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130. Corazón de Oro (23) por dayanstyle

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A la mañana siguiente, Ji Sung salió de la casa antes que Chen Le despertase. El médico le había dicho que se lo tomase con calma hasta que su hombro hubiese sanado por completo, pero Ji Sung no iba a estar viviendo del dinero de alguien más. Necesitaba encontrar un trabajo.

Durante años Ji Sung había estado escondiendo la cabeza y esquivando la vida. Aún estaba herido y enojado porque sus padres hubiesen muerto, y su dolor sólo había convertido su enojo en un enojo más profundo. Era un círculo que estaba preparado para romper. Ji Sung tenía que probarse no sólo a sí mismo sino a Hae Chan que podía cuidar de sí mismo. Chen Le era una situación temporal. Ji Sung no planeaba vivir aquí por mucho tiempo. Conseguiría un trabajo, su propio hogar y con suerte, aprendería cómo dejar ir su enojo.

Sólo deseaba haber esperado hasta que el tiempo fuese más cálido para ir a buscar trabajo. El aire frío hacía que su hombro palpitase.

Ji Sung hizo una mueca cuando lo frotó, dirigiéndose hacia la tienda local de motocicletas. Si pudiese evitarlo, no trabajaría en ningún restaurante, cine, floristería, salón de belleza o cualquier lugar que tuviese que ver con niños.

No es que Ji Sung tuviese algo contra los niños, pero preferiría no estar rodeado de gritos y lloriqueos todo el día. Había tenido suficiente de esa vida con su borracho tío.

Entró en Wu Cycles y miró alrededor. Asumió que el lugar sólo vendía o reparaba motocicletas, pero también había accesorios para bicicletas y ropa colgada en estantes – camisetas, chaquetas de cuero, guantes para montar, etc. Ji Sung sonrió cuando vio una pequeña sección que ofrecía prendas de vestir y chaquetas de cuero en tallas para niños.

—¿Estás buscando comprar una motocicleta?

Ji Sung miró hacia el mostrador. Ni siquiera había notado al hombre salir de la parte de atrás. Santo Cielo. Era ancho y tenía que medir más de 1,98 metros, con oscuro cabello ondulado que terminaba en sus hombros, y penetrantes ojos azules. Este tío se veía como un peligroso motero.

 

 

Letal ni siquiera comenzaba a describir a este hombre, pero Ji Sung había nacido sin sentido de auto-preservación. Tenía que haber sido eso, porque el hombre se alzaba sobre él y Ji Sung no estaba asustado en lo más mínimo.

Sacudiendo la cabeza, Ji Sung se dirigió hacia el mostrador. —Sólo me estaba preguntando si estabas contratando. —Extendió su mano—. Ji Sung.

El hombre la estrechó. —Kris Wu.

—¿Necesitas a alguien para manejar la caja, barrer, hacer recados para ti? —Ji Sung dejó ir la mano de Kris. El apretón de manos fue firme pero gentil, aunque Kris se viese como si pudiese romper la mano de Ji Sung con un sólo apretón.

—No en este momento. —Kris hizo un gesto con la mano hacia la ventana—. Principalmente hacemos mantenimiento y reparaciones en el invierno, aunque enviamos pedidos a compradores de fuera de la ciudad. Pero estamos flojos en este momento.

Maldita sea, eso apestaba. Ji Sung se frotó su palpitante hombro de nuevo. El frío no le estaba haciendo ningún favor.

Kris le miró. —¿Mi apretón de manos fue demasiado rudo?

Ji Sung pudo decir que Kris se estaba burlando de él y no quiso verse débil a los ojos de este tipo duro. —No fue tu apretón de manos. Me pegaron un tiro.

Ahí, eso sonó rudo. No es que Ji Sung fuese rudo, pero fingir no haría daño. Había fingido casi toda su vida. Por alguna desconocida razón cósmica, los problemas siempre parecían seguirle a dondequiera que fuese. Para Ji Sung, la mala suerte era como la mierda de un perro pegada en la suela de su zapato, y sin importar cómo intentase rasparla, aún se aferraba a él.

Su declaración pareció intrigar a Kris. Una de sus cejas se elevó mientras una leve sonrisa burlona se retorció en la comisura de su boca. —¿Cómo sucedió eso?

Ji Sung no tenía idea por qué, pero quiso impresionar al propietario. Quizás Kris le contratase si pensara que Ji Sung era un rebelde. Cosa que Ji Sung no era. —El tipo allanó mi casa y me encargué de él, pero no antes de que disparase.

Kris le dio una maliciosa sonrisa, y Ji Sung no estuvo seguro si el hombre estaba impresionado o sabía que estaba mintiendo. Alguien había irrumpido en la casa de su tío, pero Jeno había sido el único que había derribado al intruso. Ji Sung sólo estuvo en medio de todo.

La historia de mi vida.

Una repentina brisa fría pasó sobre Ji Sung, diciéndole que alguien acababa de entrar en la tienda, pero no se dio la vuelta. Sostuvo la mirada de Kris, esperando que dijera que Ji Sung tenía trabajo. La atención de Kris se lanzó hacia el recién llegado y asintió. —Hey, Chen Le.

Ji Sung se puso rígido. ¿Por qué cojones su compañero de cuarto estaba aquí? ¿Estaba acechando a Ji Sung o sólo fue una coincidencia?

Cualquiera que fuese el caso, se giró y miró a Chen Le.  —¿Me  estás siguiendo?   

Las fosas nasales de Chen Le se dilataron mientras sus labios se convirtieron en una línea. Su mirada se redujo mientras miraba de Kris a Ji Sung. —Se te dijo que descansaras hasta que tu hombro sanase.

Ser reprendido delante de Kris succionando la rudeza de Ji Sung. Cuando se giró hacia el propietario, los ojos azules de Kris brillaban con humor.

Ji Sung miró de nuevo a Chen Le, enojado por poder haber perdido sus posibilidades de conseguir un trabajo. —Somos compañeros de cuarto, hijo de puta. Ni tienes ningún derecho a seguirme y decirme qué hacer. No eres mi maldito padre.

Era cierto que Ji Sung se sentía muy atraído por Chen Le. El aspecto del hombre debía ser ilegal – especialmente sus músculos. Y esos ojos. Chen Le tenía los ojos más cálidos y soñadores que Ji Sung hubiese visto. Eran de un gris verdoso, y sus gruesas pestañas sólo servían para resaltarlos. Y exactamente cuántas sentadillas hacía Chen Le en un día, porque, maldita sea, su culo era pura perfección, tan redondo que Ji Sung podría hundir sus dientes en él.

 

 

Afortunadamente la polla de Ji Sung no le estaba guiando, y estaría condenado si Chen Le le dijese qué hacer. Sólo eran compañeros de cuarto, nada más, y Chen Le no tenía derechos sobre él. Ninguno.

—Estaré atrás si me necesitas. —Le dijo Kris a Chen Le.

—¡No, espera! —dijo Ji Sung, entrando en pánico. Su estratagema para conseguir trabajo se estaba deshaciendo rápidamente, y todo era culpa de Chen Le.

Kris lanzó un signo de paz y desapareció a través de una puerta que llevaba a la parte trasera de la tienda. Ji Sung apretó sus molares mientras lanzaba con la mirada dagas a Chen Le. —Muchas gracias por joder mis posibilidades aquí.

Chen Le igualó su mirada, y en verdad, fue mucho mejor en la expresión. Kris era más grande y de aspecto más letal que Chen Le, pero Chen Le hacía que Ji Sung quisiera retroceder.

—Este es un negocio familiar —dijo Chen Le—. Aquí sólo hay un

hombre que no es familia, y ha estado trabajando en esta tienda durante mucho tiempo. No tuviste ninguna oportunidad, Ji Sung.

—Supongo que nunca lo sabré. —Ji Sung pasó a Chen Le, alcanzando la manija de la puerta principal, pero Chen Le agarró su muñeca y evitó que saliera. El toque envió una onda de choque a través del cuerpo de Ji Sung –y su polla. Tuvo una abrumadora necesidad de arrojarse hacia Chen Le mientras le rogaba al hombre que le besara. En su lugar, apretó sus molares y se recordó a sí mismo que enrollarse con su compañero de cuarto era una idea muy mala.

Además, aún estaba muy enojado con él.

—Saliste del hospital antes de ayer. Eso no fue un corte con un papel, Ji Sung. Necesitas tiempo para sanar antes que comiences a correr alrededor del pueblo buscando trabajo.

Ji Sung tiró de su brazo y siseó ante el dolor que le recorrió el costado.

—Mantente jodidamente lejos de mí. —Abrió la puerta de un tirón y salió, obligándose a retener las lágrimas por el inmenso dolor que estaba sintiendo.

Mala suerte, Chen Le estuvo justo detrás de él, sermoneándole acerca de hacerse un daño permanente en su hombro.

 

 

Ji Sung desconectó. Metió las manos en el bolsillo de su abrigo y se dirigió calle abajo, escaneando los negocios para un potencial trabajo.

Dondequiera que fuese, Chen Le se quedó a su lado. A Ji Sung no le gustaban las pastillas para el dolor. Había estado diciendo la verdad acerca de cómo se le aturdía la cabeza, pero ahora estaba preparado para un puñado porque sentía todo el lado derecho como si estuviese en llamas.

Se movió hacia la esquina y estaba esperando que el semáforo cambiase cuando un mareo le hizo tambalearse. Escuchó gritar a Chen Le, pero el sonido fue silenciado. La ciudad giró y Ji Sung se inclinó hacia adelante, luego comenzó a caer en la calle. Sintió un brazo alrededor de su cintura segundos antes que se desmayase.

 

Poner un micrófono resultó ser más difícil de lo que Sung Chan había pensado. Jae Han y Jeno nunca parecían irse a sus casas. Sólo cuando Sung Chan vio a Chen Le saliendo de su casa finalmente tuvo una oportunidad.

Necesitaba una pista sobre Mi Yeon y Yun Soo Kim, y no había llegado más lejos de encontrar a uno cuando su compañero, Alan, había muerto. Si Sung Chan no tomaba un descanso, y pronto, su culo estaría en el asiento caliente en la agencia.

Sung Chan esperó hasta que la camioneta de Chen Le dio la vuelta a la esquina antes de deslizarse a través de la puerta trasera. Afortunadamente Chen Le no tenía perro como sus hermanos. Pero por si acaso se equivocase, tenía un bolsillo lleno de aperitivos para perros.

Sung Chan sacó los micrófonos del bolsillo de su chaqueta y puso un dispositivo de escucha en la pantalla de la lámpara en la sala de estar, uno en el plafón del techo de la cocina y uno en el dormitorio principal detrás de la mesita de noche.

 

 

Antes de salir de la casa, también puso una pequeña cámara de barra de labios en el conducto de ventilación de la sala de estar. Dios,¿nadie limpiaba sus conductos de ventilación? Sung Chan podría hacer una almohada con todas las pelusas de polvo. Atornilló la tapa del conducto en su lugar, echando a un lado su necesidad de limpiar el conducto.

El lugar ahora estaba conectado. A menos que alguien entrase por la ventana del dormitorio de invitados y se quedase en esa habitación, Sung Chan sabría si Mi Yeon o Yun Soo aparecían.

Tarareaba para sí mismo mientras regresaba a la cocina, y entonces vio un cuenco de plástico lleno de galletas caseras. Realmente no debería. Sung Chan lo sabía bien, pero el olor de avena elevándose fue demasiado irresistible para dejarlo pasar, especialmente desde que no había tenido nada casero en años. Cogió unas pocas y se metió una en la boca mientras salía por la puerta.

Dios, estaban buenas. Lástima que no pudiera haber tomado todo el cuenco.

Afortunadamente la nieve se había derretido un poco, y no dejó ninguna huella atrás. Satisfecho con su trabajo, Sung Chan saltó a su jeep y se dirigió de nuevo hacia el apartamento que había alquilado al lado de la estación de policía.

 

Se sonrió a sí mismo, pensando que era irónico que viviese tan cerca de los policías mientras intentaba detener a dos personas por espionaje. Si las cosas iban como esperaba que fuesen, Mi Yeon y Yun Soo estarían atrapados en una oscura celda y nunca más se sabría de ellos.

 

Chen Le abrió la puerta principal antes de regresar a su camioneta y sacar a Ji Sung del asiento del pasajero. Lo llevó a la casa y lo tumbó gentilmente en la cama de la habitación de invitados.

 

¿En qué cojones había estado pensando Ji Sung yendo al pueblo cuando ni siquiera estaba cerca de haber sanado por completo? Con un gruñido de irritación, Chen Le sacó el teléfono de su bolsillo y marcó en número del Dr. Jaejoong. Mientras esperaba que el médico respondiese, bajó la mirada hacia Ji Sung.

Su pareja era hermoso, pero malditamente terco. ¿Y su actitud? Chen Le estaba comenzando a ver de qué había estado hablando Jeno. Él y su pareja iban a tener una larga charla cuando Ji Sung se sintiese mejor. Chen Le estaría condenado si permitiese que Ji Sung descargase su ira sobre él o se pusiera en peligro de nuevo. Hubo terquedad, y luego fue francamente estúpido. No estaría sorprendido si Ji Sung hubiese retrasado su sanación por semanas.

Cuando el Dr. Jaejoong respondió, Chen Le explicó la condición de Ji Sung, y lo que había sucedido en la ciudad.

—Llegaré en un momento —dijo el Dr. Jaejoong—. Mantenle tan cómodo como sea posible.

—¿Debería ponerle hielo en el hombro?                                                  

—Deja que primero le eche un vistazo, y luego lo tomaremos desde ahí.

—Gracias. —Chen Le colgó. Necesitando mantenerse ocupado, fue a la cocina y puso la tetera. Ahora veía que estar emparejado a Ji Sung sería un desafío.

Mientras esperaba que se hiciese una taza de té, Chen Le agarró una galleta del cuenco de plástico en el mostrador. La lanzó a su boca, y luego tomó una taza del armario y la puso junto a la cocina.

Chen Le retrocedió.

Bajó la mirada hacia el cuenco.

La noche antes de ayer había hecho una docena de galletas. Ahora sólo había cinco. ¿Ji Sung se las habría comido? Empujando el pensamiento a un lado, hizo su taza de té.

Chen Le quería averiguar todo acerca de Ji Sung – qué le hacía sonreír, reír, fruncir el ceño, y por qué estaba tan enojado. Sabía que Ji Sung no se lo diría. Su pareja estaba malditamente cerrado, también luchando enojado con el mundo. Pero si Chen Le iba a hacer algún tipo de progreso, necesitaba algo con lo que trabajar.

Llamó a Jeno, esperando que Hae Chan se lo contase.

—Hey, ¿está Hae Chan en casa? —preguntó cuando su hermano respondió.

—Espera un segundo.

Chen Le llevó su té a la mesa y se sentó. Si Ji Sung despertase, no quería que su pareja escuchase la conversación. Escuchar a Chen Le haciendo preguntas personales sobre él podría detonar a Ji Sung.

—Hey, Chen Le —dijo Hae Chan—. ¿Qué pasa?

Explicó sobre Ji Sung saliendo disparado y desmayándose en la esquina. Después de asegurar a Hae Chan que su hermano estaba bien, preguntó: —¿Puedes contarme algunos antecedentes sobre él?

Hae Chan se quedó en silencio. Durante un momento, Chen Le pensó que el chico había colgado. —Realmente deberías hablar con Ji Sung sobre esto.

—Y sabes malditamente bien que no va a contármelo. —Chen Le deslizó su dedo sobre el borde de la taza, esperando que Hae Chan no insistiese en que hablase con Ji Sung.

—Nuestros padres murieron en un accidente de coche cuando Ji Sung tenía quince años. En lugar de llorarles y seguir adelante, ha quedado atrapado en su dolor. —Hae Chan continuó explicando cómo su tío Travis les había tratado como la mierda, siempre amenazándoles con echarles, cómo Ji Sung discutía constantemente con el borracho, y cómo la tía Gloria les había obligado a marcharse cuando Travis tuvo un ataque al corazón y tuvo que mudarse con ella—. Ji Sung saliendo disparado mientras aún está herido suena como él. Es malditamente terco, y ama presionar los botones.

Ji Sung ya había dicho lo mismo.

—Antes que nuestros padres muriesen, Ji Sung solía reír todo el tiempo —dijo Hae Chan con un suspiro—. Echo de menos a ese Ji Sung. Era juguetón, le encantaba bromear y realmente se preocupaba.

—¿Alguien ha pensado en conseguirle terapia? —preguntó Chen Le.

—Seguro, si hubiéramos podido pagarlo. Ambos estábamos trabajando en trabajos de mierda sin seguro médico. Voy a odiar ver la cuenta del hospital cuando llegue el momento.

Chen Le hizo una mueca. No dudaba que sería enorme. Siempre había agradecido ser un shifter y poder sanar de casi cualquier herida, y nunca enfermarse o atrapar enfermedades humanas. Las compañías de seguros deberían agradecer a los shifters por su sistema inmunológico. A pesar de todo, Chen Le encontraría una manera de ayudar a Ji Sung a pagar esas cuentas, incluso si tuviese que trabajar más horas.

—Gracias —dijo Chen Le—. Aprecio que me cuentes esto.

—No hay problema. Jeno y yo querríamos pasar a ver cómo está.

—Ahora no es un buen momento —dijo Chen Le—. Le pedí al médico de la ciudad que viniese a echarle un vistazo, y luego se quedará en la cama hasta que se sienta mejor.

Hae Chan se rio entre dientes. —Me alegra que esté en buenas manos. Buena suerte haciendo que te escuche.

Ji Sung estaba en las mejores manos. Chen Le no le dijo a Hae Chan que era su pareja. Aún no quería anunciar eso. No hasta que lograra comunicarse con Ji Sung y le ayudase a superar su dolor e ira. Chen Le no necesitaba que nadie le revelara la verdad de manera accidental. Probablemente eso le diese a Ji Sung otra razón para enojarse.

Colgó justo cuando sonó el timbre de su puerta. Con un suspiro, Chen Le se levantó y fue a responder. Le mostró al Dr. Jaejoong la habitación de Ji Sung. Su pareja aún no estaba despierta, y eso preocupó a Chen Le.

A decir verdad, no sabía demasiado acerca de dolencias humanas.

—¿Se supone que aún esté fuera de combate?

—Necesito quitarle la camisa —dijo el médico.

A Chen Le no le gustó que el Dr. Jaejoong no hubiese respondido su pregunta. —Espera. —Salió de la habitación y luego regresó con unas afiladas tijeras. No quería causarle a Ji Sung más dolor del que ya estaba sufriendo intentando quitarle la camisa por la cabeza.

 

 

Cortó la camisa desde la parte superior del brazo hasta el cuello, y luego desprendió el material. Chen Le maldijo. Incluso él sabía que la herida no debería estar tan roja.

El Dr. Jaejoong le dio un toque y pinchó, y los ojos de Ji Sung se abrieron de golpe. Gritó, y su puño conectó con la mandíbula del Dr. Jaejoong.

Chen Le se quedó ahí en estado de shock. ¿Realmente su pareja le había dado un puñetazo al médico? Ji Sung se derrumbó, respirando con dificultad, sus ojos salvajes y desenfocados mientras miraba alrededor de la habitación.

—Estás a salvo —dijo Chen Le, preparado para agarrar el brazo de Ji Sung si lo oscilaba de nuevo— El médico está mirando tu hombro. — Miró al Dr. Jaejoong, rezando para que el hombre no estuviese tan enojado que se negase a ayudar a Ji Sung.

El Dr. Jaejoong entrecerró los ojos mientras se frotaba la mandíbula. —Sólo por eso, no recibirás una maldita piruleta.

Ji Sung le dio al médico una confusa mirada. Chen Le suspiró de alivio.

Había escuchado que el Dr. Jaejoong tenía un gran sentido del humor, y estuvo jodidamente agradecido por eso.

—Voy a prescribir antibióticos, y también regresaré con un suero salino para asegurar que no esté deshidratado. Su herida parece infectada, pero lo cogimos antes que se pusiese demasiado mal.

—Se niega a tomar sus medicamentos para el dolor —dijo Chen Le.

—¿Realmente me estás delatando? —Ji Sung le miró.

Chen Le le regresó la mirada. —¿Cuándo se trata de tu salud?

Jodidamente sí.

Ji Sung alejó la mirada, su boca en una sombría línea. Maldita sea si a Chen Le no le iba a costar trabajo. Afortunadamente, Chen Le tenía experiencia tratando con esta clase de actitud ya que había crecido con hermanos que habían sido igual de tercos. Únicamente no podría golpear a Ji Sung en el culo como había hecho con ellos.

—Aunque no puedo obligarte a tomarlas —dijo el Dr. Jaejoong—, deberías considerarlo al menos durante las próximas doce horas. Necesitas descansar. Puedo darte una dosis de morfina si lo prefieres.

 

 

La mirada de Ji Sung pasó de Chen Le al médico. Se veía como si estuviese a punto de negarse, y luego asintió levemente. —Bien, lo que sea.

Chen Le se sintió aliviado de que estuviese de acuerdo en los medicamentos para el dolor, incluso si sólo fuese una dosis. Eso era mejor que Ji Sung ahí tumbado en agonía. Por el sudor en su frente y la contracción en sus ojos, definitivamente estaba sintiendo dolor.

—Necesito hacer una llamada telefónica. —El Dr. Jaejoong salió de la habitación.

—Sólo está intentando ayudar.

—Dije que tomaré la dosis. —Argumentó Ji Sung— Ahora puedes irte.

No te necesito aquí.

Si Ji Sung no hubiese estado herido, Chen Le hubiese puesto a su pareja sobre sus jodidas rodillas y le habría dado una buena zurra. — Tienes que cuidar ese tono conmigo.

—¿O qué? —Espetó Ji Sung—. ¿Vas a echarme?                                      25

¿Ese era el miedo de Ji Sung? ¿Qué Chen Le hiciese las mismas amenazas que su tío? —No, no voy a echarte. Pero te patearé el culo si continúas hablándome de esa manera.

Ji Sung le miró, como si se estuviese preguntando si realmente Chen Le haría eso. Luego sonrió, lo que tomó a Chen Le por sorpresa. —Estás obsesionado con mi culo, tío.

Chen Le dio un bajo gruñido. —Realmente eres un dolor en el culo, ¿cierto?

—¿Ves? —Ji Sung se rio entre dientes—. De nuevo con mi culo. Sé que es agradable, pero será mejor que mantengas las manos quietas, colega.

Chen Le rodó los ojos cuando el Dr. Jaejoong regresó, bolsa de suero y jeringa en mano. ¿Cómo cojones había ido a casa y regresado tan rápidamente? La Guarida estaba al otro lado de la ciudad. Por otro lado, Chen Le había vivido toda la vida en el mundo paranormal, de manera que sabía que no debería estar sorprendido.

 

 

Ji Sung se encogió, como si la aguja fuese de 3 metros y el médico estuviese a punto de hundirla en su corazón y succionar cada litro de sangre que tuviese. —¿Miedo de un pequeño pinchazo?

Su pareja entrecerró los ojos. —¿Todo es sobre sexo contigo?

—Nop —dijo el Dr. Jaejoong—. No estoy en la habitación con ustedes dos, de manera que no censuren lo que digan.

—Lo siento, Doc. —Chen Le sonrió con superioridad y miró de nuevo a su pareja—. ¿O tienes miedo de cualquier tamaño de pinchazo?

—Échale. —Le lloriqueó Ji Sung al médico.

—Lo haría —dijo el Dr. Jaejoong mientras trabajaba en la bolsa de suero—, pero le estoy encontrando muy entretenido. Sus modales son mucho mejores que los tuyos.

Ji Sung frunció el ceño. —Desperté con dolor. No fue mi intención golpearte.

Chen Le se puso una mano en la oreja. —¿Eso fue una disculpa?

—Lo siento. —Le dijo Ji Sung al Dr. Jaejoong, pero miró a Chen Le.

—Aun así no conseguirás una piruleta. —El médico se sentó a un lado de la cama—. Creo que primero te daré la morfina de manera que no te asustes por el Intravenoso .Te ves como si odiases las agujas.

Ji Sung tragó saliva cuando su mirada regresó a la jeringa en la mano de médico. —No-no tengo mi-miedo.

—El chico malo es un gran bebé. —Se burló Chen Le—. Sé un buen chico y toma tu dosis. Te daré algo para chupar después.

La mandíbula de Ji Sung cayó. —Estás loco, ¿lo sabes?

—Sí, pero alejé tu atención de la dosis. —Sonrió con superioridad— El médico ya te la dio.

Ji Sung miró al médico. —¿En serio?

 

—Soy así de bueno —dijo el Dr. Jaejoong—. Después que estés completamente aletargado, insertaré la aguja de la Intravenoso. —Le dio una palmadita a Ji Sung en la cadera—. Túmbate de nuevo y disfruta del viaje.

El Dr. Jaejoong se giró hacia Chen Le. —Regresaré cuando el suero salino se haya terminado. Mientras duerma, asegúrate que no sea molestado. Esa herida dolerá más si no descansa.

—Aún no estoy drogado. —Se quejó Ji Sung—. Deja de hablar como si ni siquiera estuviese en la habitación.

Justo cuando terminó la última palabra, Ji Sung estuvo fuera de combate. El médico se rio entre dientes. —Es un peso ligero.

Después que el Dr. Jaejoong terminase con la IV, Chen Le le acompañó a la sala principal. —No puedo agradecerte lo suficiente por ayudarme.

—Es tu pareja, ¿cierto?

—Sí, pero no quiero que nadie lo sepa hasta que se lo diga a Ji Sung. 

—Deberías llevarle a la Guarida cuando haya sanado. —El Dr. Jaejoong sacó su teléfono—. Allí hay muchas parejas que le ayudarán con sus problemas de ira. —Levantó una mano cuando Chen Le comenzó a discutir—. No hace falta ser ingeniero espacial para descubrir que está pasando por alguna situación. No voy a entrometerme, pero estar cerca de chicos que piense que son de su edad podría ser algo bueno para él.

Debido a que los humanos en la Guarida envejecían tan despacio como sus parejas, la mayoría aún se veían como si estuviesen en sus veinte. —¿Estás diciendo que soy viejo?

—Si el zapato te queda. —El Dr. Jaejoong sonrió con suficiencia.

Marcó un número, y luego dijo—: Estoy listo, Tao.

Un elf apareció en la sala de estar. Chen Le gruñó ante el inesperado visitante y los ojos de Tao se abrieron como platos.

—Ladra mucho —dijo el Dr. Jaejoong.

—Soy una pantera. —Corrigió Chen Le.

—Entonces ronronea mucho. —El médico se rio entre dientes—. Rectifico. —Miró a Chen Le—. Regresaré cuando la Intravenoso se haya terminado.

Él y el elf desaparecieron. Con una sacudida de cabeza, Chen Le regresó al dormitorio de Ji Sung donde se estiró junto a su pareja. Probablemente esta fuese la única vez que sería capaz de estar tan cerca.

Hasta que Ji Sung estuviese mejor y Chen Le le dijese que eran pareja.

Luego planeaba conseguir estar mucho, mucho más cerca.

Si Ji Sung no le daba un puñetazo primero.

 

 continuará...

Notas finales:

dejen rws


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