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131. Encontrar la Fortaleza (24) por dayanstyle

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Sung Chan no detuvo a Shotaro cuando se levantó y salió de la habitación. Permitió a su compañero el espacio que necesitaba para pensar tranquilamente. Había sido un infierno de noche, y Sung Chan necesitaba procesar los eventos, también.

Tomó su taza del mostrador, luego agarró una botella de agua del frigorífico antes de ir a buscar a su compañero. Shotaro estaba en la sala de estar, mirando por la ventana. Las luces de la sala estaban encendidas, lo que significaba que cualquiera podía ver el interior de su apartamento desde la calle.
—Tal vez no deberías estar ahí de pie. —Sung Chan puso la botella de agua en el extremo de la mesa—. No tienes que sentarte, pero preferiría que no fueras una baliza en la noche.

Shotaro miró a Sung Chan con sorpresa, como si hubiera desconectado y olvidado donde estaba. —Mierda, tienes razón.

La tensión era evidente en los hombros de Shotaro mientras caminaba hacia el sofá y recuperaba el agua. —Dime que tu familia es igual de loca que la mía.

—No sabría decirte, —dijo Sung Chan mientras Shotaro tomaba un gran trago de la botella. Gracias a Dios que no le había dado una bebida al humano. Shotaro habría estado borracho antes de que terminara de decir a Sung Chan lo que quería saber.

—¿Por qué no sabrías decirme? —Shotaro frunció el ceño—. ¿No conoces a tu familia?

—Fui abandonado siendo niño. —Sung Chan se relajó en la silla frente al sofá, contento de que este edificio ofreciera los apartamentos amueblados. Villa Kim realmente se estaba convirtiendo en una joya de lugar.

Una mirada desolada cruzó el rostro de Shotaro. —Lo siento mucho.

—Es lo que es. Ahora háblame de tu casa.
Shotaro se sentó en el borde del sofá gris y puso la botella de agua entre sus muslos. —Supongo que podría decir que realmente tampoco conozco a mi familia, excepto por Lia. Fui criado por ella.

—¿Qué pasó con tus padres?—Preguntó Sung Chan—. Me hablaste sobre tu madre, pero no sé nada de tu padre.

—Oh, todavía está vivo, —dijo Shotaro con una mueca—. Vive en la planta superior de la torre oeste. Nunca sale de su habitación. Jamás. Tengo que llevarle la cena todas las noches.

—¿Por qué?—Sung Chan se inclinó hacia adelante, intrigado. — ¿Es algún tipo de encierro?

—Si. Alrededor de un año después de que nací, fue atacado. Todavía no puede recordar qué tipo de no humano lo hizo. Y después de tantos años de vivir con lo que habían hecho, se ha vuelto loco, así que ni siquiera estoy seguro si alguna vez recordará.

—¿Atacado?

Shotaro asintió. —Él y mi madre estaban en el patio trasero, era de noche, y estaban disfrutando de la noche cuando salió algo del bosque.

Los ojos de Shotaro se empañaron. Parpadeó un par de veces, pero no ayudó. Las lágrimas brotaron y se posaron en los bordes de sus ojos. —Mi madre fue asesinada y mi padre quedó gravemente desfigurado. No lloró su pérdida y siguió adelante. Dejó que su muerte lo consumiera. Charles enloqueció cuando ella murió y salió de caza para encontrar al asesino.

Sung Chan no podía imaginarse perder a la persona que más preciaba. Por otra parte, nunca había tenido a nadie en su vida que hubiera significado tanto para él.

Hasta ahora.

Él no conocía a Shotaro. No tan bien como quería, pero incluso aunque su compañero era un extraño para él, Sung Chan no quería pensar en alguien matando a su humano. —¿Y encontró al asesino?

Shotaro se encogió de hombros. —Como dije, no sabía qué lo había hecho. Frankfurt ya estaba en Osaki Manor cuando sucedió, aunque mi padre no sabía su secreto. Frankfurt es el empleado de mantenimiento, por cierto.

—El hombre lobo.

—Sí. Si me preguntas, fue Frankfurt, pero no tengo ninguna prueba. Charles encontró a María y Derek. Por lo que Lia me dice, solían ser una linda pareja. Pero después de que mi padre los forzó a hacer un juramento de sangre, se volvieron tan locos como él. ¿No lo harías tú si estuvieras atrapado en servidumbre por toda la eternidad, y en esa casa, nada menos?
Sung Chan sabía sobre los juramentos de sangre. Eran irrompibles. Si María o Derek trataban de irse, ellos morirían. —¿Pero Lia no los despidió y los envió lejos?

—Los despidió, —dijo Shotaro—. Pero ellos no se fueron. Se quedaron en el sótano. —Una sonrisa irónica cruzó sus labios—. Los despidió tantas veces que he perdido la cuenta. Simplemente permanecen fuera de su vista hasta que Frankfurt le dice que los volvió a contratar.

—¿Lastimarían a Lia?— Eso preocupaba a Sung Chan. La habían deja- do en la casa, indefensa. Podría ser vieja y senil, pero la había tomado aprecio rápidamente. Sung Chan no quería que la pasase nada a ella.

Aunque su instinto le había dicho que ella estaría bien, quería escuchar a Shotaro decirlo.

—Por alguna loca razón, ninguno de los monstruos la toca, —Shotaro di- jo—. María y Derek están locos. No hay duda de eso. Pero nunca han entrado en su habitación.

—Pero dijiste que tampoco entraron antes a tu habitación, —Sung Chan señaló—. ¿Cómo sabes que no entrarán allí ahora que te has escapado?

Shotaro se levantó del sofá y se puso a pasear. —Porque no quiero pensar en ello, —dijo, y las lágrimas amenazantes finalmente cayeron—. Significa todo para mí, y si la tocan un solo pelo...

Sung Chan también se levantó. Envolvió los brazos alrededor de su compañero y lo sostuvo cerca. —A la mañana, volveremos allí y nos aseguraremos de que esté bien.

—Tengo que volver ahora. —Shotaro se apartó de Sung Chan, secándose los ojos—. No puedo dejarla allí.

El apartamento de Sung Chan era sólo de una habitación. No era lo suficientemente grande para acomodar a otra persona. Bueno, a alguien que no fuera a dormir en su cama. Pensó en el sofá por un segundo, pero luego descartó la idea. Una mujer de la edad de Lia no debería estar en un sofá.
Por otra parte, si fuera necesario, Sung Chan le daría la cama y él y su compañero se quedarían en el sofá.
—Estoy seguro de que podemos encontrar una solución, —insistió Sung Chan.

Shotaro negó con la cabeza, obstinación en sus ojos azules. —Tengo que regresar. Ya voy a pagar el precio por tenerte allí, por huir contigo.

El puma de Sung Chan gruñó al pensar sobre qué tipo de precio Shotaro estaba hablando. La ira hervía dentro de él y Sung Chan descubrió sus caninos.
—Nadie te va a castigar.

Shotaro se dirigió hacia la puerta, pero Sung Chan se movió más rápido y presionó su espalda en la madera. Shotaro lo miró con una profunda tristeza en sus ojos. —No conoces a mi padre, Sung Chan. Puede haber criaturas vagando por los pasillos de Osaki Manor, pero Charles es el peor monstruo de todos.

Sung Chan necesitaba ayuda. Él era bueno, malditamente bueno, pero no había forma de que pudiera enfrentarse a los vampiros, a un lobo, ghouls y a un humano loco. No él solo. —Cuéntame sobre los ghouls.

Shotaro miró fijamente a Sung Chan. —No sé nada sobre ellos. Como dije, hay criaturas vagando por esos pasillos. Me encierro en mi habitación todas las noches. Escucho los ruidos extraños y huelo olores raros y desagradables, pero nunca salgo a investigar.

Sung Chan no podía imaginarse ser prisionero en su propia casa. Charles había invitado a cosas que podrían despedazar a Shotaro sin esfuerzo. Sung Chan entendía su pérdida, pero... demonios, ¿cómo podía un padre hacer eso a su hijo?
—Descansa por esta noche, —dijo Sung Chan—. Prometo que volveremos allí a primera hora de la mañana.
Acarició la suave mejilla de Shotaro con los nudillos. Le desgarraba ver a su compañero tan preocupado. Los párpados de Shotaro se cerraron y des- cansó su mejilla contra la palma de Sung Chan. —No sabes lo mucho que quiero salir de ese lugar, experimentar otra vida distinta a la cruel que me ha tocado.
Shotaro abrió los ojos y dio un paso atrás. El puma de Sung Chan gruñó a la distancia. —Pero tengo que volver. Si no lo hago, entonces mi padre se morirá de hambre. Soy el único que tiene permitido subir a su habitación.

Sung Chan curvó su labio. —Tu padre no merece tu lealtad.

—Pero sigue siendo mi padre, no importa que haya enloquecido.
—Shotaro le dio la espalda y se dirigió al sofá, pero no se sentó—. Quiero odiarlo, y una gran parte de mí lo hace, pero cada vez que pienso en no volver allí, pienso en la pérdida devastadora que ha sufrido.

—¿Qué hay de tu pérdida? Tu padre podría haber tomado el amor que había tenido para tu madre y usarlo para criarte. En cambio, te ha hecho sufrir toda tu vida. Trajo una gran amenaza a su casa, y te hizo tratar con ello solo mientras se esconde en su torre de marfil.

Shotaro se mordió el labio inferior. Pero en lugar de excitarse por el movimiento, Sung Chan esperaba que significara que Shotaro estaba considerando sus palabras. Encontraría la forma de llevarse a Lia de ese lugar. Sung Chan sólo tenía que pensar qué hacer con ella. Tenía algunos ahorros, pero no era rico. Además, hasta donde él sabía, no había ninguna residencia de ancianos en la ciudad. Quizás debería haber.

Sung Chan sacó el teléfono celular de su bolsillo y marcó. Shotaro lo miró con curiosidad, pero Sung Chan no se detuvo a explicar lo que estaba a punto de hacer.

— Kim Jongin.

—Eh, Jongin. Soy el Detective Jung Sung Chan.

—¿Qué puedo hacer por ti, Sung Chan?
Sung Chan esperaba como el infierno que Jongin pudiera realmente ayudarlo. Así que se quedó allí de pie mientras le daba al alfa la versión condensada de lo que estaba pasando, con la esperanza de que tal vez Jongin considerara construir una residencia de ancianos. Incluso si lo hiciera, eso tomaría tiempo, y Sung Chan necesitaba sacar a Lia de Osaki Manor inmediatamente.

Jongin gruñó. —¿Dices que Lia podría estar en peligro?

Sung Chan había escuchado que el alfa tenía un punto débil por los niños y los ancianos, y rezaba para que ese punto débil le ayudara. —Mi compañero no piensa que sufra ningún daño, pero no estamos cien por ciento seguros.

—Me encargaré de esto, —gruñó Jongin.

—Bien, —dijo Sung Chan, aliviado.

—¿Qué fue todo eso?—Preguntó Shotaro cuando Sung Chan colgó.

—Llamé al alfa de esta ciudad, —dijo—. Jongin ayudará a sacar a Lia de allí.

—¿Y qué hay de mi padre?— Gritó Shotaro—. ¿Y si Jongin entra en mi casa y lo lastima? ¡Deberías haber hablado conmigo antes de hacer esa llamada de teléfono!

—Jongin no es un salvaje, —argumentó Sung Chan—. A menos que Charles ataque primero, no lo lastimará.

—Esto es una pesadilla. —Shotaro se apresuró hacia la puerta, pero de nuevo, Sung Chan se le adelantó.

—¿Qué vas a hacer? ¿Ir andando a casa?

—Haré lo que sea necesario para volver allí. —Shotaro le empujó, pero Sung Chan no se movió—. ¡Déjame ir!

—No hasta que te calmes. —Nada había ido bien desde que Sung Chan
había decidido conducir a casa de Shotaro, pero que lo cuelguen si permitía que su compañero se pusiera en un peligro aún mayor—. Viste cómo estaban actuando los vampiros, Shotaro. Quieren sangre. Apuesto a que se mueren de hambre porque no pueden salir de esa maldita casa. Me sorprende que aún no te hayan usado como bolsa de alimentación. Están hambrientos, y estarás en su menú si regresas allí.
—Frankfurt les trae sangre, —dijo Shotaro.


Hielo se deslizó por la espina dorsal de Sung Chan. —¿Les trae situación era mucho peor de lo que Sung Chan había imaginado.

Frankfurt y esos malditos vampiros tenían que ser eliminados. Sung Chan desearía poder ir con Jongin para hacer él mismo el trabajo.

Pero eso significaría poner a Shotaro en peligro, y eso era lo último que Sung Chan haría. —Respóndeme.

—Lo escuché una vez referirse a él como carmesí.

Sangre sintética. Ningún vampiro podría vivir sólo de eso. Al menos Sung Chan nunca había oído hablar de ello. Tenían que volverse locos por la sed de sangre real. Sung Chan no tenía dudas de que si alguien que se extraviaba lo suficientemente cerca nunca más se sabría de ellos.

Quizás para eso estaban los ghouls. Para deshacerse de los cuerpos. Sung Chan se sintió enfermo. Tenía que decirle a Jongin qué buscar si el alfa pensaba investigar.

Sung Chan le envió un mensaje de texto esta vez para que Shotaro no perdiera los estribos. Le habló a Jongin sobre los túneles secretos debajo de la casa y los ghouls carnívoros.

Jongin le mandó una cara sonriente.

El tipo estaba loco si pensaba que sería divertido.
—¿Qué le escribiste?— Exigió Shotaro.
—Que tenga cuidado con los ghouls. —Sung Chan no había mentido, pero tampoco le había dicho toda la verdad, que Jongin podría buscar por toda la casa, y si se encontraba con Charles, bueno, Sung Chan no podía hacer nada al respecto.

Shotaro una vez más se sentó en el borde del sofá, pero ahora su pierna rebotaba. Sung Chan se sentó junto a él y abrazó a su compañero. —Todo va a estar bien.

—Siento que no puedo respirar, —dijo Shotaro—. Todo esto es demasiado y muy repentino. Necesito tranquilizarme un minuto.

—Aw, cariño. Te prometo que todo saldrá bien. —Aunque Sung Chan no estaba realmente seguro de eso. Todo lo que le preocupaba era sacar a Lia de allí. Después de lo que Charles le había hecho a su único hijo, el bastardo podía pudrirse en esa torre.

Shotaro arqueó una ceja rubia. —No tengo idea de cómo funciona esta cosa del apareamiento, pero suena raro cuando me llamas cariño.

El chico estaba mintiendo descaradamente. Sung Chan vio en sus ojos azules que la muestra de cariño lo excitó y lo hizo sonrojarse. —Pequeño mentiroso, —Sung Chan susurró en la sien de Shotaro.

Sung Chan se sorprendió cuando Shotaro se sentó a horcajadas sobre su regazo. —De acuerdo, puede que me guste, pero tienes que recordar que he estado protegido toda mi vida. Estoy acostumbrado a estar solo, a entretenerme, y bueno, hacer prácticamente todo por mi cuenta.

—Ahora eso suena como un desafío. —Sung Chan acarició con sus nudi- llos la polla de Shotaro. Los ojos de su compañero se oscurecieron, pero antes de que Sung Chan pudiera ir más allá, escuchó un ruido al otro lado de la puerta de su apartamento.

Entonces el olor de lobo invadió sus pulmones.


Jongin colgó a Sung Chan y llamó a su beta, Siwon. —Ven a mi oficina, ahora.

Instantes después, Siwon tomaba asiento en el sofá negro. —¿Qué sucede?

Jongin estaba más que molesto porque Frankfurt no lo hubiera llamado. Trataría con ese lobo más tarde, pero ahora mismo Jongin se concentró en los vampiros.

Malditos vampiros.

¿Por qué demonios Charles Osaki tendría vampiros en su casa? Jongin sabía del ataque a Charles hace décadas y sobre la muerte de su esposa. Pero ni Lia ni Charles le hablaron de la contratación de vampiros como sirvientes.

Sabía que Charles se había vuelto loco después de perder a su esposa, pero no había pensado que el hombre fuera un completo idiota.

—Tenemos un problema de vampiros del que tenemos que ocuparnos.
—Explicó a Siwon lo que Sung Chan acababa de contarle.

—¿Ghouls?

De acuerdo, entonces esa parte divertía a Jongin. Hacía una eternidad que no se tropezaba con esos carroñeros cobardes, y esperaba ansiosamente ponerles las manos encima. Aún así, se sorprendió de que sólo hubiera dos. Los ghouls normalmente iban en grupos de al menos una docena.

—Tenemos que sacar a Lia de allí.

Siwon sabía sobre la promesa de Jongin. Su beta había estado con él desde que Jongin había formado su manada, y sabía más sobre él que casi cualquier otra persona en la vida de Jongin.
—¿Es esta una misión de rescate o estamos limpiando la casa?—Siwon se veía un poco demasiado entusiasmado con esto último.

—Nos ocupamos de Lia, —dijo Jongin—. Tendré que evaluar la situación para ver si alguien además de esos jodidos vampiros y ghouls tiene que morir.

No quería derribar a Charles, pero si se había hundido demasiado en la locura, Jongin rompería el cuello del humano, especialmente si había permitido que su madre sufriera algún daño.

—Toma algunos hombres, —dijo mientras se levantaba de detrás de su escritorio—. Salimos en diez minutos.

continuará...


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