sólo la presencia del papel lo alejó de su sufrimiento. 
Lo tenía en la mano y hacia un puño nervioso con todos los dedos sintiendo la inconfundible textura aplastada contra su piel. No podía simplemente desenrollarlo y leerlo sin más, no sabía cuánto había arriesgado Cal para lograr darle un mensaje. 
Su corazón latía presuroso y potente contra sus costillas, llenando su mente y doliendo detrás de los ojos… teniendo una idea se puso de pie y caminó al baño, pensando que los más probable era que Iason apartaría la cara ante la imagen de su mueble orinando. 
Tomando posición sujeto esa parte de su cuerpo con la mano que guardaba el papelito. Estaba a punto de desenrollar el pequeño mensaje usando dos dedos, el pulgar e índice, pero antes de cualquier acción un repentino escalofrío pasó por su columna haciendo que gire la cabeza.
Terror.
En la penumbra a medias de la enorme sombra que Iason arrojaba sobre él, sólo vio el destello helado de sus ojos  fulminándolo en su sitio.
Giró todo el cuerpo chocando con el inodoro y cayendo al suelo frío sobre su costado. La mano que tenía el papel la apretó más fuerte ¡No podía dejar que Iason lo encuentre! Hacer desaparecer el mensaje fue lo primero que pensó.
-Se que tienes algo ahí – siseó con voz mortal, Iason había acertado en su sospecha al ver la mal disfrazada calma de Cal al salir de la habitación. Ya sabía que estos dos eran amigos y la lealtad de Cal no era compatible con ésta causa – Dámelo y podrás quedar entero.
Pero Cal no, pensó Iason conteniendo su enojo antes de abalanzarse sobre Katze y separarle los dedos del cuerpo y recuperar el pedazo de papel que sabía que guardaba ahí. 
No era una amenaza vacía, al final Iason lo destrozaría y terminaría con el mensaje de todas formas, también pensó en Cal. Si se negaba o posponía esto, las consecuencias serían terribles para ambos. Temblando, logró levantar el brazo y extender los dedos, mostrando sobre la palma de su mano un trozo de papel arrugado.
Iason lo tomó y extendió, leyendo su contenido. Apenas un movimiento de ojos de izquierda a derecha, el mensaje no era largo al parecer y al terminar  sonrió por un extremo de la boca.
-Ridículo.
Hizo algo en su comunicador de muñeca, pasando rápidamente los dedos. Estaba llamando a Cal.
Katze desde el suelo  continuó sintiendo qué lo había arruinado todo, que nada tenía sentido. Quería gritar desesperadamente a Iason para que lo dejará salir, quería  armarse de valor y enfrentarse al hombre que lo llenaba de miedo, pero ni con toda la determinación lograría intimidar a alguien como Iason Mink, sería como plantarse delante de un tren desbocado para que parara.
Cal ingresó a la habitación, se veía increíblemente pálido, casi de color gris. Era imposible  creer que alguien pudiera temblar tanto de las rodillas y continuar caminando. Se quedó a media distancia de su Maestro, donde pudo ver que  Katze era levantado por el cuello, hasta despegar sus pies del suelo.
El primer movimiento del pelirrojo fue sujetar al Blondie del brazo en un reflejo para sostenerse. No era un agarre asfixiante pero sentía los dedos fuertes como pinzas de acero sobre su carne, un solo apretón y le quebraría el cuello.
- Cal, te has puesto muy comunicativo, te gusta meterte en donde no te llaman – no era una pregunta –  Un preludio de lo que sigue, es devolverte tus palabras ¿No? Me parece bastante justo.
La voz calmada y contenida creaba más ansiedad en ambos muebles. Sabían que ese estado era el más aterrador de su Maestro. 
Iason volvió a tomar el papel y lo arrugó en nueva cuenta, esta vez cerca a los ojos de Katze para que viera el preciado mensaje escaparse de él. Luego extendió la mano para que Cal lo tomará.
-Cómelo.
Dijo cómelo, no trágalo, así que Cal tomó el papel, se lo metió a la boca y empezó a masticar, intentado mantener su respiración estable. En sus secretos mensajes con Raoul, el Blondie le aconsejó mantener la calma y no intervenir hasta tener un plan definido. Cualquier pasó en falso revelaría este pequeño hilo de esperanza… pero Cal en verdad creía que  el mensaje  “Iason te dejará salir cuándo Raoul logre despertar a Riki” era muy importante, para que Katze no sucumbiera al encierro. Había fallado, había sido estúpido y ahora, Katze y él   lo pagarían. El papel  terminó triturado y disuelto, lo tragó y  abrió la boca para revelar que no tenía nada.
Al menos, Cal tenía una luz de esperanza, había presenciado varias llamadas de Raoul a Iason, donde despotricaba y exigía que se le diera alimentos y mantas a Katze. Así, podría explicar su conocimiento sobre la situación en particular; al menos si sobrevivía a ésta noche, su Maestro no descubriría su pirateada pulsera de mueble. 
Katze tocó el suelo con los pies, tomando su cuello con las manos cuando Iason lo soltó. Tosió un poco por su enfermedad pero se contuvo lo más que pudo; el Blondie apenas lo dejó en el suelo, activó el agua del lavamanos.
-Bebe.
Katze se atrevió a mirarlo a los ojos, pues dudó en entender a qué se refería. Como parecía que no se repetiría dos veces, se inclinó al chorro de agua y doblando un poco el cuello alcanzó el líquido frío atrapándolo con los labios. 
Cal arrugó el entrecejo ¿Por qué le hacía beber agua a Katze? Sentía que su corazón iba a explotar por sus aceleradas pulsaciones ¡Esto no sería todo! ¿Qué estaba planeando Iason? 
-No dije que pares.
Katze estaba a punto de apartarse del lavamanos cuando sintió que era demasiado. Pero tuvo que obedecer y continuar tomando agua, tanta hasta sentir que su estómago se llenaba.
Dedos largos y enguantados lo tomaron por los cabellos de la nuca y movieron su cuerpo en la misma posición inclinada, del lavamanos al inodoro en un agarre doloroso.
-Cal, esto es lo que sucede cuándo intentas ser de ayuda.
Katze tuvo la vista de la estructura lisa y blanca  en menos de un segundo y sus nervios saltaron de ansiedad, su corazón no podía ir más rápido ¿Qué iba a hacer Iason ahora?
-¿Te gustó comer hace poco? – la voz cargada de filo la escuchó detrás de la nuca – Será el último buen sabor que recuerdes en mucho tiempo ¡Ahora mete tus dedos hasta tu garganta y vomita! 
El estómago se Katze se apretó de miedo, no quería… iba a morir de hambre ¡No! Si vomitaba ahora con toda esa agua en el estómago, terminaría expulsando el poco arroz que había comido… ¡Maldición! Sentía que podía empezar a suplicar.
-No hagas que te meta la cabeza ahí adentro y terminarás vomitando de todas formas.
-No… maestro, por favor – no quería llorar pero parecía que eso iba  a hacer – ¡Perdón! ¡No quiero hacerlo! ¡No leí nada! Por favor…
Cal apretó los dientes, los labios y los puños cuando vio a su amigo ser sacudido por los cabellos para que callara.
-¡Vomita Katze! – rugió Iason acercando más su cabeza al borde blanco.
Usando dos dedos, Katze se los metió hasta la garganta.
Cal cerró los ojos y no pudo evitar llorar lo más silenciosamente posible mientras otros sonidos llenaban la habitación. Cuando las salpicaduras terminaron, Iason hizo correr el agua llevándose todo el contenido de una sola vez ante los ojos rojos y llorosos de Katze, que cayó de rodillas al suelo cuando su cabello fue soltado. 
Se quedó ahí, sintiéndose terriblemente agotado. Su garganta lastimada por la salida de sus jugos gástricos ardía y  picaba, era peor con la tos que cada vez era más  insistente. Tan perdido estaba en su dolor que no escuchó a Iason moverse hasta que la respiración entrecortada de Cal lo alarmó.
Levantó la mirada rápidamente para ver que el Blondie salía con su mueble, una mano posada con calma sobre el hombro. Un toque al parecer inofensivo, pero ellos sabían que arrastraba hasta el paredón de los condenados.
La puerta se cerró dejando a Katze otra vez en silencio, sin saber nada, con hambre y frío
 
Notas finales:

Te gusta la historia?

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Gracias por leer.


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