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Circunstancias coloridas por 1827kratSN

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—Reborn, vas al supermercado mañana, ¿verdad?

—Sí.

—¿Puedo pedirte algo?

—Si es fácil, sí.

—¿Puedes pasar por la pastelería a tres cuadras del super y traer bocadillos? —sonrió—. Después de tanto cuidado, creo que merezco una recompensa y tú también.

—No soy muy aficionado al dulce y lo sabes.

—Lo sé, pero será un buen acompañante para un café o un té, ¿no lo crees?

—Está bien.

Reborn ignoró los mensajes que resonaron en su celular desde la mañana, porque estaba más concentrado en que faltaban apenas tres días y un poco más para que Tsuna fuera a revisión, le quitaran los puntos y regresara a trabajar con las debidas precauciones.

Se le agotaba el tiempo.

Porque no habría más excusa para quedarse en el departamento de Tsuna, tal vez podría alargar la estadía un par de semanas a lo mucho, hasta que iniciara el nuevo ciclo de estudios y su residencia abriera de nuevo. Y entonces volvería a ser simplemente el estudiante que trataba a Tsunayoshi.

Debía hacer algo.

Dar un paso para que Tsuna entendiera que iba en serio con lo de gustarse.

Estaba frustrado.

Su rostro no debía ser de lo mejor en ese día, su malhumor se percibía desde la distancia, y agradeció eso para que ningún idiota intentara pasarse de listillo en ese día, o que siquiera alguna astuta intentara coquetearle como solía pasar. Así pudo hacer las cosas rápidamente e ir en busca del antojo de Tsunayoshi.

—¿Por qué me es tan difícil dejarle en claro que me gusta de verdad?

Se recriminaba a sí mismo en su travesía, pero no hallaba respuesta y preguntarle a alguien más sería admitir que estaba fallando. Su ego no le dejaba afrontar esa triste realidad.

Así que después de averiguar los ingredientes de los bocadillos, evitando algo demasiado pesado para Tsuna, decidió sentarse en medio del parque para pensar. Lamentablemente no sirvió de mucho, por primera vez se quedaba en blanco ante una cuestión tan sencilla como era conquistar a su chico castaño.

—Estoy en casa.

—Te demoraste más de lo que creí —Tsuna sonrió—, pero está bien, me dio el tiempo que necesito.

Tsuna giró un poco para mostrar lo que ocultaba a sus espaldas, su sonrisa se amplió cada vez más, hasta que se escuchó una risita sutil y agradable brotar.

Reborn elevó una ceja al ver un pequeño pastel con glaseado de colores, adornado con pequeñas galletas, una vela en medio, y una escritura bien definida que lo felicitaba.

—¡Feliz cumpleaños!

Quedó un poco perdido, embobado también por ver aquella bonita escena de película cursi, pero después se concentró un poco y lo procesó. Ni siquiera sabía la fecha en la que estaba.

—No seas aburrido y al menos di algo, Reborn —Tsuna se acercó más—. Me tardé en elegir el diseño y el relleno. Me esforcé para sorprenderte.

—Estoy sorprendido.

—No me digas que olvidaste tu propio cumpleaños.

—Eh...

—¿En serio? —rio bajito—. Reborn, hoy es tu cumpleaños. ¡Felicidades!

Poco faltó para que dejara el estupor y tomara en sus manos aquel detalle para no dejar que Tsuna hiciera mayor esfuerzo, obvió las quejas del castaño y solo dejó el postre en el comedor. Porque necesitaba sus dos brazos para aprovecharse un poquito.

—Gracias.

Susurró en el oído del castaño cuando lo abrazó, rodeándolo por completo y pegándolo a su cuerpo hasta percibir el suave perfume que Tsuna solía colocarse después de ducharse. Se quedó así un rato, disfrutando de ser correspondido con gentileza, y sonriendo al ver el rubor que de pronto se formó en aquel rostro.

—Hay más.

—Oh, ¿en serio?

—Te compré algo.

El castaño parecía un niño emocionado cuando se alejó a buscar el obsequio y volvió con un largo paquete envuelto en papel de colores. Lo entregó con la misma ilusión, como si el regalo fuera para el propio Tsuna antes que para Reborn.

—Ábrelo, ábrelo.

Reborn lo abrió despacio, sin entender bien lo que descubría, tratando de darle forma al muy extraño animalito de felpa que al mirarlo bien parecía tigre alargado y sin relleno.

—Gracias… creo.

—Es una funda para tu estetoscopio —Tsuna explicó entre risitas—. Lo vi en internet y tuve que comprarlo para ti.

—Es una… ¿qué?

—Es una funda para que adorne a tu estetoscopio y no parezca una herramienta de tortura. Si tienes un niño como paciente, te servirá.

—¿En serio me regalaste esto?

—Eres médico, supongo que usarás un estetoscopio alguna vez… ¡Y para eso es la funda!

Reborn soltó una carcajada mientras le hallaba forma a aquella cosa, divertido por tal ocurrencia, y a la vez sintiéndose muy especial por haber sido tomado en cuenta de esa forma.

—Solo quieres que se burlen de mí.

—Eso sería un extra —Tsuna rio—. Pero estoy seguro de que alguna vez te servirá.

—El día en que eso pase, te besaré.

—No me amenaces, niño.

—Gracias —Reborn sonrió—. Es un obsequio especial.

—Ahora hay que comer algo para celebrar, porque tal vez después tus amigos te lleven a festejar también.


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