En cuanto Haru volvió del trabajo y entró a su hogar percibió el aroma de Rin invadiendo el lugar, era evidente que su celo inició y hacía todo lo posible por atraerlo pues lo siguiente que sintió fue a Rin aferrándose a él.
—¿Estuviste pensando en mí todo el día como dijiste? —daba pequeños besos sobre su cuello mientras se pegaba a él—. Me hiciste falta, mucha.
—Sí, pensé en ti todo el día —cerró la puerta mientras lo abrazaba también, apenas lo dejaba caminar y no parecía tener intenciones de moverse—. Rin, al menos déjame alejarme de la puerta.
Apenas pudo avanzar unos centímetros antes de que Rin comenzara a besarlo, era mucho más intenso que de costumbre y ni siquiera le daba tiempo para poder reaccionar a lo que hacía. Ni siquiera supo en que momento lo arrastró hacia la habitación haciéndolo caer con él sobre la cama.
—Espera Rin —veía el brillo dorado en sus ojos mientras intentaba desvestirlo, y por más que quisiera continuar no quería que fuera solo por su celo.
Amaba a Rin y sabía que él también, e incluso pese a todo el tiempo que ha durado su relación nunca habían llegado más allá de besos y caricias. Lo deseaba y no tenía caso ocultarlo, pero temía que su instinto fuera más fuerte y no pudiera controlarse.
—No estás tomando los supresores ¿Verdad? —acarició sus mejillas suavemente mientras lo miraba, quería entender lo que ocurría y sólo hablando podría hacerlo.
Rin no respondió, no esperaba que le preguntara eso y lo que menos quería era preocuparlo al responder. Haru siguió acariciando su rostro mientras él se frotaba lentamente contra su mano, era obvio que no los tomó.
No quería que aquello pareciera un regaño o un reclamo, él mismo había experimentado su celo sin tomarlos y sabía lo difícil que era sentirse tranquilo estando separado de él. Ni siquiera podía imaginar lo complicado que era para él luego de enlazarse.
Simplemente volvió a besarlo, tan lento como podía hacerlo, intentando reconfortarlo y demostrarle cuanto lo ama. Rin no pudo evitar soltar pequeños suspiros mientras se aferraba a su cuerpo como si su vida dependiera de ello.
Haru no pudo contenerse y volvió a hacerlo caer sobre la cama mientras profundizaba sus besos, había comenzado a acariciar su cuerpo lentamente intentando grabar en su mente la sensación que producía el roce de ambas pieles.
Sintió el cuerpo de Rin temblar bajo el suyo cuando su mano se escabulló por debajo de su ropa tocando sin dudar su piel desnuda. Su voz salió casi en un susurro como si temiera ser escuchado. Haru no pudo evitar reír mientras daba pequeños besos sobre sus labios.
—¿Te avergüenza que tu esposo te toque?—quería provocarlo y suavemente recorría su piel provocando que su espalda se curvara y su rostro enrojeciera de vergüenza—. No tenemos que llegar hasta el final, solo será algo que ya hemos hecho...
Sabía que Rin no podría responder ante eso, fue la misma respuesta que él había dado días antes y era evidente que huir no tenía ningún sentido. Intentaba que su voz no fuera más audible, pero conforme las caricias de Haru se volvían más intensas resistir era casi imposible.
No parecía que fuera a detenerse, por el contrario; sus caricias se volvían más demandantes y había comenzado a besar su cuello lentamente antes de lamer la marca que se mostraba claramente sobre su piel en esa zona.
Los sentidos de Rin estaban siendo demasiado estimulados y no podía pensar con claridad, apenas podía hacer más que dejar su voz escapar entre suspiros repitiendo el nombre de Haru mientras se aferraba a su cuerpo deseando sentirlo más cerca.
Su mente estaba nublada por el placer y sin poder seguir resistiendo más su cuerpo se estremeció y en un fuerte gemido dejó escapar su nombre mientras llegaba al punto máximo de placer aferrándose a él.
—¿Te sientes mejor? — Haru besó su frente suavemente mirándolo con ternura, la expresión que tenía en ese momento le parecía simplemente adorable.
—Tonto... Como si no lo supieras... —su respiración seguía siendo irregular y había escondido su rostro en su pecho al notar la manera en que lo miraba.
—Tomaré eso como un sí —dio pequeños besos sobre su cabello mirándolo con ternura.
Sabía que al menos eso ayudaría a Rin a pasar la noche más tranquilo, aunque no podía asegurar que fuera suficiente para sobrellevar su celo si no tomaba los supresores. Serían días difíciles para él y no podía evitarse, pero haría todo lo que estuviera a su alcance para que ese tiempo fuera más fácil.