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A mis espaldas por yaoiana

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Notas del capitulo:

Mil y mil gracias a las personas que nos acompañan en este fanfic con sus lecturas.  Pero una alución en especial a KidahDrachen y Hana-chan y Miyuchan, por siempre enviarnos una voz de aliento para continuar.  

 

Esperamos que a todos y todas les esté agradando los giros que está tomando esta historia.  Creemos que en unos 3 a 4 caps, se está terminando esta historia.  

 

Sin más, a leer¡¡

 

Capítulo 7: Metamorfosis

 

 

–       De… déjame Kaiba - mencionó aún mareado.

 

–       No voy a lastimarte cachorro, sólo espera que se te pase el mareo. Me imagino que la mezcla de medicamentos es muy fuerte– comentó mientras sentía nuevamente mariposas en su estómago por aquella cercanía.

 

–       Un...poco… - exclamó en un leve susurro, más que todo de la vergüenza que sentía. Ese pequeño toque, había encendido nuevamente su fuego por el empresario. 

 

El ojiazul estaba dando todo para su autocontrol. Sentir a su cachorro encima de su miembro, oler esas largas hebras doradas y volver a sentir esa piel de durazno, le estaban haciendo encender ese instinto animal y salvaje que había creído perder desde que se casó.

Hace ya muchos años había admitido que quería al rubio, pero hoy confirmaba que lo amaba con locura. 

Sentía qué su miembro se iba endureciendo poco a poco entre sus pantalones. Con su lengua lamió la parte izquierda de ese níveo cuello.

 

–       Cachorro… - suspiró al oído del otro, con su voz cargada de lujuria.

 

–       No… no sigas Kaiba… –jadeó el blondo.

 

El CEO era una contradicción, quería detenerse para no asustar al menor, pero por otra parte, deseaba demostrarle cuánto lo había necesitado. 

Con cuidado giró el rostro de Joey y apresó esos cándidos labios. Los besó con vehemencia y devoción; quería que el rubio supiera con ese beso, qué le estaba dedicando su absoluta entrega, su rendición. 

 

–       Te amo cachorro… – mencionó.

 

Los ojos del menor se aguaron, se apartó con brusquedad del empresario y se marchó del cuarto. ¿Cuánto tiempo había esperado que ese hombre le dijera que lo amaba?, ¿cuántas plegarias dijo al universo para que Seto le correspondiera? Había hecho tanto por ese hombre y al fin que se le declaraba, no se sentía feliz. Las circunstancias eran otras y ponía mucho en juego si le correspondía. 

Se recostó con su hija y la abrazó por la espalda. Ella era su pilar ahora y no podía hacer algo que la dañara. Sus lágrimas salieron por si solas y solo una caricia en su rostro fue necesaria para consolarlo.

 

–       Todo estará bien, papi– le agradeció a su hija y la acunó  más en su pecho, quedándose ambos dormidos.

 

Kaiba estaba recostado mirando el techo, con ese beso sentía que había vuelto a la vida.  Esta vez quería hacer todo bien, por eso lo primero era pedir el divorcio.

 

A la mañana siguiente, el castaño había bajado hasta la cocina y vio a Kaori preparando el desayuno.

 

–       Buenos días señor Kaiba.

 

–       Buenos días pequeña, ¿y tu papá?– indagó al no ver al rubio.

 

–       Aún está dormido, estuvo  llorando en la noche, creo que se sentía mal.

 

La inocencia de la niña le pareció adorable,  pero sabía que su cachorro había estado llorando por  otro motivo.

Sin saber mucho de culinaria, se ofreció para ayudar a la niña a preparar el desayuno. Acató cada una de las indicaciones de la ojiazul, sin embargo, cuando la tostada salió volando del tostador, casi hizo malabares para no perderla.

Aquella escena fue demasiado divertida para la niña y Kaiba no se sintió para nada ofendido, admiró y le gustó escuchar esa infantil risa. 

 

Todo eso pasaba ante unos ojos atentos y conmovidos. Joey no tenía corazón para negarles a ambos tiempo juntos. Tendría que hablar con el mayor tarde o temprano y decirle la verdad.

 

–       Buenos días- saludó el rubio.

 

–       Buenos días papá, el señor Kaiba y yo preparamos el desayuno.

–       Dime Seto, me siento como un anciano cuando me dices señor Kaiba.

 

La niña río y Joey también. - Está bien, Seto y yo hicimos el desayuno.

 

–       Huele muy bien.

 

–       Esperamos que te guste…- dijo atentamente el castaño. 

 

Esta vez el desayuno fue más ameno. Kaori hablaba sobre el juego de monstruos y Kaiba le había extendido una invitación a Kaiba Land. También quedaron en aprender inglés juntos, bueno, Kaiba le enseñaría.

Joey los miraba en silencio y sentía un júbilo indescriptible al ver la conexión de esos dos. 

Cuando terminaron, el castaño se ofreció a lavar la loza y Joey en silencio lo acompañó.

 

–       Podemos llamar a Mokuba luego de que acabes.

 

–       Me parece una buena idea, cachorro. 

 

Tras terminar de limpiar se sentaron en la sala, el rubio se encontraba muy nervioso, aunque también un poco emocionado, debía admitir que Mokuba se había vuelto un amigo muy cercano y le había dolido bastante tener que dejarlo así.

 

El teléfono comenzó a marcar, tras 3 timbrazos la persona del otro lado contestó.

 

–       ¿Qué quieres Seto? ando muy ocupado.

 

–       Ho...hola Mokuba - dijo el ojimiel, el azabache no había visto la pantalla pero sabía quién le había llamado por eso no se molestó en hacerlo, cuando escucho la voz tan familiar miro la pantalla con asombro.

 

–       ¿Eres tú, Jonouchi?– mencionó con asombro– no puedo creerlo,  ¡estás bien!

 

–       Lamento tanto el haberte preocupado, estoy bien, sé que me estuviste buscando, muchas gracias por eso.

 

–       No sabes lo preocupado que estaba, pensé que tú…– dijo con un nudo en la garganta.

 

–       Lo sé, Seto me lo dijo, me alegra saber que estás bien.

 

–       Pero… ¿Cómo te encontró mi hermano?,  yo te busqué por cielo mar y tierra y no logré encontrarte.

 

–       La verdad es que fue una coincidencia – menciono el castaño – me encontré en realidad con su hija y cuando escuché su voz sabía que era él.

 

–       Que suerte tienes hermano, pero entonces ¿tengo una sobrina?– indagó– entonces todo salió bien, no sabes cuánto me alegró -–el blondo asintió sin querer ahondar en los detalles y el azabache lo entendió después de todo Seto estaba ahí. Para el mayor todo fue imperceptible, pues Mokuba y Joey habían tenido una relación muy estrecha, casi de hermandad.

 

–       Sí así es, ven Kaori tengo que presentarte a tu tío Mokuba– llamó a la menor con entusiasmo.

–       ¿Es el tío Mokuba? Por fin podré conocerlo – la pequeña dejó lo   que hacía  y salió corriendo  hasta estar frente a la cámara– Hola tío,  mi papá me habla mucho de ti casi siento que te conozco de siempre.

 

–       Hola pequeña mucho gusto, pero si eres preciosa, tienes un hermoso cabello y unos ojos muy lindos, cuando seas mayor tendré que asegurarme que ningún rufián se te acerque – mencionó y la pequeña sonrió divertida.

 

–       Vaya Mokuba… pero si tú también has crecido bastante, ahora eres todo un joven adulto, debes tener a todas babeando por ti– bromeó Joey.

 

–       Si algo así – se sonrojo inevitablemente – de echo… me voy a casar –eso no solo sorprendió al rubio sino al ojiazul.

 

–       ¿Cómo, te vas a casar? Yo no sabía nada de esto– reclamó el CEO.

 

–       No, porque no se lo había dicho a nadie, de hecho apenas le pedí matrimonio el mes pasado y ella aceptó, ahora mismo estamos haciendo los preparativos, planeamos casarnos el mes que viene.

 

–       Es maravilloso, ¿Se puede saber quién es la afortunada?– dijo con mucho cariño el blondo.

 

–       Bueno, en realidad me alegra que mi hermano te haya encontrado, porque el otro mes seremos familia oficialmente. Mi prometida es Shizuka.

 

Eso sorprendió al blondo pues él había perdido contacto con su hermana después de lo sucedido.

 

–       Papi ¿Verdad que iremos a la boda del tío Mokuba?– indagó con ilusión la niña.

 

–       ¡Claro que sí pequeña están invitados!

 

–       Lo siento Mokuba pero no tengo para cubrir los gastos de vuelo y hospedaje, pero me alegra que te cases con mi hermana, sé que estará en buenas manos.

 

–       Por eso no te preocupes, yo mandaré un avión privado para ustedes y pueden quedarse en mi casa, es muy amplia, además, debo conocer a mi hermosa sobrina.

 

–       Muchas gracias, estaremos ahí.

 

–       Bueno me alegró saber de ti, Seto pásale mi número, y… Jonouchi por favor no te vuelvas a desaparecer, tengo muchas cosas que contarte y tú tendrás muchas que decirme.

 

Tras despedirse el rostro de Jonouchi estaba más que alegre, mientras la pequeña más que eufórica brincaba de felicidad. El castaño  aún no podía creerse lo cercanos que eran él y Mokuba, pese a los 6 años de no verse, pareciera que los años no habían deteriorado esa cercanía.

–       Pásame tu número y te enviaré el contacto de Mokuba–.Sin decir más, el blondo le proporcionó su contacto recibiendo al momento, el contacto de Mokuba, agregándolo de inmediato.

 

–       Papi, el tío Mokuba es muy guapo y se casará con la tía Shizuka.

 

Lo que más le sorprendía al ojiazul, era que la menor conocía bastante bien a su Mokuba, mientras que a él, sólo parecía reconocerlo por su fama y no porque el cachorro le hubiese contado sobre él.   Algo en su corazón parecía dolerle, sin embargo, no podía reclamarle nada, después de todo él había decidido alejarlo de su vida.

 

–       Hija, ve a alistarte, debes ir a la escuela.

 

–       Pero papá, todo lo que enseñan ya lo sé ¿puedo quedarme contigo y Seto?

 

–       Escucha Kaori, es importante ir a la escuela, te prometo que cuando llegues de la escuela te tendré una sorpresa.

 

–       Está bien, iré - dijo para luego salir corriendo a alistarse.

 

–       No debes premiarla por hacer su deber - lo riñó el rubio.

 

–       No la premio, hago negocios con ella – sonrió con superioridad.

 

Joey ladeó su rostro para para evitar que Seto viese su sonrojo. Aquella sonrisa característica, siempre le hacía sentir cosas. 

Juntos llevaron a Kaori a la escuela, la niña sentía una dicha extraordinaria, como si este momento debiese pasar siempre. Para  Kaiba también era extraño, sentía una comodidad y familiaridad muy fuerte con esa niña. Como si este fuera su lugar.

 

Al estar en la entrada, el rubio se sintió algo cohibido por las miradas de todas las madres y padres de familia, a su hija y a Kaiba parecía no importarles. Tal vez todos estaban curiosos por el aspecto del empresario y la similitud con Kaori. 

 

–       Espero mi sorpresa, Seto- mencionó la pequeña.

 

–       Si tú cumples con tu palabra yo cumpliré con la mía.

 

–       De acuerdo- dijo para luego abrazar a su papá y también al castaño. Este correspondió un tanto contraído, pero luego le acarició la cabeza. Sentía una sensación de pérdida al ver a la niña irse.

 

–       ¿Kaiba, estás bien?- preguntó el menor al ver tan contrariado el otro.

 

–       Sí, eso sólo que… no sé cómo explicar, pero siento una conexión muy rara con tu hija. Como si ella fuera parte de mí. 

 

Joey se mordió un labio y se vio tentado a contarle la verdad. Pero no sabía si este era el momento indicado, por lo cual, dejó pasar la oportunidad.

 

–       ¿Qué harás? - preguntó curioso el rubio.

 

–       Lo primero, es que iré a  conseguir la sorpresa para Kaori, lo segundo, es una diligencia impostergable. 

 

–       Está bien, yo debo ir a trabajar.

 

–       Nos veremos en la casa, cachorro- mencionó Kaiba para luego robarle un fugaz beso a su amado.  Observó como el rubio se iba apenado. Sabía con certeza que Joey aún lo amaba, pero estaba muy lastimado. Era consciente de eso y por eso iba a ir despacio esta vez.  Le iba a demostrar su amor y a retribuir todo lo que el rubio había dado.

 

Estando en el centro estaba buscando un buen presente para la niña, cuando su celular sonó:

 

–       ¿Qué pasa Roland?

 

–       Señor, sus abogados piden presentarse para llevar a cabo el proceso de divorcio.

 

–       No volveré en unas dos o tres semanas, así que pagaré lo necesario para que quede ese asunto saldado lo más pronto posible. Dale a los abogados las evidencias de  Mikoto y apelen por no darle ni un solo centavo por adulterio. 

 

–       Sí señor, le estaré informando.

 

Colgó y decidió entrar a un centro comercial. Observó varias tiendas y no encontró un presente digno de la niña. Aquello le daba una buena idea y era llevar a sus monstruos a figuras de acción.

Finalmente a lo lejos puedo ver el regalo perfecto para ella, sin importar el precio lo obtuvo. Lo único que le preocupaba era que a Kaori le gustará. 

 

Mientras almorzaba, recibió una llamada del rubio 

 

–       Cachorro, ¿Pasa algo?

 

–       Kaiba, ¿estás ocupado?, la tienda está repleta de clientes y mi tío está atendiendo una emergencia en el hospital. ¿Puedes ir por Kaori a la escuela?

 

–       No hay problema cachorro, ¿a qué horas sale?

 

–       En una hora.

 

–       No te preocupes, iré por ella.

 

–       Gracias, te debo una– dijo con tranquilidad.

 

–       Sé cómo puedes pagarla.

 

–       To...tonto, nos vemos en la casa– mencionó sonrojado ante las ocurrencias del mayor.

 

–       De acuerdo cachorro - dijo divertido ante la reacción del otro- Joey…

 

–       ¿Si?

 

–       Te amo…

 

–       A... adiós.

 

Escuchó la bocina colgada y suspiró. Debía llenarse de paciencia si quería recuperar al rubio. Sería una tarea difícil, pero él era Seto Kaiba y no se rendiría hasta tener de nuevo a su cachorro.

En una hora respectivamente, estaba afuera de la escuela. Ella corrió hasta él y lo abrazó por las piernas.

 

–       Hola Seto, ¿y mi papi?– preguntó al no verlo.

 

–       Está en el trabajo y me pidió recogerte. 

 

–       Hoy me esforcé, mira mis notas - dijo la niña mientras mostraba sus perfectas notas. 

 

–       Unas impecables notas, muy bien. Y como soy un hombre de palabra, mira tú sorpresa– expresó para entregarle una bolsa casi del mismo tamaño de la niña.

 

Kaori empezó a desenvolver con emoción. Cuando vio aquel peluche del Dragón Blanco de ojos azules, casi gritó de la emoción.

 

–       ¡¡Gracias, gracias!! - saltaba con emoción.

 

–       Me alegra que te gustará, ahora vamos con tu padre.

 

–       ¿Podemos comprar helado?

 

–       Bien, en el camino lo compramos - dijo mientras le daba la mano a la niña para llevarla a su lado. 

 

Mientras tanto, el ojimiel estaba más que estresado, desconocía la razón de tantos clientes, pero sin su tío, todo era un caos; afortunadamente, bastaron 2 horas para que todo se calmara, cuando el último cliente se fue, se sentó agotado mirando hacia el techo.

 

–       Deja de dormir, estas en el trabajo- esa voz inconfundible le hizo girar la mirada.

 

–       ¡Cállate! apenas pude sentarme y me siento agotado - la verdad es que se sentía mareado, desde hacía años su cuerpo se había deteriorado debido al embarazo, aunque intentaba sobrellevarlo y no demostrárselo a su hija, era inevitable sentirse así cuando se sobre exigía.

 

–       Papi, mira - entró la pequeña cargando un peluche de dragón.

 

–       En serio te esforzaste por darle el obsequio más extravagante–susurró mientras tomaba el dragón mirándolo de cerca, debía admitir que padre e hija eran iguales en ciertos aspectos, empezando por su gusto por los dragones.

 

–       Vamos a casa, estoy agotado– mencionó con sinceridad el rubio.

 

El castaño notó su semblante pálido, sin embargo, no quiso indagar más, temía incomodarlo, no obstante, se prometió estar pendiente.

 

 

*** Tres semanas después…***

 

–       Vamos Kaori, deja ese dragón no puedes llevarlo.

 

–       Pero papi, quiero mostrárselo al tío Mokuba.

 

–       Te aseguro que él lo ha visto muchas veces, acuérdate de quienes venden estos juguetes.

 

–       Está bien– mencionó entre molesta y decepcionada Kaori y es que ese dragón la acompañaba a todas partes.

 

La pequeña dejó sobre su cama al gran dragón y tomó su maleta siguiendo a su padre. Mientras tanto el castaño los esperaba en la entrada de la casa, listos para partir al aeropuerto, dónde los esperaba el jet privado de Kaiba Corp.

 

El ojiazul había decidido pasar más tiempo con su cachorro y la pequeña dragona, de cierto modo, sentía que el rubio dejaba de ser tan terco y reacio hacia su persona y por su parte se había acercado mucho a Kaori, la cual era muy sociable e inteligente.

En el pasado quizás habría evitado criar a un niño, si los deseaba tener era por el legado de Kaiba Corp, pero en ese momento, realmente deseaba que Kaori fuese su hija. Que los tres realmente fueran una familia.

Aún tenía la duda de con quien lo había engañado el cachorro, el solo pensar eso le hacía doler el corazón, pero no quería romper la burbuja de felicidad que había vivido esas 3 semanas.

 

Una vez en el aeropuerto subieron al jet privado, dejando asombrados a padre e hija, pues ciertamente nunca se habían subido en un avión tan lujoso y menos solo para ellos.

 

–       ¡Woow! Es sorprendente, cuánto lujo– dijo silbando el rubio.

 

–       El señor Kaiba es asombroso.

 

–       Ey niña, ya te dije que no me digas señor, tengo la misma edad que tu padre, solo dime Seto.

 

–       En realidad, si tienes 2 años más que yo, en teoría si eres más anciano– se burló Joey.

 

–       Guarda silencio, dos años son poco.

 

Tras 12 largas horas de vuelo, llegaron al aeropuerto internacional de Japón dónde ya los esperaba un auto y un chofer.   Les ayudó con el equipaje y los llevó a la casa del azabache, el cual los esperaba ansioso.

 

–       ¡Bienvenidos! - el azabache no pudo evitar abrazar al blondo, el cual le correspondió el abrazo entre lágrimas.

 

–       No sabes cuánto te extrañé, me alegra ver que ahora eres todo un adulto responsable. Aún recuerdo cuando tenía que reñirte para que obedecieras a tu hermano.

 

–       Todos pasamos por una etapa similar y bien… ¿Dónde está mi sobrina?– indagó buscándola.

 

La pequeña estaba somnolienta tallando sus ojos mientras Seto la tomaba de la mano cuidando que no cayera, la simple imagen de esos dos era realmente enternecedora.

 

–       Aquí viene, tan solo está un poco cansada por el largo viaje - el azabache se inclinó quedando frente a la pequeña, la cual al verlo inevitablemente le abrazo.

 

–       Tío, qué gusto verte– espetó con confianza.

 

–       Eres más linda en persona, espero un día tener una hija tan linda como tú– expresó maravillado con su sobrina. Realmente era la mezcla perfecta de su amigo y su hermano.

 

–       No, no puedes, yo debo ser tu favorita – hizo un puchero en señal de enojo.

 

–       Pero nunca dejarás de ser mi sobrina favorita.

 

***

 

Faltaba solamente una semana para celebrar la boda, los preparativos estaban en su fase final, aunque aun eso mantenía muy ocupado a Mokuba y por tal razón, Seto debía atender la mayoría del trabajo, para que su hermano pudiese centrarse en eso.

Mientras tanto Joey y Kaori disfrutaban de conocer Japón, ciertamente el rubio ya lo conocía, pero su pequeña era la primera vez que pisaba el país.

 

–       Papi, Japón es hermoso, me gusta mucho.

 

–       Lo sé, aquí crecí y si todo va bien, quizá puedas venir frecuentemente a visitar a tu tío.

 

La pequeña dio saltos de alegría. Se encontraban caminando cuando un fuerte mareo y dolor en la cabeza atacó al blondo, provocando casi que cayera, por suerte, un transeúnte que iba pasando le ayudó a sentarse.

 

–       ¡Muchas gracias!

 

–       ¿Se encuentra bien?

 

–       Sí, muchas gracias, vengo de Italia creo que el cambio de presión y de clima me hizo un poco de daño.

 

–       Entiendo, ¿desea que le lleve al hospital?

 

–       No, estoy bien, solo debo tomar un poco de agua y refrescarme– el transeúnte aceptó esa excusa y se retiró dejando a ambos.

–       Papi, ¿Estás bien?

 

–       Sí pequeña dragoncita, solo estoy un poco cansado, volvamos a la mansión.

 

 

Mientras tanto, en la Mansión Kaiba se encontraba el castaño en la entrada, discutiendo con una rubia completamente colérica.

 

–       ¿Por qué demonios hiciste eso, Seto?

 

–       ¿Por qué? , tú fuiste la que fue infiel y no conforme con eso, me engañaste durante años, decías intentar tener hijos conmigo pero sabías que no se podía, estabas evitando quedar embarazada, es normal que no quiera darte nada de mi dinero, menos a una mentirosa como tú.

 

–       Esta me la pagas Kaiba, no se quedara así. ¿Me oíste?– gritó la mujer.

 

La rubia se giró colérica dando pasos firmes pasando a un lado del ojimiel, mirándolo con odio y empujándolo sin pedirle disculpas. Ante tal escena, el rubio se sintió un poco deprimido, durante las semanas que el castaño había estado en Italia, había olvidado por completo que él era un hombre casado, y aunque aún sintiera un aprecio por él, no podía interferir. Por tal razón se limitó a caminar dentro de la casa sin decir palabra alguna ante tal escena.

 

–       No es lo que parece Joey, ella y yo no estamos bien, de hecho… nos estamos divorciando– dijo mientras lo detenía.   Para el blondo,  saber eso lo había sorprendido y tranquilizado un poco.

 

 

 

 


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