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Circunstancias coloridas por 1827kratSN

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Un clic tras otro, siendo precavido de donde se colocaba y si impedía a otra persona mirar el espectáculo que decenas desearon presenciar.

Se mezcló con los fotógrafos autorizados, hasta se quitó el saco para que su camisa de blanca tela similar a la de los otros se volviera su disfraz.

Estaba tan emocionado.

Cuando escuchó el nombre de Reborn, sonrió y disimuladamente saludo al azabache que galantemente le devolvió la sonrisa y con paso casi perfecto se dirigió a recibir su diploma. Le tomó fotografía tras fotografía con aquella cámara que fue un regalo especial, y sonrió cuando Reborn se giró para darle el mejor ángulo y mandarle un beso después de un guiño coqueto que cualquier pudo imaginar que era para sí.

Pero era para Tsunayoshi, el castaño que solo rio bajito y siguió infiltrado.

Con rapidez se apartó del tumulto de camarógrafos para sentarse en algún sitio vacío y esperar a que la ceremonia terminara, revisó las imágenes y escogió las que imprimiría para acomodarlas como retrato. Estuvo tan concentrado que no se dio cuenta del momento en que todos se quedaron callados y la ceremonia terminó.

—¿Qué miras tanto?

Se llevó un gran susto cuando Reborn le tocó la mejilla, y se sostuvo el pecho.

—No hagas eso conmigo. Sabes que tengo el corazón frágil.

—Es hora de irnos.

—Déjame ver tu…

Pero antes de que siquiera reaccionara, Reborn tiró suavemente de su cintura para acercarse y plantarle un beso en los labios. Un beso tierno, tal vez algo prepotente y exhibicionista, pero agradable. Aun así Tsuna solo pudo pensar en que estaban en medio de tantas personas, muchas de ellas compañeros del propio Reborn.

—¡Ey! —lo empujó cuando pudo reaccionar.

—Que sería de este día sino puedo presumir.

—Si no te has dado cuenta, ya presumiste bastante antes del beso —le recriminó aun con las mejillas encendidas—. O no es cierto, señor Reborn, el mas destacado estudiante de esta generación.

Pelea de pareja que solo atrajo más miradas, burlas a lo lejos, y comentarios.

Tsuna odiaba tanta atención.

Y fue peor cuando los amigos más cercanos del nuevo médico se acercaron para conocer al fin al bien llamado “amor de la vida” de aquel presumido. Se vio ante tantos rostros que se mareó y no pudo memorizar nombres, intentó ser educado y responder a las dudas que llegaban de dos en dos hasta que finalmente Reborn intervino.

—Busquen su propia pareja y dejen a la mía en paz.

—Qué grosero eres.

—Solo queríamos saber quién te aguanta con ese carácter de mierda que tienes —se burlaron.

—Pobrecito.

Tsuna terminó riéndose porque aquellos chicos en serio le hacían burla a Reborn, qué osados, por eso pidió que todos se tomaran turnos para tomarse la fotografía del recuerdo y ofreció entregar las imágenes personalmente sin costo alguno. Lo hizo solo para molestar a Reborn un poquito.

Reborn se lo llevó en cuanto tuvo oportunidad.

Y a pesar de que habló con un par de profesores suyos, jamás soltó la mano del castaño y muy orgulloso lo presentaba como su novio. Tsuna ya no podía sentir sus mejillas, porque se las restregaba constantemente en un intento inútil por alejar su sonrojo.

Se sentía feliz de verse amado, pero al mismo tiempo se abrumaba con ello.

—¿Por qué no me sorprende que me trajeras a un restaurante?

—No sé tú, pero yo tengo hambre.

—Siempre tienes hambre.

—Sí —Tsuna se encogió de hombros—. Además quería una mesa para darte esto.

Rápidamente abrió la maleta que contenía su cámara y que en su compartimento extra guardaba una bolsita que lamentablemente se arrugó bastante.

—Es un regalo por tu graduación.

—Gracias, pastelito.

Reborn rio por la mueca que Tsuna hacía al intentar no sonrojarse, aunque era inútil. Abrió el regalo con tranquilidad y entre papel de colores encontró una botella de perfume de una marca bastante fina.

—Elegí ese aroma porque es fuerte y muy distintivo —explicó Tsuna—. Es fresco como la menta, pero no es eso… y sinceramente no recuerdo lo que me dijo la vendedora.

—Me gusta.

—Así ni tus compañeros te opacarán.

—Oh, pensaste en todo.

—Sé que te gusta destacar, y solo quise hacerte feliz un ratito.

—Entonces dame un beso.

—Tal vez después.

Pero Reborn no opinaba igual, y aunque tuvo que levantarse y estirarse sobre la mesa, depositó dos y más besitos como pequeños roces mariposa sobre la piel de Tsunayoshi. Porque era su graduación y nadie le iba a quitar la dicha de festejar.

—Felicidades, Reborn —susurró Tsuna.

—Espero con ansias tu graduación también —sonrió al sentarse correctamente.

—Tardaré bastante, así que espera sentado, querido.

Tsuna acarició el anillo que cambió a su dedo anular, y con vergüenza sonrió cuando Reborn besó el propio sin dejar de mirarlo.

Así eran ellos dos.


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