—Ha llegado el día.
—¿Me anestesiarán?
—No.
—Demonios —Tsuna entró en pánico cuando el médico le mostró los instrumentos con los que le quitarían los puntos.
—¿Quieres tener los honores? —el doctor miró a Reborn y señaló los instrumentos.
—Claro.
Tsuna estuvo de acuerdo, pues de todas formas solo se debía retirar los puntos. Nada más. Y aun así, el miedo no se le fue de los huesos al ver que los guantes estaban colocados y las pinzas listas.
—Tranquilo, es como compartir pasatiempos —bromeó.
—No hagas que me arrepienta de esto, Reborn.
—Si quieres me puedes ayudar.
—¡No voy a compartir tus hobbies de médico!
—No te va a doler, deja de quejarte.
Y no dolió tanto como lo creyó. Fueron solo jalones que le incomodaron en la piel, pero que le espantaron a tal punto que casi suplicó salir del hospital y jamás volver. Obviamente eso no sería posible, porque tenía revisiones periódicas, pero por lo menos logró salir de ahí con vida y sin más que una cinta extraña que cubriría su herida por un tiempo más.
Estuvo más relajado cuando pudo sentarse en una banca para mirar el cielo.
Reborn lo alcanzó poco después, pues se quedó rezagado charlando con el médico, pero como siempre adivinó lo que haría el castaño y simplemente caminó despacio hasta que se pudo sentar junto a este.
—No fue tan malo.
—Reborn, en serio, no quiero hablar de tus hobbies raros ahora. Estoy superando un miedo más en mi vida.
—¿Y qué tal esto?
Reborn levantó una pequeña cámara digital que había traído porque en la mañana tuvo una grandiosa idea. Previendo el pánico que Tsuna tendría, quiso hallar algo con lo que calmarlo y la fotografía era perfecta para eso.
—Muéstrame qué tan bueno eres con la cámara.
Tsuna sonrió.
—Bonita cámara, ¿cuándo la compraste?
—El día siguiente a cuando te di el anillo de compromiso.
—No es un compromiso, es una promesa.
—Para mí es lo mismo —Reborn cedió la cámara—. Pero ahora lo importante eres tú.
—Solo quieres tomarte una fotografía conmigo para que la coloque junto al resto en mi departamento.
—Sí, no lo negaré.
—Está bien —sonrió—. Te lo has ganado… por cuidarme tanto.
—Es un placer para mí.
—Será una selfie —Tsuna encendió la cámara—. Acércate para que ambos salgamos en la fotografía.
—Me gusta este hobby —se abrazó al castaño—. Podemos compartirlo siempre que salgamos juntos en las fotografías.
—Solo sonríe, tonto.
Fue la primera fotografía de ambos, pero no sería la última.
Vendrían muchas más, una tras otra, las más bonitas incluso serían enmarcadas y exhibidas con cariño en la entrada al hogar del castaño. Reborn se enorgullecería de cada imagen y se jactaría de un triunfo más.
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