Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Clockwork Absolution por hana midori

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola! Vengo con el siguiente día :D ya casi estamos a la mitad de la historia... o bueno, lo más cerca de la mitad teniendo en cuenta que el quince no tiene una precisamente entera, jajajaja. Espero que les guste tanto como a mí :3 Les recuerdo que estamos fingiendo demencia en cuanto a rigor científico, jajajajaja.

 

Day 7: River.   

 

Alguna vez, cerca de la graduación, uno de sus maestros le pidió hablar. Hiccup lo hizo pensando que le felicitaría por sus avances o por su futura salida de la universidad, sin embargo, lo que el profesor le dijo entonces fue muy diferente: “Eres talentoso, y vas a llegar muy lejos… pero tienes que saber cuándo detenerte. Tienes que aprender que hay épocas para nadar contracorriente y épocas para dejarse llevar por ésta”.

 

En ese momento, Hiccup no lo entendió. ¿Cómo podía si se encontraba en los albores de su juventud, en el tiempo donde ni siquiera el cielo era un límite tangible? Pero ahora que las cosas habían cambiado, que Hiccup había visto lo que pasaba si te adentrabas demasiado en las zonas abismales del río… lo comprendía. Por ello, a pesar de la urgencia que sentía, se detuvo. Se detuvo y escuchó.

 

Jack había tenido un ataque. No le quedaba muy claro si depresivo o ansioso, mas lo había tenido. Gran parte de la causa fue por la soledad a la que se vio sometido después de la cirugía de Eros, algo que, honestamente, Hiccup no había contemplado de forma seria. Y es que, claro, Jack había tenido pesadillas y aún hoy podía ver miedo en sus ojos cuando se le acercaba con los instrumentos de curación pero… Jack era fuerte. Mucho. Y realmente no pensó que… que esa fortaleza podía caerse por el silencio.

 

“Supongo que ser una de las mentes más brillantes del estado no significa que sepa todo sobre emociones” se dijo, en un intento por mantener la culpa en un nivel controlable. Lo último que necesitaba era que Jack pensara que su tristeza era causada por él.

 

Así que, tenía que detenerse. Tenía que parar y ver que estaba pasando a su alrededor: Lo primero, era el juicio de Pitchiner, la razón por la que, en primer lugar, se había ausentado esos días. Dicho evento no era más que una formalidad, pues ese bastardo no saldría jamás de la cárcel, y los datos que se decían al público no era nada comparados a los que se mantenían a puerta cerrada.

 

Por esto último Hiccup había pedido estar presente durante las reuniones. Necesitaba ver los diseños originales, leer sus bitácoras y diarios, para saber qué podía y no podía hacer por Jack y Eros. De puro milagro, y más porque fue al inicio de la investigación, tuvo acceso a los textos que hablaban de las modificaciones respiratorias de Jack, así como del ensamblaje de las alas de Eros. Sin embargo, si quería seguir avanzando en la recuperación de ambos, tenía que hacerse con los que le faltaban, aunque ello significaba escuchar los delirios de aquel loco que no hacían más que hervirle la sangre. Esa fue la causa por la que no volvía con Jack luego de las sesiones. Se le veía en la cara que lo que escuchó, si bien era útil, mataba más y más sus deseos por inventar.

 

Ahora no podía ir, y por lo tanto, tenía que dejarlo irse con la corriente. Tendría que confiar en que, después del juicio, encontraría otra oportunidad. ¿De qué le serviría conocer esos detalles si en casa, Jack estaba perdiendo la cordura? De nada. Tampoco lo valía si arriesgaba la integridad de Eros y de Jackson, porque, ah, claro, Jackson tuvo que ir a buscarlo al tribunal y casi no llega por culpa de las personas que le retuvieron. El rostro de miedo que tenía en ese momento era igual al que Jack solía poner. No quería volver a verlo.

 

La segunda cosa que estaba presente era el problema del tanque. Hiccup había logrado arreglar la mayoría, pues a pesar de los golpes de Jack, el cristal estaba intacto al igual que los sistemas de filtración. Realmente lo único que ocupó su tiempo fue reacomodar todas las decoraciones, en especial las algas, pues lamentablemente buena parte de éstas estaban inservibles.

 

Jack en un principio quiso ayudar, pero Hiccup prefirió que fuera a quedarse en el cuarto de Eros mientras él reparaba todo. Le pareció que era lo mejor para su salud emocional, tanto de él como de Eros. Después de todo, aunque Eros no se había quedado solo gracias a Jackson, no tenía la misma energía sin Jack. Esos días Jack mostró mucha mejoría, y eso que tuvo que quedarse en la bañera que tanto le desagradaba.

 

Esta segunda cuestión era algo que podía hacer sin afectar a Jack, así que no era necesario soltarla. En menos de tres días todo quedó bien y Jack pudo volver al tanque, con la promesa de que Hiccup lo sacaría al menos dos veces al día para que pudiera visitar a Eros.

 

La tercera cosa era parte de la segunda, aunque separado por tiempos y esfuerzo: los animalitos metálicos. Durante el tsunami provocado por Jack, buena parte de éstos se destruyeron. Algunos pudieron salir casi ilesos, y Hiccup se concentró en arreglarlos primero para que Jack tuviera sus luces nocturnas.

 

Luego de reparar el tanque, se puso manos a la obra, con la diferencia de que ahora sí que permitió que Jack le ayudara. Ver como el animalito volvía a cobrar vida después de unas modificaciones hacía que los ojos de Jack se iluminaran de sobremanera, algo que a su vez, iluminaba el corazón de Hiccup. Durante el tiempo que estuvieron reconstruyendo los animales artificiales, Hiccup se atrevió a crear otros, y Jack los recibía igual que un niño recibe una nueva mascota.

 

La última y cuarta cosa era un tanto incómoda de ver. Resultaba ser, lo que muchos llamaban “el elefante dentro de la habitación”: el poco contacto que Jack y Eros tenían con el mundo exterior. Y es que, desde que los rescataron, Hiccup no había permitido que los vieran, sabedor de que así como algunos entenderían lo que les pasó, otros no lo harían y no esperarían para soltar comentarios hirientes. Y con el reciente ataque de Jack, no estaba ya seguro de si resistirían las miradas y palabras.

 

Sin embargo, también era consciente de que este encierro involuntario no les estaba haciendo tanto bien. Debían, al menos, tener contacto con el sol, el viento, la lluvia. Ya no estaban en ese sótano maldito, pero seguían, hasta cierto punto, siendo prisioneros de sus modificaciones y del científico, personificado en Hiccup.

 

¿Cómo proceder en este caso? De momento le quedaban unas semanas para pensarlo, porque Eros todavía no estaba lo suficientemente fuerte para caminar, pero cuando lo estuviera, ¿qué haría? Lo pensó mucho, y al final, llegó a una sola conclusión: la decisión no era suya, era de ellos. Así que esa última cosa tenía que irse con la corriente, porque él no tenía control sobre ésta. Quienes dirían si salían o se quedaban eran Jack y Eros.

 

Por ello, luego de otro mes y de comprobar que Eros estaba bien para salir, les planteó la situación. En un inicio, ninguno de los dos dijo algo, pero conforme los segundos pasaron, la incertidumbre fue dando paso a la emoción.

 

—¿Estaremos sólo nosotros cuatro? —preguntó Eros, mirando a Jackson.

 

—Claro, solamente nosotros cuatro.

 

“¿Y a dónde iríamos?” cuestionó Jack, para luego señalar a Eros. “No puede caminar mucho ni yo tampoco”.

 

—Estaba pensando que saliéramos a los jardines privados de la mansión, —contestó, sonriendo, —es una caminata de diez minutos desde donde estamos, algo que Eros puede hacer y tú también aunque estés en la bañera.

 

Con ese último trozo de información, quedó pactado el asunto. Al día siguiente, Hiccup despidió a todos los sirvientes, siendo muy explícito en que no quería que regresaran hasta dentro de dos días. Luego, cuando la casa entera se quedó vacía, acomodaron a Jack dentro de la bañera y, de forma lenta pero constante, empezaron a andar hacia los jardines privados.

 

Resultó no ser tan difícil como lo que habían imaginado, aunque las escaleras le hicieron plantearse a Hiccup la posibilidad de construir un elevador que permitiera bajar más rápido a Jack. En cualquier caso, luego de un buen rato, lograron salir primeramente de la mansión, algo que, si bien muy común, logró que tanto Eros como Jack se llenaran de energía.

 

Jackson tuvo que sostener a Eros del brazo para que no corriera descalzo sobre la hierba. Jack, aunque no podía dejar su tina, se inclinó tanto sobre el borde que pudo tocar el suelo. La textura de la tierra mezclada con la humedad le hizo reír, lo mismo que llorar un poco.

 

—Lo sé, Jack, —le dijo Hiccup, mientras le limpiaba las lágrimas con su pañuelo, —diviértete, ¿de acuerdo? No te preocupes por ensuciar el agua.

 

Jack asintió. Fue bueno que le dijera eso, porque entre más avanzaban por los caminos, más Eros encontraba cosas en los arbustos y se las daba a Jack para que las tocara, llenando pronto el agua de pétalos, piedras, trozos de hierba y hojas.

 

Cuando llegaron por fin a los jardines, ambos chicos miraron con gran asombro el escenario que tenían enfrente: Enormes árboles repletos de fruta, flores silvestres llenando de colores la suave hierba, pequeños montículos que en sus cimas tenían círculos y círculos de hongos rojos… y lo mejor, un riachuelo que corría en medio de todo esto, y que en su interior tenía peces tan chiquitos como la falange de un dedo.

 

Ese día, ninguno de los cuatro dejó de sonreír por un sólo segundo. Había tanto que hacer y ver que, para cuando por fin volvieron a sus cuartos, Eros cayó rendido en la cama y Jack apenas pudo entrar en su tanque sin que los ojos se le cerraran. Hiccup le observó dormir un rato, hasta que la puerta se abrió y Jackson entró.

 

—No creo que vayan a querer hacer algo mañana, —dijo. Hiccup soltó una risita.

 

—No creo que nosotros queramos hacer algo mañana, —replicó. Jackson bufó, mientras se sentaba en una de las sillas del cuarto. Luego, miró a su hermano, quien tenía medusas brillantes alrededor de todo su cuerpo.

 

—Gracias, —musitó entonces, sin apartar sus pupilas de Jack, —por hoy. Los hiciste felices.

 

Hiccup no dijo nada, no se atrevió. Aunque mucha de la hostilidad de Jackson había bajado, sabía que nada de lo que hiciera cambiaría su pensar respecto a él y su participación en todo esto. Jackson pareció complacido por el silencio, pues al cabo de unos segundos, se puso de pie y le dijo que se quedaría con Eros.

 

—De acuerdo.

 

Después de que Jackson se fuera, Hiccup miró el tanque, a Jack. Mañana tendría que ir al tribunal para recoger los documentos que le permitieron quedarse. Si todo salía bien, mañana terminaría el tiempo de dejarse llevar y empezaría el de nadar contracorriente.

 

Notas finales:

¡Y listo! Las cosas van mejorando entre algunos personajes y todo apunta a buena dirección ;D Veamos si así se mantiene, jajajajaja. En fin, ¡nos vemos para el día quince!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).