Haru llevaba evadiéndolo desde hace un par de días, y por más veces que preguntara lo que ocurría no recibió ninguna respuesta. Comenzaba a cansarse de la situación y haría todo a su alcance para saber la razón.
—Hablo en serio, Haru—se colocó frente a él intentando bloquear cualquier lugar por el que pudiera huir—. Será mejor que me digas que está pasando. Prometimos que hablaríamos de lo que fuera necesario, no voy a dejar que sigas ocultándome algo.
No quería causar un alboroto, pero tampoco estaba dispuesto a fingir que nada pasaba cuando era más que evidente que algo no estaba bien entre ellos. Haru no quería hablar y estaba a punto de utilizar la misma excusa de los días anteriores, pero Rin le mostró que no aceptaría que volviera a decirlo.
—No se trata de ti, si es lo que te preocupa —ni siquiera lo miró, no quería hablar del tema por más que insistiera.
—Claro... No se trata de mí ¿Entonces por qué parece que me ignoras? —estaba molesto y apenas podía mantener la calma, aun a sabiendas de que su aroma se tornaba diferente cuando no estaba bien.
—No te estoy ignorando, estás imaginando cosas...
—¿Sí? ¿Y entonces porque aun viviendo juntos apenas nos hemos visto? —no logró contenerse más, e incluso si su voz mantenía el mismo volumen su aroma dejaba en claro lo inconforme que estaba.
—Lo siento —no le gustaba ver a Rin así, quería acercarse, pero sabía que no era el mejor momento—. No estoy ignorándote, es solo que... —se sentía demasiado frustrado como para hablar y que lo enfrentara solo lo hacía más difícil.
—Haru, solo dime que ocurre. No me gusta verte así, es horrible tenerte tan cerca y sentir que me rechazas —su molestia había disminuido, reaccionar así no ayudaría en nada y era mejor que ambos estuvieran tranquilos.
—Todo el tiempo estás rodeado de otros alfas y no paran de insinuarse. Los he visto y tienen el descaro de hacerlo aun sabiendo que tú y yo estamos juntos —sus manos se apretaron en un puño e incluso si trataba de controlarse era evidente la molestia en su olor.
Estaba enojado, pero ni siquiera era con Rin o con los otros alfas, sino con él mismo. No dudaba de él ni de los sentimientos que compartían, pero su instinto lo obligaba a luchar por él contra cualquier otro alfa que estuviera cerca.
—Te quiero, confío en ti y sé que tu forma de tratarlos es solo porque eres amable y no porque intentes atraer su atención... Pero esto es más fuerte que yo, todo el tiempo lucho contra mi instinto y esa estúpida idea de mostrar que me perteneces.
Rin no podía hablar, Haru siempre hablaba poco y mostraba más con sus acciones que con las palabras, y lo que menos se imaginaba es que estuviera cargando con algo así durante todo ese tiempo.
—No eres mío y eso lo tengo muy claro, decidimos estar juntos por lo que sentimos y no mereces tener a un alfa alejando a todos a tu alrededor solo porque cree que eres suyo —el enojo seguía brotando por los poros de su piel, pero cada vez era menos intenso. Sincerarse lo había ayudado bastante—. Por eso intento no estar demasiado cerca de ti, para no cometer una tontería de la que pueda arrepentirme después.
Los ojos de Haru ya no mostraban esa furia que lo estaba consumiendo, ahora su cuerpo completo mostraba el sufrimiento y el arrepentimiento que sentía. Rin solo se acercó hasta él y lo abrazó suavemente mientras frotaba lentamente su cabeza contra él.
—Está bien, no tienes que forzarte a nada —lentamente se frotaba contra él, quería ayudarlo a tranquilizarse y al parecer lo estaba logrando pues Haru también había comenzado a frotar su cabeza contra él.
No sabía que más decirle, sabía que estar destinados era difícil para ambos y que controlar sus instintos no sería tan sencillo en la situación en que estaban. Quería ayudarlo y debía encontrar una solución efectiva para ambos.