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Carmesí (re-escrito y re-subido) por Cat_GameO

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Notas del capitulo:

¡Hola, hola! Espero que se encuentren de maravilla. Mañana será el último día del año y estaré con un montón de ocupaciones. Además de la cena, tengo pendientes algunas compras y regalos... Como siempre, dejando las cosas a última hora.

Pues me gustaría contarles algunas cosas relacionadas a lo que fue la re-escritura de esta historia. Siento que todavía me falta mucho para lograr la técnica que estoy buscando, pero gracias a este ejercicio, me di cuenta de que he convertido a mi estilo en algo más "concreto" y menos "rimbombante". No veo que sean negativas estas formas, simplemente que había preferido la segunda por mucho tiempo.

Bueno, ya no los entretengo con tantas tonterías. ¡Les dejo este capítulo y que lo disfruten mucho!

Saludos y les deseo el mejor fin de año y que disfruten mucho en compañía de sus seres amados. ¡Feliz año!

Nos seguimos leyendo.

Capítulo nueve

Cara a cara

 

—¡Joder, joder, joder! —Matthew pronunció enojado.

Él y Rosa habían entrado al auto después de la agresión presentada por el asesino. Matthew arrancó el motor y condujo a toda velocidad para no perder la pista del homicida.

—Vamos hacia el sur —Rosa dijo con una voz de interés mientras analizaba—. Es muy probable de que tenga un método de escape en el puerto.

—Sí, es obvio —Matthew aceptó.

—El jefe Larson no ha dejado de llamar… Sé que la ASC ya ha sido informada de todo esto.

—¿La ASC? —Matthew dudó impresionado.

De todas las posibilidades que había esperado, la ASC era una de las más remotas. Por lo que corroboró algunas de sus sospechas. Parecía demasiado extraño que la agencia más grande del país estuviera interesada en algo como esto, pues normalmente eran las policías distritales y estatales las que se involucraban en los sucesos relacionados a los asesinatos y persecuciones.

—Rosa —ahora el tono de Matthew denotó una seriedad en exceso pesada—, si la ASC está involucrada…

—Es un hecho de que la persona que ordenó matar a Lucy es alguien de esta organización y está confirmándonos que el interés en el caso de Aram Vega es altísimo. Sin embargo, nada podrá ser asegurado totalmente sin la confirmación de él.

—Sí, estoy de acuerdo.

Rosa no replicó. A pesar de que Matthew manejaba a alta velocidad e ignoraba las reglas viales, había detectado el silencio pesado y apabullante. Estaba seguro de que el próximo comentario de Rosa estaba relacionado con la última parte del plan.

—Matt —Rosa habló como si estuviera a punto de discutir—, ¿qué harás cuando? —de forma rápida, fue interrumpida.

—Lo mataré una vez obtenga la respuesta final. Cualquiera que sea su excusa, no hay perdón por toda la mierda que ha cometido. Lo único de lo que tú debes preocuparte es que nuestro contacto en el puerto nos saque del territorio nacional.

—Te dije que todo está arreglado. No debes consternarte por nuestra huída —Rosa aclaró levemente molesta por la respuesta de Matthew.

—Bien. No te cuestiones más por la vida de él. Una vez evadimos al jefe Larson, tú y yo hemos ratificado nuestra renuncia. Ya no hay nada que me detenga para no matarlo.

—Sólo piénsalo bien, Matt, antes de jalar del gatillo —Rosa pidió consternada.

 

*** 

 

Carmesí estacionó la motocicleta cerca del muelle principal del sur de la ciudad y anduvo por la zona de carga pesada. Pasaba por los corredores que creaban los contenedores metálicos gigantes. Iba con el paso más rápido que podía y buscaba el almacén que había arrendando bajo un pseudónimo falso.

El almacén de descarga era pequeño en comparación con los muelles de los navíos de transportación comercial, así que sólo tenía en el interior un puerto privado. Carmesí se adentró con prisa y aguardó al contemplar el barco pesquero que también había alquilado al comienzo de la misión.

Durante unos minutos, tomó un respiro largo y creyó que todo había terminado. Dio unos pasos al frente y abordó el vehículo.

Sin embargo, de una forma estrepitosa, la puerta fue abierta y los balazos iniciaron. Carmesí se ocultó detrás de la cabina y sacó la pistola de Vega. Intentó defenderse pero sólo pudo disparar una vez. Se había quedado sin municiones.

Cuando los persecutores dejaron de disparar, Carmesí se escabulló, entró a la cabina y encendió los motores del barco. Ni siquiera se preocupó por el daño que sufrió el pequeño muelle ni la soga de anclaje regular. El navío salió del puerto privado y se movió rumbo a mar abierto hacia el sur. 

De forma inesperada, hubo un sonido de pisadas en la cubierta. Carmesí dejó a la máquina sin pilotar y atrancó los controles para que el curso no cambiara. Buscó un arma en el pequeño cubículo de resguardo junto al mando y sacó una pistola básica.

Antes de que Carmesí pudiera reaccionar, la puerta de la cabina se abrió y dos personas lo amenazaron. Carmesí disparó sin titubeos, pero recibió otra herida de bala en la pierna izquierda. Ni siquiera había tenido tiempo para moverse cuando los perseguidores ya lo sujetaban y despojaban del arma.

—¡Es suficiente, Carmesí, ya no hay escapatoria! —el hombre habló con un tono molesto.

De manera tranquila, Carmesí dejó que los opresores lo ataran a una barra cercana a la puerta con unas esposas regulares.

—¿Lo interrogarás aquí? —cuestionó la mujer.

—No —aseguró el hombre—. Lo llevaré al camarote. Quédate aquí y pilota el barco. Ya sabes a dónde ir.

—Sí. Ten mucho cuidado —aceptó la mujer con una mueca de seguridad.

Con prontitud, Carmesí fue liberado, empujado y llevado al exterior. Había sido contenido por las esposas policiacas y era amenazado por el arma del hombre en la cabeza.

—¡Anda, muévete! —ordenó el hombre.

Carmesí obedeció y se dirigió hasta la puerta del camarote. Su cuerpo estaba en exceso debilitado y la última herida impedía libertad de movilidad en las piernas. Sin embargo, todavía tenía una última jugada bajo la manga para salir con vida de la situación.

Una vez entraron al cuarto, el hombre sujetó a Carmesí con los brazos atados a un tubo alto de contención que estaba en posición vertical y cerró la puerta.

—No puedo matarte aún, cabrón —expuso el hombre al quedar frente al enmascarado—, así que dependerá de ti cómo quieres morir.

—¿De mí? —Carmesí bromeó con su voz distorsionada—. ¿A caso va a torturarme, oficial Harper? No sabía que su trabajo tan honesto aceptara actos depravados como la tortura.

Sin previo aviso, el oficial Harper abrió la gabardina y tiró la placa de policía.

—No es el oficial Harper quien te ha capturado —pronunció el hombre—. Es Matthew Harper; el hombre que está en busca de la verdad.

—Matthew, no sacarás nada con tus palabras de honor.

Entonces, Matthew se acercó a Carmesí y comenzó a retirar la máscara. Carmesí forcejeó y pateó el cuerpo de Matthew para alejarlo. Las reacciones del asesino provocaron un acto sorpresivo, pues Matthew golpeó el estómago de Carmesí y lo amenazó nuevamente con la pistola.

—Así me cueste toda la vida, voy a conseguir el nombre del cabrón que mató a Lucy… No me interesa lo que a ti te pase.

Carmesí perdió un poco el aliento y no pudo evitar que Matthew retirara la capucha y la máscara.

A continuación, la máscara cayó al suelo y Matthew abandonó la postura de amenaza. Había dado unos pasos para atrás y había sido incapaz de contener una mueca de sorpresa. Igualmente había bajado el arma.

—¿T-Tú? —Matthew indagó renuente. Agachó la mirada por unos segundos y volvió a contemplar al asesino—. N-No… No es posible.

Carmesí mostró una mueca en exceso seria y no permitió que todo el dolor que sus fibras nerviosas arrojaban se interpusieran en su rostro. Mientras que Matthew se sentó al pie de la cama y suspiró con pesadez.

—Entonces… tú sabías que yo te perseguía desde el asesinato de Martínez —Matthew dijo derrotado.

No hubo respuesta.

Otra vez, Matthew observó al asesino y se puso de pie. El rostro de Carmesí tenía un trazo de sangre que iniciaba desde la frente y caía hasta la barbilla. Sus ojos eran claros como el color de la miel y su cabello era de un tono rojizo y ondulado. Matthew era capaz de reconocerlo.

—Es un hecho de que tu nombre no es Joshua —Matthew expresó al acercarse al homicida—, ¿cierto?

Carmesí aceptó con la cabeza.

—Y tampoco eres un empleado del señor Montoya.

Carmesí movió la cabeza otra vez para confirmar las palabras de Matthew.

—Y… —Matthew titubeó al detenerse a unos centímetros del asesino; agregó—: usabas a David para asegurarte de mis movimientos.

La mirada de Carmesí se clavó en la de Matthew y, por unos instantes prolongados, hubo una especie de arrepentimiento por su parte. Aquél extraño acto causó que Matthew cambiara la postura.

—Tu hijo es muy inteligente y maduro… Se percató de que algo no estaba bien en todo lo que teníamos —Carmesí decidió hablar denotando su juventud.

—No —Matthew pidió intranquilo—, no, no quiero saber nada de eso. No quiero escuchar tus excusas referentes a mi hijo. ¡Usaste a David!

—Y yo se lo confirmé al final. Le dije una parte de la verdad y él lo comprendió —Carmesí reveló con respeto.

—¡Eres un cabrón de mierda! —Matthew opinó ofuscado—. Además de torturar a tus víctimas de la forma en que lo haces, usas a la gente y juegas con sus sentimientos.

Carmesí agachó la mirada y esperó. Matthew se sintió ansioso, así que se acercó más y contuvo sus actos.

—¿Qué? ¿No vas a negarlo? ¡Anda! ¡Dime que lo hiciste!

De pronto, Matthew jaló el cabello de Carmesí y deshizo la coleta para levantar su rostro.

—¡Dime que no fue así! ¡Hijo de puta! ¡Además de toda la mierda que hiciste, osaste meterte con mi hijo!

—Si no lo hacía, Vega lo habría usado para detenerte a ti.

La frase de Carmesí resonó con fuerza. Matthew soltó su cabeza y sintió su cuerpo casi desfallecer. ¿Iba a creerle a un asesino? Carmesí, en la otra mano, se mostró muy distinto. Su expresión, aunque por poco inhumana, tenía una leve pista de dolor y arrepentimiento.

—Vega me había pedido que torturara a tu hijo y que lo matara —Carmesí continuó con la revelación—. Lo hizo antes de que yo acabara con Goromaru. Me pidió que violara, torturara y grabara la muerte de tu hijo para así humillarte por tu desobediencia.

—¡¿Y lo ibas a hacer?! —Matthew preguntó presuroso y desesperado.

—No —Carmesí confirmó con firmeza—. Jamás le haría daño a una persona inocente.

Como un estruendo, Matthew golpeó el rostro de Carmesí y causó una nueva herida en su boca.

—¡No te atrevas a decir que todo este tiempo has matado a los malos! —Matthew recriminó al borde de la ira. Nuevamente golpeó el rostro del asesino y gritó—: ¡No eres más que un maldito sádico!

—¿Y qué si te digo que ha sido así? ¿Qué vas a hacer si te confirmo que he matado a los que tú ahora llamas como ‘malos’? ¿Eh? ¿Me vas a matar? No veo que lo hagas —Carmesí contrapuso con una sonrisa leve.

—¡Nadie te lo creería! —Matthew contrarrestó—. ¡Eres un criminal!

—Sí, tal vez soy un criminal ante tu ley. Pero ha sido así —Carmesí continuó con honestidad—, todo este tiempo, desde que cumplí los trece años. Desde esa edad he matado a cada uno de los cabrones que han tenido los cojones de usar a las personas, que han vendido a los niños, a los adolescentes y que los han visto como simples pedazos de carne para saciar sus deseos depravados y gustos enfermos.

—No seas tan imbécil como para creer que te puedes excusar.

—No, Matthew Harper —Carmesí objetó con rapidez—, no me estoy excusando, te estoy diciendo lo que he hecho. Porque el sistema corrupto de mierda que tenemos en el mundo está creado para proteger solamente a aquellos que tienen el poder y dinero. Porque no importa cuántos pequeños desaparezcan, o sean vendidos o sean violados, torturados… usados… despojados de su libertad y de su vida, nuestro sistema de justicia nunca los ha protegido. Dime, tú que eres un policía, ¿cuántas veces has conseguido ayudar y salvar a todos esos niños y niñas que son prostituidos y usados como objetos sexuales por esos cabrones como Douglas Valdez o como Manuel Martínez o Hiro Goromaru? ¡Dime! —demandó con enojo aparente—. ¿Cuántas veces tú y tu podrido sistema de justicia han logrado algo por todos aquellos que son arrastrados y vendidos como trozos de carne? ¡Nunca! Somos violados una y otra vez, torturados por el placer de otros, humillados por diversión y abandonados una vez nuestros cuerpos no pueden más o hemos quedado tan dañados y aborrecibles que nos matan como si fuéramos menos que un animal. ¡Y nadie hace nada! —Hizo una pausa y suspiró con fuerza. Luego prosiguió—: Por eso… yo me cansé. Me cansé de todas las veces en que mi cuerpo fue abusado, en que fui golpeado sólo porque otros así lo deseaban. Me cansé de rogar, de rezar —agregó con un tono cargado de tristeza y dolor palpable—, de buscar por un dios, por un salvador… por una luz. Me cansé de creer que algún día alguien me rescataría de toda esta mierda y que alguien se interesaría por mí… que algún día podría ser libre y vivir en otra realidad, ser un chico ordinario, ir a la escuela… ser amado… Pero nunca llegó aquella libertad. Nadie, ni mis propios padres, se interesó en buscarme o en rescatarme. Lo único que obtenía era lo mismo una y otra vez. El día en que asesiné a uno de mis abusadores, ese día descubrí que nadie me rescataría y que nadie ayudaría a otras personas como yo. Sí, Matthew Harper, era un chiquillo de trece años que había llegado al límite y que lo único que deseaba era que el dolor se detuviera. Por eso tomé un cuchillo, un arma, ante al mínima oportunidad, y asesiné a ese hijo de puta sin importar sus palabras o súplicas. Y, ¿sabes qué?, se sintió tan bien que descubrí que no había otro camino. No me iba a quedar de brazos cruzados, así que me hice la promesa de que me convertiría en la luz de todos aquellos que viven en mi situación. —Volvió a acallar y a respirar con lentitud. Luego continuó—: Inicié con violadores locales, hasta que mi reputación se incrementó y me nombraron Carmesí por la forma en que los mataba y la marca que solía dejar. No me arrepiento de nada porque he asesinado a gente como Aram Vega, como Douglas Valdez, como esos hijos de la mierda que gozan de sus posiciones y de sus conexiones para seguir atormentando a los inocentes. Porque sé que ni tú ni nadie más del departamento de policías de este país habrían hecho algo por rescatar a esos niños, por acabar con el mercado de trata de blancas o de la pornografía infantil. Porque tu maldito sistema corrupto lo permite. Al final es un mercado ilegal que deja ganancias y que es prolifero. Bastardos todos aquellos que son cómplices y todos aquellos que como tú lo permiten. Porque así es esta sociedad de mierda.

Matthew había escuchado con atención cada palabra de Carmesí y estaba seguro de que la persona que relataba era un ser humano ordinario que simplemente decía la verdad y revelaba su propia experiencia de vida. Él lo sabía de primera mano. Él conocía el sistema averiado que protegía a los cabecillas de esos negocios ilegales y depravados que el gobierno patentaba. Él sabía que todo lo que Carmesí pronunciaba era la verdad. Aquellos que peleaban por la justicia, que luchaban por proteger a los más vulnerables, eran atormentados, detenidos o asesinados. Él lo había vivido durante el caso del Saltamontes Dorado siete años atrás.

—Ellos mataron a Lucy —Matthew pronunció en voz alta sus pensamientos—, cuando yo intenté detener a un narcotraficante del territorio de Woods.

—Por supuesto que la mataron —Carmesí opinó— porque en esta sociedad no hay héroes. Por más que busques la justicia, ésta ha sido completamente corrompida por aquellas familias que gozan del poder.

Acto seguido, Matthew anduvo hasta la cama y le dio la espalda a Carmesí. Carmesí, por su cuenta, observó al hombre con interés.

—Aram Vega trabajaba para los Soldados Plateados del Bosque —Matthew interrumpió el silencio corto— así como el resto de los que asesinaste.

—Sí —Carmesí afirmó—, todos fueron parte de la organización de narcotraficantes más grande del estado de Woods. Sin embargo, este grupo inició a trabajar bajo el comando del Saltamontes Dorado. Su asociación comenzó hace casi diecinueve años, pero el líder de los Soldados Plateados decidió unificar a ambos grupos y así dejar el comando de los dos bajo la mano de aquél que maneja la ASC.

—La ASC —Matthew repitió con miedo. Era la segunda vez que corroboraba la participación de una de las organizaciones más grandes que, se suponía, debía proteger a la sociedad de Cadenas del terrorismo. Había sido tan iluso. No podía seguirse mintiendo. El sistema político, el sistema judicial y hasta el jurídico no eran más que simples organizaciones que salvaguardarían a la gente de la élite más alta y poderosa. Él, así como Carmesí lo había dicho, no era más que un cómplice que hacía el trabajo sucio. Giró y regresó la mirada a la imagen del joven asesino—. La ASC es… es una asociación del gobierno.

—Precisamente.

—Joder —Matthew compuso desilusionado—, jodida mierda de país.

—Todos los gobiernos son iguales, Matthew, en especial aquellos como este, como Thermos, como Islas Sakura, como Bow o como el continente del Norte. Son las naciones que más compran menores de lugares como Redden, República de Veix y las Islas Canarias. Porque, al final, son los más grandes consumidores y productores de la pornografía infantil.

—Si llegara a creerte —Matthew dijo con severidad—, tú podrías vengarte.

Carmesí soltó una risita burlesca y luego sonrió con la melancolía profunda que lo caracterizaba.

—No. Nunca te he visto como a un objetivo —Carmesí reveló— porque tú fuiste el seleccionado por los enemigos del líder de la ASC. Te eligieron para que yo pudiera actuar con cierta libertad y así asesinar a los perros favoritos de la Patrona.
—¿La Patrona? —Matthew dudó atónito.

—La mano derecha del líder de la ASC.

—Malditos cabrones. No somos más que objetos desechables.

—Por supuesto, tú no eres más que una cara amigable para hacerle creer al resto de la sociedad que la ASC y que la policía sirven para algo. Sin embargo, eres desechable —Carmesí confirmó con seriedad—. En el momento en el que dejes de seguir sus órdenes, te atacarán o te matarán. Sí, Matthew Harper, esta gente, los Soldados Plateados del Bosque y los Saltamontes Dorados asesinaron a tu mujer. Te castigaron por desobedecer las órdenes y lo volverán a hacer. Tus hijos pueden convertirse en el próximo objetivo.

Matthew aguardó frente a Carmesí y no se movió. Carmesí sostuvo la mirada del hombre y también contuvo sus palabras. Cualquiera de los dos que hiciera un movimiento inadecuado, arruinaría aquellas frases que contenían o la salvación o las pistas necesarias.

Entonces, de forma imprevista, Matthew acortó más la distancia y retiró las esposas de Carmesí. Carmesí cogió al apoyar por completo la pierna herida, pero Matthew lo sostuvo y lo encaminó a la cama. Carmesí se sentó y cerró los ojos por unos segundos. Todavía había balas incrustadas en su cuerpo y las heridas en su pecho necesitaban atención inmediata.

Después, y nuevamente de forma sorpresiva, Matthew tocó la frente de Carmesí y denotó consternación genuina en su mirar.

—Tienes un poco de fiebre —Matthew repuso como un padre preocupado— y estás muy malherido. ¿Cómo carajos pensabas huir así?

—He estado en peores condiciones —Carmesí dijo al retirar la mano de Matthew—, así que no te preocupes por algo tan absurdo como esto.

Matthew se sentó junto a Carmesí y contempló al joven con un poco de incredulidad. En la otra mano, Carmesí sólo mantuvo la visita al frente.

—El enemigo más peligroso para la ASC te envió, ¿cierto?

Claro, Carmesí comprendió que esta pregunta era la definitiva y la que le salvaría la vida.

—Sí —aceptó el asesino con honestidad—, el enemigo del actual líder de la ASC me contrató. Me pidió que grabara todo y se lo enviara a la Patrona y a él. Es una manera de decirle a la ASC que mi cliente es un descarado de mierda y que no va a tolerar sus amenazas. Tú y yo sólo somos piezas de un plan mayor. Somos simples guerreros sin valor alguno que pueden desaparecer sin afectar a los jodidos cárteles.

—¿Quién es la persona que te contrató?

Carmesí no habló de inmediato. Giró la cabeza y encaró de frente la mirada de Matthew que estaba llena de un deseo de ruego. Quizás ellos eran más parecidos de lo que aparentaban, tal vez los dos creían en la justicia como algo puro y eran capaces de actuar bajo este concepto sin importar todos los riesgos.

—Si te digo su nombre, ¿continuarás con este juego entre los buenos y malos?

De inmediato, Matthew negó con la cabeza.

—Me has dejado en claro que nuestras posiciones son iguales.

—Iguales —susurró Carmesí—, claro… Eres un soñador.

—Tú también.

—No. Yo soy un vengador, Matthew. Yo he perdido todo y no busco una vida ordinaria. Lo único que me ha mantenido vivo es el deseo por la venganza.

—Porque es tu forma de sobrevivir.

Carmesí chistó con la boca y sonrió con tranquilidad.

—Bien, te lo diré —aceptó Carmesí al final—. La Familia Dumá me contrató.

—¿D-Dumá? ¿Los dueños de las industrias pesqueras de Nogami y Bianco?

—Sí, ellos.

Con lentitud, Matthew se puso de pie y anduvo de aquí para allá para analizar por su cuenta. En la otra mano, Carmesí suspiró con pesadez y retiró la gabardina de su cuerpo con extremo cuidado.

—Dumá… Edme Dumá es el actual dueño de las industrias pesqueras del norte del país —Matthew parloteó concentrado—. Eso quiere decir que él es el representante del cártel enemigo. —Se detuvo y contempló a Carmesí.

El joven asesino se movía con torpeza y buscaba un botiquín en los cajones de la mesita junto a la cama. Hasta este momento, Matthew notó que Carmesí tenía manchas de sangre sobre la playera oscura que portaba y que su cuerpo sufría espasmos leves por el agotamiento.

—Ahora regreso —Matthew dijo con sequedad y salió del camarote.

La habitación quedó en silencio. Carmesí detuvo sus actos y aguardó unos segundos. Estaba seguro de que era su oportunidad para escapar y abandonar el navío. Entonces, se puso de pie y caminó hasta la puerta.

Antes de que Carmesí pudiera salir, Matthew ingresó al cuarto. El hombre traía un botiquín de primeros auxilios en las manos y unas vendas extras.

—¿Qué carajos estás haciendo? —Matthew renegó al encontrar al muchacho cerca de la puerta.

De pronto, Matthew sujetó a Carmesí del brazo y lo llevó de vuelta a la cama para sentarlo.

—Por lo menos trataremos tus heridas. Te dejaremos en el puerto de Oro, en la isla Hawk. Quítate la playera.

Carmesí no obedeció. Otra vez su rostro mostraba la seriedad pesada que lo caracterizaba.

—Dije que te quitaras la playera, ¡joder! —Matthew ordenó como un padre desesperado.

Acto seguido, Matthew se puso frente al asesino y lo asistió con un poco de irritación. Carmesí cedió y guardó un quejido al alzar el brazo más herido con brusquedad.

De una manera lenta, Matthew observó el torso del criminal con impresión. Además de las heridas recientes, el cuerpo de Carmesí estaba totalmente lleno de cicatrices variadas. Era fácil distinguir cortadas que iban desde su pecho hasta su vientre, heridas de balazos pasados, moretones de los últimos golpes y otras marcas causadas por algún tipo de tortura.

—T-También estás sangrando de la pierna —Matthew habló con un poco de pena—. Así que retiraré las balas. Es mejor que lo hagamos cuanto antes. Necesito que te quites el pantalón.

Carmesí no reprochó y desabrochó el pantalón. Justo como Matthew lo había esperado. También el resto del cuerpo del asesino estaba marcado por cicatrices que incluso iban hasta el interior de su ingle y pelvis. Debido a esto, Matthew dudó respecto a todo lo que Carmesí había dicho. Quizás esta persona había sufrido torturas y violaciones de una manera constante y su excusa era realmente una venganza sin fin.

Como un padre diligente, Matthew preparó el alcohol, algodón y bisturí necesario. Se movía con cautela y tocaba las heridas de Carmesí con cuidado.

Durante unos minutos prolongados, hubo un silencio pesado, pacífico y casi amigable. Probablemente era el sonido del mar en el exterior, o tal vez la sensación de mecedora que el barco hacía, pero ninguno de los dos fue capaz de comprender aquella extrañeza que se postraba como un manto sobre ambos. De una forma cautelosa, Matthew abría la piel del muchacho y extraía las balas de los diferentes puntos. Mientras que Carmesí hizo un esfuerzo mayor para que su voz no saliera ante el dolor.

Una vez las miradas de ambos se encontraron, Carmesí aguardó por unos segundos y luego volteó la cabeza para evitar a Matthew. Aquella reacción ocasionó un suspiro ahogado en Matthew. Era casi como si este joven, aunque un asesino, estuviera confundido y agradecido.

—Dime algo —Matthew probó su suerte y agregó—: tú y David…

—No hicimos nada, Matthew —Carmesí pronunció a toda prisa y con una voz cortante—. No… No tenía intenciones de acostarme con tu hijo… con nadie, en realidad. Incluso si él lo sugirió, yo lo convencí de que no era lo adecuado.

—¿Adecuado? —Matthew indagó al buscar la mirada del muchacho—. Por favor, eres muy joven aún y de alguna forma puedo comprender por qué David se sintió atraído hacia ti.

Con lentitud y sorpresa modesta, Carmesí regresó el interés en Matthew. Incluso Matthew había detenido las curaciones para mirar al criminal.

—Tu hijo no se enamoró, sólo deseaba complacer sus impulsos.

—No lo creo. Conozco a mi hijo y sé que de algún modo su atracción profundizó más allá de lo físico. Tuviste toda la oportunidad y no lo hiciste.

—Por más que lo desee, nunca podré vivir en un mundo ordinario —Carmesí parló como en un trance y como si revelara una realidad que era tan remota y distante para él— y jamás podré estar con una persona como tu hijo. Lo único que existe en mi vida es el odio y resentimiento que me consume y me guía por este camino.

—Comprendo —Matthew aceptó apenado. Volvió la atención a las heridas y curaciones y dejó que la habitación quedara sin sonido alguno por unos minutos. Luego dijo con cierto lamento y agradecimiento—: Lo lamento.

—No eres culpable de nada —Carmesí dijo— así que no tienes nada de que disculparte.

Sin previo aviso, Matthew se incorporó y mostró una mueca cálida y sonriente.

—Toda la mierda que has vivido, todas las cosas por las que has pasado y fuiste capaz de proteger a mi hijo, de respetarlo, de… mostrarle honestidad. Eres tan contradictorio que de verdad lamento todo lo que te han hecho. Sin embargo, tampoco estoy de acuerdo con las atrocidades que has realizado hasta ahora.

De un momento a otro, Matthew terminó los vendajes más cruciales de las heridas de Carmesí. Luego, caminó hasta la entrada y aguardó de espaldas.

—Por todos los actos tan malditos y perversos que has cometido —Matthew continuó con un tono más sereno—, por todas las víctimas bajo tus delitos, te perseguiré algún día. Porque, a pesar de todas las razones por las que actúas así, creo que esos cabrones deben pagar de la forma justa. Ni tú ni yo podemos decidir quiénes merecen la muerte… Porque si lo hacemos, entonces nos convertiríamos en la misma escoria que ellos.

—En este mundo, Matthew Harper —Carmesí objetó con seguridad—, no existen los héroes, te lo dije. No existe la justicia más pura como la que tú mencionas. Sólo existe la venganza.

—Y, aún así, no pienso seguir en este juego. Sé que ellos han matado a Lucy y… sé que yo no soy nadie para ellos. Aún así, no voy a sobajarme ni mucho menos a caer en sus provocaciones. Puedes descansar, Carmesí —Matthew compuso al abrir la puerta—, hasta que lleguemos al puerto Oro. Te dejaré ir. Y una vez que vuelvas a asesinar de la forma en que tanto disfrutas hacerlo, ese día te buscaré. Pues pienso seguir trabajando como investigador privado.

—Suerte —Carmesí expresó con cinismo y aceptó la resolución de Matthew Harper— y ojalá nos encontremos de nuevo.

 

 

THE END

Notas finales:

De esta forma concluye la pequeña historia de los asesinatos que Carmesí llevó a cabo bajo la mano de la Familia Dumá. Quizás, en algún momento muy lejano del futuro, vuelva a usar a estos personajes. Por ahora ya he contado su historia que me pareció muy fuerte por los temas que se trataron.

¡Gracias a todos los que estuvieron leyendo! Se les aprecia un montón.

¡Nos leemos en otras historias!


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