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131. Encontrar la Fortaleza (24) por dayanstyle

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Jongin había revisado cada centímetro de la mansión. Cada recondido pasadizo que pudo encontrar, pero aún no había encontrado a Lia. Él quería creer que Frankfurt se la había llevado, igual que él había ayudado a Charles a escapar, pero...

Se paró en la habitación de Charles, mirando el césped de enfrente, y no podía imaginar cómo sería estar encerrado en una celda durante más de dos décadas.

El aislamiento lo habría vuelto loco.

El aire se agitó detrás de él. Jongin olió instantáneamente a vampiro, pero conocía ese olor, lo conocía desde hacía mucho tiempo, lo tenía permanentemente grabada en su cabeza.
—Jaehyo.

El príncipe de los vampiros se movió sin hacer ruido y se unió Jongin en la ventana. Permanecieron en silencio durante mucho tiempo antes de que Jaehyo finalmente hablara.

—Si hubiera sabido lo que Charles había estado haciendo, —intervino—. Los estaba matando de hambre, y por eso, no puedo perdonarlo.

Jongin se volvió para mirar a Jaehyo. —Sung Chan sospecha que Frankfurt salía para encontrar personas sin hogar o humanos que nadie extrañarían y se los daba de comer a los vampiros, —dijo Jongin—. Luego tiraba los cuerpos en los túneles para que los ghouls se deshicieran de ellos.

Jaehyo puso sus manos detrás de él con una expresión solemne.

—Pero los de mi especie necesitan alimentarse más a menudo que eso. Esa es la única razón por la que habrían intentado atacar a Shotaro. Estaban hambrientos.

Sí, eso tampoco le gustó a Jongin. Su ira ardía dentro de él al pensar que Shotaro estaba herido, pero también estaba cabreado por los vampiros que habían estado atrapados aquí en primer lugar.

—El luto de Charles es comprensible, —dijo Jaehyo—, pero sus acciones son abominables. Usó a seres humanos inocentes como si sus vidas fueran sin sentido. Él mantuvo a María y Derek prisioneros y ellos eran tan inocentes como lo fue él. Su locura debió ser detenida.

—El juramento de sangre, —dijo Jongin—. Es la única manera de que sean libres si Charles está muerto.

Jaehyo lo estudió, y aunque eran buenos amigos, viéndole en la oscuridad, en esta habitación espeluznante, Jongin le recordaba lo peligroso que era el hombre en realidad.

—Su alma murió hace mucho tiempo, Jongin. Su cuerpo aun no lo ha seguido. —Jaehyo entrecerró los ojos—. Pero voy a rectificar eso tan pronto como lo encuentren. Pagará por los crímenes que ha cometido.
—Incluso si Jongin quería perdonar a Charles, Jaehyo tenía todos los derechos a administrar justicia. Jongin no podía hacer nada para salvar al padre de Shotaro.

Preternatural caminaban entre los humanos, respetaba sus leyes, y trataron de mezclarse, pero no eran humanos, y el lobo de Jongin le exigió a Charles que pagara por lo que había hecho.

Jongin asintió con la cabeza y dijo. —Que así sea. Cuando Charles sea encontrado. Te será entregado.

—Alimentaré a María y a Derek. Mi sangre alimentará sus cuerpos. Entonces los llevaré a mi aquelarre.

Jaehyo se fue, dejando a Jongin para que lo viera desaparecer. La sangre del príncipe sería mejor que la leche materna para María y Derek, y esperaba que sus corduras volvieran después de estar bien alimentado.

Jongin hizo a un lado esos pensamientos. Tenía una misión que cumplir y eso era encontrar a Lia.

 

Shotaro podría haber dicho que le gustaba la aventura, pero mientras se dirigían a su casa Sung Chan dudaba de que su compañero quisiera tener algún drama allí. Ellos ya habían visto suficiente.

Mientras Sung Chan conducía por el camino de entrada. Shotaro, iba haciendo todo lo posible para tranquilizase. La mano de Shotaro tembló cuando el coche se acercó a la casa, y cuando Sung Chan lo miró, Shotaro estaba mirando a las ventanas del último piso de la torreta oeste.

—Todo va a estar bien. —Sung Chan le dio a la mano más pequeña de Shotaro un ligero apretón y Shotaro le dio una mirada de duda.

—Nada está nunca bien cuando se trata de mi padre, —dijo Shotaro en un tono de voz de desamparo. Apartó la mano y cogió la puerta, cuando Sung Chan lo detuvo poniendo su mano en el hombro de Shotaro. Cuando su compañero le miró, Sung Chan le dio su mejor y más sincera sonrisa.

—Sólo recuerda, no importa lo que pase, yo te cubro las espaldas.

Antes de salir del auto, Shotaro asintió con la cabeza. Sung Chan estaba tratando de hacer que Shotaro se sintiera mejor, pero si la situación fuera al revés, y tuviera un padre como Charles....demonios no. Sung Chan no iba a mentir, ni siquiera para sí mismo. Habría acabado con la vida de Charles hace años. Con los vampiros al sol, quemando los túneles para deshacerse de los demonios, y arrancado el corazón a Frankfurt.

Habría sido un lío, pero Sung Chan habría tenido paz mental.

Salió del coche y miró a su alrededor, pero no vio a Jongin por ninguna parte. El terreno estaba espeluznantemente tranquilo mientras se movía hacia el lado de Shotaro.

—Prometiste quedarte en el auto.

El instinto de Sung Chan le gritó que sacara a su compañero de allí, pero Shotaro tenía un brillo determinado en sus ojos azules, y Sung Chan tenía un pre- sentimiento de que no ganaría esta pelea.

—Necesito asegurarme de que Lia está bien. —Shotaro se dirigió hacia la puerta, y Sung Chan agarró su muñeca y lo detuvo.

—Déjame al menos llamar a Jongin y ver qué está pasando dentro.

Sung Chan sacó el celular de su bolsillo y se sorprendió cuando Shotaro se quedó ahí de pie retorciéndose las manos, su mirada rebotando en todas partes. Su compañero le había escuchado.

Cuando la llamada fue enviada al buzón de voz, Sung Chan maldijo. No quería dejar entrar a Shotaro en la casa.

—¿No hay respuesta?

—No. —Sung Chan miró fijamente su teléfono, como si fuese a darle respuestas. Lo guardo y respiró hondo—. No puedo convencerte para que esperes en el coche, ¿verdad?
—Prometo estar a tu lado.
—También prometiste quedarte en el coche.

Shotaro frunció los labios. —Los dos sabemos que sólo lo decía para que me trajeras aquí.

Inclinando la cabeza hacia la de su compañero, Sung Chan miró a Shotaro a los ojos. —Y te voy a dar una paliza por eso.

Shotaro le dio una sonrisa titubeante. Si la situación no fuera tan tensa probablemente habría tenido algo ingenioso que decir. Pero parecía que es- taba listo para saltar de su piel cuando Sung Chan lo llevó hacia la puerta.

—A mi lado, —dijo al entrar. Su agarre en la mano de Shotaro se apretó mientras miraba a su alrededor. Algo no estaba bien. Sung Chan sintió la amenaza en el aire mientras se adentraban en la Mansión Osaki.

—Crecí aquí, —dijo Shotaro en voz baja mientras se dirigían al dormitorio de Lia—. Incluso nací aquí, pero este lugar se siente... no se siente como mi hogar. Es como si hubiera entrado en la casa de un extraño.

Casa. —Sung Chan sabía cómo se sentía Shotaro. Había salido del centro de acogida a un hogar de acogida, sin tener nunca un sentido de pertenencia. Esperaba que las cosas cambiaría ahora que Shotaro estaba en su vida, y probablemente lo harían, pero el cambio no ocurriría de la noche a la mañana. Los dos tenían un gran trabajo para adaptarse y lidiar con ello.

Se detuvieron en la puerta de Lia y Sung Chan la abrió. Metió su cabeza en la habitación para asegurarse de que era seguro antes de permitirle a Shotaro entrar.
Shotaro miró a su alrededor después de entrar. —¿Dónde está mi abuela? Esa era una muy buena pregunta. Tal vez Jongin ya se la había llevado de aquí y estaba en la guarida. Intentó una vez más llamar al alfa, pero Jongin no contestó.

—Deberíamos irnos, — dijo Sung Chan. Los pelos a lo largo de sus brazos se erizaron. Estaba teniendo una mala vibración, y necesitaba sacar a Shotaro de allí.
—Demasiado tarde para eso.

Sung Chan giró, empujando instintivamente a Shotaro detrás de él cuando el olor a lobo invadió la habitación.

—Frankfurt, — dijo Shotaro mientras sacaba su cabeza por el costado de Sung Chan. —¿Dónde está Lia?

Frankfurt cerró la puerta del dormitorio detrás de él. Sus ojos brillaban mientras agitaba lentamente la cabeza. —No deberías haber regresado Shotaro hay cosas que están sucediendo aquí más allá de tu comprensión.

—Dónde. Esta. Lia. —El tono de Shotaro era sólido, confiado, y Sung Chan estaba impresionado. Pero aún así no dejaba que Shotaro se alejara de él.

—Ella está a salvo. —La mirada del lobo iba de Shotaro a Sung Chan—. Pero sabes que no debes traer extraños a la casa. —Lamió sus labios mientras se acercaba. —Tu padre está muy disgustado contigo. Quiere verte.

—Sobre mi cadáver, —gruñó Sung Chan.

Frankfurt inclinó la cabeza hacia un lado, como lo hacían los pájaros cuando se inspeccionaba por unos binoculares. —Llegaremos a tu castigo después de que él haya visto su padre.

Un ladrido de risa irónica vibró en el pecho de Sung Chan. —Nadie va a castigarme, y si intentás quitarme a Shotaro que todo el peso del Ultionem caerá sobre tu cabeza. Nadie puede interferir con el apareamiento.

Frankfurt asintió—. Sí, yo conozco esa regla. Pero nunca dije que te lo quitaría. Yo, no lo haría. Tu unión con Shotaro.

Frankfurt en serio asustó a Sung Chan. Su puma se elevó a la superficie, apenas contenida bajo su piel. Quería atacar, matar, matar. Mantener a su pareja a salvo. Sung Chan estaba de acuerdo con esa idea. —¿Y dónde está su padre?

Si Jongin no tuviera a Lia, podría estar escondida con Charles y Sung Chan tenía que encontrarla.
—Sígueme. — Frankfurt se giró y abrió la puerta.
Shotaro agarró el brazo de Sung Chan. —¿Estás loco? Mi padre lo que hará es golpearme sin sentido por tenerte aquí. Y se asegurará de que tú también sufras.

El miedo en los ojos de Shotaro sólo sirvió para enfurecer a Sung Chan. Su pareja no le había dicho que había sido maltratado físicamente. Definitivamente quería hablar con Charles ahora que sabía la verdad.

—¿Por qué vamos al estudio de mi abuelo?— Preguntó Shotaro.

Frankfurt no respondió. Sung Chan se preguntaba lo mismo. Shotaro había dicho que nadie había entrado excepto para la limpieza, pero ahora que sabía de qué se trataba la ayuda, tenía más que curiosidad. Alguien había entrado por la fuerza allí, y ahora Frankfurt los estaba llevando a la habitación.

Sung Chan se aseguró de entrar antes que Shotaro. Escaneó los paneles de madera de la oficina lujosamente decorados, alfombras oscuras y ricas, un amplio escritorio, luego noto que había alguien sentado detrás.

¿No había dicho Shotaro que su padre estaba desfigurado? El tipo sentado allí era guapo, no tenía ni una mancha.

Entonces el olor golpeó a Sung Chan. Empujó a Shotaro detrás de él mientras desnudó sus caninos.

—Cálmate, gato, —dijo el desconocido mientras se ponía de pie. Él rodeó el escritorio, sus pasos medidos y gráciles, como los de un poderoso hombre de negocios con un cliente.

—¿Quién eres tú?—Preguntó Shotaro—. Pensé que nos encontraríamos con mi padre.

Sung Chan no dejaba de notar cómo Frankfurt se acercaba a la ventana.
Vigilaba de cerca al recién llegado, y del otro lado a Frankfurt.

—Eres un demonio.

El hombre apretó una mano contra su traje bien hecho, poniendo la palma de su mano sobre su pecho mientras hacía una pequeña reverencia. — Soy FeelDog.

¿Por qué me suena ese nombre? Sung Chan se devanó los sesos, pero no podía recordar dónde lo había oído.

Otro hombre entró al estudio por una puerta lateral. FeelDog ondulo una mano hacia él. —Y este es Rae Hwan.

No, el olor no era demoníaco. Cerca, pero no. Sung Chan nunca había olió algo tan asqueroso, y cuando Rae Hwan se les unió, algo sucedió, algo extraño. El pecho de Sung Chan se sentía cargado de dolor, y un fuerte nudo se le formó en la garganta. Él quería llorar, caer de rodillas y llorar porque sintió como si toda la felicidad dentro de él hubiera sido se succionada.

—¿Qué....— Sung Chan agitó la cabeza, cerrando los ojos por un segundo antes de mirar a los dos extraños—. ¿Qué eres?

—Lo que soy no tiene importancia. —FeelDog se sentó en la esquina del escritorio, agarrando sus manos delante de él—. Deberías estar preguntándome por qué estoy aquí.

Frankfurt se inclinó hacia atrás, bordeando la puerta, pero antes de que pudiera escarpar Rae Hwan lo agarró por el cuello y lo empujó hacia Sung Chan.

—Este es tu trato, —le dijo Rae Hwan a Frankfurt—. No puedes escapar de la diversión.
—¿Qué trato?— Preguntó Shotaro—.¿Qué demonios está pasando aquí? La sonrisa de Rae Hwan provocó escalofríos en la columna vertebral de Sung Chan. —Adelante, lobo. Diles el trato que hiciste con nosotros.

Sung Chan nunca había visto tanto odio en los ojos de alguien cuando Frankfurt miró a Shotaro. —Sólo tenías que traer a ese gato asqueroso a esta casa. Hasta ahí perfecto, pero luego empezaron a aparecer los cambiaformas registrando el lugar.

—Pero eres un metamorfo, —señaló Shotaro.

Frankfurt levantó la mano, como si fuera a golpear a Shotaro, pero Sung Chan agarró la muñeca del lobo, aplicando una tremenda cantidad de presión. —Te aconsejo que no lo hagas.

Al liberarse el brazo, Frankfurt desnudó los caninos. Sung Chan no estaba impresionado. Estaba a segundos de sumergir su mano en el pecho de Frankfurt y arrancarle el corazón. En vez de eso, se volvió hacia los intrusos.
—¿Qué trato?

—Bueno, ya ves. —Rae Hwan se sentó detrás del escritorio y extendió sus brazos sobre la parte superior de su cabeza con una sonrisa alegre—. Frankfurt pensó que matando a Charles podría romper el juramento de sangre.

Shotaro jadeó detrás de Sung Chan, pero Sung Chan agarró del costado de su compañero, diciéndole con la mirada que no dijera una palabra.

—Pero el juramento que hizo Frankfurt no puede deshacerse sólo matando a Charles. Todo su linaje tiene que ser aniquilado para que Frankfurt gane su libertad.

—Lia, —susurró Shotaro.

FeelDog sonrió con suficiencia. —Charles ha sido cuidadoso, pero es viejo y la señora es astuta. Se había ido de su cama antes de que pudiera llegar a ella.

Sung Chan lanzó una mirada fulminante a Frankfurt. —Nos atrajiste hasta aquí para acabar con la vida de Shotaro.

Frankfurt explotó. —¡Nunca quise estar aquí en primer lugar! El abuelo de Charles me pilló corriendo por el bosque. Me puso un collar mágico en el cuello y me dijo que si no hacía un juramento de sangre con él, me mataría. —Saliva voló de la boca de Frankfurt mientras gritaba, y maldición, Sung Chan no quería sentir lástima por el tipo.

No cuando ofreció a Shotaro a estos hombres por su libertad.

—Tu padre nos llamaba monstruos, —continuó Frankfurt—. Pero él era el verdadero mal en esta casa. —Miró la alfombra, su voz ahogada por el llanto—. Las cosas que me hizo hacer, y esas personas inocentes que él me hizo sacrificar a esos vampiros asquerosos.
—¿Por qué nunca dijiste nada de lo que estaba pasando?— Preguntó Shotaro. Aparentemente Sung Chan no era el único conmovido con la historia de Frankfurt.

Una vez más Frankfurt miró a Shotaro con profundo odio en sus ojos.

—¿Qué podría haber hecho alguien? Estaba atado a tu maldita familia. No puedes deshacer un juramento de sangre a menos que la persona que lo hizo te libere.

Y el abuelo de Shotaro estaba muerto. Frankfurt estaba maldecido a la esclavitud por el resto de su vida, un cambiaformas.

—Ahora mira, —dijo Rae Hwan, apartando la atención de Sung Chan de Frankfurt— ¿No te sentirías mejor si les dices en vez de hacer que yo se lo diga?

Sung Chan miró hacia atrás a Frankfurt. —¿Y qué canjeaste por tu libertad?

Frankfurt miró hacia la ventana del estudio. —Conozco un hechizo que hará desaparecer la marca negra de detrás de la oreja de un perro del infierno.

Sabuesos del infierno. Sung Chan había oído hablar de ellos, pero nunca había conocido a uno de ellos antes, y habría sido feliz el resto de su vida si nunca lo hubiera hecho.

FeelDog se dio unos golpecitos con el dedo detrás de la oreja. — Nunca habrá nada que nos detenga.

La única forma de matar a un perro del infierno era apuñalarlos en esa marca. Explotarían en una pila de polvo, y sus almas oscuras regresarían al Infierno, atrapados hasta que pudieran encontrar la salida de nuevo.

Pero Sung Chan sabía que Frankfurt mentía. Sung Chan sobresalía en el interrogatorio, había estudiado bajo las mejores condiciones, y el lenguaje corporal de Frankfurt, junto con los pequeños matices de sus micros expresiones, le dijeron a Sung Chan que el lobo no tenía ni idea de cómo quitar la marca.

Frankfurt acababa de sentenciarlos a todos a muerte. Pero se estaba escondiendo otro secreto. —Tú también cambiaste algo más. ¿Qué era?

—Eso es asunto mío, —dijo Frankfurt—. Querían otro tipo de moneda de cambio además el hechizo.

FeelDog aplaudió con las manos juntas. —¿Empezamos con él?

Sung Chan se giró cuando la puerta se abrió. Parpadeó un par de veces antes de que su cerebro registrara a la persona que entraba en la habitación.
¿Qué diablos estaba haciendo Myron allí?

—¿Qué diablos...?— Shotaro miró al vecino de Sung Chan. —¿Qué está pasando Myron? ¿Por qué estás aquí?

Myron sonrió con una mueca que hizo que Sung Chan quisiera arrancarle la cabeza al bastardo de sus hombros. Confió en el pequeño imbécil, pero por el engaño en sus ojos, su acto inocente fue sólo eso. Una actuación. El bastardo merecía un Oscar por su actuación.

Entonces merecía morir.

—Mi padre me hizo espiar a Sung Chan cuando lo vio venir a casa el primer día para buscar huellas. —Myron levantó la mano—. Por cierto, me puse guantes.

—¿Frankfurt es tu padre?—La mandíbula de Shotaro se cayó—. Pero nunca tuvo hijos.

—Sorpresa. —Myron se rió—. Pero lo hizo. Mi madre era una mujer que se suponía que iba a sacrificar a los vampiros, pero se había enamorado de ella y nueve meses después, ella me dio a luz.

—Y cuando tu padre se enteró, —gruñó Frankfurt—. Shannon fue entregada a esos vampiros como castigo.

—Oh, demonios. —Rae Hwan se echó a reír—. Estoy escarbando en esta historia de amor, muerte y venganza. Esta mierda debería estar en el canal Lifetime.
—Maté a tu vecino y me hice cargo de su apartamento para poder seguirte la pista, —dijo Myron, como si matar a alguien no fuera un gran problema para él. Sung Chan había sentido pena por Myron. Ahora quería aplastar su garganta. —Todo fue idea de mi padre.

—¿Qué más cambiaste por tu libertad?— Sung Chan repitió.

Cuando Frankfurt miró a Myron, Sung Chan tuvo su respuesta. Él estaba seguro que Myron no tenía ni idea de lo que su padre había hecho.

—Me gustan mis juguetes de juego, —dijo Rae Hwan—. ¿Cómo podría pasar un trato así?

—¿De qué está hablando?— Preguntó Shotaro.

—Frankfurt prometió a los hellhounds el hechizo, y a su hijo a cambio de eliminar a los Osaki, —dijo Sung Chan.

Myron se movió de un lado a otro, con los ojos bien abiertos mientras miraba a Frankfurt.

—Padre, ¿es eso cierto?

Frankfurt alzo el labio superior. —Haré lo que sea para escapar de mi esclavitud, incluso entregar a mi único hijo.

Myron gritó mientras atacaba Frankfurt. Sung Chan nunca había visto a alguien tan enloquecido, y Myron parecía decidido a matar a su padre. Le arañó a Frankfurt, gritando sobre la traición, y maldijo tan mal que incluso Sung Chan se sonrojó.

Los perros del infierno se sonrieron el uno al otro.

Sung Chan mantuvo a Shotaro detrás de él mientras se dirigía hacia la puerta, pero el ataque de Myron no había distraído a FeelDog o Rae Hwan.

—No tan rápido, —dijo FeelDog—. Aún no hemos terminado con ustedes dos.

Sung Chan estaba listo para luchar hasta la muerte para mantener a Shotaro a salvo cuando la puerta del estudio se abrió y entró Lia. —¿Llego demasiado tarde para la fiesta?


continuará...


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