-¡Abuela!
-¡Abuela!
Un par de niños corrieron al regazo de su abuela, abrazándola y besándola en la mejilla.
-Han crecido tanto desde la última vez que los vi.- Yeri sonrió, pellizcándoles las mejillas a ambos niños. -Pronto serán mucho más altos que su papá.
-¡Abuela! Nos viste el fin de semana pasado.- El mayor de los niños se quejó, sin sonar cansado del comentario. -Papá y mamá dijeron que podemos pasar la noche aquí contigo.
-¿En serio? Me alegro, me agrada la compañía.- Yeri se puso en pie, siendo seguida por sus nietos. Cuidar de ellos los fines de semana, mientras su hijo y nuera salían a sus viajes de negocios, o a sus citas, era algo que jamás le había molestado hacer. Le gustaba cuidar de sus nietos, y ver que su hijo seguía tan enamorado de su esposa como el día en que se casaron.
-Abuela, ¿nos contarás tus cuentos?- El menor de los niños se apresuró a tomarle de la mano, yendo junto a ella a la habitación que tenía la chimenea. Era un día frío, así que hacía sentido que pasaran la tarde en ese lugar.
-Claro, ¿qué historia quieren oír?- Les preguntó, cerrando la puerta de la habitación en cuanto entraron, así el calor no se escaparía tan rápido.
-¡De esta casa!
-¡Un cuento de hadas!
Yeri rio, sabiendo exactamente que historia contar, para que sus nietos quedaran satisfechos. No era una historia nueva, ya se las había contado antes, pero nunca tan a detalle. Tal vez era momento de que conocieran la verdadera historia del bosque detrás de la casa.
-¿Recuerdan que les he hablado del bosque?- Inició su historia, sintiéndose satisfecha cuando ambos asintieron. -Entonces supongo que saben que, si prestan suficiente atención podrán ver a un chico vagar en él.
-Si, debes ser silencioso y amable. El bosque te permitirá verlo.- El niño mayor recitó de memoria.
-Así es, el bosque es bastante protector cuando se trata de sus espíritus.- Declaró. -Pero, esto es algo que no saben niños. Si logran ver al espíritu del bosque, siempre verán a un ciervo ir detrás de él. Sigiloso, atento. No importa a dónde vaya el espíritu, ese ciervo le sigue.
-¿Por qué abuela?- El menor interrumpió, sentándose cerca del fuego de la chimenea para poder estar cómodo mientras escuchaba la historia.
-Porque le ama. Ese ciervo está enamorado del espíritu del bosque, y nunca dejará de estarlo.- Comenzó a contar. -Ese ciervo una vez fue humano, así como el espíritu. Uno vivía aquí, otro cerca del pueblo, y todos ahí los conocían.
-¿Abuela tú los conociste?
-Por supuesto que sí. El ciervo es mi hermano.
FIN
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