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Amor Propio por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Atento aviso

Este acpítulo contiene contenido sexual; lemon.

Si no te gusta este tipo de contenido, eres libre de cerrar esta ventana y gustar lo que prefieras. 

Si te gusta este contenido, eres bienvenido o bienvenida o leer algo que es fruto de mi imaginación.

 

Espero que sea del agrado de todos los pque pasan por acá.

 

Ah, y también otra cosa. Quedan 2 capítulos más y fin de la historia. También tendremos un epílogo, que es quizás lo más importante de toda la historia. 

Así que espero que lo disfruten porque estamos en la recta final.

Cualquier duda, aclaración, queja o sugerencia, son bienvenidos a dejar un review, que con gusto y toda mi atención responderé.

 

Gracias por leer.

Amor para todos!!

Eran ya las 3:20 y Kuma no había regresado ni se había comunicado, por lo que Joey estaba algo preocupado. Y es que era Kuma, siempre se preocupaba por él. Estaba a punto de llamarle por teléfono cuando escuchó la puerta de afuera abrirse, a la par de unas risas. Se extrañó y fue a abrir y se topó con la gran sorpresa de que Kuma venía acompañado.


 


-Ah, hola papá. Mira quien llegó a visitarme allá- Joey le sonrió a Mokuba que venía muy contento.


 


-Hola Joey, perdón por llegar así; Kuma me invitó a comer y no me pude resistir- Mokuba talló su nuca mientras se sobaba la panza, haciendo un gesto casi adorable. Joey estaba por decir algo cuando llegó Hana corriendo a abrazar la pierna del pelinegro. Todos se sorprendieron y rieron ante el gesto, y Mokuba la levantó en sus brazos y la abrazó.


 


-Bueno, bienvenidos chicos, que bueno que te quedas a comer Mokuba. Pasen un poco mientras termino de preparar algo y les hablo- los chicos asintieron y se fueron al cuarto de Joey con todo y Hana que no quiso que Mokuba la bajara.


 


-En serio, si no estuvieras saliendo con Noah, podría asegurar que algún día serías mi cuñado- Mokuba le sonrió a Kuma, y ambos rieron ante el comentario que Hana no entendió.


 


-Por cierto, mi hermano ya se enteró- Kuma se sorprendió.


 


-Mokuba, ¿Seto viene a vernos hoy?- el pelinegro se sentó con la niña en sus piernas mientras le hacía caballito.


 


-No lo creo Hana, mi hermano ha estado muy ocupado. Pero pronto vendrá a visitarlos, eso es seguro- la niña sonrió y comenzó a reír mientras rebotaba en las piernas del pelinegro.


 


-¿Crees que funcione?- el adolescente cuestionó al Kaiba, que lo volteó a ver con una sonrisa llena de seguridad.


 


-Estoy seguro, tu papá está más para allá que para acá, así que ni lo dudes- ambos chicos rieron ante la mirada curiosa de Hana, hasta que fueron interrumpidos por Hoshi, quien quería sumarse a la fiesta.


 


 


Por su lado, la verdad era que la llegada de Mokuba le cayó se sorpresa a Joey, así que a toda velocidad se puso a preparar unos sencillo y deliciosos sándwiches. Cuando tuvo todo listo llamó a todos a comer. Los gemelos llegaron en seguida, diciendo que los mayores los habían mandado y que ahorita vendrían. Pusieron la mesa juntos, riendo y medio


bailando.


 


Joey tuvo que volver a hablarles a los muchachos porque no bajaban. Él pensaba que estaban jugando, aunque en realidad estaban tramando algo.


 


Llegaron y se sentaron, echándose miradas cómplices que el rubio no notó por distraído. Estaban a media comida cuando le sonó el celular a Mokuba; era Noah. Contestó muy efusivo como siempre, y entonces volteó a ver a Joey, quien masticaba con la mente en marte.


 


-Joey, ¿puedo pedirte un favor grandote?- el rubio lo volteó a ver sin contestar por tener la boca llena, pero asintió. -Es que Noah y yo queríamos ir a un lugar bien divertido hoy, pero mi hermano me dijo que no podía ir. Pero si tú me permites invitar a Kuma, Hana y Hoshi, de seguro me dejará ir para poder llevarlos. ¿Puedo?- el rubio tragó y suspiró.


 


-¿De qué lugar se trata?- Kuma trataba de no caerse de la risa, aunque le estaba costando algo de trabajo.


 


-Es una pista de patinaje, que además tiene juegos infantiles. Está muy equipada y tiene de todo, hasta restaurante. ¿Puedo llevarme a tus hijos? Me comprometo a cuidarlos y traerlos por la noche, no muy tarde- Hana se puso de pie y empezó a saltar, emocionada por lo que acababa de escuchar. Hoshi no fue tan expresivo, pero se le notaba en la mirada que quería ir. Joey lo pensó por un momento, pero al ver los rostros de todos no tuvo más opción que acceder.


 


-Está bien, pero solo si los traes temprano porque mañana tienen que levantarse a la escuela- todos gritaron, y Mokuba asintió. Regresó a la llamada, diciéndole que se verían en la esquina en unos 20 minutos. Todos se apresuraron a terminar su comida y a prepararse para salir.


 


Antes de que se cumpliera el tiempo, ya estaban todos parados en la puerta, despidiéndose del rubio.


 


-Le hacen caso a Mokuba, y cualquier cosa me hablan y de inmediato voy a donde estén-los tres asintieron, le dieron un abrazo y salieron. Mokuba también se despidió, recordándole que los cuidaría mucho.


 


Joey cerró la puerta y se fue a recoger la cocina. Ya había llevado todos los platos y estaba por pasarle el trapo cuando sonó el timbre. Lo curioso y que le llamó la atención era que el timbre estaba a un lado de la puerta de adentro, y la puerta de afuera debería estar cerrada; nadie debería haber pasado.


 


-¿Quién?- cuestionó en voz alta, pero nadie le contestó. Se dijo a si mismo que quizás Kuma había olvidado cerrar afuera con llave, así que abrió la puerta sin más, solo para casi caerse para atrás. Si se había sorprendido con Mokuba, con lo que estaba viendo casi le dio un paro cardiaco. De hecho, quiso decir algo pero las palabras simplemente no salieron de su boca.


 


-Hola cachorro, espero no ser inoportuno- el castaño se veía hermoso. Se había puesto un pantalón de vestir azul marino y una camisa azul rey; todo combinaba preciosamente con sus ojos, que estaban clavados en el atónito chico frente a él.


 


Como Joey no se movía ni decía nada, decidió dar el próximo paso.


 


-¿Puedo pasar?- el rubio se hizo a un lado, en señal de acceder. El castaño pasó y se quedó parado, esperando a que el rubio regresara a la tierra.


 


-Pasa, justo estaba recogiendo la cocina- el trato entre ellos era tan extraño. Siempre se habían tratado con familiaridad y mucho cariño, y ahorita estaban fríos y distantes. El castaño asintió y siguió al rubio, quien se apresuró a limpiar la mesa.


 


-¿Gustas algo de tomar?- Joey ni siquiera volteó a ver al castaño en la pregunta, y Seto bufó por la frustración que estaba sintiendo.


 


-Estoy bien, muchas gracias. Más bien preferiría que habláramos- el rubio se detuvo en seco. Estaba medio recargado en la estufa mientras la limpiaba, dándole la espalda al CEO.


 


-¿Hablar? No creo que tengamos que hablar de nada- Seto tuvo que respirar profundamente para tranquilizar sus impulsos salvajes de voltear al rubio, besarlo y suplicar su perdón.


 


-Pues yo creo que sí, por eso he venido- la voz del rubio se escuchaba muy rara. No parecía enojado, pero algo no estaba bien. El rubio no dijo nada, entonces Seto empezó a sentirse desesperado.


 


Y a momentos desesperados, medidas desesperadas.


 


Agarró un hombro de Joey y lo hizo voltear; vio su rostro confundido porque Seto nunca había sido brusco con él. Entonces, el castaño lo atrajo hacia él y lo abrazó. Joey estaba


ahí, parado, entre los brazos de Seto, sin hacer nada, y entonces empezó a llorar. El castaño bajó su cabeza hacia su oído y empezó a hablarle.


 


-Tranquilo cachorro, aquí estoy para ti. Nunca fue mi intención lastimarte, lo siento- Joey lloró con más fuerza, y le dio un empujón a Seto, solo para volver a darle la espalda.


 


Joey se sentó en una silla y puso sus codos en la mesa con sus manos en el rostro mientras seguía llorando desconsoladamente. Por primera vez en mucho tiempo, quizás en toda su vida, Seto no supo con exactitud que hacer. Sus planes mentales se habían desarrollado de muchas maneras, pero nunca de esta; estaba petrificado, enfrentándose a un nuevo problema del cual no veía solución. Y es que además de todo, no podía detectar el origen del problema, y eso lo frustraba.


 


Y como nunca se había enfrentado a una situación parecida, decidió hacer algo que nunca había hecho: se abrió y se puso vulnerable como nunca lo había hecho.


 


Se acercó y lo abrazó por la espalda, recargándose en él.


 


-Perdóname cachorro, nunca quise lastimarte- Joey no se movía, pero al menos su llanto se empezaba a calmar.


 


-Tú no entiendes nada Seto- esa no fue una pregunta, sino una afirmación, y descolocó a Seto.


 


-¿Cómo dices?- el rubio quitó sus manos de la cara y lo volteó a ver; no estaba enojado, más bien estaba terriblemente triste.


 


-Que tú no entiendes nada- el rubio se puso de pie y el castaño lo soltó, quedando a solo un paso de distancia.


 


-De seguro no, pero si me explicas podría hacerlo- el rubio suspiró, y se sentó sobre la mesa, algo cabizbajo.


 


-El otro día que hablamos yo estaba muy alterado, y te pedí que vinieras. No lo hiciste, y me dijiste que era porque pensabas que era mejor para mí y mi situación. Me enojé. Me enojé mucho en verdad, y entonces hice algo que no debí haber hecho- el castaño estaba a la expectativa de la situación, y cuando Joey levantó su mirada y lo vio, pudo captar mucho dolor en ella. ¿Sería que no debió dejarlo solo?


 


-¿Y qué fue eso que hiciste?- el rubio suspiró.


 


-Ves, no lo entiendes. No entiendes lo mierda que me porté... contigo- el castaño abrió sus azules ojos, totalmente sorprendido.


 


-¿Cómo?- quería corroborar que había escuchado bien.


 


-Me porté como una mierda contigo. Te grité, cuando lo único que tú querías era mi bien, que saliera adelante por mi mismo, que superara el duelo para estar en paz. No supe verlo en su momento- el castaño se dio cuenta de que todos esos días que no habían hablado también habían significado un martirio para Joey, solo que diferente al suyo.


 


Sonrió, y eso descolocó más a Joey, quien ya le sostenía la mirada. Dio unos pasos y tomó la mano del rubio, solo para jalarlo a que se pusiera de pie, y entonces volver a abrazarlo. Puso su cabeza sobre la rubia, y aspiró el delicioso aroma que emanaba; como le gustaba ese chico.


 


-Cachorro, tómalo con calma. Yo no estoy enojado ni sentido ni nada contigo. Entiendo que estás pasando por un proceso complicado, y créeme cuando te digo que siempre estoy aquí para ti- el rubio sollozó y volvió a llorar, pero esta vez respondió el abrazo, aferrándose a Seto mientras se desahogaba.


 


Seto no perdió el tiempo; con algo de facilidad cargó a Joey y fue al sillón. Ahí se sentó con él encima, abrazándolo; poco a poco se escuchaba más tranquilo.


 


-¿Estás mejor?- le dijo mientras besaba sus cabellos.


 


-Pues sigo sintiéndome una mierda, pero estoy más tranquilo- el rubio rio ante su propio comentario, y Seto sonrió al escucharlo.


 


-Cachorro, no tienes idea de lo que te he extrañado estos días- el rubio suspiró y levantó la mirada.


 


-La verdad es que pensé que estabas molesto conmigo por gritarte de esa manera, y que solo me mandabas mensajes por cortesía y educación. Por eso no contesté ninguno- el castaño levantó su mano y acarició la mejilla del rubio.


 


-Ya te había dicho que yo no hago nada que no quiera hacer; es una regla para mí- el rubio asintió.


 


-Sí, lo habías dicho, pero de que lo digas a que yo te grite así de feo, pues hay mucha diferencia- el castaño rio con ganas ante ese comentario; por fin empezó a sentirse más relajado.


 


-Si quieres la verdad, no fue tan malo; me han gritado mucho peor. Además, la verdad es que no me lo tomé personal porque estabas muy mal en ese momento. No me agrada que después no me hayas contestado, pero puedo entenderte- el rubio sonrió.


 


-Vaya, hice toda una tormenta en un vaso de agua, ¿verdad?- el castaño negó, para sorpresa del rubio.


 


-No cachorro, nunca hagas menos tu sentir, o te hagas menos a ti. Eres importante, y has de tratarte como tal. Y si en ese momento te sentiste así, es absolutamente válido- el rubio se sonrojó, y entonces notó que su rostro y el del ojiazul estaban muy cerca. Se empezó a poner nervioso, sin saber con exactitud que hacer, porque él nunca había llevado una situación así; al final decidió hacer caso a sus instintos y a sus ganas.


 


Fue él quien se acercó y juntó sus labios con los del ojiazul. Seto se sorprendió, pero en ingún momento hizo nada por apartarse. De un momento a otro, el valor del rubio desapareció, y con suavidad se separó del castaño. Se vieron un momento a los ojos, y Joey notó que la mirada azul brilló como nunca antes la había visto.


 


Antes de que se alejara del todo, el castaño volvió a juntar sus labios a los del rubio, esta vez tomando la iniciativa para saborearlo como tantas ganas tenía.


 


Era un beso lento, y muy profundo, donde los dos estaban conociéndose a otro nivel no antes explorado.


 


El castaño puso sus manos a los costados de la cabeza rubia, e hizo que la ladeara un poco. Con su lengua pidió acceso, el cual fue otorgado de inmediato.


 


Fue un momento glorioso para ambos. Seto tenía tantas ganas de probar, y Joey de ser probado. Las lenguas danzaban mientras los dueños reconocían el terreno que definitivamente querían explorar una y otra vez hasta que el tiempo se terminara.


 


Joey puso sus manos en los hombros del castaño, y mientras él se acomodaba empujó a Seto para que quedara recostado en el sillón, con él encima. En ningún momento cortó el beso; ambos estaban extasiados con ese sencillo contacto. Siguieron así lo más que pudieron, hasta que el oxígeno empezó a faltar y tuvieron que separarse.


 


Una nariz tocaba a la otra, y se veían a los ojos. Ambos hombres sentían que estaban en el paraíso, probando los mejores manjares del lugar.


 


-Lo siento, no me pude contener- la voz del rubio salió en forma de susurro, y el CEO sonrió.


 


-No te disculpes cachorro; me encanta cuando eres impulsivo- el rubio sonrió de vuelta, y estaba punto de reír cuando su boca fue capturada de nuevo.


 


Esta vez el beso fue más intenso, más necesitado... más caliente.


 


Pero en ningún momento Joey hizo algo por apartarse o por detener los impulsos del ojiazul. Al contrario, le encantaba; lo estaba volviendo loco.


 


Se besaron largo rato, explorando la boca del otro hasta el último rincón, hasta que una vez más tuvieron que separarse. Seto jaló a Joey estrechándolo entre sus brazos, quedando mejilla con mejilla sin poder hacer contacto visual.


 


-Eres delicioso cachorro- el castaño apretó más al rubio entre sus brazos, quien rio con suavidad.


 


-Gracias Seto, tú también lo eres- él rubio tenía ganas de hacer tantas cosas, y a la vez tanta pena de hacerlas; no estaba seguro de hasta donde quería llegar el castaño, y eso lo hizo detenerse. Entonces notó que la respiración del CEO estaba más agitada de lo normal.


Se enderezó un poco, quedando nariz con nariz de nuevo, y lo miró a los ojos.


 


-¿Te encuentras bien Seto?- el rubio sonó algo preocupado, y el castaño luchó por tomar aire; estaba muy agitado.


 


-Sí cachorro, no te preocupes- el rubio lo miró extrañado.


 


-Algo tienes, dime que pasa por favor- Joey quiso enderezarse, pero el castaño lo volvió a abrazar para que quedara recostado sobre él.


 


-Estoy bien cachorro, no te preocupes. Solo dame un momento- Seto trató de respirar profundo, pero no lo logró. Y Joey se dio cuenta de ese detalle.


 


-Seto, suenas algo... alterado, déjame ayudarte, dime que tienes- Joey no estaba seguro de la razón por la cual sonaba así el castaño, pero tenía sus sospechas. Seto trató de tomar aire.


 


-Cachorro, te dije que si te daba un solo beso me iba a ser muy difícil contenerme- fue lo que alcanzó a decir antes de tratar de respirar profundo de nuevo. El rubio sonrió, volteó su rostro hasta que su aliento sopló al oído del castaño y entonces susurró.


 


-¿Y quién te dijo que te contuvieras, o que yo quiero que te contengas?- al decirle eso al oído, Joey movió sus caderas para frotarse con el castaño, quien soltó un gran y profundo gemido.


 


-Cachorro, créeme que si vuelves a hacer algo así, ya no podré parar; mide tus acciones- Seto trataba de estar tranquilo, pero sin mucho éxito. Y Joey era un cachorro juguetón, como alguna vez Seto le había dicho.


 


-¿Cómo, así?- el rubio empezó a mover su cadera, volviendo loco al instante al ojiazul, quien empezó a gemir muy fuerte. Joey estaba embelesado viendo al castaño todo excitado, y el hecho de saber que era por él, lo prendía aún más.


 


-Te lo dije- el castaño tomó el rostro del rubio y lo volvió a besar, esta vez con un salvajismo que Joey no le conocía. Pero el rubio era experimentado, además de que le gustaba mucho el castaño, así que no tuvo el más mínimo problema de seguirle el paso.


 


Se besaron mientras ambos se frotaban por encima de la ropa, poniendo la atmósfera más caliente cada vez.


 


Sin previo aviso, y sin que Joey se diera cuenta de como lo hizo ya que estaba perdido en sus sensaciones, el CEO se puso de pie con él en brazos. El rubio se abrazó a él con sus piernas, y el ojiazul caminó hacia las escaleras y empezó a subir; todo sin dejar de besar al rubio.


 


Se asomó a la primera habitación que se encontró y vio una cama bastante amplia que supuso era del rubio. Sin pensarlo 2 veces, depositó al rubio en la cama mientras se recostaba sobre él. Ahora que el ojiazul estaba arriba, los movimientos de cadera se habían vuelto más intensos y rápidos, y Joey tuvo que cortar el beso para poder gritar cuando Seto empezó a besar su pecho. Es más, ni siquiera se dio cuenta de cuando el castaño le había levantado la playera para explorarlo de esa manera con su lengua.


 


Joey gemía sin control, y pronto llegó el ojiazul hasta el botón del pantalón. No preguntó nada ni dijo nada, solo empezó a quitarle toda la ropa al rubio, quien estaba en un éxtasis total.


 


En poco tiempo, el castaño estaba con toda su ropa y Joey en puros calzones.


 


-Me encanta lo que veo- el castaño empezó a estimular su hombría por encima de la ropa interior, volviendo a Joey loco de placer.


 


-Toma lo que quieras- el rubio pudo ver un brillo en la mirada ojiazul a la vez que esbozaba una seductora sonrisa. Seto volvió a devorar su boca mientras seguía acariciando su miembro sobre la ropa interior, llevando al rubio a un nivel de excitación que pocas veces antes había alcanzado.


 


El castaño terminó el beso y fue al cuello en donde empezó a mordisquear y besar todo lo que podía.


 


-Seto, si sigues así no soportaré mucho... mmhm...- el rubio rozaba un nuevo umbral de placer, pero era tanta la excitación que los dos sentían que si no bajaban el ritmo, terminarían demasiado pronto.


 


Y es que el rubio no era nuevo en esto; tenía bastante experiencia, porque a pesar que Duke había sido el primero en su vida y durante mucho tiempo el único, habían tenido una vida sexual muy activa durante muchos años.


 


El castaño se acercó al oído del rubio.


 


-Es que me encantas, no quiero parar- a la vez que le susurró esas palabras, metió su mano a la ropa interior del rubio, en donde tocó y masajeó su hombría ya sin tela de por medio. Joey arqueó su espalda y echó su cabeza para atrás, gritando de placer. De no haber tenido tanta experiencia en terreno sexual, se habría venido con la primer caricia del castaño.


 


Y Joey, así como Seto lo había vislumbrado en alguna ocasión, tenía un lado salvaje e irrefrenable.


 


Mas que un movimiento consciente fue un impulso el que hizo que se levantara, quitara la mano de Seto de su parte más íntima, y lo tumbara en la cama. No se detuvo ni un momento, y en cuestión de segundos el castaño no tenía ni pantalones ni ropa interior. Seto había dejado de llevar la situación para ponerse a la expectativa de lo que el rubio quería hacer; estaba acostumbrado a dominar todo en su vida, y sentir a un chico salvaje tomar control de él lo hacía sentirse ansioso.


 


El excitado rubio no se hizo esperar. Sin previo aviso y haciendo acopio de toda su experiencia, engulló la masculinidad de Seto, quien gimió bastante fuerte. El rubio no espero, de inmediato empezó a lamer, succionar, morder y chupar a una velocidad desenfrenada; casi parecía que darle placer a Seto le generaba lo mismo a él. Seto veía estrellas, y casi las palpaba de todas las sensaciones que el rubio le estaba generando.


 


Sin mucho más esfuerzo, Joey logró hacer que Seto se derramara en su boca, tragando hasta última gota. Había sido un orgasmo poderoso; Seto no recordaba haber tenido uno así de intenso con anterioridad.


 


Joey se sentó a la orilla de la cama y se quitó su propia ropa interior; estaba todo embarrado de líquido seminal; el simple pensamiento de haber probado a Seto lo ponía caliente; más de lo que ya estaba.


 


Empezó a masturbarse y a gemir, cuando sintió que el castaño lo rodeaba con su brazo izquierdo y con el derecho quitaba su mano de su hombría.


 


-Déjame cachorro, quiero darte placer- Seto lamió su oreja mientras empezaba a mover su mano, enviando miles de estímulos placenteros a la vez. Joey se recargó en su amante, y empezó a gemir y a pedir más; el CEO no se hizo del rogar, y lo masturbó más fuerte y más rápido, haciendo que llegara a un delicioso orgasmo a la par de que Seto lo mordía en el cuello. Joey gritó, desahogando todas las múltiples sensaciones que estaba experimentando.


 


Seto lo dejó respirar, y cuando parecía que ya se estaba recuperando, le volteó el rostro para volver a besarlo profundamente.


 


Joey estaba flotando en brazos del ojiazul. Todas las sensaciones post orgásmicas se sumaban a todo lo que sentía cuando el castaño lo besaba; se sentía en el paraíso. Seto se separó y lo estrechó desde atrás, aspirando su aroma por la nuca.


 


-Vaya, además de delicioso eres adictivo- la voz del CEO aún no se había normalizado. Joey se dio cuenta de esto, y creyó saber porque era. La verdad era que él también se había quedado con ganas de más.


 


Impulsivo como solo él era, Joey giró medio cuerpo y con sus manos atrajo el rostro del CEO para darle un beso. No fue tranquilo ni suave; al contrario, el rubio subió la temperatura del momento con ese arranque.


 


Poco a poco fue tumbando al ojiazul sobre la cama, mientras se posicionaba encima. No cortaron el beso sino hasta que ya no pudieron más. Joey se dio cuenta de que la hombría de Seto estaba despierta como en un principio, y ese hecho lo calentó de nuevo. Por un momento se sintió avergonzado pues parecía un adolescente, pero a la vez sabía que no había nada por lo que avergonzarse, así que siguió con sus impulsos.


 


Se sentó sobre el abdomen marcado del castaño, y empezó a frotar su trasero con la masculinidad del bello ojiazul. No pasó mucho tiempo para que empezara a gemir, extasiado. El castaño tenía la respiración muy agitada, y la excitación era aún mayor, pero su vista no se despegaba del cuerpo frente a él.


 


Sin previo aviso, y siguiendo a sus impulsos una vez más, el rubio se recostó sobre el castaño y lo besó. Seto lo recibió con hambre, con pasión, con desenfreno. Ni parecía que ambos hubieran eyaculado momentos atrás. Sin mucho esfuerzo, el rubio jaló al castaño para que se pusiera sobre él, algo que el castaño hizo gustoso. Por supuesto que le encantaba el lado salvaje de Joey, pero Seto siempre sería Seto, y le gusta tener el control.


 


Cuando el castaño se sintió sobre el rubio, empezó a mover la cadera, simulando una penetración a la vez que ambos miembros se frotaban. Joey casi empieza a retorcerse de placer.


 


-Por favor Seto... entr... ahhh... entra ya...- el castaño sonrió para si mismo, y llevó su mano a la boca del rubio. Joey sabía que era lo que quería, pero no se lo daría; él quería otra cosa.


 


-No- el rubio levantó la cabeza hasta los labios del castaño y lo besó de manera fugaz. -Métete así; así me gusta- el castaño lo pensó un momento.; no quería lastimar a Joey. Aunque si lo pensaba bien, no era ni de lejos la primera vez del rubio, así que de seguro sabía lo que pedía.


 


-¿Estás seguro cachorro? No quiero lastimarte- el rubio volvió a besar al ojiazul.


 


-No lo harás, yo lo sé. Solo métete ya, por favor- por un momento, el rubio se apenó de su desesperación. Pero ese sentimiento desapareció cuando el castaño empezó a abrirse paso dentro de él.


 


Joey tenía 3 hijos, por lo que hacía muchos años que había tenido su primera vez. Y aún así, hizo que Seto rozara el paraíso con su estrecha entrada. Cuando el castaño iba a medio camino se detuvo; necesitaba saber que su rubio estaba bien.


 


-¿Estás bien cachorro?- el rubio volvió a enderezarse y besarlo, dando un silencioso mensaje.


 


Fue entonces que el CEO empezó a moverse. Pero no empujó más. Al contrario, se salió hasta la punta, solo para después volver a entrar. Ese solo movimiento, con Seto a medio entrar, empujando hasta la mitad, fue subiendo la ya alta temperatura. El ojiazul se estaba tomando su tiempo, y el rubio era un desesperado.


 


-Más Seto... más- el rubio gemía con descontrol, y Seto gustoso le daba lo suyo. Empezó a entrar cada vez más, lentamente, disfrutando el momento.


 


Y aunque ya sabía que el rubio era un rebelde revoltoso, no sabía que tan impulsivo podía ser, hasta que se le ocurrió abrazar con sus piernas la cintura del CEO y obligarlo a entrar completamente de una sola estocada. Esa acción le sacó un grito de placer a los dos.


 


Seto tenia su propio historial de experiencias sexuales, y aún así no recordaba haber llegado a este éxtasis que estaba sintiendo dentro del rubio.


 


Joey movió su cadera casi de inmediato, demandando por más. Y el castaño estaba feliz de hacerlo gozar.


 


Sin suavidad alguna, el castaño salió y entró del rubio con fuerza y velocidad, una y otra vez, sacándole unos gritos que denotaban el profundo placer que el CEO le estaba dando. Poco a poco el movimiento se fue haciendo cada vez más frenético, y a Joey le empezó a costar trabajo gemir de tan desgastada que estaba su garganta. En medio de tanto placer, Seto escupió la conclusión a la que había llegado esos días que no había sido capaz de ver al rubio.


 


-Te amo- y juntó sus labios. Joey correspondió el beso con toda la pasión que tenía en su ser, luchando por no gritar en ese momento.


 


El castaño dejó el beso y se enderezó para llevar las piernas del rubio a sus hombros. Una vez en esa posición, Seto pudo darle rienda suelta a toda su fuerza y velocidad.


 


Cuando sintió que estaba ceca de terminar, empezó a masturbar al rubio, quien casi de inmediato se corrió en su abdomen, manchando el de Seto de paso. Y una cuantas estocadas más, Seto llegó al clímax mientras gritaba completamente loco de placer.


 


Fue un encuentro muy intenso, y ambos lo disfrutaron mucho.


 


Se quedaron acostados, tratando de recuperar el aire. Joey abrazó al castaño que se había recostado sobre de él. Sin previo aviso lo besó, a lo que el rubio correspondió gustoso.


 


-Te lo... dije... cachorro... te lo había... advertido... que no me... podría contener...- el rubio sonrió, calmándose a si mismo.


 


-Bueno, la verdad es que yo no quería que te contuvieras- el castaño echó una risita, y se volvieron a besar. Este beso fue tranquilo, suave y muy profundo. Cuando se separaron, Seto juntó su frente a la del rubio.


 


-Que bueno... porque me encantas- el rubio rió, y el castaño se dejó caer a un lado de él, sin importarle mucho lo que manchaba en el proceso. Se miraron a los ojos, y Seto acarició la mejilla del rubio con el dorso de su mano.


 


El rubio estaba feliz. Todo parecía de un cuento lindo. Hasta que su mente lo regresó a la realidad. De repente se sentó de golpe, sorprendido y sorprendiendo al CEO.


 


-Espera, se me había olvidado que Kuma, Hana y Hoshi salieron con Mokuba; pueden llegar en cualquier momento- el rubio volteó hacia afuera, viendo que el sol aún no bajaba. Seto jaló a Joey del hombro para que se recostara con él de nuevo, y lo besó. El inquieto rubio lo correspondió, y cuando terminaron se vieron a los ojos; ambas miradas brillaban.


 


-Tranquilo cachorro, nadie llegará hoy- el rubio lo miró extrañado, y el castaño le sonrió.


 


-Por qué lo di... espera, ¿tú tienes algo que ver con que Mokuba se llevara a los niños?- si Joey estaba molesto, no lo denotaba. Por el contrario, parecía muy sorprendido.


 


-Así es cachorro. Estaba casi al borde de la desesperación porque no contestabas mis llamadas ni mis mensajes, así que tuve que tomar medidas drásticas- el rubio se rio, relajando el ambiente.


 


-Cierto, ya se me había hecho muy raro que pudieras pasar por la reja de afuera. De seguro Kuma te abrió- el castaño le sonrió, mientras acariciaba sus cabellos con dulzura.


 


-Sí y no. La verdad es que Mokuba fue al mercado para ver como estaba todo; yo lo esperé afuera, y al final los traje para acá- el rubio parpadeó un par de veces, procesando la información recién recibida.


 


-¿Entonces todo esto estaba planeado?- el CEO negó con la cabeza a la vez que suspiró.


 


-No, lo único planeado fue que viniera a verte mientras Mokuba sacaba a tus hijos a pasear. Todo lo que se dio aquí fue simple improvisación- el castaño se puso sobre sus codos y se acercó a besar al rubio, quien lo recibió gustoso.


 


-Vaya, si me dieran un dólar por cada beso que te doy, te aseguro que me convertiría en millonario- el CEO volvió a besarlo, y Joey empezó a reír.


 


-Bueno, ya eres millonario Seto- el castaño sonrió y volvió a los labios del rubio.


 


-Cierto, ya lo soy. Pero me siento más afortunado que nunca de poder estar aquí y ahora contigo- el rubio se conmovió; el castaño estaba especialmente meloso y cariñoso.


 


-Bueno, entonces ambos somos afortunados- Seto asintió y volvió a besar al rubio, quien se dejó hacer.


 


Así se la pasaron toda la tarde, entre besos, palabras cursis y una que otra confesión.


Lo que había pasado entre ellos había sido inesperado, pero bien recibido.


 


El castaño demostraba estar enamorado del rubio, y Joey estaba rápidamente cayendo por el castaño.


 


 


 


 

Notas finales:

Hermoso dia!

Bonita noche!

 

Amor para todos!!


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