Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Más allá del Paramo por Tsumuru

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capitulo II –  PREOCUPACIONES


 


TRES AÑOS DESPUÉS…


 


El tiempo nunca había sido algo que le preocupara a Hayato.


Era un hada, y como tal, poseía una vida longeva que fácilmente podía triplicar la expectativa de vida de cualquier humano.


Así es, el pasar de los años no afectaba a Hayato, al menos no inmediatamente.


Él conservada la misma apariencia desde hacía más de… ¿100 años? Era sorprendente que ni siquiera llevara una cuenta de los años que tenía.


¿Con qué propósito? No tenía la costumbre de celebrar su nacimiento, a diferencia de los humanos que lo hacían año con año, y un año más en su vida no era algo que representara un problema en su vida.


Aun recordaba la cara llena de asombro que había puesto la <bestia> al decirle que en El Páramo, eso a lo que él llamaba cumpleaños, no existía.


Para las hadas, los motivos de celebración eran el cambio de las estaciones, festividades de fertilidad, cosecha, lluvia… Todo lo relacionado con la naturaleza y las bendiciones que esta daba a los seres vivos.


Festejar el día en que naciera alguien era totalmente incomprensible para las criaturas mágicas, quienes veían el nacimiento, y la muerte, como algo que la naturaleza dictaba sin que a cambio se tuviera que recibir un obsequio por ello.


Haruki enseguida comprendió eso, y no obligó a Hayato a adoptar hábitos tan humanos como lo era la celebración de un cumpleaños.


Pero aun si Hayato no celebraba su cumpleaños, año con año, Haruki si lo hacía. Solo se trataba de una pequeña reunión en casa de su padre Allen, en donde se preparaba comida deliciosa y se reía toda la noche ante las ocurrentes historias que Diaval contaba.


Era un día en donde la felicidad corría como el agua de un río, y en el cual, Hayato formaba parte.


Y fue con cada cumpleaños de Haruki que Hayato comenzó a sentir el paso del tiempo.


La <Bestia> era humana, y por consiguiente con el pasar de los años, el tiempo comenzaría a actuar en él. Para Hayato, Haruki seguía igual de hermoso que cuando este cumpliera 16 años. El pasar de los años había hecho que el rostro del joven adquiriera una madurez exquisita, acentuando aún más esa belleza que lo caracterizara desde el día de su nacimiento.


Haruki no era viejo, solo tenía 25 años, y eso para un humano era el mejor momento de su vida, donde su cuerpo poseía la energía y salud debida para triunfar en la vida.


Pero Hayato sabía que así como habían pasado ya 9 años desde que le confesara su amor al joven, con la misma facilidad pasarían otros 9 años más…


20 años…


30 años…


40 años…


Hasta que finalmente tuviera que decirle adiós a su amor.


El ciclo natural de la vida alcanzaría a Haruki antes que a él, y no había forma de que Hayato pudiera cambiarlo o evitarlo.


El tiempo nunca le había preocupado, pero ahora que tenía una familia, su manera de pensar también había cambiado, y aquella preocupación también iba dirigida hacia sus hijos.


¿Ellos tendrían una expectativa de vida humana o tendrían la longevidad de las hadas?


<<Dejemos de preocuparnos por cosas de las que no tenemos el control y mejor enfoquémonos en un día a la vez…>>, Haruki le había aconsejado, una noche en la que mientras veían a sus hijos dormir, le confesó sus temores de los efectos que el tiempo tendría en los gemelos.


Y Hayato realmente creía que no había mejor consejo que ese.


Vivir un día a la vez y disfrutarlo como si pudiera ser el último.


*


Y el tiempo pasó…


Los gemelos crecieron con salud y a una rapidez que sus padres se preguntaban donde habían quedado esos dos bultitos recién nacidos.


Los niños ahora tenían 3 años, casi 4 como no se cansaban de decir a cualquiera que veían en El Páramo.


—<<Ya casi tenemos cuatro años, te invitamos a nuestra fiesta.>>— Ambos niños decían al mismo tiempo mientras extendían una hoja verde, la cual sacaban de una bolsita en donde había más hojitas verdes, y la cuales se encargaron de recoger una tarde mientras Diaval los cuidaba.


Aquella hoja era la invitación a su fiesta y sin ella, según los mismos gemelos, nadie podría asistir o comer pastel si no la llevaban el día de la fiesta.


Cada invitado, todas criaturas del Páramo, niños y adultos, especialmente los adultos, sonreían al recibir aquella hojita.


Ese par de gemelos eran simplemente encantadores, y con la misma facilidad con la que Haruki se había ganado el corazón de todos en El Páramo, los niños también lo habían hecho.


No había criatura en El Páramo que no conociera y quisiera ese par que, pese a ser físicamente iguales, poseían personalidades y rasgos únicos que los diferenciaba entre sí.


Además de que Athis tuviera el cabello rubio y Athos lo tuviera negro y rubio, sus ojos era la diferencia más notoria que ambos niños tenían.


Al igual que con el cabello de Athos que era de dos colores, los ojos de ambos gemelos eran de diferentes tonos.


Uno era color miel como el de Haruki, y el otro de color verde y con la pupila en horizontal como el de Hayato.


Una pestaña rubia y un ojo de diferente color los hacia completamente únicos.


Athis tenía la pestaña rubia y el ojo color miel del lado derecho, mientras que Athos lo tenía en el ojo izquierdo.


<<Son como un pequeño panque marmoleado>>, Allen solía decir cada vez que veía a los gemelos que no podían ser una combinación perfecta de sus dos padre.


Rubio y negro.


Día y noche.


El sol y la luna.


Amanecer y anochecer.


Pero más allá de aquellas diferencias físicas, Athis y Athos tenían un carácter totalmente diferente.


Athis, por un lado, era más calmado y disfrutaba ver las cosas con calma.


Ya fueran mariposas, hojas, o las misma estrellas, a la cuales le tenía una gran fascinación, el niño las veía con una gran paciencia a diferencia de su hermano que la paciencia no era una de sus virtudes.


Athis, como Haruki solía decir, era más unido a la naturaleza. Naturaleza por la cual se preocupaba, llegando a tener amigos insectos con los cuales se reunía para ayudarlos a construir sus casas.


El pequeño Athis sufría cada vez que veía alguna flor lastimada y a punto de marchitarse, llegando al punto de buscar a Hayato para que con su magia, la ayudara a curarse.


Hayato ya había perdido la cuenta de las flores que curara por petición de su hijo.


Athos, por otra parte, era más temerario y solía hacer las cosas sin pensar en las consecuencias. Él no podía quedarse quieto viendo volar una mariposa porque enseguida sus manos querrían atraparla y meterla en un frasco para que su hermano pudiera tenerla.


Athos no podía quedarse quieto.


Corría todo el día, jugando que era un guerrero hábil con la espada. Cada roca que brincaba, era una montaña sobre la que volaba, y cada charco que rodeaba, era un río en el cual nadaba.


Para el gemelo con el cabello de dos colores no era importante ayudar a una flor marchita porque…


Bueno, porque había muchas flores más bonitas y no entendía la preocupación de su hermano por las flores feas y secas.


Tampoco entendía por qué Athis liberaba las mariposas que le llevaba. Si tanto le gustaban, podría tener muchas en frascos. Él tenía muchos frascos porque su abuelito Allen se los daba cada vez que se acababa un frasco de mermelada. Y él como excelente guerrero que era, podría cazar todas las mariposas que había en El Páramo.


Si, los gemelos eran muy diferentes pese a ser idénticos.


Pero independientemente que uno fuera más tranquilo que el otro, o que uno inventara historias que tenían como protagonista a las estrellas y otro inventara historias donde él mismo era el protagonista, ninguno mostraba señal de desarrollar poderes mágicos. Únicamente sus orejas puntiagudas, idénticas a las de Hayato, evidenciaban su lado hada.


¿Alguno de los gemelos podría ser el próximo protector del Páramo?


Eso nadie lo sabía, y a Hayato por ahora no le importaba.


 


*


—Creí que irías al pueblo con los niños y tu padre. — Hayato dijo a Haruki.


El rubio se encontraba sentado en el césped seco del mediodía y recargaba su espalda sobre el tronco del árbol cercano a la cueva en la que vivía junto con el príncipe y los niños, los cuales jugaban a unos metros de ahí..


—Decidí quedarme y le pedí a papá que comprara lo que faltaba para la fiesta de los niños. Además, irá con Diaval, así que no tengo de que preocuparme. — El joven respondió. Si bien al parecer su padre y Diaval tenían algo entre ellos, al parecer no se trataba nada serio como para confirmarlo y decirlo a sus seres cercanos.


Ante los ojos de los demás Allen y Diaval seguían siendo amigos.


—Me da la impresión que últimamente evitas ir al pueblo humano, ¿es por una razón en particular?— Desde que los niños nacieron, Haruki apenas había ido al pueblo dos o tres veces. Aparentemente no era algo de importancia ya que la <bestia> no le había comentado nada al respecto, pero aun así Hayato deseaba saber el motivo del poco interés del rubio en los pueblos humanos.


A su mente vino aquel recuerdo de un joven Haruki de 16 años cuyo sueño era poder visitar el pueblo incontables veces.


O al menos así había sido hasta que se enamorara del Páramo y de su guardián.


—No, no hay ninguna razón en particular. — Haruki respondió viendo a Hayato. — Solo creo que El Páramo es un lugar más seguro. No quiero decir que Philip esté haciendo un mal trabajo como rey y que por eso todo el reino sea un lugar malo. — De hecho muchos decían que el reino no había estado en mejor época desde que el rey Henry muriera. — Pero soy humano y por eso sé que mi raza puede ser cambiante… No quiero que eso lastime  a los niños. Si, ellos parecen humanos, pero no lo son en su totalidad… No quiero que gente malintencionada los lastime por su parte hada, así que prefiero que ellos se queden aquí en El Páramo. Aquí estarán a salvo y todos los conocen, no podrían estar más a salvo en otro lugar. — Haruki dijo con total convicción.


Para él, que sus hijos fueran mitad hada, era un orgullo, una bendición. Eso significaba su unión y amor hacia Hayato y hacia El Páramo, aun si sus hijos no mostraban ninguna señal de tener un poder mágico.


Pero Haruki no se cegaba, y sabía que eso a lo que él llamaba una bendición, para muchos otros era justamente lo contrario.


Era una maldición.


Allá afuera, lejos de la protección del Páramo, existían hombres que aun sentían temor u odio hacia las hadas, o hacia cualquier otra criatura sobrenatural.


Aun cuando su hermano, el rey Philip, admitiera y protegiera a las criaturas sobrenaturales del Páramo que ingresaban a su reino, sabía que habría al menos alguna alma podrida que estaría más que satisfecha de lastimar a un ser mágico.


Y él no permitiría que sus hijos fueran el blanco de mentes nubladas por el odio. Mientras sus hijos aun fueran pequeños e incapaces de defenderse por su cuenta, Haruki evitaría que visitaran el pueblo entre la medida de lo posible.


—No te preocupes, <bestia>.— Hayato dijo y acaricio el cabello rubio de Haruki, el cual seguía luciendo atado en una trenza que siempre hacia reposar en uno de sus hombros. — Recuerda que nuestros hijos están protegidos por un conjuro protector. Cualquiera que desee lastimarlos, el daño se les regresara.


A los pocos días de que Athis y Athos nacieran, Hayato se encargó de conjurar una protección para sus hijos. Era un conjuro sencillo pero realmente poderoso que perduraría hasta que él tuviera vida.


<<Protege lo que amo de cualquier brisa.


Salud y protección es lo que yo reclamo.


Te entregaré mi vida, si no permites una despedida.


A mi familia protejo con estas palabras,


y no me arrepiento de decirlas.


Yo, el protector del Páramo, con estas palabras te llamo.


Protege lo que amo de cualquier brisa,


y no permitas que mi magia sea imprecisa. >>


 


—Lo hice una noche que los tres dormían. — El hada aclaró al percibir la mirada de Haruki sobre él.


El conjuro también protegía a Haruki, y por la mirada que este le lanzaba a Hayato, el rubio lo comprendía.


—Bien, entonces ya no tendré de que preocuparme. — Haruki dijo con una sonrisa. Realmente se le quitaba un peso de encima al saber de la existencia de ese conjuro protector.


— ¡Papi!— Los gemelos gritaron con cierto miedo, alertando de inmediato a sus padres que caminaron hacia ellos.


—A Athos le está saliendo algo en la cabeza y dice que pica. — Athis dijo a Haruki. El pequeño señalaba a su hermano que se rascaba su cabeza con insistencia, sintiendo entre sus pequeños dedos, unos bultitos salir de su cabeza.


Athis no entendía que le ocurría a su hermano.


Quizás a Athos lo había picado un insecto y por eso tenía comezón. A él siempre lo picaban los mosquitos en sus piernas y solo el ungüento del abuelito Allen le quitaba la comezón.


Haruki fue el primero en acercarse a Athos.


En cuanto se colocó a su altura, reviso la cabeza de Athos para ver qué era eso que al niño le causaba tanta molestia.


—Hayato…— Haruki llamó al hada. La comezón que su hijo sentía no se debía a ninguna picadura de insecto.


Hayato se acercó en un par de pasos, y sus ojos mostraron asombro al ver el claro indicio del crecimiento de dos pequeños cuernos en la cabeza de Athos.


—Son cuernos…


A Athos le estaban creciendo los cuernos característicos de su raza hada.


— ¡Son cuernos!— Athis dijo con alegría alzando sus brazos mientras dada un par de saltos. Los cuernos no eran malos, los tenía su papá y eran bonitos. Y ahora Athos tendría unos. — ¡Athos y yo ya tendremos cuernos como papá! ¡Seremos hadas que vuelan y cuidaremos El Páramo como papá! — Athis seguía diciendo emocionado.


Si Athos tenía cuernos, entonces él también los tendría porque los dos eran como dos gotitas de agua. Los dos eran iguales y siempre les pasaban las mismas cosas.


Cuando a él se le cayó un diente, a Athos también le pasó lo mismo unos días después.


Entonces a él en unos días le saldrían sus cuernos y después tendría alas.


A Athis le emocionaba tener alas y magia con la cual poder curar a las plantas y a sus amigos insectos y demás criaturas del Páramo.


Él quería ser protector del Páramo como su padre.


Sin embargo, para sorpresa de Athis, en esta ocasión, él y Athos no serían gotitas de agua.


A partir de ese momento, Athis aprendería que él y su hermano serian diferentes.


Y Athis no sería protector del Páramo como tanto deseaba.


 


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).