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Circunstancias coloridas por 1827kratSN

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Sintió una punzada cuando Reborn le dijo que sus vacaciones estaban a punto de terminar. Fue extraño, porque a pesar de que esa sensación se asemejaba mucho a la tristeza, era muy distinta a lo que sintió tantas veces al ver a sus amigos partir.

—Seguro que estás feliz por regresar a tu propio departamento.

—¿Por qué supones eso?

—Bueno, solo has estado aquí para cuidarme, y lo agradezco mucho —Tsuna sonrió—. Pero supongo que extrañas tu propia privacidad.

—En parte tienes razón, pero por otro lado… Ya no podré ver tu rostro confundido y adormilado en las mañanas.

—Debo ser un horror en las mañanas.

—No.

—No mientas.

—No lo hago.

Tal vez desde ese punto sus pláticas se volvieron un poco más tranquilas y un poco nostálgicas, como si se prepararan para la separación. Y es que de verdad se estaban despidiendo, porque vivir juntos fue un gran cambio al que se acostumbraron demasiado rápido, y dejar aquello tan de repente sería un poco… triste.

Tal vez por eso un día Reborn le dio una flor, un tulipán para ser precisos, de un color blanco muy bonito, excusándose en que encontró a una chica vendiendo aquello a la salida del supermercado. Tsunayoshi la tomó encantado, fijándose en todos los pétalos y el tallo fresco, no tardó en hallar un florero de cristal para hidratar la flor y dejarla como un adorno de la mesa del comedor.

—Así que te gustan las flores.

—Claro que sí, ¿a quién no le gustaría? —Tsuna le tomó una fotografía con su celular—. Las flores tienen muchos significados y mamá solía decir que traían armonía a un hogar.

Reborn festejó en silencio, manteniendo su rostro sereno e impasible, casi malhumorado, para ocultar aquella dicha casi infantil porque por fin encontró algo con lo que empezar a atacar de forma más directa.

Y aunque él no tenía idea de plantas, mucho menos de flores, rondó las calles alrededor del supermercado o la pastelería para encontrar el mejor lugar donde adquirir aquellas cosas que tenían un toque muy bonito.

Y aunque fuera muy estúpido y repetitivo, empezó a comprar solo tulipanes, los más bonitos que encontró obviamente, uno por cada día que tenía por delante antes de irse de casa del castaño.

No importaba si era un detalle muy simple, a Tsuna parecía gustarle mucho.

Un día compró un tulipán blanco, en otro un púrpura muy suave.

Los iba alternando hasta que un día cambió a un rosado que le pareció agradable y que reemplazaría las flores que no se conservaron bien en casa del castaño.

—No duran demasiado —Reborn miró la nueva flor marchita.

—Es lo malo de las flores, su vida es muy corta. Es triste.

Por eso, y el día en que debía irse de aquel departamento, mientras en su izquierda sostenía la maleta con sus pertenencias, Reborn le mostró un obsequio especial.

—Este tulipán no se marchitará.

—¿Por qué? —Tsuna tomó la flor con cuidado.

—Será eterna si así lo quieres.

—¿Y por qué… es un tulipán rojo?

—Me identifico con su significado.

Reborn mintió, en realidad no tenía idea de que las flores tenían significado, y mucho menos había revisado algo por el estilo. Solo eligió el rojo porque era el único a disposición cuando halló la imitación en plástico de aquella flor.

—El significado.

Tsuna miró un ratito la flor envuelta en papel brillante y adornada con un bonito listón, fijándose en que era plástico y por eso duraría cuanto deseara.

Y se dio cuenta.

—Quise darte este detalle pues es mi último día aquí, y ha sido muy agradable cuidarte, Tsuna.

No pudo evitarlo.

Tsuna sintió la sangre subírsele al rostro y sin poder evitarlo sus mejillas adquirieron un tono rojizo parecido al de la flor que sostenía entre sus manos.

Reborn miró extrañado el suceso, sin entender qué hizo bien como para que aquel castaño despistado le mostrara una reacción tan vistosa y bonita.

—Tsuna…

—Gracias por todo —logró pronunciar con la voz temblorosa—. Cuidaré de la flor.

—Ah… ¿sí?

—Ya debes irte, ¿verdad? —sus manos le temblaron por la vergüenza—. Perderás el tren.

—Supongo —Reborn no quiso presionarlo, solo le sonrió—. Nos veremos otro día, Tsuna.

—Sí.

Y escuchó la puerta cerrarse.

Era obvio que algo hizo bien, pero no sabía qué.

Pensó en los recientes hechos y no halló nada claro, hasta que recordó que las flores tenían significado. Y cuando tuvo la oportunidad navegó buscando algo sobre colores y los tulipanes… solo para darse cuenta que se había confesado sin darse cuenta.

Porque le dijo que era un alma pura y gentil, que era noble, que le expresaba un apego especial relacionado con el cariño, y finalmente, con el último tulipán, le expresaba un amor romántico igual de eterno como el plástico que conformaba cada detalle.

—Soy mejor de lo que creí —se jactó.

La ironía.

Sin saber, las flores terminaron por demostrarle al castaño lo que tantas veces quiso transmitir con palabras o acciones.


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