Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Liberty por RLangdon

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Para cuando la mordaza le fue retirada, Eren apenas estaba consciente de lo que ocurría. Sabía que Kenny Ackerman lo había trasladado hasta la muralla central. Habían descendido por un paraje yermo, cuya visibilidad era absorbida por altos álamos y abetos que rodeaban la zona.
 
Eren intuía que estaba siendo conducido hacia su propia muerte, aunque seguía ignorando el por qué el Rey había cambiado de parecer tras haber sido emitida la resolución del juez del distrito.
 
¿Qué había hecho mal hasta entonces?
 
Había obedecido a Levi en todo. Cumplía con el programa de entrenamientos, lo mismo que mantenía aseada la estructura dónde residía. Procuraba no quejarse demasiado cuando Hanji le hacía todas aquellas pruebas tras haberlo pinchado con aquella sustancia rara que lo dejaba terriblemente idiotizado.
 
Dejó de remover sus manos contra las cuerdas cuando el sopor se volvió más profundo.
 
Los estragos de la inyección se volvían más latentes, oprimiendole e inutilizando sus funciones motoras.
 
Era como ir cayendo dentro de uno mismo. Como si de repente empequeñecieras dentro de tu propio cuerpo y te deslizaras hacia las tinieblas de lo desconocido.
 
Las articulaciones entumeciendose.
 
La consciencia desconectandose.
 
Los pensamientos opacandose.
 
Las emociones marchitandose.
 
—Llego la hora de demostrar que no vales nada.
 
La sentencia de Kenny resonó en algún sitio lejano, un plano ajeno al que la mente de Eren residía actualmente.
*
 
Mantuvo los ojos cerrados hasta oír el suave chirrido de la puerta de los dormitorios. Solo hasta entonces Krista apartó la sábana que la cubría y abandonó la cama para ir detrás de su compañera.
 
Al igual que la vez pasada, titubeó en salir para dirigirse al sector de entrenamiento destinado a los soldados más fuertes de su respectivo escuadrón.
Krista quería convencerse a sí misma de que no se trataba de un simple sueño. Tenía que ratificar que todo era real.
 
Bajó cuidadosamente los peldaños de piedra y se ocultó tras las cajas apiladas de armamento para poder observar mejor el inmenso cubo de rejas metálicas.
 
"Una jaula"
 
Fue lo primero que le vino en mente. Una jaula construida sobre una especie de plataforma de granito con dos rampillas a los costados.
 
Krista ahogó una exclamación de asombro cuando vio a Reiner Braun entrar en el enrejado del extremo contrario. Sabía lo que venía a continuación pero ello no evitó el malestar que se produjo en su estómago una vez que ingresaron a quien sería su contrincante.
 
Un hombre fornido de la mediana edad, de escaso cabello castaño, entrecano y barba espesa que aún portaba el uniforme de su patria.
 
Los ojos azules siguieron atentamente los movimientos del rubio al introducir deliberadamente una jeringa en su brazo previamente anudado con una liguilla.
 
Era exactamente lo mismo que Ymir había hecho cuando decidió bajar la primera vez. Por ello Krista sabía lo que vendría a continuación.
 
Restregandose las manos con ansias, retrocedió un paso. Un vacío se instaló en su estómago cuando unos brazos la sujetaron a su espalda por los codos.
 
—¿Qué estás haciendo aquí?
*
 
Ante el primer golpe, su cuerpo se sacudió. El segundo puñetazo lo envió un par de metros hacia la derecha del enrejado. Al tercero trastabilló violentamente antes de caer de espaldas con un ruido seco que retumbó en sus oídos, primero como un chasquido, luego como un zumbido punzante y persistente que se mezcló con las bulliciosas ovaciones de las siluetas difusas que debían ser los espectadores.
 
Con la vista fija en una de las columnas superiores de la jaula, Eren trató de mover un brazo antes de que una náusea trepara por su garganta hasta convertirse en un estallido sanguinolento de saliva que se deslizó fuera de su boca, empapando barbilla y cuello. Una segunda regurjitacion se presentó a los pocos segundos, pero está vez Eren pudo contenerla al doblarse y quedar sentado en una torpe postura que evidenció su propio mareo y malestar físico. Sus extremidades pesaban una tonelada y no podía controlar sus propios movimientos. Era como un muñeco de trapo a merced de un adversario que ni siquiera era capaz de enfocar.
 
—¡Eren!
 
Al enroscar sus dedos en el enrejado, tuvo la absoluta certeza de que aquel grito lejano no se trataba de ninguna alucinación auditiva, producto de los golpes previamente recibidos. No. Eren conocía sobradamente la voz grave y autoritaria del líder de su escuadrón. Al principio creyó haberlo imaginado, pero cuando la voz se abrió paso entre la muchedumbre de sombras hasta casi llegar a la jaula, pudo reaccionar y conectar los hechos.
 
—¡Levántate...Es una orden!
 
Con la mirada ausente, Eren negó, conteniendo el reguero de gruesas lágrimas que luchaban por abrirse paso. No podía articular una sola palabra, no dominaba su cuerpo, ni era dueño de si mismo. Se sentía atrapado en un contenedor hueco. Su consciencia flotando en el vacío y su cuerpo suspendido y siendo tironeado en varias direcciones al mismo tiempo.
 
¿Cómo escapar de esa trampa?
 
¿Cómo liberarse de las reacciones secundarias del medicamento que le habían inducido en ese trance?
 
No podía huir, gritar o defenderse. Estaba apresado, tanto física como mentalmente.
 
"No puedo hacerlo"
 
—¡No te des por vencido, Eren!— ahora era la voz de Hanji, alzándose por encima de las otras.
 
Un dolor agudo se expandió por su hombro izquierdo al hacer amago de levantarse. No sabía ni cuánto tiempo llevaba ahí dentro.
 
Sus pensamientos se vertían en una nube de neblina cada vez que trataba de concentrarse.
 
Solo era capaz de hilar una cosa a la vez.
 
"Voy a morir"
 
De pronto recordó su primer día en la milicia. Sus primeros fracasos al intentar adaptarse en un lugar crudo que no admitía fallas de ningún tipo.
 
Pensó fugazmente en Mikasa y su insistencia por permanecer a su lado a pesar de los peligros. En Armin y su incondicional lealtad por quedarse con ellos y ser un soporte ante las tragedias que vez tras vez azotaban sus vidas.
 
El rostro de sus compañeros desfilaba por su mente y se iba difuminando rápidamente a medida que intentaba aferrarse a sus recuerdos.
 
Sasha con su insaciable apetito.
 
Jean con su perenne terquedad por llevar la contra.
 
Ymir y su hostil e implacable conducta.
 
Connie junto a sus perseverantes deseos por superarse.
 
Krista siendo carismática y desbordando empatía con todo el mundo.
 
Reiner y Bertolt con su fortaleza e inestimable lealtad hacia el otro.
 
Annie junto a su misterioso pasado y hermético desenvolvimiento en el grupo.
 
—¡¿Vas a permitir que la muerte de tu madre sea en vano?!
 
La exclamación de Levi llegó a través de una punzada ascendente que fue extendiéndose por todo su ser.
 
Su madre. Había sido la muerte injusta de su progenitora aquello que le había impulsado a unirse a la milicia en primer lugar.
 
Quería poner fin a las injusticias. Soñaba con frenar el dolor del resto de Eldianos al parar con esa absurda guerra, y sobre todas las cosas, deseaba ser libre.
 
El simple hecho de levantarse le valió al menos cuatro intentos. Del otro extremo de la reja le llegó la risa sardonica de Kenny. Pero no era Kenny Ackerman quien se hallaba a solos unos pasos de distancia.
 
No había sido Kenny quien le había golpeado, sino otro sujeto que Eren no logró enfocar hasta pasados unos minutos.
 
Se trataba de un joven alto, de tez pálida y largos cabellos dorados. Su porte delgado reflejaba más bien vulnerabilidad, más no así la expresión de odio que le dedicaba.
 
Difícilmente Eren se fijó en el uniforme que portaba. Se trataba de un traje en tono perla de tres piezas que exhibía gruesas manchas ocres irregulares. Aquella indumentaria cubierta de sangre se le antojó vagamente familiar pero no pudo asociarlo con nada hasta que Hanji se encaramó en la reja a sus espaldas para hablarle.
 
—Es el enemigo, Eren— le aclaró con desespero—. Su nombre es Willy Tibur y fue el encargado de dirigir el ataque de hace tres años.
 
La mandíbula de Eren se tensó ante el recuerdo de los escombros de su antiguo hogar. La vida de su madre y la de los demás Eldianos siendo aplastada sin misericordia.
 
Solo eran ganado conducido hacia el matadero. Año tras año.
 
Sus puños se cerraron por inercia, pero sus recuerdos y pensamientos volvían a encarrilarse.
 
"Lucha"
 
No supo si aquella exclamación de aliento provino del Capitán o de si mismo. Sus extremidades que antaño estaban inutilizadas, comenzaron a recuperar su movilidad.
 
Era la sed de venganza y las ansias por hacer justicia lo que le impulsó a moverse.
 
Primero adelantó la pierna izquierda y apoyó su peso en la derecha. Los puños ascendieron hasta la altura de su rostro.
 
"Lucha"
 
La expresión deshecha de Mikasa y Armin al perder a sus seres queridos se atravesó en sus recuerdos, lo mismo que el dulce rostro de su madre resquebrajandose al sucumbir ante una muerte inminente y violenta que no debió haber sucedido.
 
Y él...
 
Había sido débil. Demasiado débil y pequeño para hacer nada.
 
Cuando Willy Tibur se acercó con pasos seguros para retomar la contienda, Eren lo pateó con todas sus fuerzas a la altura de la nuca.
 
Su empeine impactó con todo el coraje, la furia y la fuerza de quién se sabe a merced de la desesperación. Aquel movimiento de combate lo había aprendido de Annie, pero fue gracias al aliento del Capitán y Hanji, así como de los recuerdos de sus amigos, que pudo llevarlo a cabo.
 
El embate propició que su enemigo se desplomara a sus pies. Después el mismo Eren sucumbió a la negrura tras llevar su cuerpo al límite.
*
 
En lúgubre silencio, entró a la habitación. Fue hasta la camilla dónde yacía Eren y contuvo un resoplido de disgusto al ver la sonrisa burlona de Hanji, quien se encargaba de administrarle por vía intravenosa un fármaco psicoactivo para el dolor
 
—Para ser un obsesivo de la limpieza, debo admitir que es un milagro que sigas aquí— comentó, retirando la aguja poco a poco antes de arrojarla al cubo de los desperdicios. 
 
Levi se cruzó de brazos y chasqueó la lengua como si no le importara en lo absoluto lo acertado del comentario. 
 
Tecnicamente ya no tenía nada que hacer allí. De alguna manera Eren se las había apañado para salir victorioso de un encuentro de muerte súbita concretado por la corte real del distrito. Una pelea cuerpo a cuerpo en la que pretendían emplear al chiquillo como conejillo de indias. Lo sorprendente del caso no había sido que Eren sobreviviera, sino el hecho de haber salido por cuenta propia de los severos efectos secundarios que traía consigo la medicación que día a día le administraban. 
 
Aún se le aceleraba el pulso al recordar aquella mirada asesina de Eren cuando logró tenerse en pie para devolver el daño. Como contemplar a un demonio con ganas de pulverizar todo a su paso. 
 
—No pienso quedarme— explicó, dirigiendo una mirada neutra hacia el muchacho que dormía profundamente. Horas atrás habían tenido que entablillarle el brazo y desinfectarle los golpes. De haber continuado más tiempo en el encuentro, seguramente Eren no habría sobrevivido. 
 
—Ya lo sé—dijo Hanji con una sonrisa más amplia—. Lo que quieres saber es cuando será trasladado Eren al sector de Rose para poder tener la consciencia tranquila— la burla era obvia y resonaba en cada una de sus palabras, pero Levi, acostumbrado a semejante exhibicionismo, hizo caso omiso al tono para acercarse otro paso a la camilla. 
 
Habían sacado a Eren de la jaula luego de que el prisionero de guerra y segundo conejillo de indias no volviera a levantarse y, minutos más tarde, fuera declarado muerto. El edicto de la carta de Fritz claramente estipulaba que el ganador del enfrentamiento podría salir indenme de Chikagai. En teoría Eren estaba a salvo de momento. 
 
—¿Sería posible que la valía de Eren fuera a causa de nosotros?— preguntó Hanji, esperanzada, sonrojada y con los ojos más brillosos que nunca. Levi iba a contradecirla pero ella no esperó para seguir con su soliloquio—. Debemos ser muy importantes para él si fue capaz de dominarse para defenderse de Tibur...Eh, pero ¿De qué forma podrías ser importante, Levi?— rió encantada de la expresión de desconcierto del susodicho—. Ciertamente salvaste su vida aquella vez, pero también lo golpeaste sin compasión y has sido muy estricto con los entrenamientos. 
 
—Considero impertinente que deliberes estando Eren dormido—la interrumpió Levi finalmente, echándose a andar hacia la salida. Aún no llegaba a la puerta cuando la silueta delgada de una imponente dama rubia trajeada le cerró el paso. 
 
—Mucho gusto— inició su presentación oteando a los presentes—. Mi nombre es Yelena y a partir de ahora formo parte integral de los ejercicios de formación y pruebas médicas del sujeto de prueba número catorce, Eren Jaeger. 
 
Con cierta hostilidad, Levi arqueó una ceja mientras le sostenía la mirada sin afán alguno de moverse. Una novedad más. Aquello no figuraba en la carta.
 
Y la sonrisa en extremo tirante y forzada de Yelena no auguraba nada bueno.
 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).