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Circunstancias coloridas por 1827kratSN

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—Me puedes explicar de nuevo, ¿por qué te autoinvitaste a cuidar de mí?

—Creí que fue parte del trato —Reborn sonrió de lado— después de todo, soy de los pocos que saben de tu cirugía.

—Reborn —Tsuna suspiró— contraté a alguien para que cocinara, es todo lo que necesito por ahora.

—Error —se sentó junto al castaño—. Tus cuidados deben ser especiales, la cirugía no fue una broma.

—Solo te estás aprovechando de la situación.

—Puede ser, y no tiene nada de malo.

—Llamaré a un amigo.

—No lo harás, conmigo es suficiente.

—¿Y tus estudios?

—Vacaciones —sonrió—. No te puedes librar de mí, Tsuna.

Tsuna se sentía incómodo por equiparar el tiempo preciado de descanso de Reborn, lo hacía sentirse inútil, por eso no pidió ayuda a uno de sus amigos, como Enma, o a su madre. Pero al mismo tiempo era lindo sentir que se preocupaban por él. Antes de eso no había pensado en lo solo que se sentiría durante todo el periodo de descanso que debería tomar.

—Tus medicinas.

—Muchas gracias, Reborn.

—No agradezcas, esto forma parte de mis labores como tu enfermero personal.

Tsuna rio bajito por tal ocurrencia.

—¿Ahora eres enfermero? ¿Y qué pasó con la labor de médico?

—Puedo ser lo que quiera ser.

Los primeros días se la pasó durmiendo por las medicinas, así que no tuvo mucho que compartir con Reborn, y aun así este parecía muy cómodo viviendo con él. A veces cuando despertaba, lo veía leyendo alguna cosa, revisando investigaciones en internet, pero eso duraba apenas un momento antes de que Reborn se diera cuenta y se acercara para platicar un rato, antes de que Tsuna tomara sus medicinas y se durmiera de nuevo.

—Dime que no quemaste algo.

—No quemé nada —Reborn rodó los ojos—, ¿por quién me tomas?

—A cualquier se le puede quemar algo.

—A mí no.

—Uy sí.

Se gastaban bromas a veces, platicaban de sus vidas, miraban televisión juntos, o simplemente se quedaban en silencio mientras poco a poco se quedaban dormidos.

—Reborn, ¿te puedo preguntar una cosa?

—Sí.

—¿Cómo supiste que deseabas ser médico?

—Quería ser el mejor y demostrárselo al mundo. No hallé mejor forma que salvar gente y jactarme por ello.

—¿Por qué no me sorprende?

—En tu caso… ¿por qué no elegiste algo?

—Yo lo elegí —Tuna sonrió—. Quería ser fotógrafo.

—¿Y por qué no?

—Porque no tenía recursos para adquirir lo que necesitaba, porque fallé en el examen de admisión, y porque… me ofrecieron un trabajo con el que podría subsistir.

—¿Y por qué no intentar de nuevo?

—Ya estoy viejo, Reborn —rio bajito—, ya es tarde para mí.

—Nunca es tarde.

—Además, no creo que sea bueno en eso de la fotografía.

—¿Bromeas? —Reborn miró al castaño—. Vi todas las fotos de tu familia, debo suponer que las tomaste tú, ¿verdad?

—Sí.

—Tienen un encanto muy singular… Brindan calidez apenas las ves y pocos pueden lograr eso.

—Haces que me sienta mejor. No lo hagas o me lo creeré.

—Ey, por qué no.

—Reborn —sonrió.

—Qué tal si lo intentas al menos, quién sabe… Tal vez puedas hacer algo.

—No.

—Vamos, insisto.

—Lo pensaré.

Y es que Tsuna tenía ese sueño apagado desde hace tanto tiempo. Revivirlo sería un arma de doble filo, porque si triunfaba sería feliz, pero si fracasaba se hundiría en una depresión peor que la que sentía desde hace años.

No quería volver a sentirse fracasado.

Pero después veía a Reborn y ese entusiasmo en seguir una carrera casi eterna donde no dejabas de aprender, lo veía leer muy concentrado, revisar apuntes, planear lo que hará después de graduarse, planear la fecha exacta donde haría su internado o el tiempo que le tomaría aprender lo uno y lo otro.

Se contagió de aquella vivacidad.

—Creo que puedo intentarlo.

Lo dijo una mañana, cuando ya podía levantarse para desayunar en la mesa junto a Reborn.

—Así se haba, Tsuna.

—Tal vez pueda tomar el examen de admisión o solicitar una beca, no lo sé.

—Estoy seguro que lo logrará.

—Lo intentaré.

—Es una promesa entonces.

—Lo es —rio bajito.

—Entonces te mereces esto.

Reborn sacó algo del bolsillo de su saco, un sobre blanco y lo ondeó frente al extrañado castaño. Pronto mostró el contenido y sonrió de lado al mostrar dos anillos exactamente iguales, de plata, con algunos detalles plasmados.

—No me voy a casar contigo.

—Aun no es tiempo para eso —Reborn sonrió confiado—. Por ahora, son anillos de promesa.

—¿Eso existe?

—Existe desde ahora —mostró uno de los anillos y lo extendió hacia Tsuna—. Es tuyo.

—Planeaste esto, ¿en serio?

—Usarás este anillo para recordarte tu sueño de ser fotógrafo profesional… Y yo usaré este —mostró el suyo— recordándome que debo ser el mejor cirujano.

—Estás loco.

—Es mi forma de presionarte todos los días.

—Eres un niño extraño.

Pero a pesar de las burlas, Tsuna se colocó el anillo en el dedo medio, donde calzó adecuadamente. Lo miró con una sonrisa, y después se burló por aquel juego que Reborn había armado.

Aun así, le pareció un detalle adorable. 


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