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La complicada vida de Draco Malfoy por Orseth

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            -Pero Draco está en sus últimas semanas de embarazo, no se me hace buena idea eso de irse de escapada –dijo el abuelo en su oficina.

            -No es una escapada –respondió Barnett desde la chimenea en una llamada vía flú- está muy nervioso por el parto, solo  lo traje a la casa de campo, quiere tranquilidad, cualquier cosa llamaré al sanador Floyd de inmediato.

            -Entiendo su nerviosismo, pero…

            -Tranquilo abuelo, regresaremos en unos días, por ahora debo irme, salúdame a abuela.

            -Pues si ya tomaron la decisión… cuídense mucho.

            -Claro, adiós.

 

 

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            -¿Cuánto falta para la fecha de parto? –preguntó Andreas días después.

            -Menos de dos semanas… debo encontrarlo en ese tiempo.

            -¿Dónde podrá estar? Necesariamente alguien lo está ayudando, dices que iba delicado de salud.

            -Sí –respondió con rostro serio- debía guardar reposo absoluto… está poniendo a los niños en peligro, es un irresponsable.

            -Sí, que malo ¿no?

            Barnett lo miró ceñudo.

            -¿A qué viene ese tono?

            -Barny creo que estás pasándote de la raya.

            -¿Qué quieres decir?

            -Creo que estás llevando demasiado lejos tu competencia con Calem… por principio de cuentas tú ni querías a esos niños ¿y ahora vas a quitárselos a su padre y a enviarlo a Azkaban?

            -¿Ahora estás de parte de Draco?

            -No es eso y lo sabes.

            -No, no lo sé.

            -Sucede que te estoy desconociendo Barny… no puedes ser tan bastardo, lo que estás haciendo no está bien.

            -¡Ah! ¿De plano? –respondió alzando las cejas y encendiendo un cigarrillo.

            -Tú no eres así ¿Qué sucede?

            -Nada… y si no vas a ayudarme a pensar, es hora de que te vayas.

            -Sí, creo que ya debo irme –respondió poniéndose de pie- Cuándo recuperes la cordura, llámame.

 

 

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            Draco permanecía con los ojos cerrados y con una mascarilla de oxigeno puesta mientras los sonidos que provocaban los artefactos que monitoreaban sus signos vitales llenaban el ambiente.

            -Tuviste dos niños preciosos –dijo Harry sentando a un lado de la cama- Y Scorpius… bueno, Scorpius es todo un luchador, debes estar muy orgulloso de él -El largo cabello estaba echado a un lado y sin siquiera pensarlo, tomó un mechón y comenzó a juguetear con él mientras seguía hablando- No estás solo, quiero que lo sepas… y nadie va a quitarte a tus bebés, yo nunca lo permitiría, pero para eso debes ponerte bien, sino ¿Qué cuentas le voy a entregar a esos niños? –y luego de dejar en paz el suave cabello rubio, tomó una de las pálidas manos- Vamos Draco, no te rindas.

 

 

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            -Esperemos que de verdad el personal del hospital sea discreto –dijo Hermione a Ron mientras caminaban de la mano por la calle rumbo al trabajo de ella.

            -Harry dijo que la clínica es de un profesor que tuvo en el colegio, le habló de la situación de Draco y le aseguró total discreción.

            -Espero que sea así.

 

 

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            Cuando entró a la habitación que el sanador Connor, su antiguo profesor le asignó para descansar, encontró a Rachel sentada en la cama.

            -Harry…

            -Rachel –dijo dándole un beso y sentándose junto a ella- lamento que nuestra luna de miel se haya cancelado, además no he pasado ni un solo día por la casa.

            -No te preocupes cariño, mira traje comida de uno de tus restaurantes favoritos, le pedí sugerencias a Hermione.

            -Gracias, muero de hambre –respondió tomándola y yendo a sentarse a la mesa acompañado de ella- prometo compensarte, organizaremos otra luna de miel.

            -Harry no es culpa tuya y aunque ciertamente me gustaría estar tomando el sol en la playa, verte trabajando me ha hecho admirarte aun más; cariño conservaste la cabeza fría a pesar de lo desesperado de la situación, sé que estás entrenado para eso, pero aun así verlo fue admirable.

            -Aparentemente, en realidad quería salir gritando como banshee histérica -Ambos rieron y luego de un par de bocados, él volvió a mirarla- Quiero ofrecerle refugio a Draco en lo que se resuelve su situación.

            Ella lo miró sabiendo lo que eso significaba… no solo era adiós a su luna de miel, sino también a su privacidad en Grimauld Place, que aunque aún no estaba instalada de manera definitiva, en un futuro cercano lo estaría.

            -¿Cuánto tiempo sería?

            -No lo sé… no puedo dejarlo solo, no tiene a nadie y más ahora con los niños…

            -Entiendo Harry, pero no te angusties, podemos resolverlo, aun faltan un par de meses para que terminen mis contratos en América, luego tomaré un descanso y mudarme aquí, espero que en ese tiempo su situación se resuelva de algún modo, de cualquier manera mis visitas serán de dos o tres días, nos las arreglaremos.   

            -Cariño, eres un sol, por eso te amo –dijo dándole un beso en la mejilla.

            -Eso es cierto –respondio riendo- también te traje ropa limpia.

 

 

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            La semana casi terminaba y Harry debía regresar a San Mungo  si es que no quería levantar sospechas, lo malo era que no quería dejar de cuidar a Draco.

            -Los niños serán dados de alta la semana que viene ¿y tú para cuando dormilón? –Dijo tomándole una mano- ¿sabes? Hemos pensado en pedirle ayuda a la señora Weasley para cuidar a los niños en lo que… ¿Draco? –Exclamó al sentir que le apretaba la mano- Draco abre los ojos.

            -Mmm…

            Cuando los ojos grises por fin se abrieron, se encontraron con un familiar y sonriente rostro.

 

 

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            -¿Cómo están los niños? –preguntó rato después, ya más despierto y revisado por Harry.

            -Bien, serán dados de alta en unos días.

            -¿Y yo cómo estoy?

            Aunque sus labios estaban secos, sus mejillas ya estaban coloreadas, nada que ver con el fiambre que había llegado hacía unos días.

            -Nos diste un buen susto, de verdad… pero eso ya pasó.

            -¿Y Barnett?... ¿él sabe…?

            -No, tranquilo, no sabe dónde estás -Draco cerró los ojos y tragó saliva- Draco ¿Qué sucedió, acaso él te golpeó y por eso estabas huyendo?

            -No –dijo sin abrir los ojos- él no me golpeó.

            -Pues venías muy mal, tuviste desprendimiento de placenta, además los golpes en la cara y en el cuerpo…

            Draco por fin abrió los ojos y lo miró.

            -¿Podrías ayudarme con la cama?

            Harry le dio vueltas a la manija que levantaba la parte superior de la cama.

            -¿Así está bien?

            -Sí, gracias… verás, él no me golpeó, estábamos discutiendo cuando yo caí por las escaleras.

            -¿Es en serio Draco? Eso de las escaleras es muy…

            -Lo juro –interrumpió- no estoy ocultando nada, en verdad caí por las escaleras.

            -Pues eso fue muy grave.

            -Sí pero eso no fue por lo que escapé.

            Le contó lo ocurrido el día de su huida dejando a Harry hirviendo de furia.

            -¡Ese hijo de puta!... ¡Me las va a pagar, no sé cómo pero me las va a pagar el muy infeliz!

            -No sé qué pasará Harry… pero yo te debo la vida y la de mis niños otra vez… gracias por salvarnos.

            -Aquí estoy cuando me necesites –respondió intentando calmarse.

            -Y también… lamento haber arruinado tu boda –añadió con una sonrisa de disculpa.

            -No te preocupes por eso, solo no se celebró la recepción, pero mi boda si, además llegaste justo a tiempo para que no pasara una desgracia.

            -¿Y cuando recuperaré mi magia?

            -En un mes aproximadamente.

            -Ya quiero tenerla para poder defenderme… ¿y cuando saldré de aquí?

            -Calma, todo a su tiempo.

            -Es que yo… debo buscar un sitio.

            -Draco puedes quedarte en mi casa.

            Draco lo miró sorprendido.

            -Pero acabas de casarte.

            -Y Rachel vendrá a instalarse definitivamente hasta dentro de un par de meses, mientras tanto puedes quedarte en Grimauld Place con los niños y ahí decidiremos qué hacer, con el encantamiento Fidelio nadie los podrá encontrar, estarán seguros ahí.

            Draco ya no dijo nada, un nudo en la garganta se lo impidió.

            -Gracias… haces mucho por mí y mis niños –dijo cuando pudo hablar- no tienes por qué hacerlo y aun si lo haces.

            Harry sonrió y ya no dijo nada.

 

 

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            “Barnett ¿todo bien? Floyd no ha recibido noticias suyas, Draco está próximo  a la fecha de parto programada, aunque Floyd dice que no hay problema, que con los primerizos suelen pasar unos días más, pero estoy preocupado ¿Cuándo van a regresar?”

 

            Barnett lanzó un bufido y arrojó la carta de su abuelo a la chimenea, sus investigaciones habían resultado un fracaso y a esas alturas ya no sabía qué hacer.

            -¿Dónde estás Draco?

 

 

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            -¿Y cuándo podré ver a los niños? –preguntó a un día de haberse despertado.

            -Hoy mismo si quieres, así sirve que ya los alimentas tu mismo –dijo Harry mientras anotaba sus signos vitales en el expediente que colgaba a los pies de la cama.

            -Emm… hay algo… que quisiera consultar –dijo armándose de valor, pues aunque sentía gran confianza con Harry, de unos días acá, ya cada vez más cosas le daban vergüenza con él.

            -¿Sí? –dijo Harry mirando su reloj y anotándolo en el papel.

            -Siento algo en mis pechos.

            -¿Cómo qué? –respondió colgando el expediente en su lugar.

            -Siento dolor… bueno, no un dolor terrible, pero si me duelen algo.

            -¿Qué más? –preguntó Harry mientras le bajaba la bata para descubrir sus pequeños senos.

            Draco sintió la cara caliente mientras miraba a Harry cerca de él mirándole atento el pecho con gesto concentrado.

            -Están como duros.

            Harry se puso unos guantes de látex y comenzó a auscultarlo.

            -Mmm… si, es por la bajada de la leche, no te preocupes, tiene solución.

            -¿Entonces no es algo malo?

            -No necesariamente, suele pasar –respondió enderezándose y subiéndole la bata.

            -Oye Harry, mis pechos… -dijo mientras se cubría, decidiéndose ser sincero con él a pesar de su vergüenza- mis pechos son muy pequeños, a fin de cuentas son pechos de hombre… ¿serán suficientes para alimentar a dos bebés?

            -Es verdad que son pequeños y que con dos bebés es más complicado, lo más probable es que no, pero no te preocupes –añadió al verlo poner cara triste- En todo caso puedo recetarte algo para incrementar la producción de leche, ya veremos sobre la marcha, mientras tanto te colocarás paños de agua tibia alrededor del pecho, no encima de la areola ni del pezón, sino alrededor, luego te darás suaves masajes, eso los irá ablandando  y ya no te dolerán, le diré a la enfermera que traiga lo necesario.

            -Gracias Harry.

 

 

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            Barnett dejaba la casa de campo sintiendo que su abuelo llegaría en cualquier momento a buscarlos y lo mejor era salir de ahí.

 

 

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            Cuando Draco ya estuvo con más energía, fue llevado en silla de ruedas hasta la sala en donde estaban los bebés.

            -Por fin podré verlos –dijo emocionado mientras Harry empujaba la silla.

            -Sí y están perfectos.

            Cuando llegaron, una enfermera sacó a Cissy de la incubadora y se la entregó  Harry diciendo:

            -Llegan justo a tiempo, ya quieren comer, es bueno que ya se alimenten de su propia leche, aunque la leche materna del banco del hospital es muy buena.

            Al oír eso Draco se puso nervioso, ya tendría que amamantar a los niños y no sabía cómo hacerlo, más aun, con Harry presente de repente se sintió cohibido.

            -Sí, ya es momento –respondió el sanador dándole la bebé a Draco.

            -Te presento a Cissy.

            Cuando la recibió en sus brazos, sus ojos se llenaron de lágrimas.

            -¡Oh mi niña, que hermosa eres!

            Harry y la enfermera sonrieron entre sí al ver la escena, pero Cissy no estaba para sentimentalismos y comenzó a lloriquear.

            -Creo que exige alimento –dijo Harry riendo.

            -Sí, eso parece… pero no sé cómo –dijo sonriéndole tímidamente.

            -Pero ella sí, aunque ciertamente ha estado alimentándose con biberón y el agarre entre el chupete y el pezón es distinto, se confundirá pero estará bien, ya lo verás.

            La enfermera se fue viendo que Draco estaba acompañado por un medimago, algo que el nervioso papá agradeció internamente.

            -¿Estás listo? –pregunto Harry al verlo quedarse callado.

            -¡Oh sí, claro! –respondió desatando la bata de hospital y bajándola por los hombros hasta descubrir los pequeños senos llenos de leche.

            Harry le ayudó a acomodar a Cissy y luego la pequeña comenzó a buscar el pecho ansiosamente comenzando a lloriquear al no poder lograrlo.

            -Calma nena –dijo Draco guiándola, pero cuando la pequeña boquita encontró el pezón, este se le escapaba haciéndola llorar.

            -Es por lo que te dije –dijo Harry sonriendo- pero ya lo logrará.

            Y así fue, al cabo de un par de intentos, por fin Cissy se prendó del pezón y comenzó a comer por su cuenta.

 

 

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            El domingo en la tarde Draco fue dado de alta y pudo salir de la clínica con ayuda de una multijugos, lo mismo que Harry; cuando llegaron a Grimauld Place, Rachel ya tenía todo listo para recibirlo.

            -Solo te conocía por revistas –dijo Draco sentado en la cama en tanto Harry iba por algo de cenar- y eres más bonita en persona.

            -Gracias.

            -Vi tu desfile de Victoria´s Secret… las alas que te tocaron eran enormes pero las manejaste a la perfección.

            -Estaba muy nerviosa.

            -Pues no se notó en lo más mínimo… oye, quiero disculparme por arruinar tu boda y ahora por invadir tu casa… sé que es lo más inoportuno para unos recién casados, no pudieron ni disfrutar su luna de miel por mi culpa.

            Rachel, quien estaba sentada en un sofá, exhaló un suspiro y sonrió débilmente.

            -Sí, bueno… no fue mi boda soñada pero si será inolvidable –ambos rieron por el comentario- ante todo Harry es un sanador y ama su profesión, creo que él era la mejor opción dadas las circunstancias… no lo creas indiscreto, pero ya me puso al tanto de tu situación.

            -Sí, que suerte la mía ¿no? –respondió con desánimo.

            -Y por eso yo siempre he pensado que si no quieres hijos, tomes las medidas necesarias y si después de eso algo falla, pues hay que ser responsable de nuestros actos… lo que hizo ese tipo es detestable, es una abominación de ser humano, un asco, una porquería y merece ser denunciado por eso y por lo que planeó para ti… aunque esto último no sea posible.

            -Sí, lo sé… no pueden condenarlo por un acto que no cometió, además aunque lo haya cometido, es un MacLeod, nunca pisaría siquiera la sala del tribunal.

            -Pero después de algo muy malo, todo tiende a mejorar, ya verás, mientras tanto siéntete cómodo y seguro aquí.

            -Gracias –después de unos minutos de silencio, sonrió mirándola- eres buena persona, así tenía que ser, de lo contrario Harry no se hubiera enamorado de ti.

            Rachel sonrió sin saber que decir, luego se recompuso diciendo:

            -Bueno, ahora soy la señora Potter, debo portarme a la altura.

            Draco sonrió y luego bajo la mirada sintiendo un vacío en el corazón.

 

 

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            -Es hora de dormir –dijo Harry entrando a su habitación rato después.

            -Sí, lo sé… es solo que no tengo pizca de sueño –respondió ya acostado, recargado en los cojines.

            Harry se sentó en la cama.

            -Mañana debo regresar al trabajo sino queremos levantar sospechas -Draco asintió en silencio, por lo que Harry lo miró con más atención- Hey todo estará bien.

            -Sí, es solo… que extraño a mis bebés –respondió con un nudo en la garganta- antes estaban conmigo todo el tiempo, dentro de mí nadie  me los podía quitar… pero ahora…

            -Nadie te los quitará.

            -Pero es un MacLeod.

            -Y yo soy Harry Potter… -Draco lo miró mientras una lagrima corría por su mejilla- y si algo he aprendido en esta vida, es a defender con uñas y dientes a los míos… mis amigos son importantes para mí, Draco y tú eres uno de ellos.

            -Gracias.

            -Por nada –respondió quitándole la lágrima con su pulgar para después acunar su mejilla en su mano.

            -Imaginé que no podrías dormir –dijo Rachel entrando en ese momento en lo que Harry retiraba su mano con rapidez- por eso te traje un vaso de leche caliente, le agregué unas gotas de poción relajante, me ayudan mucho cuando estoy muy estresada, no te preocupes, son naturales, Harry mismo me la recetó ¿verdad Harry?

            -Sí.

            -Gracias –dijo tomando el vaso- son increíbles.

            -Bueno, te dejamos descansar.

            Harry sonrió y se levantó para tomar la mano que Rachel le ofrecía.

            -Buenas noches Draco.

            -Buenas noches.

 

 

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            El lunes muy temprano Harry fue a dejar a Rachel a tomar su traslador y luego se dirigió a San Mungo.

            -Un hechizo de bronceado no estaría mal – pensó en el camino, agradecido de que Rachel se lo enseñara tiempo atrás en un momento de ocio.

            Llegó al hospital y cuando salió del ascensor, lo primero que vio al dar un paso fue a Barnett sentado en la sala de espera; no ocultó su fastidio cuando sus ojos se encontraron, luego le sonrió a la recepcionista.

            -Buenos días Ada.

            -Buenos días sanador Potter –respondió ella muy sonriente mientras se levantaba- déjeme felicitarlo por su matrimonio y darle un pequeño obsequio- añadió abriendo un cajón sacando un regalo.

            -Muchas gracias, no tenía por qué hacerlo –respondió sabiendo que la noticia de su boda ya sería conocida por todo el hospital, pues Ada era la única a la que se lo había confiado para explicar sus días ausentes.

            -Es un pequeño detalle, espero les guste.

            -Se lo agradezco –dijo tomándolo.

            -Y regresando al trabajo, la señora Thompson llegará en media hora.

            -Bien.

            -Pero hay alguien esperándolo…

            -Sí, me doy cuenta –dijo cuando Barnett se acercó a ellos.

            -Sanador Potter.

            -Pasemos a mi consultorio, pero que sea algo breve porque mi paciente no tarda en llegar.

            -Claro.

 

 

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