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Carmesí (re-escrito y re-subido) por Cat_GameO

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos por aquí!

Espero que se encuentren bien en estos días previos al fin de año.

Hoy ha sido un día muy tranquilo, pues he tenido mucha oportunidad de seguir con ediciones y de hacer que mi cerebro trabaje en las ideas siguientes para terminar de escribir el Trono Oculto.

Como es promesa, que esta historia debe quedar lista para antes de fin de año, hoy les traigo un capítulo más. Es muy probable que mañana o pasado mañana suba otro cap.

¡Nos seguimos leyendo!

¡Saludos a todos!

 

Capítulo siete


La última advertencia


 


La oficina de Matthew estaba repleta de papeles por todas partes, desde el escritorio, el archivero, las sillas y la pizarra de cartón. Cada uno de los documentos colgados en la pizarra estaba unido por un lazo rojizo que se conjuntaba en las fotografías de las víctimas y dos cuadros con una interrogación.


Matthew estaba frente al escritorio con la mirada sobre los documentos y una mano sobre el mentón. Pensaba con profundidad y analizaba toda la información que había recaudado hasta este momento. Sabía que necesitaba un poco más para conseguir los nombres faltantes.


Sin previo aviso, Rosa se adentró a la oficina y colocó el seguro de la puerta. La mujer se acercó hasta el escritorio y ofreció una carpeta de color azul a su jefe.


—Esto es todo lo que hay de Chevalièr —rosa informó con rapidez— y lo que solicitaste respecto a la compañía Súper Fórmula y Asociados.


Matthew aceptó el archivo y lo abrió sin perder un minuto. Se acercó a la pizarra y leyó las notas.


—Manuel Martínez —Matthew hablaba calmado al repasar sus sospechas—; dueño de los casinos Double Coin. Fue el primero en morir bajo las atrocidades de Carmesí. Murió el quince del mes pasado. Los casinos Double Coin han estado trabajando en conjunto con Súper Fórmula y Asociados; los segundos son los proveedores de los productos de limpieza de los casinos.


—Por supuesto —Rosa agregó con un tono serio y seguro—, ante la ley.


—Exacto. El veintinueve del mes pasado, Carmesí mató a Ahmad Hassan, un activista social y el exjefe del departamento de la policía local de la ciudad de Woods.


—¿Cuál es su asociación con Súper Fórmula? —Rosa inquirió más para sí. Había cruzado los brazos y mostrado una postura analítica.


—Ninguna ante los medios oficiales. Pero… —Matthew sacó un documento y dejó el resto sobre la mesa. Colgó la hoja junto a la fotografía de la segunda víctima y continuó—: él tenía relación directa con Emilia Brave. Ambos trabajaban de la mano por sus cargos públicos.


—Además —Rosa compuso complementando y asegurando la información—, no olvides que ambos fueron vistos en diferentes instalaciones de los casinos de Martínez.


—Sí. Eso también es muy importante. Fueron las cámaras de seguridad las que nos corroboraron este dato.


—¿Crees que tenían algún negocio bajo la mesa?


—Totalmente.


—El tercero es Douglas Valdez —Rosa continuó con el repaso de información.


—Sí… —Matthew no prosiguió. Regresó al escritorio y buscó entre los papeles hasta que se detuvo en seco. Levantó una hoja y la mostró como si fuera la respuesta a todo. —La compañía de Valdez se dedica a la creación de juguetes para niños y también tiene en la lista de sus proveedores a la empresa de Martínez y, por supuesto, a Súper Fórmula y Asociados.


—Los millonarios y sus juegos por evadir impuestos. Además de clarificar que nuestro sistema económico sirve sólo para complacer a los más ricos y corruptos, nos asegura que estamos tratando con la élite. En los correos de Valdez se menciona a la gobernante Brave.


—Exactamente. Ella es mencionada de forma deliberada por Valdez y la gente con la que mantenía contacto para sus transacciones de pedofilia y tráfico de menores —Matthew anunció preocupado. Movió la hoja hacia la pizarra pero no prosiguió. Hizo un sonido con la boca cerrada para denotar que pensaba.


—La llamaba como la Reina de las Muñecas —Rosa pronunció con un tono de disgusto—. Y él mismo era un pedófilo… junto a todos aquellos enmascarados que violaban niños. No son más que parte de la escoria de la sociedad, sólo que forrados en billetes.


—Todos son unos hijos de la mierda —Matthew opinó con repudio. Miró con detenimiento la pizarra y aguardó como en un trance—. Esto es una red de pedofilia bien consolidada. No sólo se han de dedicar al narcotráfico, sino que exportan e importan cuerpos humanos de menores para la venta de los mismos. Ya sea pornografía infantil, prostitución infantil y no sé qué más depravaciones. Y —al tocar la foto del sujeto de ojos rasgados que estaba impresa sobre uno de los documentos de la pizarra agregó—: el siguiente es Hiro Goromaru.


—El CEO de Súper Fórmula y Asociados —confirmó Rosa al mover la cabeza como afirmación.


—Así es. Todas las víctimas de Carmesí están trabajando en conjunto y en asociación con alguien más.


—Chevalièr no vivía aquí en Gold —Rosa expresó con presura y se acercó a la posición de Matthew—, pues él llegó a Gold dos años antes de la muerte de Lucy. Fue asesinado a los veinticinco años de edad y fue catalogado como una víctima casual de un enfrentamiento entre pandillas. Vivía con una mujer llamada Dolores Adams; quién actualmente está como desaparecida. El lugar exacto de su muerte no está del todo claro. Uno de los informes muestra que murió en el mismo sitio que Lucy, mientras que otro sugiere un domicilio hacia el norte.


—Es obvio que fue asesinado junto a Lucy. Eso ya lo sabemos.


—Matt, Chevalièr no tenía conexión con nadie más aquí en Gold… excepto un sujeto con el que, de acuerdo a los testigos, lo vieron hablar —Rosa informó escondiendo su consternación.


—¿Sabes el nombre? —Matthew interrogó.


—No.


—¿Quién envió a Chevalièr a Gold? ¿Quién era su líder aquí? ¿Cuál era su objetivo real?, ¿era un sicario o realmente trabajaba para alguna organización de mafiosos? ¿Por qué lo asesinaron en una vía pública? Lo único que puedo asegurar es que era enemigo de todos estos cabrones que están aquí frente a nosotros.


—Matt —Rosa insistió. Se acercó más al hombre, tocó su hombro para llamar la atención y dijo—: su expediente muestra a un muchacho de origen humilde, de una familia de inmigrantes del continente del Norte. Chevalièr llegó al país cuando era un niño de unos cinco años. Sus padres ya no viven actualmente y no tiene más hermanos. No hay manera en que podamos descifrar si él trabajaba para un enemigo de estos cabrones o si realmente había sido contratado por alguien más.


—¿A dónde llegó su familia? —Matthew cuestionó concentrado.


—A Nogami.


Matthew suspiró con fuerza y dio un paso para atrás. Estaba en una encrucijada tan grande que no tenía muchas salidas. No había forma de comprender lo que ocurría del todo en estos asesinatos. Ahora comprendía que todas las víctimas de Carmesí estaban en algún tipo de asociación entre ellas, todos eran parte de una red de pedofilia y quizá, incluso, de un cártel de narcotraficantes. La verdadera cuestión radicaba en que sus movimientos eran muy parecidos a los del occiso Thomas Chevalièr. Si realmente no asesinaba a estas personas por mero gusto, entonces, ¿quién lo había enviado? ¿La misma persona que había mandado a Chevalièr siete años atrás?


—Rosa, Carmesí va a matar a Goromaru en uno de estos días y nosotros vamos a dejar que así sea —Matthew informó con exceso de seriedad—. Nosotros vamos a monitorear la muerte en busca de más pistas… de la clave final. Estoy seguro de que el objetivo final no es Goromaru.


—¿Vamos a pretender que lo perseguiremos de nuevo? —Rosa preguntó con un tono de aceptación ante la resolución de su jefe.


—Sí. Lo haremos así porque así lo ha pedido la gente de arriba… Pero, durante la persecución, nosotros dejaremos que actúe con libertad. Sé que no tardará mucho en matar a la siguiente víctima.


—Bien. Yo haré los preparativos necesarios.


De pronto, Matthew giró y tomó la mano de Rosa para que no se moviera.


—¿Ya tienes el pasaporte listo?


—Todo está listo —Rosa aseguró con una sonrisa cálida—, incluidos los boletos de tus hijos. Victorious me confirmó la salida que será en un par de días más.


—Nosotros tendremos que abandonar el país una vez hayamos acorralado a Carmesí y resuelto el último rompecabezas del caso.


—Supongo que improvisaremos un poco, ¿verdad?


—No hay otra opción —Matthew insistió con resignación.


—Descuida, no te abandonaré —Rosa reveló al volver a sonreír. Acarició las manos de Matthew y agachó un poco el rostro—. Haré algunas llamadas a unos ex-compañeros de la academia para asegurar rutas de salida. No podremos salir en avión, y el objetivo es salir del continente. Usaremos los puertos del sur o los del sureste si es necesario.


—Gracias.


De pronto, las miradas de Matthew y Rosa quedaron prendidas por unos segundos, pero ambos sintieron que era como una eternidad. Los dos expresaban cariño y respeto genuino, profundo y muy especial.


 


 ***


 


—Te agradezco por lo de hoy —la voz de Joshua se hizo presente. Estaba sentado frente a David. En esta ocasión vestía con una sudadera casual y unas botas cortas. Su cabello estaba despeinado y sin orden, por lo que lucía un poco más joven de lo usual—. Sé que hoy tenías entrenamiento, pero hay algo que necesito decirte.


David dio un sorbo largo de su bebida y contempló a Joshua con interés. Debido a que no había tenido tiempo de cambiarse, traía puesto el uniforme de entrenamiento del equipo de la universidad. Incluso su cabello estaba sin estilizar y caía a los costados hasta las orejas. En realidad, no había esperado una llamada por parte de Joshua, ya que todavía faltaban unos días antes de la partida con la tía Vicky. Sin embargo, tenía el presentimiento de que tratarían algún tema relacionado a la ruptura inevitable.


—Descuida —David replicó de manera cotidiana—, por un día que no asista al entrenamiento no pasará nada malo.


La petición de Joshua había sido todavía más inusual por le hecho de que lo había citado en su apartamento. David había tomado un taxi y había acallado todas las posibilidades por tener un encuentro romántico y triste a la vez. Sabía que no era el estilo de Joshua, pero estaba expectante.


El apartamento era pequeño, con una cocina separada de la sala por una mesa cuadrada, había dos puertas en las paredes frontales y una en la izquierda. La decoración era demasiado básica y casi como seleccionada sin interés.


Joshua y David estaban sentados en la mesa cuadrada. Joshua le había servido un vaso de agua a David como acto de cortesía.


—¿Qué es lo que querías decirme? —David preguntó todavía controlando las ansias.


Joshua suspiró y agachó el rostro unos segundos. De nuevo contempló al castaño de frente y, por primera vez, denotó en su mirada una tristeza genuina. No era como la melancolía que solía expresar en su sonrisa, era algo más profundo y cargado de desilusión a la par.


—La persona de la que tú te has enamorado no existe… —Joshua comenzó la explicación—. Nunca ha existido.


—¿C-Cómo dices? —David dudó atónito y moviendo su cuerpo un poco para atrás.


—Sí —insistió Joshua sin retirar la mirada del frente—, no existe ningún récord en el país de Cadenas, ni en otro país… por lo menos de un individuo con mis características físicas y con el nombre de Joshua. No puedo revelarte mi verdadero nombre porque entonces te matarían.


—¿Q-Qué? —Ahora el rostro de David denotó horror. ¿En qué rayos se había metido realmente? ¿No se suponía que ésta sería una especie de despedida? La mente de David se inundó de cuestionamientos tan rápido como pudo y también de alertas para salir de allí cuanto antes.


—No soy un simple mesero del Café Montoya, ni estudio en la universidad de Silver Woods. No soy un universitario, ni tampoco tengo la edad que tú crees.


No hubo respuesta. David había acomodado su cuerpo de modo que podría abandonar la silla a toda prisa en cualquier momento. Sin embargo, había un destello profundo en su mirar. Aunque sintiera temor, también había un leve sentimiento de ilusión. Si lo que Joshua decía era verdad, entonces conocería, por fin, a la persona que robaba sus suspiros.


—Te digo todo esto porque creo que tienes el derecho a saberlo y porque tú has sido honesto con tus sentimientos. Porque, además, no tengo intenciones por dañar a una persona que es inocente en esta situación —Joshua mencionó, pero sin sentimentalismo alguno. De nuevo su rostro arrojaba una mueca de seriedad absoluta.


—¿Estás diciendo que… todo esto que hemos vivido es una mentira?


Joshua suspiró con fuerza y desvió la mirada. A continuación, afirmó con la cabeza.


—Eso no es verdad —David repuso presuroso y sujetó las manos de Joshua— porque me has demostrado que, de algún modo, hay sentimientos entre nosotros. Y tú… aquella vez en el café… lloraste. Sin contar la última vez que nos besamos, después de salir al cine. Estoy completamente seguro de que tú me quieres.


Joshua sostuvo la mirada del menor y dejó que la seriedad de su rostro se convirtiera en la respuesta.


—Joshua, o como quiera que te llames, no puedes mentirme. Yo sé que, dentro de todo esto que tú dices que es una farsa, hay algo de verdad. La forma en como me has abrazado y besado, eso no puede ser una falacia. Lo sé y tú también.


Otra vez el silencio aconteció. Joshua no hizo ningún movimiento, a pesar de que David sujetaba sus manos y acariciaba con cautela su piel con los pulgares.


Por fin, David desistió y soltó a Joshua.


—Bien —David pronunció con dolor y resignación—, si es así… Entonces, por lo menos puedes decirme por qué carajos aceptaste tener una relación conmigo.


—Si te dijera la verdad, te pondría en un riesgo mayor al que ya has sido expuesto por todo lo que está ocurriendo.


—¡¿De cuál riesgo estás hablando?! —David renegó. Se puso de pie y golpeó la mesa con las dos manos.


El rostro de Joshua estaba en total calma y su postura continuaba igual. Este simple hecho detonaba en David advertencias que ignoraba una y otra vez.


—¡Joder! —David dio unos pasos hasta la sala y suspiró con fuerza para tranquilizarse. —Quieres burlarte de mí, ¿no es así? ¿Crees que no soy de fiar?, ¿crees que te voy a juzgar?


—Sí —Joshua confirmó con serenidad. Se levantó y encaró a David. Prosiguió—: es verdad. Creo que es mejor que no sepas más. Te pido que te olvides de todo esto y que, si algún día descubres las verdaderas intenciones de mis actos, encuentres paz y comprendas la situación. Sé que podrás olvidarme.


—Te expresas un poco como mi padre. —David pronunció con más calma y ahora sujetó los brazos de Joshua para continuar con la rabieta.


—Quizás sea el hecho de que ambos creemos en la justicia —Joshua pronunció sin emotividad alguna. Inclusive ignoraba el tacto de David sobre su cuerpo.


—¿Disculpa? —David inquirió confundido. Entonces, soltó a Joshua y dio unos pasos hacia atrás. No había esperado una respuesta así de extraña en un momento tan confuso.


Joshua caminó a la entrada y abrió la puerta principal.


—Debes irte —Joshua pidió.


David se acercó hasta la salida, pero no abandonó el departamento. Su mirada estaba sobre la imagen de Joshua y el dolor y la duda estaban presentes en todo su semblante.


—Solamente voy a decirte algo, Joshua —David parló lo más tranquilo posible. Sentía a su corazón al borde de su pecho y totalmente atolondrado. Sus manos temblaban un poco por el conjunto de sensaciones que se apoderaban de él. Había enojo, decepción, incredulidad, aceptación, felicidad porque descubría algo increíble, pero también mucha confusión. Continuó—: Tal vez yo sea muy joven y no tenga mucha experiencia en la vida, o en las relaciones amorosas, pero no soy tan ignorante como para no detectar lo que otros pueden transmitir con sus caricias y actos. Aquellas veces, cuando interactuamos después del incidente con tus compañeros en el café, aquella persona que me besó, que me abrazó, no era esta falacia que tú creaste. Esa persona fue tu yo real. Y tu yo real fue dulce, honesto, cálido y casi tan humano como el resto de la gente. Sé que me aprecias, pero no sé si sientes lo mismo que yo. Sé que, de alguna forma extraña, conmigo te sientes como cualquier otra persona que puede actuar con libertad. Tu seriedad no es natural, Josh, pero no pienso juzgarte. Y no podré ignorar aquellos actos que demostraste ante mí para demostrar tus sentimientos reales. Lo que yo te ofrecí fue real. Y sé, que de algún modo, tú lo tomaste. Pero te has negado a aceptar lo que otros pueden causar en ti. Jamás te haré daño, así que haré lo que me pides. Me iré sin cuestionarte más.


Joshua continuó con la mueca neutralidad y no desistió de su actitud fría.


—No deberías ignorar algo tan importante como tus propios sentimientos. Esa es mi última respuesta ante tu silencio —David advirtió con una sonrisa amigable.


David esperó por una respuesta, luego dio un paso al frente y sólo dijo un simple adiós. Se alejaba a toda prisa y con el rostro lloros, con un montón de dudas y con sensaciones apabullantes en todo su cuerpo.


Una vez el castaño salió del departamento, Joshua cerró la puerta y anduvo hasta la sala. Se detuvo cerca de la ventana y contempló el exterior por un tiempo. Vio salir a David del edificio departamental y suspiró con pesadumbre.


—Gracias, David Harper —Joshua susurró con melancolía— por tu cariño… y por tu comprensión. Nunca te olvidaré.


 


*** 


 


El café Montoya había cerrado sus puertas un par de horas antes de lo regular y solamente había colgado un anuncio con la leyenda de ‘Closed’.


Los trabajadores habían salido casi todos con la excusa de que habría una remodelación durante este día. Claro, hubo algunos reclamos por parte del mesero Cole, pero había obtenido la misma respuesta por parte de su jefe. Fiona, por su cuenta, había aceptado la orden y no había interrogado más al señor Montoya.


Sin embargo, Joshua había aguardado un poco y había entrado al taller de tostado y preparado de mezclas. El señor Montoya hoy lucía decaído y bastante pálido, incluso su cabello se apreciaba más platinado.


—He hecho lo que me pediste —el señor Montoya dijo con una voz renuente al contemplar la figura del pelirrojo— porque aún me siento mal por aquellos comentarios que hicimos Cole y yo y porque vi la forma en como reaccionaste cuando vino tu novio por ti. Siempre estás sonriendo y siempre usas un tono de amabilidad al dirigirte a las personas… pero sé que es una pantalla de falsedad. Ahora… —acalló y giró un poco para quedar de frente al joven por completo. Continuó—: ahora pienso que existe una extraña tristeza que te rodea. No ha sido mi intención causarte daño. Espero que puedas perdonarme por haberme dirigido a ti de esa manera.


—No me ha hecho daño con sus palabras —Joshua respondió de forma imparcial. En esta ocasión denotaba una seriedad tan abrumadora que toda su imagen estaba sombría y demasiado distante de aquella sonrisa y amabilidad que el señor Montoya había usado para describirlo—. Le agradezco mucho que me ayude con esto.


—Aun así, no estoy muy contento por el hecho que deba cerrar mañana —al final refunfuñó un poco el hombre.


—Escuche bien, señor Montoya, mañana y pasado mañana y tal vez en una semana entera no será posible abrir su café.


—¿Q-Qué? —el anciano interrogó asustadizo y completamente confundido.


El señor Montoya dio unos pasos hacia Joshua, pero se detuvo a la mitad del camino. Su rostro mostraba un desgaste físico que no hacía justicia a la imagen del hombre agraciado que alguna vez había sido.


—Todos los daños que sufrirá el edificio serán cubiertos. Todo el dinero estará en su cuenta y será el total de lo que vale la propiedad, la inversión de los granos, las máquinas de molido y tostado, utensilios extras, más un millón de libras leontinas libres para que usted pueda continuar con su negocio sin verse afectado por este problema.


Hasta este momento, el señor Montoya se mostró sumamente asustado. Su mirada había cambiado y sus ojos claros se habían llenado de lágrimas.


—Así mismo —Joshua prosiguió con la inmutabilidad en sus palabras—, habrá en su correo un documento extra que le ayudará a deslindarse de los problemas ante el gobierno y los hijos de puta que lo han arrastrado hasta aquí.


—¿Hijos de puta? ¿El gobierno? ¿D-De qué… estás hablando? —dudó el anciano con pavor y una voz quebradiza.


—Con este documento, usted probará que Hector Bold actuaba sin su consentimiento y utilizaba su café para negociaciones ilegales de droga. Usted quedará absuelto y podrá continuar aquella actividad que tanto disfruta al preparar el café. Yo sé que Hector Bold no tiene asociación con usted y que usted no está enterado de la verdadera identidad de ese cabrón. Sé, del mismo modo, que el muy canalla le causó problemas con dos de sus meseras. De él ya no tendrá que preocuparse. Le pido que mañana no salga de su casa y que no conteste ninguna llamada de la policía hasta que tenga el documento en sus manos. No regrese a este sitio.


—¿P-Por qué? ¿Q-Quién eres tú?


De pronto, el señor Montoya hizo un movimiento abrupto. Se acercó a la mesa y tomó un cuchillo que estaba junto a la máquina de moler. El anciano apuntaba al frente y estaba a la defensiva, pero sus manos temblaban por el terror y total caos que sentía en estos instantes.


—Quien sea yo no importa, señor Montoya —Joshua pronunció con extrema serenidad el nombre del senil. Metió las manos en los bolsillos del pantalón y sonrió con amabilidad—. Le agradezco las enseñanzas que compartió conmigo respecto al café. Sus bebidas son excepcionales. Sin embargo, ha llegado el momento de despedirnos. Tiene una hora para abandonar el café y dejar todo como está. No olvide que su vida corre peligro si no toma las precauciones que le estoy pidiendo.


Sin esperar una respuesta, Joshua dio una media vuelta y se adentró rumbo al frente del café. En la otra mano, el señor Montoya no pudo contener el llanto y la emotividad. Soltó el cuchillo y se sostuvo con ayuda de la mesa. Lloraba con desasosiego y cubría su rostro para buscar tranquilidad. Ni siquiera comprendía del todo las frases de ese desconocido, aunque era capaz de aceptar la petición y reconocer que estaba en peligro.


 


*** 


 


La vista frente a la ventana era panorámica y cautivadora. Toda la ciudad se percibía como un valle de luces dispares que creaban formas peculiares en la distancia y oscuridad. Sin duda era deleitante contemplar la capital desde este punto.


Con ayuda del vidrio, el reflejo del interior se percibía un poco. Había una persona cercana que portaba una máscara blanca con detalles en tonos rojos. Más hacia el fondo apenas se podía detectar a otro individuo. Si bien éste estaba sobre el escritorio, amarrado y sin pantalones.


—Una vista sutil —la voz distorsionada del enmascarado se hizo presente en la oficina—. En eso puedo aceptar que tienes buen gusto, Hiro Goromaru.


El hombre que yacía sobre el escritorio tenía la boca obstruida por una especie de objeto cilíndrico y alargado. Todo su cuerpo estaba atado con una soga con nudos precisos y su torso estaba cubierto por una camisa blanca de tela fina manchada por sangre.


De pronto, Carmesí caminó hasta el escritorio y quedó frente al hombre.


—Es una lástima que hoy no puedas disfrutar de la vista.


La víctima intentó moverse, pero su cuerpo era contenido por las sogas que salían de la parte inferior del escritorio. Su rostro tenía lágrimas que caían por los costados y de su boca salía un hilo de saliva que acrecentaba la obscenidad de su postura.


—¿Qué pasa? ¿Tienes miedo? —Carmesí inquirió con cinismo—. No deberías, Goromaru. Tú hacías todo esto con los juguetes sexuales que adquirías de la red que tú y Vega controlan… ¿O me equivoco?


Con un paso firme, Carmesí anduvo hasta un sillón elegante junto a la pared y tomó una especie de dron. El dron estaba integrado con una cámara y podía volar por unos propulsores de equilibrio aéreo. La cámara arrojaba una luz intermitente para indicar que estaba grabando y comenzó a volar. Se dirigió hasta la mesa y filmó a Goromaru.


Carmesí regresó a la posición del hombre y sacó un cuchillo profesional.


—Tu muerte es sólo el comienzo del último movimiento —dijo el enmascarado. Luego sacó un frasco con un líquido morado y lo mostró ante el hombre—. Hoy vas a disfrutar lo mismo que todos aquellos niños, niñas y adolescentes a los que usaste para placer tus deseos depravados, mórbidos y pedófilos sufrían bajo tus manos.


Acto seguido, Carmesí liberó la boca del hombre y lo forzó a tomar el líquido. Goromaru, al ser privado de la respiración en la nariz y boca, no tuvo opción que ingerir el líquido.


—Dulce néctar de los bastardos como tú. Tu favorito —insistió Carmesí con el tono de burla—, si no mal recuerdo. Lo empleas para que el cuerpo de tus víctimas reaccionen como si existiera placer sexual.


La mano de Carmesí se alejó de la boca del hombre y viajó por el pecho de la víctima. Desabrochaba la camisa para rozar su piel desnuda. Precisamente, Goromaru había sido forzado a beber un afrodisiaco utilizado de manera constante en el mercado de trata de blancas. Debido a esto, su cuerpo comenzó a reaccionar ante el tacto del asesino. Sus pezones se habían puesto duros y todas las zonas erógenas de su cuerpo se híper-sensibilizaron.


—¿Te gusta? —Carmesí se mofó al frotar el pecho de Goromaru.


—H-Hijo de… puta —Hiro apenas consiguió hablar con un tono tembloroso.


De pronto, Carmesí acarició con intenciones depravadas el abdomen del hombre y su pene semi-erecto. El líquido había iniciado los efectos y el cuerpo de Goromaru estaba demasiado excitado.


—M-Maldito… —el prisionero pronunció alterado y sin poder contener sus gemidos.


Sin esperar más, Carmesí utilizó el cuchillo profesional y pasó el filo de éste sobre la entrepierna de Goromaru.


—¿Q-Qué carajos haces? ¡N-No!


Carmesí no replicó y aguardó unos segundos.


—¿Qué ocurre, Goromaru? —Carmesí dijo con jugueteo—. ¿No deseas que los demás disfruten del espectáculo? —Señaló el dron que volaba en los alrededores. —Todos tus amigos, tus padres, tu familia y el resto del mundo te están viendo y escuchando. Así como tú le exigías a tus víctimas cada que grababas tu mierda de pornografía infantil, es hora de que tú des tu máximo esfuerzo. Pedófilo de mierda.


Acto seguido, el cuchillo cortó por la mitad la cabeza del glande de Goromaru. Los gritos de dolor acontecieron como parte de la naturaleza del acto, así que Carmesí prosiguió con las acciones. Ahora cortó el escroto y todo el saco testicular. Arrancaba el miembro del prisionero con una lentitud para permitir a su cuerpo sentir cada nervio ser estrujado.


El cuerpo de Hiro Goromaru arrojaba espasmos leves en toda la pelvis y muslos. Ni siquiera podía protegerse debido a la posición vulnerable en la que su cuerpo estaba atado. Por lo que únicamente se percibía su voz al gritar y rogar que se detuviera.


—¡Ah! ¡D-Detente! —Hiro consiguió decir entre los chillidos y con la voz al límite.


Empero, Carmesí no desistió. Cuando terminó de arrancar el pene y testículos del hombre, los colocó en la boca del atormentado. Después cortó con precisión su garganta y lo dejó sufrir al desangrarse pausadamente y ahogarse con su propia sangre.


Con una paz inmutable, a pesar de que ya se escuchaban las sirenas de la policía en la cercanía, Carmesí se acercó al dron y cambió el tipo de transmisión con ayuda del control remoto especial. La cámara del aparato quedó frente al enmascarado.


—¿Te gustó, Vega? —Carmesí habló con seguridad—. He seguido todo lo que tú me has pedido, pero ahora ha llegado el momento de tu muerte. Así es, imbécil, tú eres el siguiente. Nos vemos pronto, cobarde.


Y, con profesionalismo, Carmesí destruyó el dron y lo arrojó hasta una esquina. La máquina explotó, pero Carmesí ya había corrido hasta la puerta y salido de la oficina del CEO de Súper Fórmula y Asociados.


 


*** 


 


—¡Rápido! ¡Todavía debe estar en el edificio! —la voz de un oficial sonó desesperada.


—¿Rosa? —Matthew presionó un radio local y habló con rapidez. Iba junto al equipo de infiltración y persecución. Subía por las escaleras y sacaba la pistola—. ¿Todas las salidas están cubiertas?


—Sí, señor —se percibió la voz de Rosa por la bocina del radio—, todos los equipos están en posición. La transmisión fue hecha desde la oficina de Hiro Goromaru.


—¡Preparen sus armas y vayan hasta el último piso! —ordenó Matthew al resto de los presentes.


El equipo obedeció. Los policías portaban armas de alto calibre, cascos protectores, chalecos antibalas y el uniforme oscuro que los caracterizaba; excepto Matthew. Matthew se distinguía del resto por la vestimenta clásica con su gabardina café y la pistola estándar de nueve milímetros.


A toda prisa, los policías subieron hasta el último piso del edificio. Un grupo pequeño se quedó en el recibidor grande junto a Matthew. Hacían guardia por si los ascensores eran utilizados. 


—¿Rosa? —Matthew volvió a hablar cerca de la bocina del radio—. ¿Está confirmado?


—Sí, señor —Rosa replicó—, hace una hora tuve la confirmación final. Ya no hay vuelta atrás.


—¿Y el código rojo?


—También —aseguró Rosa.


—Perfecto —Matthew pronunció con calma. Sabía que la misión fallaría, pero esta no era su consternación ya.


 


*** 


 


Carmesí caminaba por el sistema de drenaje que parecía un laberinto de cuevas antinaturales y subterráneas. Iba con un paso rápido y sin prestar atención en los desechos que se hallaban. Había salido por una de las rutas de evacuación secretas que se usaban en caso de incendios y otras emergencias. Había estudiado con anterioridad la edificación, ya que era una costumbre en su trabajo.


Sacó un teléfono de modelo básico que tenía una pantalla pequeña y un teclado de números grandes. Marcó con prontitud y llevó el móvil hasta la oreja.


—¿Carmesí? —la voz femenina se hizo presente por el altavoz—. ¿Dónde estás?


—¿Tienes todos los documentos en orden y las maletas hechas? —preguntó Carmesí sin detener el paso.


—S-Sí… ya todo está listo. ¿Pero… y Vega?


—Vete del país. Yo me encargaré de Vega y sus hombres —ordenó Carmesí con neutralidad.


—¿Tú solo? El sistema de cámaras de sus cuarteles todavía no ha sido hackeado. Además, enfrentarás a todo un grupo armado por tu cuenta. ¿Cómo rayos lograrás salir si te atrapan?


—Te he dado una orden y tú trabajas para mí. Así que obedece.


—¡Carmesí! ¡Por dios! ¡Jamás has peleado contra un grupo de narcos así de grande! —se percibió el tono consternado de la voz femenina.


—Estaré bien. Una vez mate a Vega y le entregue la evidencia a nuestro cliente, saldré del país. Yo te buscaré.


Sin esperar una respuesta, Carmesí tiró el teléfono y lo aplastó con fuerza para destrozarlo. Pateó los restos para que cayeran al agua y desaparecieran por el río de desechos.


Prosiguió con el escape y se apresuró. Estaba consciente de que tenía horas para acabar el trabajo antes de que más personas terminaran involucradas y heridas.


 


*** 


 


La misión de persecución había fallado justo como Matthew lo había previsto. Entre él y Rosa habían dejado dos salidas sin custodiar; la ruta de evacuación privada del CEO que guiaba hasta las alcantarillas y la que conducía hasta el almacén de la calle del sur.


Matthew y Rosa habían conseguido interceptar la transmisión del dron que había grabado la muerte de Hiro Goromaru. Habían solicitado la ayuda de especialistas externos a la policía para conseguirlo, pero habían encubierto sus pistas por ahora.


—Tenías razón —Rosa susurró cerca de Matthew. Traía una carpeta y unos auriculares de diadema para la misión de inteligencia. Había usado una voz baja para que sólo su jefe la escuchara—. Contactó a una persona de nombre Vega. Lo amenazó.


—Prepárate para lo peor, Rosa —Matthew confirmó con una voz baja.


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