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Notas del capitulo:

"Siempre supe que es mejor, cuando hay que hablar de dos, empezar por uno mismo."

Inevitable - Shakira

Capítulo 2. Checkpoint

 

Se removió bajo la calidez que le otorgaba las sábanas y mantas con las que estaba cubierto, sintiéndose especialmente cómodo mientras se hundía aún más en el colchón, alzando las ropas de la cama para taparse un poco más y acomodándose en la almohada para intentar seguir durmiendo, pues era sábado, tenía casi todos sus trabajos listos y podía darse esos merecidos minutos extra bajo las mantas.

Pero, como un relámpago que cruza los cielos en plena tormenta, el recuerdo de lo ocurrido durante la noche llegó hasta su conciencia al momento de sentir un cálido cuerpo reposar contra su costado. Entonces, abrió los ojos, encontrándose de inmediato con el enredado cabello de Eren desparramado sobre su pecho, desperdigando el aroma de su propio champú. La tez del moreno lucía tersa a esa corta distancia, aunque podía notar esos estragos de barba que comenzaba a salirle en la barbilla y quijada; pero también — debido ese estrecho espacio que separaba su rostro con el del chico — podía apreciar la longitud y curvatura sutil de sus pestañas, abundantes como sus cejas que ahora se hallaban dibujando un semblante apacible en ese hermoso rostro.

Antes de irse a dormir, le había preguntado al chiquillo si podía acostarse junto a él para descansar, ya que no contaba con un colchón extra o más ropa de cama como para tirarse al piso y dormir allí; este, con una sonrisa tan cálida como el mismo verano, había asentido y dado su consentimiento y Levi no tuvo reparos en dejarse envolver por el sueño a su lado, cuando el otro chico ya se hallaba completamente dormido.

Hizo el intento de apartar con suavidad algunos mechones castaños que parecían cubrirle el rostro, en un acto que se le antojo sumamente natural y que fue realizado sin que él lo pensara a conciencia; y, ante esa caricia, el joven moreno se estremeció sutilmente, acomodándose un poco más contra él como buscando calor y confort, sabiéndose completamente a salvo allí.

El alivio recorrió los tensos músculos del azabache, pues, en cierto punto de la noche, temió que Eren se fuera a descompensar debido al frágil estado en el que había llegado a su habitación; sin embargo, tras secarse el cabello totalmente y terminarse el té con limón que le había preparado para prevenir un posible resfriado, el chico se acomodó bajo las frazadas y se durmió casi de inmediato. Aunque, francamente, Levi no tardó en seguirlo — después de haber terminado de ordenar el desastre de su habitación —, metiéndose bajo las sábanas junto a él y cayendo a la inconsciencia prácticamente cuando su cabeza se acomodó sobre la almohada.

Inundó sus pulmones de aire con el propósito de oxigenar su adormecido cuerpo todavía, llenándose no sólo de oxígeno, sino también del aroma del joven que parecía estar despertando también ante el movimiento de su cuerpo; en seguida, Eren se apartó un poco, volviendo su cabeza sobre la almohada que le había cedido y mirando con ojos somnolientos al azabache, aparentemente intentando reconocerlo.

Una débil sonrisa se dibujó en ese rostro tan perfecto, al mismo tiempo que volvía a cerrar los ojos por unos breves instantes.

—   Buenos días. — murmuró Eren de manera ronca y baja, apenas moviendo sus labios.

—   ¿Cómo te sientes? — se atrevió a preguntarle, volteándose para quedar sobre su costado y mirar más cómodamente al moreno. Estaba un poco preocupado de que enfermera por su exposición al frío y la humedad de sus ropas.

—   Agradablemente bien. — respondió, ensanchando su sonrisa. — El té que me diste hizo un gran trabajo. Gracias. —

Levi volvió a relajar sus músculos por unos segundos, permitiéndose apartar la vista del chico — quién parecía querer seguir durmiendo unos momentos más — y llevar su atención hasta la ventana del cuarto, desde dónde provenía la luz que llenaba su habitación, mostrando cielos con colores en escala de grises y, por si fuera poco, que todavía seguía lloviendo.

—   ¿Dormiste bien? — la voz de Eren le hizo volver su atención hacia él, sólo para encontrarse siendo observado por sus esmeraldas. Por un instante, volvió a sentirse hipnotizado por esos ojos que siempre parecían intentar calar hondo en su mente, llegando a considerar que todo lo que estaba pasando en ese instante era un mero sueño; una jugarreta de su inconsciencia por haber deseado tener a Eren de nuevo entre sus brazos. Sin embargo, logró espabilar un poco para aclararse la garganta y volver a concentrarse en la situación.

—   Increíblemente, sí. — admitió con más sinceridad de la que pretendía, pero tampoco se arrepintió de eso, pues el chico dejó salir una corta carcajada que, inevitablemente, lo contagió.

Soltó un suspiro y procedió a voltearse. Sentía la necesidad de salir de ese campo hipnótico en el que se veía inmerso cuando Eren lo miraba de esa forma tan particular, con esa semi sonrisa que acentuaba la forma de sus pómulos y le daban un aspecto jovial, inocente; así que usó como excusa buscar su celular sobre el velador y revisarlo como ya era usual para él en las mañanas. Así mismo, le entregó su propio teléfono al mocoso, que — por mucha suerte — se había salvado del agua al estar escondido al fondo de su mochila.

Eran apenas las nueve de la mañana y consideró vagamente la idea de acomodarse para dormir unas horas más, sabiéndose necesitado de un poco más de descanso tras la larga noche que había pasado; pero lo cierto es que ya no tenía sueño y la presencia de Eren a su lado comenzaba a ponerlo sutilmente nervioso y es que, ¿qué iba a suceder ahora?

La noche anterior había confirmado sus sospechas de que el chico había sufrido algún abuso y, pese a no saber de cuál índole, eso implicaba que no lo dejaría marcharse con una mera sonrisa y un «hasta pronto». Estaba muy preocupado por el moreno, guardándose un montón de preguntas que quería formularle para comprender qué tipo de ayuda necesitaba y cuánto podía hacer él para ayudarlo. Y es que no dejaba de pensar una y otra vez lo desesperado que estaba ese chico como para salir con ese clima y también molestándole que fuese incapaz de pedirle quedarse, sin tener que acostarse con él para lograrlo.

Sabía que no era una obligación para él, ni tampoco su responsabilidad ya que, en estricto rigor, Eren era un total desconocido, no podía reconocer casi ninguno de sus comportamientos o siquiera predecirlos; sin embargo, era incapaz de ignorar esa latente preocupación que tenía en el pecho y la necesidad agobiante de querer preguntarle todo, de saber todo; porque ese joven había rondado su mente los últimos meses, a veces imaginando que un día podrían sencillamente salir a comer, mandar a la mierda su acuerdo y conocerse un poco más, para así comprobar si esa sensación que tenía junto a él no se debía únicamente a una atracción sexual entre ambos.

Ahora tenía la oportunidad, no sólo de conocer más sobre el moreno, sino también de ayudarlo al saber que no estaba pasando por un buen momento.

Volteó ligeramente su rostro para darle un vistazo, encontrándose con una mueca de disgusto plasmada en el chico al dejar su celular bajo la almohada, sin darle mayor atención; a continuación, Eren se estiró un poco, todavía bajo las mantas, y se echó hacia atrás esos mechones rebeldes que insistían en tocar su rostro cada cierto rato.

Tenía que preguntarle… tenía que hacerlo…

—   Oi. —

—   Ya me voy. — anunció él, interrumpiéndolo tan abruptamente que se quedó perplejo por unos momentos, en los que observó al chico quitarse las tapas de encima y arrastrarse hacia los pies de la cama para poder bajarse de esta. Una alerta se encendió dentro de él, parecida a la sensación que sintió cuando lo vio llegar la noche anterior, empapado hasta la médula; no podía dejar pasar ese mal presentimiento que tenía atorado en su garganta, debía detenerlo antes de que se marchara.

—   Eren, tu ropa todavía debe estar mojada. — señaló. Había apagado el radiador antes de acostarse para evitar accidentes y podía sentir el frío que se colaba por el vidrio de la ventana hacia la habitación, por lo que suponía que sus prendas no iban a estar aptas para ser usadas. — Dijiste que esperarías hasta que estuviera seca para irte. —

—   Lo sé, pero me siento incómodo. — admitió, revolviendo sus cabellos con algo de frustración, mientras clavaba su mirada en el piso y hacía una mueca de disgusto. — Estoy siendo una jodida molestia. —

—   Lo estás siendo con ese parloteo ridículo. — le espetó el azabache, recibiendo una mirada de reojo por parte del otro y sus claros intentos por tratar de relajarse. Era ahora o nunca, tenía que hacerle ver al chico que podía confiar en él. — Si lo que te preocupa es ese acuerdo que teníamos, podemos mandarlo al demonio. Puedes hablar conmigo, Eren. — 

Frente a él, el otro chico abrió sus ojos con impresión y una emoción que logró avivar el brillo de su mirada verdeazulada. Un atisbo de esperanza surgió en el pecho de Levi, pensando que Eren confiaría en él y le comentaría los sucesos que lo llevaron a llegar hasta esa habitación en la madrugada; sin embargo, tan rápido como un parpadeo, el moreno cambió rápidamente su expresión y adoptó un semblante que mostraba un montón de tristeza, apagando la esperanza dentro de él.

—   Levi… — suspiró, lleno todavía de mucha frustración. Lo observó por unos instantes mientras fruncía el ceño con aflicción y se acercaba para sentarse junto a él, quien se había acomodado para mirarlo de frente. — No me malinterpretes con lo que te diré… — comenzó a decir, haciendo que el universitario se pusiera nervioso. — Me gustas, ¿de acuerdo? Quiero conocerte y todo eso, pero… conocerte implica que también tienes que saber cosas de mí que realmente no quiero que sepas. —

—   ¿Puedo saber por qué? —

La confesión sobre el interés de Eren por conocerlo debió suponer un trago dulce para él, quien también se había sentido atraído por el chico y era uno de los motivos por el cual no quería que se marchara como si nada, porque no quería que lo siguiera viendo como una simple pareja sexual, sino que… también quería conocerlo.

Sin embargo, sólo podía sentir una opresión en el pecho ante sus palabras.

—   Porque me avergüenzan. — respondió, acercándose un poco más, todavía clavando su vista en los orbes azul grisáceo del más bajo.

—   Oi, tampoco quiero me empieces a dar tu expediente de vida ni nada por el estilo. — trató de decir con sutileza, pero al parecer su tono de voz reflejaba las emociones contradictorias que amenazaban con gobernarlo. Pues si bien comprendía que para Eren también era un desconocido, le molestaba que no pudiese permitirse confiar, aunque fuese un poco, en él. — No te obligaré a decirme nada. Sólo quiero saber que el chico con el que comparto cama no es un asesino o un psicópata o cosas peores. — la carcajada de Eren resonó en la habitación con una espontaneidad que lo hizo sonrojar un poco; esa risa era muy autentica, tanto que, incluso, llegó a encender un hermoso brillo en sus ojos verdes.

—   Si te dijera que no lo soy, ¿me creerías? — había un sutil coqueteo en su tono de voz, tan mísero que Levi prefirió ignorarlo y tratar de retomar la seriedad de su discusión.

—   Hagamos algo. — una idea cruzó por su cabeza al darle un corto vistazo al temporal que todavía caía sobre la ciudad. — Tengo ropa que llevar a la lavandería, así que aprovecharé de llevar tus estropajos para lavarlos y meterlos en la secadora; por mientras, ve a la cafetería a buscar desayuno para ambos y lo traes a la habitación. Después seguiremos conversando. —

No quería rendirse aún. Tenía la fuerte impresión de que, si dejaba marcharse a Eren en ese momento, no lo volvería a ver.

Al no comprender lo que le había sucedido a ese joven el día anterior, su mente estaba preparada para el peor escenario, uno donde Eren era víctima de ese tipo de situaciones con recurrencia y él era muy consciente hasta qué punto podía desencadenar hechos de ese estilo; ya sea por ser víctima de un posible agresor o en sus intentos de escapar de él, pues pudo haber tenido algún accidente anoche mientras caminaba por la ciudad en esas condiciones climáticas.

Sin embargo, evidenciando que Eren no parecía confiar en él para darle respuestas, primero necesitaba ganarse esa confianza.

—   ¿Y quieres que salga con esta ropa? —

La pregunta del chico, cargada de confusión mientras miraba sus ropas — que consistían en los pantalones cortos que Levi usaba para hacer ejercicio en verano y la camiseta que se ajustaba bastante a su cuerpo al no ser de su talla —, llamó rápidamente su atención. Y es que, para ser sinceros, el azabache había esperado una rotunda negativa por parte del otro ante su propuesta de desayunar juntos y extender ese encuentro en compañía mutua, algo totalmente impensado hasta el momento dado los jodidos acuerdos que tenían.

Así que, sin poder evitarlo, se sintió complacido de la actitud que tuvo el moreno, motivado por la idea de que ambos querían lo mismo.

—   Saca lo que quieras del closet y deja de lloriquear. Tendrás que llevarte unos de mis zapatos también. — señaló, viendo a la distancia las zapatillas del chico que también se encontraban totalmente mojadas. Y entonces, sus ojos conectaron con los de Eren, quien le dedicó una mirada que venía acompañada por un leve sonrojo en sus mejillas, lo cual no supo interpretar del todo, ya que jamás lo había mirado con tanto… ¿cariño?

—   No tienes que hacer esto, Levi. — murmuró, agachando levemente la cabeza. — ¿Lo sabes, verdad? —

—   Por supuesto que lo sé, idiota. — le gruñó, ahora un poco avergonzado también.

¿Desde cuándo había tanta tensión entre ellos?

Antes, sus encuentros con Eren habían sido sumamente cómodos y naturales, podía hablarle con desplante y, claramente, no sólo hablarle; pero ahora se sentía un poco nervioso ante su cercanía, su estómago parecía revuelto y tenía la constante necesidad de desviar su mirada cada vez que esta se cruzaba con la del chico junto a él.

El único consuelo que tenía ante tan extraña situación es que, aparentemente, el moreno se sentía de la misma forma, porque ese extraño rubor en sus mejillas no eran signos de fiebre o calor, sino que mostraban la vergüenza que Levi también se esforzaba por disimular.

—   No sigas dándole vueltas al asunto y mueve el trasero. —

   

~*~~~*~~~*~

 

 Silencio.

Entre ellos sólo se podía escuchar los sonidos de sus movimientos al comer el desayuno que Eren había comprado en la cafetería. Como no sabía los gustos de Levi ni tampoco si tenía restricciones de alguna comida por motivos de salud, se había atrevido a traer variadas opciones, entre ellas cereales, frutas, sándwich y donas, así como también se había preocupado de mantener el agua caliente en el hervidor para preparar té apenas llegara el azabache de la lavandería.

Su ropa estaba ahora sobre una silla junto al calefactor, para terminar de sacarle la humedad, mientras que ellos estaban sentados sobre la cama del ojiazul, con las piernas dobladas y la bandeja con la comida sirviendo de separación entre ambos, quienes mantenían su mirada fija en el desayuno.

Eren estaba muy nervioso, pese a que en muchas ocasiones había deseado pedirle a Levi que olvidarán ese ridículo acuerdo que él mismo había propuesto y sugerirle alguna salida, beber un café, almorzar, salir a caminar o quedarse conversando en su acogedora habitación. Ese estúpido acuerdo de negarse a revelar información al otro había surgido en un momento de desesperación tras el primer encuentro que tuvo con Levi, cuando sus ojos grises habían brillado en su dirección — todavía jadeante — y parecían querer fundirse con los suyos, calar hondo y preguntarle un montón de cosas; cosas que Eren se avergonzaba de contar.

Así que, aprovechando que Levi parecía no ser muy versado en temas de encuentros casuales, le sugirió esa oportunidad de verse esporádicamente, porque, pese a que tenía mucho miedo de que el otro lo conociera realmente, estaba seguro de que no quería dejar de verse con él; no podría olvidarse fácilmente de alguien como el azabache, con sus sonrisas seductoras, su mirada penetrante y la gentileza con la que siempre lo trataba, buscando no dañarlo y permitiéndoles disfrutar a ambos de esos encuentros.

Pero ahora todo se había derrumbado. Su oportunidad de hacer las cosas bien con Levi había terminado en el momento en que la necesidad de ser protegido por sus brazos fue más grande y se arriesgó a llegar la noche pasada a su habitación, sabiendo que no estaba bien emocionalmente y que, cómo no, el otro se daría cuenta; también sentía mucha vergüenza de haber usado como pretexto querer acostarse con él para ser recibido en su habitación. A decir verdad, si ese hubiese sido el caso, tampoco le habría molestado, mas no habría sido correcto.

El suspiro de Levi tras dejar su taza vacía de té sobre la bandeja le hizo pegar un sobresalto nada disimulado, recordando con violencia los hechos ocurridos la noche anterior y todo lo que ello desencadenó.

Se vio en la obligación de apartar sus amargos recuerdos del día anterior hasta lo más profundo de su mente, intentando con ello no mostrar más de aquella vulnerabilidad que le había sido imposible ocultar durante la noche, en cuanto se supo a salvo en la cálida habitación de Levi; y es que este parecía estar atento a cada una de sus expresiones, leyéndolas y casi tomando nota de ellas para poder comprenderlo de mejor forma, tal vez incluso para adivinar qué le diría o haría, expectante a cada una de sus acciones.

Pero sabía que lo que el azabache estaba esperando eran respuestas y, de cierta forma, se las merecía. Había sido cual faro en medio de una tormenta en el mar, que, al seguir su luz, se había encontrado a salvo y protegido. Tenía la impresión de que jamás podría saldar esa deuda con él y, así mismo, se sentía avergonzado de no haber sido lo suficientemente sincero con respecto a que necesitaba alojo por esa noche.

Responder algunas de sus preguntas era lo mínimo que podía hacer después de recibir tanta ayuda y comprensión de su parte, pese a que le daba terror que supiera quién era y todos los problemas que tenía sobre sus hombros en ese momento.

—   Partiré yo. — habló de pronto. Su voz suave y controlada le dio a entender que se estaba esforzando por no incomodarlo y tomar las cosas con calma. — Me llamo Levi Ackerman. — dijo entonces, sorprendiendo el moreno por aquella revelación tan simple y maravillosa.

No había esperado que el azabache iniciara aquella conversación con algo tan sencillo como presentarse, hasta que comprendió que sus verdaderas intenciones eran crear un ambiente de confianza, iniciando con lo que debieron haber hecho desde el instante en que se conocieron.

—   Levi Ackerman… — repitió él, saboreando las letras al pronunciarlas con lentitud y recibiendo una ceja enarcada de parte del dueño de dicho nombre. — Te queda bien. — mencionó con una carcajada involuntaria, un poco avergonzado por mostrarse complacido de saber el nombre completo del azabache, grabándoselo en la memoria como una de las cosas que jamás querría olvidar.

—   Tengo veintiún años. — siguió diciendo, aparentemente también avergonzado por la situación. — Estudio administración. Ya sabes dónde. — comentó, bajando su mirada hacia la bandeja nuevamente.

—   Cuéntame más. — pidió, sin percatarse de que estaba sonriendo al darse cuenta de que Levi era completamente fascinante, aun cuando todavía no mencionaba casi nada sobre sí mismo.

Le entusiasmaba que el otro le revelara aspectos de él, porque no sólo se trataba de hechos sino de la forma en que lo decía: sus gestos, la manera en que sus ojos se aclaraban u oscurecían, incluso ese leve rubor que se acentuó en sus pómulos cuando Eren había repetido su nombre.

Apenas si le había dicho cosas completamente superficiales, que eran las típicas que se mostraban en los perfiles de las redes sociales; pero Levi estaba sembrando un contexto para lo que era su persona, su vida. Estaba revelándole cosas poco a poco, tanteando el terreno como asumiendo que Eren podría desconfiar hasta de estas verdades.

—   Tch, de acuerdo… — parecía incómodo por esa situación y se removió sobre el colchón para proseguir. — Soy hijo único. Mi madre vive a dos horas de la ciudad, así que voy a visitarla los fines de semana y, a veces, durante la semana cuando no tengo muchos trabajos y exámenes. — los ojos azul grisáceo de Levi se alzaron hacia él, clavándose en sus esmeraldas como queriendo transmitirle algo. — Claramente, estoy soltero. — añadió, ahora conteniendo una sonrisa lasciva. Eren dejó escapar una risita, sólo para liberarse de la tensión que se había generado entre ellos.

—   Una buena noticia. — comentó, no sabiendo si era buena idea ponerse a coquetear, pero tampoco es que pudiera evitarlo.

Estar con Levi siempre fue una escapada a su realidad, a un lugar donde se sentía bien, donde era tratado con amabilidad y podía pretender que todos sus problemas no existían; incluso la noche anterior, cuando había llegado cargando no sólo agua en sus ropas sino un montón de dolor y emociones caóticas, llegar junto a Levi fue como encontrar seguridad por primera vez en mucho tiempo.

—   Creo que es tu turno… — mencionó con suavidad, mirándolo desde abajo tras sus cortas pestañas tan negras como su cabello. Se notaba que no quería presionarlo, pero también era evidente su necesidad de querer respuestas, muchas respuestas.

—   Eren Jaeger. — habló entonces, tragando fuerte el nudo de su garganta y haciendo acopio de su valor para no sucumbir a sus bajos instintos y salir corriendo de ahí. — Es mi nombre. —

—   Extranjero. — comentó el azabache.

—   Sólo el apellido, yo nací aquí. En esta ciudad. — dijo el chico, tratando de relajarse. — Tengo veinte años. — prosiguió y, en seguida, tuvo que tomar aire para continuar. — No estoy estudiando. Sólo… tengo un trabajo en un restobar que queda en el centro. —

—   ¿Hoy no tienes que trabajar? — preguntó inmediatamente el azabache, como sorprendido y preocupado por esa información. Eren quedó brevemente perplejo por no ser cuestionado al mencionar que no estaba estudiando y que tenía un empleo casi parcial en un local poco popular. Y es que la mayoría de los chicos de su edad tenían planeado ir al menos a un instituto de educación superior para sacar un título técnico y optar a un empleo decente. De esta forma, le asombró que el otro chico, siendo universitario, no le cuestionara sobre esas decisiones.

—   Tengo turno en la tarde, hasta las once de la noche. — respondió lo más pronto que pudo, luego de salir de su estado de desconfianza.

—   ¿Y qué planeas hacer hoy? —

—   ¿Disculpa? — de nuevo, la pregunta de Levi lo sacó completamente de lugar. No esperaba este tipo de conversación, más bien estaba preparándose para recibir cuestionamientos sobre lo sucedido el día anterior, por qué había llegado de esa forma, qué estaba pasando en su vida…

—   Lo siento. No me expliqué bien. — el chico se aclaró la garganta y se acomodó más en la cama. Todo esto todavía mirándolo atentamente. — Sólo quería saber si querías quedarte aquí. Puedes volver después de tu turno de trabajo. —

—   ¿Aquí? ¿Quieres… que duerma aquí otra vez? —

Una alerta se encendió dentro de él al tener un ligero dejavú.

—   Te estoy preguntando si es lo que tú quieres, Eren. No puedo obligarte a hacer nada. Sólo estoy mencionado el hecho de que, de necesitarlo, la puerta está abierta para ti. —

—   ¿Es una broma? No te he dicho nada de mí. Incluso podría estar mintiendo sobre lo que acabo de mencionar. — estaba exaltado. Se suponía que no podía hacer eso, confiar en un desconocido como si nada… no podía volver a hacerlo.

—   ¿Mentiste? — cuestionó el azabache, enarcando una ceja con incredulidad.

—   N-no… pero… — ¿quién demonios era esta persona?, pensaba Eren. Cómo podía pretender cuidarlo tanto cuando ni siquiera se conocían.

—   Quiero ser honesto contigo, Eren. — Levi apartó la bandeja y se acercó un poco más a él. A esa distancia, podía sentir el perfume que se había echado tras bañarse esa mañana y sus cabellos se veían brillantes debido a lo liso que eran. Sabía lo sedosas que eran esas hebras negras porque las había acariciado muchas veces con anterioridad y, pese a tener unas enormes ganas de hacerlo de nuevo, los nervios lo comían por dentro, imposibilitando sus movimientos y manteniéndose quieto frente al azabache. — Estoy seguro de que anoche viviste un episodio de violencia y me atrevo a decir que fue en el lugar donde vives. No sé qué circunstancias son esas, pero no puedo dejar que te marches como si nada. — explicó, tratando de sonar comprensivo y frunciendo las cejas para mostrarse serio y determinado. — Estoy preocupado por ti. — 

—   ¡No lo estés! —

No. No era justo para Levi tener que cargar con sus problemas. No era justo porque no quería que una relación con él comenzara de esa forma.

Se sentía frustrado. Siempre quiso conocer a Levi más allá de acostarse con él y ahora todo parecía soberanamente imposible, no con lo que acababa de pasar, con el azabache mirándolo como si fuese un cachorro abandonado a quién debía cuidar hasta darlo en adopción.

Lo poco y nada que conocía de Levi le hacía entender la maravillosa persona que era. Se notaba inteligente no sólo académicamente hablando, sino también de manera emocional, porque, pese a no saber lo que le había ocurrido, lo trató con sumo cuidado y comprensión, con una madurez de la que el moreno carecía.

Pero sentía el miedo corriendo bajo su piel, helándolo tras su paso y reproduciendo en él la idea de alejarse, de no cometer ese error otra vez de confiar en las apariencias de una persona; de no dejarse llevar por su propia vulnerabilidad y controlar sus emociones para tomar una decisión asertiva.

—   Bien. — la voz de Levi sonó áspera y ronca y Eren sintió algo parecido a la culpa alojarse en su pecho y hacer que se sonrojara de pura frustración. — Puedes hacer lo que quieras. Ya dije todo lo que tenía que decir. —

En seguida, vio que el azabache se ponía de pie y se llevaba la bandeja para botar los restos del desayuno en el pequeño basurero junto al escritorio. Al sentirse fuera de su atención, Eren comenzó, nuevamente, a asustarse, casi sucumbiendo al pánico. Sabía que había arruinado todo al gritarle o tal vez mucho antes.

Ante estos pensamientos, se bajó de la cama y comenzó a vestirse rápidamente, dominado por sus instintos de sobrevivencia, aquellos que lo hacían querer huir antes de que lastimara más a Levi, de incomodarlo con sus problemas y con la situación en la que lo había puesto al pedirle pasar la noche ahí.

La calidez de sus prendas al estar cerca del calefactor le produjo un escalofrío que tensó cada músculo de su adolorido cuerpo, ese que se resentía no sólo del último encuentro con el dueño de esa habitación, sino también por el episodio vivido que lo llevó a estar ahí esa mañana; además, su ropa estaba impregnada con un olor que irremediablemente le recordaba a Levi, pues toda su ropa, así como sus sábanas y mantas, eran lavadas con los mismos productos de limpieza.

Revolvió sus cabellos con brusquedad y procedió a calzarse los zapatos, no importándole que estos estuvieran considerablemente húmedos todavía porque se mojarían de todas formas. Afuera seguía lloviendo, no con la misma fuerza que durante la noche, pero sí lo suficiente para mantener las calles en una posa gigante de agua sucia.

—   Hace un rato… — escuchar a Levi nuevamente hablar le hizo salir de sus pensamientos para atreverse a mirarlo. Se encontraba apoyado en el escritorio, con los brazos cruzados sobre su pecho y mirando el piso con insistencia. Parecía molesto. — Dijiste que te gustaba. — la mención de aquello volvió a teñir las mejillas del moreno con un rojo intenso. No esperaba que Levi le hubiese puesto atención a eso, así como tampoco esperaba que lo sacara ahora. — No me preguntaste si me sentía igual. —

—   Ya sé la respuesta. — murmuró, incapaz de sostenerle la mirada cuando esos ojos grises se alzaron hacia él.

—    ¿En serio? — cuestionó el otro con un tono aparentemente curioso. — Lo dudo bastante. —

—   ¿Qué podría gustarte de mí, Levi? Soy un chico problemático que no sabe lo que quiere. Que vaga por las calles esperando si alguien lo recibe por una noche… Soy un perdedor. Mereces algo mejor que un simple mesero. — había vomitado las palabras, lastimándose con cada una de ellas al saber que todo lo que dijo era cierto. ¿Cómo podría alguien como Levi fijarse en él? Una vez que pasara el gusto inicial por los atractivos encuentros sexuales que mantenían, el azabache se daría cuenta de que él no valía la pena… y Eren terminaría con el corazón destrozado.

—   Tal vez tengas razón. — dijo entonces el otro chico. — Si crees que te voy a juzgar por no estudiar en la universidad o por tener un empleo como mesero, significa que te gusta alguien que no soy. — Eren alzó la vista con rapidez, así como se fruncían sus cejas con frustración y miraba al otro con un montón de emociones tratando de desbordarse, ya sea en gritos o lágrimas. — Creo que yo tampoco sé lo que quiero. —

—   Lamento haberte arrastrado a esto. — le dijo agotado mientras se ponía de pie. Ya no había más por hacer, era el momento de despedirse de Levi.

—   Eren. — el azabache se irguió de pronto y se acercó más hacia él, tanto que su estómago se revolvió por las mariposas que revoloteaban dentro suyo. — Si te digo que quiero que te quedes… ¿lo harías? — escuchar esas palabras habían despertado algo en su interior, un anhelo injustificado de que Levi lo quisiera y lo protegiera, de quedarse junto a él pese a no conocerse, sabiéndose a salvo en ese pequeño espacio, junto al azabache. ¿Por qué se negaba tanto a aceptarlo?

—   No. — respondió con tristeza.

Las palabras habían salido por sus labios sin control, sin pensarlas; su inconsciente se había adelantado a cualquier fantasía que pudiese imaginar con algo mejor que la vida que estaba llevando y se había encargado de convencer su lado racional de que lo mejor era alejarse, dejar las cosas como estaban, con Levi siendo un maravilloso milagro en su vida cuando más lo necesitó.

Un checkpoint en el que no se podía quedar, sino que debía avanzar, ahora que se había recuperado un poco, y seguir con su camino.

—   No puedo hacerlo. — siguió diciendo, mirando atentamente al universitario. La decepción cruzó el semblante de su rostro cual porcelana y eso quebró aún más el roto corazón de Eren, quien estiró sus manos y acunó las mejillas del más bajo. — No quiero una relación contigo que empiece de esta forma. —

—   Entonces, ¿simplemente te irás? — preguntó sujetando la mano de Eren, aquella cuya muñeca ya mostraba los hematomas que comenzaron a formarse la noche anterior. Levi les dio un vistazo a sus manos sujetas cuando el más alto se había limitado a asentir tras su pregunta, frunciendo el ceño con fuerza y respirando controladamente, como evitando ponerse a gritar. — Pase lo que pase, no dudes en venir aquí si lo necesitas. — añadió, en esta ocasión, alzando sus ojos grises hacia el moreno, quien sintió que su mundo se derrumbaba y añorando con desesperación que Levi lo abrazara y reconfortara, que no lo dejara ir, que lo protegiera y le hiciera sentir que podía solucionar las cosas en su vida, que podía ser más que un chico problemático.

Casi involuntariamente se acercó más al otro, con sus manos unidas entre ellos. Agachó su rostro y buscó los labios del azabache añorando su calor, en busca de su atención; sin embargo, cuando estaba apenas tocándolos, se detuvo abruptamente.

No. No podía sucumbir a esos deseos. Levi no tenía por qué cuidarlo si no lo conocía, no tenía por qué quererlo si se negaba a revelarle cosas sobre sí mismo, si llegaba hasta su residencia sólo a causarle problemas; y es que, ¿qué podía ofrecerle? ¿buen sexo? ¿era todo?

Nunca había sentido la necesidad de ser otra persona, una mejor persona, en realidad. Alguien estable, determinado y confiable. Eren no poseía ninguna de esas cualidades y se odiaba por ello, porque, de lo contrario, estaría luchando por tratar de hacer que una relación con ese fascinante chico de ojos color tormenta, funcionara.

—   Adiós, Levi. —

En seguida, se soltó de las manos del azabache y se separó rápidamente de él, tomando su celular y su mochila que estaba junto a la puerta y abriendo esta para marcharse corriendo de esa habitación.

Ni siquiera se molestó en cerrar la puerta tras de sí o voltear a mirar a Levi cuando se apresuraba por el pasillo para llegar hasta las escaleras y salir de la residencia; sabía que, de hacerlo, no tendría las fuerzas suficientes para separarse de nuevo del universitario, no tendría el valor para dejarlo ir, conocedor de que ese chico merecía algo mejor que él.

“Lo mejor que puedo hacer por ti, Levi… es dejarte ir.”

Notas finales:

¡Hola a todos y todas!

Extrañaba venir por aquí. Últimamente siento que todo es caos y yo sólo quiero dormir. 

He traído una continuación con un trago amargo, pero espero que la lectura haya sido de su agrado. Debo confesar que no he tenido mucho tiempo de editar este capítulo así que mil disculpas si encuentran algún error. 

Por lo demás, vengo a desearles un buen inicio de semana. Que se cuiden mucho y que manden todas sus buenas energías y deseos a las personas que, en este momento, lo están necesitando más.  Sé que la vida y los conflictos no se solucionan con buenos deseos; pero lo mejor que podemos hacer es convertirnos en una fuente de apoyo (: 

Aquí traigo mi cuota de lectura para aquellos que necesiten distraerse un rato.

Les mando mil abrazos.

Nos estamos leyendo (:


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