# Capítulo 2: Danny. #
Danny estaba muy preocupado por Steve. Bueno, no es como sino lo estuviera siempre, pero ahora era diferente. No era por esas clásicas locuras de su compañero, Steve estaba pasando por la etapa de duelo, tanto por Joe como por su madre. Y aunque se esforzaba por fingir, no podía engañar a nadie, menos a él. Después de todo ya tenia diez años de conocerlo, de compartir un sinfín de emociones a su lado. Y ahora lo veía destrozado como nunca. Tal llegó a ser su preocupación que decidió irse a vivir con él bajo un pretexto algo loco, pero Steve no cuestionó nada. Igual que Danny, McGarrett conocía a la perfección a su amigo. Pero lo que terminó de destrozar a Steve fue el casi perder a Danny y por supuesto Williams se sintió terrible por ello. Ahora no sólo era depresión lo que sentía Steve, también culpa por haber expuesto a la persona más importante para él. Así que a su parecer sólo había una opción, irse de Hawaii.
-¿Cómo estás? -pregunta Steve.
-Deprimido -contestó con gran pesar Danny.
-¿Deprimido? ¿Por qué deprimido?
Danny respondió bromeando un poco sobre el asunto. Tocando el tema de una enfermera. Ambos siguieron el juego durante un rato hasta que un silencio incómodo se hizo presente. Y ya no había vuelta atrás, Danny tenía que convencer a Steve de quedarse.
-Solo voy a decir esto una vez más -se animó a decirlo, era ahora o nunca- Esto es Hawaii. Hay playas preciosas por todas partes. Llenas de arena. Puedes despejar aquí tu mente. Es un sitio precioso... ¿Sabes lo que eso significa?
-¿Quién eres tú? - McGarrett lo miró fijamente a los ojos - Hace diez años cuando llegaste, odiabas este lugar.
-No sé, te culpo a ti -le respondió con una sinceridad que le resultó dolorosa - Te culpo de muchas cosas -sentía su corazón destrozado y un hueco en el estómago. Tenía unas terribles ganas de rogarle porque no se fuera. Pero al parecer ya había tomado su decisión. Así que cambió el tema para deshacer ese ambiente tan depresivo. Pero luego de algunas palabras volvió ese incómodo y doloroso silencio.
-Vas a estar bien, lo sabes ¿verdad?-soltó McGarrett para hacer sentir mejor a su amigo.
-Bueno, no siento que vaya a salir bien -quizá haya sido por la tristeza que sentía o por ser la última plática que tendría con Steve en un tiempo, pero tenía unas terribles ganas de ser sincero con él -. Siento... que mi mejor amigo me esta dejando. Eso es lo que está pasando, ¿sabes?
-No es un adiós para siempre.
-Mejor que no sea un adiós para siempre. ¿Por qué dices eso?
Steve negó con la cabeza, había un millón de ideas pasando por su mente, así como sentimientos. No supo como lidiar con ello así que simplemente giró su cabeza hacia el otro lado. Danny lo miró y entendió la incomodidad de su amigo, por lo que prefirió guardar silencio y esperar a que hablara el otro. Y así fue.
-Tienes teléfono, ¿verdad? -Danny no respondió. Aquellas palabras las había sentido como si le echaran sal en la herida. ¡Claro que tenía teléfono! ¡Claro que sí! Pero... ese no era el punto. Diez años lo vio, lo conoció y convivió como con nadie más. Durante diez años fue su compañero, su cómplice, su consejero, quien siempre estuvo con él en las buenas, las malas... cada uno experimento la agonía de casi perder al otro en acción en incontables ocasiones. Y ahora... ahora solo quedaba este agonizante dolor. Esta terrible ausencia que ya podía sentir incluso antes de separarse.
-Vamos. Ven aquí.
-¿Vas a hacer que me levante?
-Si, levántate. Vamos.
Danny se paró y se acercó a Steve con dificultad. Entonces McGarrett dio un paso hacia adelante y tomó entre sus brazos a su amigo. Ese sería su último abrazo en un largo tiempo. Ambos lo sabían.
-Muy bien -Steve lo sujetó con fuerza y Danny le dio unos golpecitos en la espalda. Realmente no se sentía con ánimo para un abrazo de despedida. Pero aún así accedió a la petición de su amigo, e internamente se reprochó por sentir agradable el cosquilleo que le causaba la creciente barba de Steve. Era una comezón que deseaba nunca se fuera porque sería lo último que tendría de él hasta quien sabe cuando. Y después de eso... solo quedaba un profundo dolor. Peor que el que dejó Rachel hace tiempo, pero que incluso cualquier pareja que haya tenido en su vida. Se le iba su compañero, su mejor amigo... Su Steve.
-Oye, te amo.
Y como si no fuera bastante doloroso ya, tenia que recordarle aquella frase.
-Yo también te amo-contestó desganado Danny, soltó un pesado suspiro y tomó asiento nuevamente, ahora sin mirar a Steve ya que sabía que si lo hacía una vez más, no podría dejarlo ir-. No hagas que vaya a buscarte.
Danny miró de reojo a Steve mientras partía y cuando su amigo dio la vuelta, Williams volvió la vista hacia enfrente. No deseaba hacerlo titubear y menos que lo viera con ese semblante aún peor que el que le mostró a McGarrett. No, él tenía que dejarlo ir.
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