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Clockwork Absolution por hana midori

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Notas del capitulo:

¡Hola! Lamento venir tan tarde, mañana tengo evento y apenas acabo de llegar a mi casita :,cccccc Me duele todo u.u En fin, les dejo el siguiente capítulo del reto :D <3 Quiero decir que éste fue uno de mis favoritos, porque realmente no tenía idea de qué podía hacer y me encantó lo que terminó pasando. Ya hasta estoy viendo como puedo hacerme unas yo misma, jajaja. El comentario tendrá sentido luego de que lean, no se preocupen XD En fin, espero les guste <3 Ya saben, las advertencias de siempre, y cualquier error de ortografía y redacción, una disculpa de antemano :3

 

Day 5: Jellyfish.

 

Jack nunca pensó que se sentiría tan feliz de volver al tanque. Y es que, de acuerdo, cuando Hiccup le dijo que ya estaba lo suficientemente bien como para ser trasladado de la bañera a éste, sintió una atroz ansiedad que le dejó bastante sensible. Pero al ver lo que Hiccup había construido, al ver los cristales tan limpios, la pared completa que abarcaba, las piedras y plantas marinas distribuidas por todo el sitio para que pudiera recostarse, la arena en el suelo… se sintió emocionado. Y dicha emoción sólo aumentó al comprobar que el agua seguía tan tibia y agradable como en la tina.

 

—¿Te gusta? —le preguntó Hiccup, luego de dejar que anduviera unos cuantos minutos explorando el tanque. Jack levantó la mirada de las algas con las que jugaba, para poner su mano suavemente contra el vidrio. Hiccup llevó la suya al mismo sitio, y Jack rió al descubrir que, a pesar del cristal, podía sentir el calor del castaño.

 

“Sí, me gusta mucho” dijo entonces. Hiccup pareció bastante complacido por la respuesta, tanto que, sin proponérselo, comenzó a hablar de las modificaciones que había hecho, de lo complicado pero estimulante que resultó crear aquel ecosistema para él. Jack le miró con ojos brillantes, incapaz de seguirle, pero contento de escucharlo. Era en esos pequeños momentos que podía ver un vestigio de lo que fue Hiccup antes de todo esto.

 

—Sólo debo mejorar el sistema de poleas, —dijo, señalando el columpio metálico con el que le había metido, —está bien para sacarte durante las comidas, pero se puede mejorar.

 

“Todo se puede mejorar según tú” contestó Jack con sus manos y labios.

 

—Bueno, es que es cierto. No existiría el progreso sin esa idea.

 

Jack se recostó sobre una de las piedras cubierta de algas, mirando el techo. Descubrió, no sin poco asombro, que había preciosas escenas marinas pintadas en éste. Resultó obvio para él que quien las había pintado fue Hiccup, pues desde que se apropiaron de esa área de la mansión, nadie más que él y Jackson podían acercarse. Y Jack sabía bien lo poco diestro que era su hermano para las artes plásticas.

 

“No eres un científico común” se encontró diciendo.

 

—¿Eh? —inquirió Hiccup, pues solamente le había visto mover la boca, —lo siento, no te entendí, Jack.

 

Jack apartó sus ojos de las sirenas y tritones de colas multicolor, de los alegres delfines, de los imponentes calamares, de las enormes ballenas y de los tiburones grises e impasibles; para dejarlos caer suavemente sobre la figura del castaño.

 

“Nada” musitó, sonriendo, “que me gusta mucho mi tanque. Gracias”

 

Hiccup volvió a sonreír. Al hacerlo, Jack notó la forma en que sus mejillas se iluminaban de un ligero color rojo. Cuando eso le pasaba, podía ver con mayor facilidad las pecas de su rostro, esos puntitos tan simpáticos que le recordaban a las estrellas durante la luna nueva.

 

“Aunque no pueden ser estrellas, porque las estrellas salen de noche y sus pecas aparecen durante el día. Si son estrellas, entonces tendrían que ser estrellas de sol”

 

—¡Hey!

 

La puerta se abrió bruscamente, y por ella entró Eros, caminando lo más rápido que los dolores de columna le permitían. Detrás iba Jackson, con una visible mueca de preocupación grabada en el rostro. Tanto Jack como Hiccup podían adivinar porqué la tenía.

 

—Eros, ya sabes que no debes correr, —le dijo el castaño. Eros sonrió con cierta timidez antes de asentir.

 

—Lo sé, pero es que quería venir a ver la nueva habitación de Jack, —contestó, para después rodear al mayor y poner sus dos manos en el tanque, viendo hacia adentro, —¡Es increíble! ¡Ya eres una sirena de verdad!

 

Jack soltó una risa, que dentro del agua, pareció un gorgoteo extraño. Pero eso sí, burbujas se formaron alrededor de sus labios y subieron rápidamente a la superficie, como si fueran pequeños peces transparentes.

 

“Ya no vas a poder ensuciar éste” le dijo lentamente con sus manos. Milagrosamente, Eros le entendió sin problemas.

 

—Ya veremos, ya veremos.

 

El resto de aquel día resultó ser tan espléndido, tan lleno de alegría, tan colmado de tranquilidad, que Jack olvidó por completo su ansiedad inicial. Ya no tenía sentido luego de descubrir el maravilloso lugar que Hiccup había hecho sólo para él. Por ello, cuando la noche llegó, Jack cerró los ojos pensando en los dibujos sobre el techo, en lo lindo que sería salir alguna vez y encontrarlos cara a cara… pero entonces, esa idea, ese sueño, se fue transformando en algo macabro, terrible. De pronto los cristales ya no estaban limpios, de pronto las piedras y la flora desaparecieron entre torbellinos de arena. Jack se encontró solo, sintiendo una opresión tan abrumadora en el pecho que no podía respirar.

 

Antes de que Jack pudiera entender qué estaba pasando, una luz cegadora le hirió los párpados. Desconcertado, los abrió, encontrando su tanque tal cual había estado el día anterior. Entonces descubrió que la luz que le había herido no era otra más que la luz del sol, que se colaba por entre las cortinas que su hermano estaba abriendo. Fue ahí que, por fin, pudo entender qué había pasado.

 

“Una pesadilla”

 

No era secreto que las tuviera. De hecho, él y Eros las soñaban de forma recurrente, aunque los medicamentos solían hacerlas menos aterradoras de lo que realmente eran. Sin embargo, ésta… ésta había sido diferente. Ésta había sido tan intensa que realmente pensó que iba a ahogarse en medio de la oscuridad…

 

—¿Jack? ¿Estás bien?

 

Jack miró a su hermano. La luz del sol sacaba brillos otoñales a su cabello, a sus ojos de color caramelo. Sin saber muy bien el motivo, aquella imagen le hizo sentirse avergonzado, estúpido.

 

“Sí” le dijo, cubriéndose la cara con una mano, “Estoy bien”

 

Tal vez había sido evento de una noche. Tal vez sólo estaba exagerando. Ya se le pasaría. Eso se decía. Eso se repetía una y otra vez. Pero conforme pasaron las jornadas, las pesadillas no hacían más que aumentar, hacerse más y más terribles. Ahora, cuando las sombras se llevaban las algas, las rocas, los dibujos de Hiccup del techo, llegaban ellos, ellos que siempre le jalaban, que le arañaban y le abrían la piel entre carcajadas. No importaba que tanto Jack gritara, no se iban. Estaban ahí, haciéndole lo que querían hasta que el sol despuntaba.

 

Jackson le preguntaba todas las mañanas si estaba bien. Hiccup hacía lo propio durante el día. Pero sólo Eros le miraba sin articular palabra, intuyendo lo que tenía. Se quedaba siempre a un lado del tanque, contándole cosas, enseñándole las manualidades que hacía, ayudándole a distraerse y a alejar de él cualquier recuerdo de las pesadillas. Sólo cuando Jack comenzó a quedarse dormido mientras hablaban, Eros se atrevió a pedirle que le contara qué soñaba.

 

Jack en un principio no quiso decirle. ¿Para qué? Eros tenía sus propias pesadillas… pero luego de unos momentos de silencio, lo hizo. Eros le escuchó sin interrumpirle, mientras trabajaba en el tejido que había empezado unos días atrás.

 

—¿Me aceptas un consejo? —le dijo, después de que terminó. Jack se quedó observando la manualidad de Eros. Era extraña, con giros que recordaban más a una telaraña que a una prenda de vestir.

 

“Sí”

 

—Dile a Hiccup. Estoy seguro de que puede ayudarte, —y, pareciendo intuir lo que Jack iba a decir, agregó: —No es una tontería. Por favor, te construyó todo este tanque del tamaño de una pared sólo para que pudieras sentirte más contento. Te ayudará con gusto a resolver el problema de las pesadillas, —Jack torció la boca. Eros retomó su trabajo, quedándose en silencio hasta que, de pronto, hizo un nudo en el círculo de madera que utilizaba como base y se giró para verlo. —Por mientras, ten, —sin mayores ceremonias, arrojó la manualidad dentro del tanque. Jack la vio hundirse, hasta que estuvo al alcance de su mano y pudo atraparla sin levantarse.  

 

“¿Qué es esto?” preguntó. Ahora que la veía mejor, sí parecía más una telaraña que otra cosa. Incluso tenía pequeñas cuentas entre los hilos, como si fueran pequeños cristales o insectillos atrapados en la seda.

 

—Un atrapa pesadillas, —le respondió Eros, orgulloso y sonriente, —te va a ayudar, pero no te solucionará todo el problema. Si le dices a Hiccup y te duermes con eso, no tendrás de que preocuparte, —aseguró, guiñándole un ojo.

 

Jack observó un momento más el atrapa pesadillas. No estaba seguro de que pudiera hacer algo contra las cosas que venían a visitarlo pero… se sintió mejor. Mucho mejor. Y ello se vio reflejado en sus agotadas pupilas.

 

“Gracias”

 

Le tomó otra noche de terror para sincerarse con Hiccup. Cuando lo hizo, esperó a que Hiccup lo reprendiera por la tardanza, pero todo lo que él hizo fue prometerle que estaría bien, que encontraría una forma de ayudarle.

 

—Por mientras, aumentaré un poco la dosis de tus calmantes, ¿sí? Dame dos días.

 

¿Dos días? ¿Eso era todo? Sonaba demasiado bueno para ser cierto, sin embargo, Jack decidió confiar. Hiccup jamás le había mentido, y no tenía razón para empezar a hacerlo ahora. Así que, las siguientes dos noches tomó sus medicinas tal cual Hiccup le había indicado, y abrazó contra su pecho el atrapa pesadillas. Pudo por fin descansar, aunque unas horas antes del amanecer le pareció sentir a su alrededor la presencia de aquellas cosas.

 

Por fin llegó la tercera noche. Durante ese tiempo que le pidió, Jack no vio a Hiccup más que una vez. A causa de ello, Jack se sintió bastante nervioso cuando lo vio aparecer finalmente, con una caja extraña entre las manos.

 

—Muy bien, veamos si funciona, —dijo, poniendo la cajita en el columpio para después meterla en el tanque. 

 

Jack no se entretuvo y la tomó antes de que alcanzara el fondo, notando dos cosas importantes: uno, que era pesada a pesar de su tamaño y dos, que fuera lo que fuera que estaba dentro, emitía un zumbido parecido al ronroneo de un gato.

 

—Ábrela, —le invitó Hiccup, con una expresión expectante. Jack obedeció. Entonces, no bien quitó la tapa, algo salió nadando de su interior. Era pequeño, de color blanco y con una serie de tentáculos que parecían hilos de plata. Jack se percató de que, detrás de esta cosita, salían otra, y otra, y otra… pronto, hubo veinte en el tanque, llenando de olitas y ronroneos el lugar.

 

“Hiccup…”

 

—No son de verdad, —le dijo, sonriendo, —así que puedes tocarlas si quieres.

 

Jack extendió su mano a la que tenía más cerca. Con cierto miedo, rozó sus dedos suavemente contra los tentáculos. Esperó sentir un pinchazo de dolor o al menos un toque eléctrico, pero no, nada llegó a herirlo. Eso sí, encontró los tentáculos agradables al tacto, tanto que volvió a rozarlos ahora con mayor confianza.

 

“Son bellísimas”

 

Jack nunca había estado tan cerca de medusas. Y aunque Hiccup decía que no eran reales, a él no le importaba. Eran preciosas, delicadas, como pequeños algodones o estrellas de leche. Hiccup le dedicó una expresión suave, cargada de un sentimiento que Jack no supo interpretar.

 

—Las hice para que te hagan compañía. Van a alejar a esos monstruos.

 

¿Cómo podrían? Jack no tenía idea, sin embargo, le creyó. Le creyó desde el fondo de su corazón y, más tarde, se fue a dormir sabiendo que no estaba solo. Cerca de las tres de la mañana, Jack sintió un escalofrío. Abrió los ojos, esperando encontrar oscuridad… pero todo lo que vio fue las medusas. Sin luces encendidas, éstas emitían una luz propia, de un tono tan fantástico que Jack se preguntó si todavía estaba dormido. Comprobó que no al pellizcarse el brazo, y sonrió. En verdad esas cosas ya no le alcanzarían, no con ellas protegiéndole. Así, con la luz de las medusas y el atrapa pesadillas contra su pecho, Jack volvió a dormirse. Esa fue la primera noche desde que entró al tanque que no tuvo pesadillas.

 

Notas finales:

¡Y eso es todo! Espero les haya gustado tanto como a mí <3 <3 <3 Nos vemos en el día once :D


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