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Clockwork Absolution por hana midori

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Notas del capitulo:

¡Hola! Vengo con el siguiente capítulo. Uy, este es de mis favoritos, sí que sí. Debo aclarar que buena parte de la trama se la tomé prestada a Scorp, porque nos pusimos a lanzar ideas y rolear y pos, salió la base para este episodio. Así que, merecido crédito, porque esto estaría incompleto sin su participación <3 Espero les guste :D

 

Day 12: Pirate.

 

Cuando Jackson les dijo que estaría fuera por un par de horas, ni Jack ni Eros se preocuparon demasiado. Pero cuando les aclaró que estaría fuera porque iba a acompañar a Hiccup en un mandado importante, los dos chicos se miraron entre ellos con gran nerviosismo. Y es que, siempre que Jackson tenía que irse, Hiccup se quedaba con ellos, supervisándolos. Sin embargo, ahora no lo haría, porque él también saldría, y eso significaba que, por primera vez desde que llegaron a la casa, los dos se quedarían solos.

 

Por supuesto, no estarían a su suerte. Jackson les prometió desayunar y comer con ellos, y dejarles una merienda para que pudieran picar si les llegaba a dar hambre. También les aseguró que volverían para la hora de la cena, por lo que Eros no tendría que salir del ala ni sacar a Jack del tanque por sí mismo.

 

Si bien dichas promesas ayudaron a disminuir sus nervios, no los eliminaron por completo. La idea de no tener a nadie cerca resultaba un tanto perturbadora, especialmente porque si pasaba una emergencia, no sabían cómo avisarles o ponerse en contacto con ellos. Pero tanto Jackson como Hiccup les aseguraron que nada pasaría, que justo por eso ahora decidían salir, porque sabían que estaban sanos y que ambos eran lo suficientemente responsables como para cuidarse.

 

Así pues, luego de comer, Jackson les dejó todo en una de las mesas del cuarto de Jack y se despidió de los dos, prometiendo volver pronto. Eros, quien parecía bastante dispuesto a seguirlo hasta la salida, se sujetó a la silla, para no ir detrás del castaño. Luego, escucharon el ruido que hacía la puerta al cerrarse, y oficialmente empezó el tiempo sin supervisión.

 

En un inicio, ni Jack ni Eros hicieron mucho, pero conforme pasaban los minutos, se fueron relajando. Ningún desastre inminente se presentó, ningún dolor indescriptible acosó a alguno, ni ninguna de sus modificaciones falló repentinamente. Estaban solos, sí, pero estaban bien. Y con esa idea en mente, continuaron su día como siempre, jugando y haciendo manualidades mientras tenían charlas sin sentido por causa de Eros.

 

—¿Qué color vas a querer para tu sombrero? —le preguntó el pelirrojo, mientras dejaba las pinturas y tomaba las agujas de gancho, —tengo rojo, tengo amarillo y tengo verde.

 

“¿No tienes azul?”

 

—Sí, pero lo tengo en el cuarto, —dijo, torciendo un poco la boca, —voy a ver si lo puedo sacar porque está en un baúl debajo de la cama, —y antes de que Jack le dijera que entonces lo dejara, porque sabía lo mucho que a Eros le lastimaba agacharse, su amigo se puso de pie y salió a buen paso por la puerta.

 

Jack suspiró. Esperaba que Eros no se encaprichara con el estambre, porque si algo le pasaba, no podría ir. Aún faltaban un par de horas para que su hermano y Hiccup volvieran de su salida.

 

“Además, ¿para qué quiero un gorro? No es como que haga frío aquí” pensó, mientras se recostaba en una de sus rocas. “Me voy a burlar de él si se queda trabado en una posición”. Eso se dijo para no preocuparse cuando, de pronto, escuchó que la puerta volvía a abrirse. Jack se medio incorporó, a punto de decirle a Eros que eso fue bastante rápido, pero entonces notó que quien estaba en el marco de la entrada no era su amigo… ni tampoco era una sola persona.

 

—¿Qué mierda?

 

Jack miró a los dos desconocidos. Jamás los había visto antes, y, peor aún, no llevaban ningún tipo de uniforme que le permitiera saber que eran sirvientes de Hiccup. De hecho, sus ropas eran completamente negras, desde los pantalones y las camisas hasta los guantes que enfundaban sus manos.

 

—Mira este fenómeno, —dijo uno, acercándose al tanque. Jack retrocedió, avergonzado por su aspecto. Claro que era un fenómeno. Aunque la cola que Hiccup le hizo era bellísima, obviamente era rara por donde se viera. Por ello, quiso esconderse entre las piedras, aunque no lo logró.

 

—¿Será uno de los monstruos de Haddock? —preguntó su compañero, golpeando el cristal con tanta fuerza que hizo doler los oídos a Jack.

 

—No, recuerda que fue Pitchiner quien los creo.

 

—Da lo mismo, Pitchiner trabajaba para Haddock. No me sorprendería si los hizo por encargo.

 

¿Qué cosas tan horribles estaban diciendo? Claro que Hiccup jamás hubiera pedido que le hicieran esto a él o a otra persona. Había quedado tan herido de su corazón al descubrir lo que pasó, tan avergonzado consigo mismo. ¿No lo veían? ¿No notaban la sombra en sus ojos?

 

—Supongo entonces que esto fue lo que se quedó después del juicio. No es mucho, por lo que veo, —dio otros golpes al cristal, como si con eso quisiera comprobar que no estaba hecho de algún material precioso.

 

—Vamos, Louis, ¿cuánto crees que pagarían por tener a esa cosa en su mansión? Seguro que buena cantidad de oro.

 

—Tal vez. Siempre hay locos que les encanta coleccionar fenómenos.

 

Jack vio como el que se llamaba Louis se acercó al mecanismo de poleas. Entonces comenzó a jugar con éste, adivinando pronto los controles. Jack entendió en ese momento lo que iba a pasar, y, aterrado, se aferró a la roca más profunda y alejada del tanque. Poco le sirvió porque no bien Louis se subió al columpio, buscó una buena posición para quedarse de pie sobre éste y sacar un lazo hecho de cuerda.

 

—¿Me vas a ayudar a sacarlo o no, Víctor?

 

—¿Qué? ¿Realmente necesitas ayuda para sacar un pescado de una pecera? —replicó Víctor, sonriendo con burla.

 

—Un pescado no pesa tanto, —le dijo, serio. Víctor chasqueó la lengua.

 

—Anda pues. Primero asegúralo y después te ayudo.

 

Louis asintió. Después manipuló la cuerda, preparándose para lanzarla. Jack pensó que, si se mantenía en el fondo, ésta no le alcanzaría, porque se quedaría flotando en la superficie. Pero no contó con que estos tipos no eran unos aficionados, ni tampoco habían ido sin prepararse. En cuanto la cuerda tocó el agua, se desplegó en miles de finos hilos, que llegaron hasta la piel de Jack. Entonces se aferraron a ésta, como las vetas de un pulpo, y pronto quedó atrapado entre ellas igual que un pez en una red.

 

—Ahora, ¡jala!

 

Los dos empezaron a tirar. Jack no soltó la roca, y comenzó a lanzar golpes con su aleta, en un intento por mantenerse en el fondo. Al inicio pudo luchar contra la fuerza de los hombres, pero luego de lo que pareció una eternidad, Jack inició a perder terreno.

 

Fue en ese momento que, desesperado, notó movimiento en la puerta. Ni Louis ni Víctor lo vieron, pues estaban demasiado concentrados en sacarlo. Pero Jack sí que lo vio, y supo de inmediato quien era: Eros. Claro, Eros había estado en el cuarto, buscando el dichoso estambre azul. Seguramente escuchó la conmoción y fue a ver de qué se trataba.

 

“¡Vete!” le dijo Jack, moviendo sus labios. “¡Vete, escóndete!”

 

Jack no podía pedirle que fuera a buscar ayuda. Eros jamás había salido del ala, y, ¿qué harían los sirvientes cuando le vieran? ¿Actuarían igual que estos dos malditos y lo atraparían para venderlo? La sola idea le hacía temblar. No, lo mejor era que se escondiera, que esperara a que Jackson y Hiccup volvieran para que lo buscaran. Su hermano ya le había encontrado una vez, podría hacerlo de nuevo, ¿no?

 

Pero Eros no se movió. Permaneció escondido en la puerta, viendo todo. No importaba que tanto le dijera Jack que se fuera, que tanto se lo rogara, Eros permaneció inmóvil, como una estatua. ¿Por qué se quedaba ahí? ¿Por qué no se salvaba?

 

En algún punto, Jack perdió fuerza y se soltó de la piedra. Los dos hombres le jalaron brutalmente, llevándolo casi a la superficie.

 

—¡Eso! ¡Vamos, pescado de mierda, sube de una puta vez!

 

Jack lanzó más golpes con su cola, desesperado. Ya no había nada que hacer. Estaba casi afuera, casi al alcance de sus manos. Se lo llevarían a otro sitio, y sólo los dioses sabían cuánto tiempo estaría allá, lejos de Eros, de Jackson, de Hiccup. Tenía que ser fuerte. Tenía que aguantar y sobrevivir hasta que le hallaran… pero entonces algo pasó. Los jaloneos se detuvieron.

 

Jack miró hacia afuera, justo a tiempo para ver como Víctor caía al suelo. Sobre su espalda estaba Eros, enterrando furiosa y repetidamente un cuchillo entre sus hombros. La alfombra empezó a teñirse de escarlata, y Jack se sintió mareado…

 

—¡Víctor!

 

Pero debía actuar. Debía hacerlo ahora. Sin meditación, se impulsó hacia arriba y tomó una de las manos de Louis. Éste le dedicó una mirada llena de miedo, mirada que sólo se hizo más patente cuando lo sumergió en el agua. Jack nadó con él hasta el fondo del tanque, y con todo su peso, con toda su fuerza y toda la adrenalina encendiendo sus venas, lo empujó contra el suelo, contra las rocas y contra las algas.

 

Jack podía escuchar el zumbido de sus animales, los gemidos ahogados del ladrón. En algún momento, Louis extendió sus manos e intentó golpearlo en la cara, no logrando darle, mas sí alcanzando a hacer que parte de su agarre se debilitara. Justo cuando le pareció que se le iba a zafar, Jack escuchó un zambullido encima de su cabeza… y Eros apareció. Tomó entonces las manos de Louis y las aplastó contra las rocas, evitando que se liberara.

 

“¡¿Estás loco?! ¡Te vas a ahogar!”

 

Eros no le hizo caso. Siguió presionando las manos del otro, con una furia nada propia de él. Porque Eros era alegría, era calidez, un sol… ahora parecía un león, un soldado griego, un druida. Poco a poco, los movimientos del hombre se hicieron más lentos, más pausados. Pero también le pasaba lo mismo a Eros. Jack, sabiendo que no podía soltar a Louis, se acercó y, después de respirar profundo, pegó su boca a la del pelirrojo. Éste la abrió, presa de la sorpresa. Jack aprovechó para exhalar, llenándole de aire los pulmones.

 

Tuvo que hacer eso al menos dos veces más antes de que se atrevieran a soltar a Louis. Desde hace mucho había dejado de moverse, pero querían estar seguros. Entonces Jack tomó a Eros entre sus brazos y lo llevó arriba, a una de las piedras que estaban en la superficie.

 

“¡Sube, sube!”

 

Por más que lo empujaba hacia arriba, Eros no subía. Parecía demasiado cansado, agotado. Jack sólo pudo ayudarle a sostenerse de la piedra, a mantener parcialmente su cuerpo fuera del agua.

 

“¡Eres un imbécil!” le reclamó Jack, con tanto miedo que alcanzó a emitir bufidos con su destrozada garganta. “¡No debes mojarte tanto, tus alas no están hechas como mi cola!”

 

Eros no le respondió. Se limitó a respirar hondo varias veces, a negar con su cabeza mientras apretaba sus dedos contra la roca.

 

—No iba a dejarte. No otra vez, —susurró, desfallecido. Jack le miró como si de pronto le hubiera salido una tercera cabeza, y Eros clavó sus ojos en los suyos. Si antes había visto la violencia del fuego, ahora veía el dolor de un animal herido. —Te dejé solo, allá con Pitchiner. Dejé que te hiciera daño para salvarme. No iba a volver a hacerlo, no ahora.

 

Jack no tenía ni la más remota idea de qué hablaba. Intentó decírselo, pero Eros continuó articulando cosas sin sentido, culpándose por la situación actual de Jack, por el dolor que Pitchiner le había causado, por su antiguo ataque provocado por su egoísmo al robarle la atención de Jackson…

 

De esa forma pasaron las siguientes dos horas. Jack se esforzaba por mantener la cabeza y espalda de Eros fuera del agua, mientras Eros murmuraba sus pecados. Luego, la puerta se abrió, revelando a Hiccup quien tenía unas cajas de regalos entre las manos. Dichas cajas cayeron al suelo en cuanto vio el cadáver en la alfombra, y el nombre de Jackson escapó de sus labios con terrible angustia cuando notó el segundo cuerpo en el tanque y a ellos dos luchando por mantenerse arriba.

 

Primero sacaron a Eros. Luego, lo sacaron a él y lo pusieron en la tina. Hiccup cargó a Eros, llevándolo tan rápido como pudo al cuarto de operaciones. Ahí lo revisó, o eso le dijo luego de que volvió y empezó a checarlo a él.

 

—Eros está bien. Hiciste lo correcto al mantenerlo fuera del agua. Sus alas no sufrieron daño.

 

Aquella fue la mejor noticia del mundo. Jack había temido que el contacto entre el metal y el agua habían dañado de alguna forma a su amigo, pero si Hiccup decía que Eros estaba fuera de peligro, entonces ya no importaban sus antiguas preocupaciones.

 

—¿Cómo pasó esto?

 

Jack le contó lo que sabía. Hiccup le puso gran atención, y si bien parecía querer hablar, no lo hizo.

 

—Dormirás hoy con Jackson y Eros, ¿de acuerdo? Te daré medicina y un calmante para que te duermas.

 

Jack no quería el calmante, pero le dio por su lado. Así que, después de que le inyectó, lo llevó al cuarto que su hermano y Eros compartían. Eros ya estaba recostado en la cama, profundamente dormido. Jackson estaba sentado en el borde del colchón, acariciándole el cabello.

 

—¿Cómo estás? —le preguntó en cuanto le vio, acercándose para tomar su mano.

 

“Estoy bien. Eros me salvó”

 

—Mañana me cuentas, ¿sí? Por ahora descansa.

 

Jack se recostó en la bañera. No bien lo hizo, el calmante empezó a surtir efecto, y Jack se molestó un poco porque Hiccup considerara que necesitaba uno de los fuertes. Pero permaneció quieto, viendo a Eros y a su hermano, la forma tan dulce en que se buscaban aun cuando el sueño estaba entre ellos…

 

“No iba a dejarte. No otra vez”

 

Había sido un infierno. Jack, muchas veces, se preguntó por qué él tenía que sufrir ese destino, por qué no podía tomar otro su lugar. Culpar a Eros era como culparse a él mismo, y ahora, después de todo lo que Hiccup y Jackson habían hecho, no podía culparse… así que tampoco podía culpar a Eros. Mañana le diría eso. Mañana le diría lo mucho que lo quería y lo mucho que agradecía que estuviera ahí. Mañana le daría las gracias por salvarle hoy y por convertirse en su amigo después de escapar de Pitchiner.

 

Notas finales:

¡Y eso es todo por hoy! Casi se nos muere uno, jajajaja. Bueno, no, pero el trauma quien se lo quita, jejeje. Me encanta cuando se protegen entre ellos, por eso es de mis capítulos favoritos. En fin, ¡espero les haya gustado! Cada vez más cerca del final, que emoción. ¡Nos vemos el miércoles para el siguiente episodio!


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