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Amor Propio por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Hace mucho que terminé la historia, y hasta ahora me doy cuenta de que este capítulo no estaba.

 

Lamento eso

 

Aquí lo tienen, completo y completando la historia.

 

Gracias a todos por leer.

 

Amor para todos!

Con lentitud y con mucho trabajo empezó a abrir los ojos. Se dio cuenta de que estaba todo oscuro, y se preguntó en donde estaba. Parpadeó un par de veces, y luego se talló los ojos con la palma de las manos. Enfocó todo un poco mejor, aunque seguía igual de oscuro. Solo se veía una luz que provenía desde una puerta que estaba entreabierta.


 


Con pesadez se sentó y trató de recordar donde estaba. Recordaba que había ido a vender con Kuma, Hana y Hoshi. Que Seto había pasado por ellos junto a Mokuba y Noah. Después habían ido a Kaiba Corp, y se habían separado. Recordó que había estado en la oficina de Seto hablando, y entonces...


 


¡¡SANTA CACHUCHA!!


 


Se había quedado dormido en la oficina de Seto... ¡¡en los brazos de Seto!!


 


Ahora lo recordaba, estaba acostado sobre él escuchando todo lo que le decía, cuando de pronto se sintió muy cansado y sin querer se quedó dormido. Vaya, pensó en sus hijos y donde podrían estar. Estaba tranquilo porque sabía que Seto los cuidaría bien, igual que Mokuba. Pero se sentía muy apenado por la situación.


 


-Despertaste cachorro- la voz varonil del castaño lo sacó de sus pensamientos, en los que estaba tan clavado que ni siquiera notó cuando se acercó a él.


 


-Seto, hola. Discúlpame por favor, no era mi intención dormirme- el castaño se sentó a un lado del rubio.


 


-No tienes que disculparte por nada, estabas cansado y necesitabas eso. No tengo ningún problema de que hayas dormido un rato. ¿Descansaste?- Joey se sintió a si mismo un momento. Definitivamente se sentía mejor que hace rato.


 


-Sí, me siento mejor y más ligero. Muchas gracias. Aunque me apena esta situación- el castaño asomó una sonrisa que Joey pudo vislumbrar entre las penumbras. Levantó su mano y acarició la mejilla del rubio, quien se estremeció ante el toque.


 


-Me alegra- la voz del CEO fue casi un susurro. El rubio sonrió.


 


-¿Y mis hijos?- la voz de Joey también era suave.


 


-Ellos están bien. Mokuba y Noah se los llevaron a cenar y a conocer la mansión en la que vivimos. Supongo que se quedarán a dormir ahí- el rubio brincó.


 


-¿Cómo? ¿Pero qué hora es?- la voz del rubio salió algo alterada, rompiendo la atmósfera que se había creado. Aún así, Seto no dejó de acariciarle la mejilla ni de sonreírle.


 


-Son las 11:30 de la noche. Dormiste toda la tarde- la cara del rubio era todo un poema. Casi no podía creer lo que decía.


 


-Pero no pueden quedarse a dormir. Es decir, suficiente has hecho por mí al dejarme dormir y al cuidarlos. No te puedo pedir eso, además de que necesitan cenar todavía. Ni siquiera comieron y deben tener hambre porque...- la voz del rubio fue súbitamente interrumpida por una carcajada del CEO. El rubio se quedó en silencio, sin entender que era tan gracioso.


 


-Ay cachorro, a veces me pareces tan gracioso. No es burla, no me lo tomes a mal. Es solo que yo no dejaría a tus hijos sin comer. Ellos pidieron algo de comer con Mokuba. Ahora mismo están en la mansión, y por la hora supongo que ya cenaron y están acostados. Todo está bien cachorro- la sonrisa del castaño se ensanchó, y el rubio se sonrojó.


 


-Pero es que eso es demasiado, me da pena contigo- el rubio bajó su mirada; en verdad le estaba pesando esa situación. Pero el castaño le tomó el rostro con ambas manos y lo obligó a verlo a los ojos.


 


-Deja de sentirte mal porque no me estás pidiendo nada. De hecho no me has pedido nada desde que nos conocimos. Todo lo que hemos compartido ha sido porque yo he querido dártelo, así que deja la culpa del lado, que yo disfruto mucho estar contigo y con tus pequeños- ambos rostros estaban a pocos centímetros de distancia, y al igual que días atrás, por un momento Joey pensó que Seto lo iba a besar.


 


Pero no pasó. El castaño le sonrió y lo dejó para ponerse de pie. Se acercó a su escritorio y tomó su celular, era evidente que estaba buscando algo.


 


-Ahora dime, ¿quieres cenar aquí o quieres que salgamos?- si el rubio no estaba lo suficientemente rojo antes de eso, entonces ahora sí que lo estaba.


 


-No, pero...-


 


-No me vayas a decir nada. Es un placer para mí estar contigo y compartir así. Si te pregunto es para tomar en cuenta lo que quieras comer, es todo- Joey se volvió a dar cuenta de que Seto era algo mandón e impositivo, pero le gustaba que siempre lo tomaba en cuenta.


 


-Pues no estoy seguro de sentirme para salir; aunque dormí estoy algo cansado- el castaño asintió y volvió a ver el celular.


 


-Es normal, traes situaciones emocionales muy fuertes encima. No te preocupes, pediré algo de comer. ¿Quieres algo en especial?- el rubio pensó por un momento.


 


-Pues no lo sé. Hay muchas cosas que me gustan- la panza del rubio rugió con fuerza, y ambos rieron.


-Tu estómago opina igual que tú- el rubio asintió todo sonrojado. -¿Pizza, hamburguesa o sushi?- esa estaba difícil para el rubio tragón.


 


-Bueno, no podría elegir. Las tres opciones me gustan mucho. Elige lo que quieras- el castaño asintió, siguió en lo suyo y en un par de minutos más dejó el teléfono en el escritorio. Entonces fue a sentarse junto al rubio.


 


-No tardará en llegar la cena, tu estómago puede estar tranquilo- el rubio rió, y el castaño se recargó. Entonces Joey se dio cuenta de que Seto estaba relajado junto a él. Tenía la camisa desfajada y abierta de un par de botones. También tenía las mangas subidas a medio brazo, y el cinturón del pantalón estaba desabrochado. Su cabello también estaba algo despeinado. Joey se sintió alegre de saber que el CEO de KC se sentía con la confianza de relajarse con su compañía.


 


-Te ves bien- el rubio se sonrojó al decirle eso, y el CEO le sonrió.


 


-A veces me quedo a dormir aquí por el trabajo. Procuro no hacerlo mucho porque a Mokuba no le encanta, pero pues a veces es necesario. Entonces tengo un pequeño armario con todo lo necesario para esas ocasiones- el rubio se veía sorprendido.


 


-¿Y en dónde duermes?- volteó a todos lados, y a pesar de la oscuridad pudo darse cuenta de que no había algo como una cama.


 


-La verdad es que este sillón se abre y se vuelve cama. Pero la mayoría de las veces que me quedo no duermo, o solo me recuesto en él sin abrirlo- Joey subió sus pies al sillón y cruzó las piernas para poder dirigir su mirada al castaño sin tener que torcerse.


 


-¿Y cómo le haces cuando no duermes? Yo a veces duermo poco pero luego ando insoportable. De hecho solía dedicarle tiempo a lo que a mí me gusta por las noches aunque durmiera poco, ya que tomaba una siesta por la tarde, pero me di cuenta que en el día estaba mucho más irritable cuando hacía eso, y recalaba con Kuma. Entonces decidí acomodarme para hacer lo que me gusta por las tardes, y todo está más tranquilo- por un momento pensó en Duke, e iba a comentar algo, pero pensó que estar hablando todo el tiempo de su ex podría ser incómodo para Seto. Era muy consciente de que no eran nada, pero eso no quería decir que no pudieran serlo después, más con las atenciones que le daba el castaño.


 


-Bueno, uno se acostumbra. Mi organismo está acostumbrado a dormir unas 6 horas como máximo. Aunque me quede en casa, me despierto sin remedio. Entonces mejor empleo ese tiempo en algo productivo en lugar de estar dando vueltas en la cama sin sentido. A veces por la tarde duermo un poco, pero no es muy seguido que puedo. Supongo que ya funciono así- el rubio asintió. Le pareció una perspectiva interesante.


 


-Pues yo amo dormir; en verdad me gusta mucho. Aunque rara vez puedo hacerlo hasta tarde por los niños, pero pues me gusta. Están creciendo, y ya no me necesitan tanto como antes- el rubio sonrió al pensar en sus hijos.


 


-Me da la impresión que, a diferencia de muchos padres, esa idea no te causa problemas ni remordimientos- Joey lo vio extrañado, pero entendió de inmediato a que se refería.


 


-Bueno, la verdad es que disfruto mucho estar con ellos; jugar, bromear, compartir y más cosas. Pero mi tiempo es mío, y el poco que puedo tener lo valoro muchísimo. Prefiero disfrutar a mis hijos en sus respectivas etapas, y cuando crezcan que sean libres de hacer lo que quieran, donde quieran y como quieran, y que yo también pueda hacerlo, a estar de viejo arrepintiéndome por no haber pasado tiempo con ellos, o no haber hecho algo de lo que hago. Mejor disfrutar aquí y ahora- el castaño lo vio a los ojos, y una vez más le acarició la mejilla con el dorso de la mano.


 


-Vaya, cada vez que pienso que no puedes ser más especial, llegas y me sorprendes. Eres increíble- la voz de Seto se suavizó, y el rubio se puso bastante rojo.


 


-No sé si eso me haga especial. En realidad, creo que todos somos especiales en mayor o menor medida, o en alguna área en especial. Es solo lo que creo. Amo mi tiempo, por eso me dedico a mis hijos, para que cuando tenga mi tiempo pueda disfrutarlo con plenitud, concentrado en lo que estoy y no distrayéndome con ellos- una atmósfera se había creado entre ellos una vez más. Y quien sabe que hubiera pasado si el teléfono del CEO no hubiera empezado a sonar.


 


Seto le sonrió, le dio un beso en la mejilla y luego se levantó hacia el escritorio a contestar. Mientras contestaba, Joey se acostó en el sillón, viendo el techo y pensando en lo que acababa de decirle al castaño.


 


Era verdad. Amaba su tiempo consigo mismo. A veces pintaba, dibujaba, leía, jugaba algún videojuego o escribía, que eran sus principales pasatiempos. Y ponía su alma en todo lo que hacía. Y se sentía verdaderamente satisfecho cuando hacía algo así, ya que era su tiempo dedicado a él, y eso le hacía sentirse orgulloso de si mismo.


 


-Ya llegó la cena, en un momento la suben- el rubio volteó a verlo sin levantarse.


 


-¿Hay personal en KC a esta hora?- el castaño guardó unos papeles que tenía sobre el escritorio en uno de los cajones, dejando libre para poder comer ahí.


 


-Bueno, personal como tal no, pero siempre hay guardias de seguridad al pendiente de todo. Uno de ellos traerá lo que ordené, que por cierto espero que te guste- el rubio se levantó y acercó una de las sillas al escritorio, alistando el lugar.


 


-Seguro que sí. Mientras sea comida y sea digerible, yo feliz- el castaño rió, y luego fue a abrir la puerta desde donde estaban tocando. Un hombre corpulento vestido de negro entró a la oficina. En silencio y con cuidado depositó la orden en el escritorio, luego hizo una reverencia a Kaiba y se fue.


 


Joey volteó a examinar lo que habían traído. Era como un pequeño paraíso para él.


Lo primero que notó fue una caja que parecía de pizza. Luego un par de cajas rectangulares no muy grandes, y una bolsa de papel grande. También había un par de botellas de vidrio que parecían tener jugo dentro de ellas.


 


-¿Qué son? Aparte de la pizza- el castaño le sonrió y le pasó una de las cajas rectangulares para que la abriera. Dentro encontró un sushi. También le pasó un bulto que venía dentro de la bolsa de papel. De inmediato se dio cuenta de que era una hamburguesa. Volteó a ver a Seto, como cuestionándolo con la mirada.


 


-Bueno, no elegiste algo en específico, así que ordené de todo- el rubio suspiró. No se acostumbraba a lo espléndido que era el castaño.


 


-Bueno, pero es que... es demasiado- la voz del rubio bajó de volumen, y el CEO entendió que no se refería a la cantidad de comida; más bien hablaba de las atenciones que estaba recibiendo.


 


-Joey, no soy alguien que suela criticar, pero sí tengo que decirte esto. No sé que tipo de vida llevaste cuando vivías con Duke, o incluso antes de él, pero en definitiva tienes que dejar de sentirte tan pequeño- el rubio no entendió.


 


-¿Pequeño? No entiendo- el ojiazul se sentó del otro lado del escritorio, y dirigió su mirada a la del rubio.


 


-Parece que cada atención que tengo contigo te apena y te genera sentimientos encontrados. Cada vez que estamos juntos, estás en la disyuntiva entre disfrutarlo y negarlo. Como si no sintieras que lo mereces, o si pensaras que es demasiado y tú no lo vales- las palabras del CEO le movieron el tapete al rubio. Había algo de verdad en ellas, y aunque no quería admitirlo, era algo que tenía que trabajar y superar.


 


-Bueno, se que tienes razón. No es exactamente así, pero es verdad que a veces me pasa. Es que... a veces me siento tan atendido, tan... no se ni siquiera como decirlo- el castaño se recargó en la silla.


 


-Es que sientes que es demasiado para alguien como tú, como simplemente tú- el rubio asintió con pesar. No había conceptualizado las cosas de ese modo, pero Seto tenía razón en lo que decía.


 


-Bueno, me parece que si me preguntas que prefiero de cenar y no te digo nada, y entonces tú pides todo, pues es demasiado. No es como si sintiera que no lo merezco, o que no lo valgo. No es eso exactamente. Es solo que... me siento incómodo- el castaño se le quedó viendo en silencio, como si estuviera eligiendo las palabras correctas para decir a continuación. Solo hasta que pasaron unos segundos habló.


 


-Es que todavía no has entendido lo que tú eres para mí- fue una sola frase, pero hizo explotar el pecho de Joey. No pudo responder nada, solo respiraba y sentía su pulso acelerado. Y como no dijo nada después, empezó a preguntarse si había escuchado bien.


 


-¿Cómo?- el rubio estaba nervioso, y no sabía si lo denotaba o no. El castaño suspiró, como armándose de valor para hablar.


 


-¿Me vas a decir que no te has dado cuenta? Casi te digo que no lo puedo creer- la voz del CEO no era de reproche. Al contrario, era suave, como tratando de poner en la mesa todo lo que sentía.


 


-Hem, pues... yo...- el rubio se sintió sobrepasado. Creía entender a que se estaba refiriendo Seto, pero aún así su propia inseguridad lo atacaba.


 


-Cachorro, eres un hombre inteligente. Estoy seguro de que te has dado cuenta. Me importas y me gustas; quizás más de lo que te pueda expresar- la fija mirada ojiazul estaba clavada en la de Joey, que sintió demasiadas cosas como para poder describirlas. Quería contestarle, decirle que él también le gustaba, pero por alguna razón las palabras no salían.


 


El castaño intuyó algo, porque le sonrió.


 


-Tranquilo, todo está bien. Créeme, no espero nada de ti. Me gusta disfrutar de tu compañía, nada más. Si algo más en forma se da entre tú y yo, se seguro me pondré feliz. Pero también soy feliz cuando comparto contigo y con tus hijos, cuando salimos juntos, cuando estamos solos tú y yo- el rubio estaba sonrojado. Ya sabía todo eso, Seto se lo hacía saber a cada momento con sus cuidados y destalles. Pero aún así, escucharlo de su propia voz era algo grande.


 


Se sentía... bueno, no sabía como sentirse. Por un lado, se sentía feliz porque a él también le gustaba el castaño, y mucho. No solo por su físico; había empezado a conocerlo más y lo que había visto era fascinante para él. Por otro lado, todo lo de Duke era demasiado reciente. Y aunque estaba seguro de que no quería seguir junto al pelinegro como pareja, la verdad era que había sido su pareja durante muchísimos años, y cortar con eso le estaba costando demasiado.


 


No importaba las tonterías que había hecho Duke, como amenazarlo.


 


Además, si Joey se sinceraba por completo consigo mismo, él tenía responsabilidad en eso también. No podía culpar a Duke de todo. Bueno, de hecho sí podía. Era mucho más fácil y cómodo ponerse en plan de víctima y echarle toda la culpa de todas las desgracias de su vida. Pero también se estaría mintiendo a si mismo. Porque aunque Duke tuviera algo de enfermo emocional, la verdad es que también lo hizo feliz durante muchos años.


 


Claro, ambos tenían fallas, y más Joey por la edad que tenía cuando se juntaron. Pero aún así, Duke siempre fue atento con él como nadie antes, y lo hizo sentirse aceptado y amado a niveles que él no conocía.


 


Ahora comprendía que en algún cierto nivel, seguía amando a Duke. No quería nada con él, pero el amor que le tenía ahí estaba; escondido detrás de heridas y mucho daño, pero estaba.


 


La verdadera pregunta era, ¿estaba listo para iniciar una relación con el castaño?


 


-Hey, cachorro, regresa- la voz del ojiazul lo regresó a la realidad. Enfocó su mirada de nuevo, y vio a Seto sonreír. -Tranquilo cachorro, cenemos. Después podemos hablar si quieres, y si no te sientes cómodo con eso, no hay problema- el rubio solo asintió y empezó a comer en silencio y distraído. Una parte de él se sentía mal por eso, por no estar bien presente con Seto. Pero no es que no quisiera, sino que su mente estaba especialmente volátil en ese momento.


 


Cenaron en silencio, y Seto se dedicó a observar el lenguaje corporal del rubio. Era cierto que sabía leer a la gente, así que centró su atención en él.


 


Terminaron, y Seto juntó todo y lo dejó en la orilla del escritorio.


 


-Ven- el castaño extendió la mano hacia el rubio, quien la tomó sin dudar. Seto lo llevó hasta el ventanal desde donde se podía ver la ciudad.


 


-Wow, es una vista hermosa- el rubio pudo concentrarse de nuevo y se maravilló con lo que estaba viendo.


 


-Lo es- el castaño lo abrazó por detrás, envolviéndolo entre sus cálidos brazos, haciéndolo sentirse protegido. El rubio sonrió y luego suspiró.


 


-Seto, quiero decirte algo- el rubio no volteó a verlo; no se sentía con tanto valor. El castaño no se movió ni dijo nada, solo esperó las palabras del rubio. -La verdad es que tú también me gustas mucho; desde el principio- el rubio pudo sentir como el castaño lo abrazó con un poco más de fuerza. -Solo que no estoy seguro de estar preparado en este momento para iniciar algo contigo- contrario a lo que Joey esperaba, Seto no aflojó el abrazo.


 


-Te equivocas cachorro, nosotros empezamos ya hace unas semanas. Tenemos algo entre nosotros, y es valioso y especial para mí. No es algo del todo convencional o normal, porque así se han dado las cosas. Pero me gusta mucho esto que tenemos- el rubio se sintió contrariado, porque no estaba seguro a que se estaba refiriendo.


 


-No entiendo- el castaño lo soltó, solo para ponerse a un lado de él, con las manos en sus hombros, y verlo a los ojos. A pesar de estar solo con la luz proveniente de una puerta, pudo distinguir un brillo en los hermosos ojos azules de Seto.


-Es fácil. No somos novios, no somos pareja, no somos algo formalmente hablando. Pero tenemos algo que compartimos con constancia, que nos permite platicar, compartir, pasear... Conocernos en si. Eso, mi cachorro, es algo hermoso y valioso para mí- el rubio se sonrojó, y empezó a armar las piezas en su cabeza.


 


-¿Eso es suficiente para ti?- el castaño sonrió, levantó una de sus manos y acarició la mejilla del rubio con todo el amor y la suavidad posibles.


 


-Eso es lo que tengo, y lo agradezco y me encanta. Si las cosas avanzan y decides que quieres algo formal conmigo, yo feliz. Si no, sigo disfrutando de estos momentos- una vez más se había creado una atmósfera especial entre ellos.


 


Los ojos de Joey se llenaron de lágrimas. Por primera vez entendió que Seto no esperaba nada de él; tan solo disfrutaba de su compañía. No pudo evitarlo, empezó a llorar mientras veía al ojiazul.


 


Joey era un hombre en toda forma, pero su esencia era muy infantil. Muchas veces parecía un niño chiquito. Y después de todo lo que había vivido, no solo con Duke, sino en toda su vida, una parte de él estaba profundamente lastimada, y escuchar lo que había dicho el castaño hizo que se rompiera.


 


-Eso que me estás diciendo es muy dulce. Te lo agradezco mucho- el castaño lo atrajo hacía él y lo envolvió entre sus brazos, pegándolo a su cuerpo con firmeza y suavidad a la vez.


 


-Ya te lo dije, el agradecido soy yo. Mientras me permitas estar a tu lado, conviviendo y compartiendo contigo, me sentiré tranquilo y feliz- Joey empezó a llorar más, si es que eso era posible. Y el castaño apretó más el abrazo.


 


Con mucho cuidado y suavidad, condujo al rubio al sofá donde habían platicado. Se sentó en él, y puso a Joey recostado con la cabeza en sus piernas. Empezó a acariciar su cabello, admirándolo con amor en su mirada. Joey no protestó; le gustaba esa posición. Poco a poco fue cayendo en un profundo sueño.


 


Joey estaba agotado emocionalmente, y Seto lo sabía.


Quizás por eso se había aventurado a decirle todo lo que sentía. No con la intención de agarrarlo vulnerable y ejercer presión de algún tipo. Para nada. Más bien con la intención que Joey sacara todo eso que tenía guardado y pudiera liberarse un poco de esa pesada carga.


 


No supo cuando o como sucedió, pero el castaño también se quedó dormido mientras estaba sentado observando a Joey.


 


No fue hasta muchas horas después que el rubio empezó a despertar. Abrió los ojos con mucho trabajo, ya que el ventanal de Seto dejaba entrar bastante luz. Cuando logró enfocar, vio que el amanecer inundaba el lugar. Se veía una gama de colores preciosa, como si fuera una detallada pintura llena de vida.


 


Giró su cabeza y entonces se dio cuenta de que estaba recostado en las piernas del castaño. Se sonrojó, y se apenó bastante. Recordó entonces que el ojiazul lo había chiqueado anoche hasta quedarse dormido. ¿Habría Seto dormido sentado, con él en sus piernas, toda la noche? No pudo hacer más que sonreír.


 


De alguna manera, se sentía muy feliz con lo que había sucedido la noche anterior. Ambos se habían abierto a decirse cosas que necesitaban salir de su pecho y ser expresadas, y eso lo hacía sentirse pleno. También se sentía algo cohibido y afortunado porque Seto le había dicho que sentía algo por él. No importaba si era mínimo, lo hacía sentir bien. Y que después de toda esa plática haya dormido en sus piernas, lo hizo sonreír.


 


Se enderezó con cuidado, tratando de no despertar al anfitrión. Pero Seto estaba acostumbrado a levantarse temprano, así que no tuvo éxito en su huida.


 


-Cachorro, ¿estás despierto?- el castaño aún no abría los ojos y ya estaba al pendiente de Joey.


 


-Hola Seto, buenos días. ¿No dormiste incómodo?- el castaño sonrió.


 


-No, para nada. Dormiste conmigo, y eso me gustó- el rubio se sonrojó.


 


-Sí, pero me refiero a la posición. ¿No te duele el cuello o algo?- el castaño movió un poco su cabeza, haciendo que varios huesos tronaran para sentirse más relajado.


 


-Todo bien cachorro, ¿qué tal tú?- el castaño se estiró para sacar tensión, abriendo por fin los ojos para ver al rubio sentado a su lado.


 


-Claro, por supuesto que dormí bien, tuve una almohada excelente- ambos rieron. Luego Seto notó que el rubio miraba embelesado el amanecer. La vista era hermosa, y el brillo que emanaba el rubio con el efecto de los colores del cielo era algo espectacular.


 


-¿Qué quieres hacer hoy? Puedo tomarme el día para estar contigo- el rubio pensó por un momento, y entonces cayó en cuenta de su realidad.


 


-Espera, ¿qué hora es? Hana y Hoshi tienen escuela, quizás alcanzo a llegar- el CEO rió con suavidad.


 


-Bueno, son las 7:12 de la mañana, supongo que si estuvieras en tu casa podrías llegar a tiempo porque vives a dos cuadras de la escuela, pero tendríamos que ir por ellos a la mansión y luego llevarlos. No alcanzamos- la voz del castaño era tranquila. Joey suspiró con resignación.


 


-No me gusta que falten a la escuela, luego les cuesta algo de trabajo levantarse temprano de nuevo- el rubio estaba algo frustrado.


 


-Tranquilo cachorro. Que te parece si hacemos algo; Mokuba y Noah están con tus hijos y te puedo asegurar que están super bien cuidados y atendidos. Pasemos el día juntos, tú y yo, y ya en la tarde pasamos por ellos para ir por un helado y luego los llevo a su casa- el plan era tentador. Joey era trabajador, y no le gustaba que sus hijos se tiraran de panza todo el día. Claro que eran niños y él podía entender y empatizar con esa parte. ¿Qué opinas?- el rubio se sonrojó.


 


-No lo sé, me da algo de pena- el castaño suspiró.


 


-¿Sigues pensando que es demasiado? Creo que te hace falta entender como funcionan las cosas; como funciono yo- el rubio no entendió bien a que se refería.


 


-Hem... no te entiendo- el castaño miró directamente a los ojos del rubio, e hizo que el ojicastaño le prestara toda su atención.


 


-Joey, yo no hago nada que no quiera hacer. Aún cuando me ves aquí, en esta oficina. Aún cuando sabes que soy Seto Kaiba. Nada, te aseguro que no hago nada que no quiera hacer. Si encuentro una propuesta interesante que yo no estoy dispuesto a hacer pero tiene potencial, la acepto y la delego a alguien más. ¿Entiendes eso?- el rubio asintió, sin dejar de notar que el castaño lo había llamado por su nombre, cosa que ya casi no hacía desde que le puso ese cariñoso apodo.


 


-Sí, ¿pero qué tiene que ver eso conmigo?- casi parecía que el castaño no parpadeaba.


 


-Joey, si yo no quisiera pasar tiempo contigo, no lo haría. Si no me interesaras, no te buscaría como lo hago. Puedo ser Seto Kaiba, todo lo que soy y todo lo que eso implica, y aún así, haría todo a un lado para poder estar contigo- una vez más, se había formado una atmósfera muy íntima en esa oficina. El rubio se sonrojó con esas palabras.


 


-Yo entiendo eso, créeme que lo veo. Es solo que a veces...- no lo dejó terminar.


 


-Sigues sintiendo que es demasiado. Dime cachorro, ¿qué harás cuando te invite a dar la vuelta por el mundo? ¿Me dirás que no solo por pena?- el rubio estaba atónito. No sabía que responder. Parecía que Seto iba más en serio de lo que había pensado.


 


-Joey, que te quede bien claro; me gustas. Quiero pasar tiempo contigo. Me encantaría tener una oportunidad de hacerte feliz. Y aún así, si en este mismo momento ya no deseas volver a verme, estoy dispuesto a dejarte en paz. Si te preguntas por que, es porque te respeto, y respeto tus sentimientos. Te lo dije anoche, no me importa si no llegamos a algo concreto entre nosotros. Este tiempo que pasamos juntos es bello y maravilloso para mí. Y tampoco pienso forzar absolutamente nada contigo, ni perder el tiempo de ninguna manera. Así que, siendo quien soy, acostúmbrate a una vida grande, porque en verdad espero que seas parte de mi vida por mucho, mucho tiempo- el rubio estaba atónito. No es que no supiera que decir; es que no podía ni hablar. Los ojos estaban algo llorosos, y sentía los fuertes latidos de su corazón.


 


El castaño sonrió, evidenciando sus sentimientos, y luego atrajo al rubio a sus brazos con los cuales lo envolvió. Se quedaron ahí, en silencio, disfrutando la compañía y presencia del otro.


 


Joey pudo relajarse, y Seto sentía todo su ser vibrar mientras tenía a ese chico que le parecía tan especial entre sus brazos. Y de verdad deseaba que no fuera la última vez.


 


 

Notas finales:

Bonito día!

Hermosa noche!

 

Amor para todos!!


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