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A mis espaldas por yaoiana

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Notas del capitulo:

Hola a todos y todas, disculpen la tardanza, estamos finiquitando el fic y aún nos ha tomado tiempo.  El próximo cap será el último, así que muchas gracias a todos y todas  los que nos acompañaron en este proceso.  

 

Un abrazo enorme  y sin más, a leer. 

Capítulo 13: Lamento

 

Un mes tuvieron que pasar ambos para estar totalmente bien.  Su hermano menor y la hermana menor de Joey, estuvieron pendientes y a cargo de todo.  Mokuba de la empresa y Shizuka de los arreglos de la boda.

Los médicos constantemente les hacían chequeos, suministraban dietas y medicamentos que juntos acataban sin dudar. En ese proceso médico, Kaori acompañaba con los cuidados, horarios de la ingesta de medicamentos y con el orden de ellos.  Aquel hecho le parecía interesante a Seto, pues creía que su hija tenía un interés particular por la medicina.

 

–       Tal vez tengas razón Seto, mi tío le pedía traer algunos medicamentos y le explicaba para qué eran, por eso Kaori tiene afinidad con la medicina.

 

−       No me molesta, creo que es loable esa profesión, son los médicos los que te tienen sano y salvo a mi lado.

 

−       Gracias Seto, también comparto tu idea.

 

−       Si, podría llevar a Kaiba Corp por la rama médica- dijo pensando como empresario.

 

−       Amor, recuerda que aún es una niña.

 

−       Lo siento cachorro, mi mente divaga mucho…

 

−       ¿Mi tío te ha dicho algo sobre la oferta?

 

−       Aún lo sigue pensando, pero en el correo me escribió que al venir a la boda, lo hablaríamos bien.

 

−       Es un hombre directo, de hablar cara a cara- dijo divertido al recordar a su tío, pero luego cambió su semblante a uno más serio-  Seto… hay algo que quiero pedirte.

 

−       Tu solo dime cachorro, sabes que te bajaría el mundo.

 

−       No creo que sigas con esa idea ante lo que tengo que pedirte - mencionó nervioso.

 

−       ¿Qué pasa? - expresó preocupado.

 

−       Quiero visitar a mi padre….

 

El castaño lo miró con asombro sin saber cómo responderle debido a los sentimientos encontrados que se arremolinaban en su pecho.

 

−       Sé que no es algo que desearía alguien después de lo sucedido pero… quiero verlo.

 

−       No estoy de acuerdo, él ni siquiera debería llamarse padre.

 

−       Lo sé pero…

 

−       Pero - lo interrumpió el castaño- sé que hay cosas que debes hablar con él y cerrar ese ciclo, ya no eres más ese adolescente que no podía defenderse, ahora eres un hombre adulto que se vale por sí mismo.

 

−       ¡Muchas gracias amor!- una enorme sonrisa se dibujó en su rostro.

 

−       Arreglaré lo necesario para la visita, pero planeo ir contigo y te pido que estés preparado mentalmente para lo que sea que pueda pasar.

 

−       Yo… lo sé, quizá me tenga rencor por haberlo metido ahí.

 

−       Tu no lo metiste en ese lugar, él lo logró por sí mismo con sus acciones, lo que te hizo no está bien.

 

−       Gracias por apoyarme… ¿sabes? En el pasado no creería jamás en la vida ver a un Seto comprensivo y amoroso, pero me hace feliz saber que ahora puedes mostrarme ese lado tuyo, aunque aún así amo tu lado arrogante.

 

−       No soy arrogante –  pronunció algo serio pero su semblante se relajó al escuchar las carcajadas de su rubia locura.

 

***

Dos semanas después, todo estaba listo, se había aprobado la visita y había llegado el día pactado para el reencuentro.

 

−       ¿Estás nervioso?

 

−       Si, bastante, no sé cómo reaccionará al verme.

 

−       Yo opino que asombrado, seguramente ya que eres todo un adulto y  maduraste, eso asombraría a cualquiera- dijo el castaño tratando de calmar el ambiente, lo cual fue logrado con éxito ya que el rubio no pudo evitar sonreír.

 

−       Supongo que sí, entremos… – pronunció sin soltar la mano del castaño.

 

Tras pasar los filtros necesarios y un poco de papeleo adicional, por fin los dejaron pasar a la sala de visitas, donde se sentaron a esperar a que el padre de Joey fuese escoltado.

El rubio estaba sentado en el escritorio, frente a la pantalla de vidrio templado que separaba a los reclusos de las visitas, mientras que el castaño, estaba recargado en la pared.  Saldría a defender a su amado ante cualquier cosa que aquel sujeto le dijera.  No obstante, ver al rubio nervioso, limpiándose las manos en el pantalón ante la ansiedad, le inflaba el corazón al CEO.

Joey era demasiado noble, demasiado desprendido de lo material, pero más aferrado a lo espiritual.  Cuidaba a los amigos, cuidaba a la familia, cuidaba a la gente… era capaz de pedir perdón aunque no fuera el culpable con tal de que todo estuviera tranquilo y por eso tan angelical que poseía, a veces dudaba en merecerlo.

 

Escucharon la puerta abrirse y por ella entró un hombre alto, un poco más bajo que Kaiba, algo deteriorado y con un semblante sombrío y solitario.  Si bien el hombre tenía buen porte, la miseria sentimental lo hacía ver como alguien minúsculo. Cuando el hombre posó sus ojos en Joey, un suspiro de alivio surgió de sus pulmones.

 

−       Hijo… - susurró con cautela.

 

−       Hola papá, ¿cómo estás? - dijo el cachorro con tranquilidad.

 

−       Ha sido duro, pero supongo que era necesario - dijo el hombre ladeando la cabeza y en ese giro, notó al empresario que no le quitaba la vista de encima.

 

−       ¿Aún estás con ese tipo? - gruñó.

 

−       Si, ese tipo es mi futuro esposo - sonrió con ternura mirando a su castaño.

 

−       No me agrada, no es alguien bueno - expresó sin dejar de ver al empresario.

 

−       Al igual que tú, también ha cometido errores y los está asumiendo - defendió a su prometido- no vengo a hablar de él, vengo a hablar de nuestra familia.

 

−       Te escucho… - dijo el mayor poniendo atención.

 

−       Shizuka ya se casó, está casada con Mokuba, el hermano menor de Seto.

 

−       Mi pequeña… ya debe ser toda una mujer - dijo con sentimiento.

 

−       Así es, es una hermosa mujer y Mokuba la ama y la cuida mucho.

 

−       Me alegra oír eso…

 

−       También… por cosas de la vida, conocí a tu hermano…

 

−       ¿Cómo? - sorprendido.

 

−       Es una larga historia, viví con él algunos años en Italia.

 

−       ¿Cómo está él? – preguntó un tanto impactado.

 

−       Es un médico de vocación, Seto le está ofreciendo un puesto para que viva aquí en Japón con nosotros - comentó con felicidad ante la idea.

 

−       ¿Nosotros?, no entiendo…

 

−       Qué tonto soy, dejé lo más importante para el final - riendo- tienes una nieta.

 

−       ¿Una nieta?, ¿Shizuka ya tuvo hijos?

 

−       No, Kaori es mi hija… nuestra - mirando a Kaiba- es una niña adorable, mira  - extendiendo una foto contra el vidrio para que su padre la apreciara.

 

−       Oh hijo, es hermosa, es una niña adorable - dijo con sus ojos aguados- no puedo creer que ya sea abuelo.

 

−       Así es, es lo mejor que me ha pasado.

 

−       Ella… ¿ sabe de mí?– titubeó la pregunta.

 

−       Así es, sabe que estás aquí.

 

−       Joey… me siento sumamente avergonzado, perdóname por todo lo malo hijo, a veces se toca fondo por amor y eso nos enceguece.

 

−       Yo no te tengo rencor, solo vine para ver cómo estabas y contarte que hemos avanzado y que estamos bien.

 

−       Comprendo… aun así, perdónenme… yo, quiero volver a sus vidas, aún me faltan 2 años por salir, pero quiero luego de eso, volver a ser un hombre de bien y retomar mis lazos familiares con ustedes.

 

−       Tendrás un camino difícil - mirando a Seto-  pero no imposible.

 

−       Me esforzaré… - dijo el hombre con convicción.

 

−       En poco será mi boda, sé que no podrás asistir, pero igualmente quise dejarte la invitación  - pasando el sobre por la ranura disponible-

 

−       Gracias… hijo.

 

Un agente se acercó y entendió que el tiempo había terminado.  Se despidió de su padre y observó cómo se lo llevaban esposado.  No podía negar que tenía sentimientos de lástima y nostalgia combinados, pero si algo había aprendido de la vida, es que los actos buenos y malos, tenían consecuencias… que su padre estuviera pagando esa condena, era meramente por sus actos.

 

Cuando subieron al auto, después de un tiempo de silencio, fue Kaiba quien lo rompió.

 

−       ¿Salió cómo esperabas?

 

−       La verdad, no esperaba nada… pero si siento tranquilidad, porque hice lo que debía.

 

−       Insisto en que tienes un corazón muy endeble, pero es parte de ti - besándole la mano.

 

−       Lo sé, tengo corazón de pollo - riendo.

 

Con el corazón más tranquilo volvieron a su hogar, donde su pequeña los esperaba junto a sus tíos Mokuba y Shizuka.

Mientras el auto se iba acercando a su hogar miles de cosas pasaban por su mente, hacía años nunca hubiese pensado en vivir con Seto, mucho menos tener una hermosa hija y arreglar la relación con su padre, en ese momento sentía una enorme sensación de satisfacción.

 

−       ¡Joey!

 

−       ¿Mm?¿ Me hablaste?

 

−       Llevo hablándote un rato, llegamos, aunque estabas un poco perdido en tus pensamientos, ¿estás bien? – indagó preocupado el oji azul. El rubio sonrió, tomó la barbilla del castaño y lo atrajo a su rostro besando sus labios.

 

−       Si, muy bien, solo pensaba en lo feliz que soy- esto sorprendió bastante al castaño pero también lo lleno de satisfacción.

 

−       Me alegra saber que seas feliz con nuestra familia–lo volvió a besar nuevamente mientras acariciaba su cintura.

 

−       Se… Seto espera, estamos en el auto.

 

−       ¿Prefieres que entremos?

 

−       No podemos hacerlo ahorita, está nuestra hija.

 

El castaño sonrió maliciosamente, mientras miraba al rubio.

 

−       Si ese es el problema…

 

Entraron y en efecto estaba su pequeña esperándolos, la cual corrió y los abrazo.

 

−       Tardaron mucho

 

−       Perdónanos pequeña dragoncita, tuvimos que atender un asunto pero ya estamos aquí- dijo el rubio

 

El castaño miró de inmediato a Mokuba el cual entendió la mirada que su hermano le dio.

 

−       Perdónanos pequeña dragoncita, tu papi debe descansar un poco - el castaño cargó al rubio ayudándolo a subir la escalera.

 

−       E...espera Seto…

 

−       Vamos Kaori preparemos algo de comer para tus padres, déjalos que descansen y cuando esté la comida ellos bajaran– expresó Mokuba.

 

Joey no esperaba que Mokuba tuviera una complicidad tan grande con su hermano, el rubio miró a su hermana, la cual sonrió y siguió a Mokuba hasta la cocina.

Su futuro esposo no desaprovechó la oportunidad y nuevamente se unieron en cuerpo y alma.  Una vez más aquella habitación y sus frías paredes, eran testigas de la entrega que ambos se hacían.

Las sábanas y almohadas también participaban en ese encuentro, puesto que intentaban ayudar y mitigar con su seda, los agarres que el rubio perpetuaba a raíz de las penetraciones que Seto le imprimía.

El empresario siempre incesante, viciado y necesitado de aquel cuerpo, implementó todo su IQ para recordar las muchas posiciones del Kamasutra y llevó de la mano a Joey, experimentando y dando rienda suelta a ese deseo que finalizó en varios orgasmos compartidos.


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