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Clockwork Absolution por hana midori

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Notas del capitulo:

¡Hola! Acá en mi rancho ya es quince así que puedo subirlo, jajajaja. La verdad me quedé viendo Shaman King con una amiga y mejor subo el capítulo antes de que me ocupe, jejeje. Éste se me hizo tierno por el final, porque la idea en la historia original que usé de inspiración es bien distinta y la última parte del episodio es una medio referencia. En fin, ya les diré en las notas finales. ¡Que lo disfruten!

 

Day 8: Stars.

 

Cuando tuvo su ataque, Jack se preguntó mil y un veces por qué valía la pena seguir vivo. Esa tarde que fueron a los jardines, recordó muy bien por qué: por el sol en la piel, por el viento en el pelo, por la risa de su hermano y de su mejor amigo, por el cariño de Hiccup… por eso y más valía la pena vivir. Por eso y más valía la pena luchar.

 

Jack se prometió no permitirse otro ataque igual. Tal vez tenía un largo camino que recorrer respecto a sentirse una persona nuevamente, pero no iba a dejar que la idea de que no existía una vida más allá del tanque lo hundiera en la miseria. Si algo iba a ponerlo así, sería otra cosa, más no eso. Tenía mucho que perder en esa oscuridad sin sentido.

 

Fue por ello que, a pesar del anuncio de Hiccup, Jack no se sintió particularmente nervioso. Y es que, de acuerdo, la idea de pasar otra vez por antibióticos y analgésicos resultaba poco atractiva, sin embargo, esta vez había una promesa adicional: ligereza, libertad. Si el proceso salía como Hiccup se lo planteaba, por fin podría deshacerse de esta cola maldita, esta cola que no estaba más que cargada de recuerdos dolorosos, terribles; esta cola que, de manera no tan metafórica, se oxidaba un poco cada día.

 

—Tendrás que estar sedado durante una semana entera luego de que te la quite. Después estarás dormido otra semana después de que te la ponga.

 

Saber que perdería dos semanas era una idea extraña para Jack, pero no iba a cuestionarla demasiado. Se imaginó que sería por los dolores que el procedimiento iba a causarle, y que de seguro serían insoportables esas primeras horas. Agradeció que Hiccup se preocupara tanto como para preferir tenerlo dormido que dejarlo pasar por eso.

 

Jackson seguro pensaba algo parecido, pues si bien era el que siempre lanzaba más preguntas cuando Hiccup explicaba lo que iba a hacerle, está vez se mantuvo callado. Su expresión seria le dejaba ver que el proceso no le causaba gracia, pero él, al igual que los otros, había aprendido que Hiccup siempre hacía las cosas pensando en el bien de ellos.

 

En cualquier caso, Hiccup dijo que haría la operación en tres días, tiempo que necesitaría para preparar todo lo que se necesitaba. Durante ese periodo, Jack no pudo verlo demasiado, aunque ahora no le resultó un martirio pues Eros ya podía moverse y le hacía compañía muy buena parte de la jornada.

 

—Jackson me contó que te gustan los gatos, —le dijo una de esas veces, enseñándole la pequeña figura de pasta que tenía entre las manos, —la voy a terminar antes de tu operación para que te haga compañía.

 

Jack sonrió. Le gustaba escuchar a Eros hablar de su hermano. Había una calidez preciosa en su voz cada que lo hacía, la misma que podía escuchar en la voz de Jackson cuando él hablaba de Eros. Si su hermano era para Eros lo que Hiccup era para él, entonces podía perdonar que el pelirrojo lo hubiera acaparado las semanas anteriores.

 

“¿Podrías pintarlo de color café?”

 

—Jack, obviamente Hiccup te va a dejar quedarte con el gato, no es de verdad.

 

“Eros, te estoy preguntando si lo puedes pintar de color café”

 

—Jack, en serio, no seas pesado, no es de verdad, mira, —pegó la figura al cristal, y Jack no pudo evitar poner los ojos en blanco. Ciertamente era incomprensible para él como después de tantas semanas aún no pudiera leer bien el lenguaje de señas. Hasta Jackson, quien tenía menos tiempo que ellos para estudiarlo, ya era capaz de sostenerle una conversación. Y ahí estaba Eros, argumentando que el gato era falso cuando él sólo quería que lo pintara de cierto tono.

 

En fin, Jack no podía enojarse, no realmente. Eros había terminado pintando el gato de varios colores y quedaba muy bien con los animales de su tanque. Ahora había muchísimos. Sus favoritos seguían siendo las medusas, aunque los pulpos que Hiccup le trajo la semana pasada eran maravillosos. Le encantaba poner su mano y que éstos enredaran sus tentáculos de hule en sus dedos, moviéndose lentamente sobre él como si se tratara de un coral.

 

Hacía eso cuando Hiccup entró al cuarto. Jack le miró, notando de inmediato que estaba nervioso. O al menos algo parecido a los nervios le invadían, pues puso un montón de cosas en una de las mesas sin primero saludarle y, cuando le llamó, su voz sonaba ligeramente extrangulada.

 

—Jack, ¿puedes acercarte al cristal?

 

Jack así lo hizo. Hiccup entonces tomó unos papeles del montoncito que traía, pero no se los enseñó, como Jack pensó que haría. En su lugar, los observó largo rato, como debatiéndose entre si debía o no mostrárselos.

 

—No, no aquí, —dijo por fin, dejándolos. Justo en el instante que Jack iba a debatirle, Hiccup señaló el columpio de poleas. —Sube. Si te los voy a enseñar, no quiero que sea contigo ahí.

 

Jack compuso una expresión de confusión extrema. Sin embargo, hizo caso, y pronto se encontró instalado en la bañera. Hiccup, sin decirle nada, la empujó fuera del cuarto, pasando por la puerta donde Eros dormía, y la puerta de la que se suponía era la habitación de Jackson, pues desde la cirugía de Eros, ya no dormía ahí. Entonces pasaron cerca de las escaleras, mas no bajaron, sino que siguieron de frente, hasta un gran ventanal. Hiccup le acomodó frente a éste, y luego, abrió los cristales.

 

La brisa nocturna fue como un bálsamo. Iba cargado del aroma de las flores, de la hierba en reposo. Jack se preguntó si era porque pronto comenzaría el otoño, aunque la idea se le escapó de la mente al levantar los ojos y ver el cielo. Jack sintió un nudo en el corazón. La última vez que había visto las estrellas, fue la noche en que Pitchiner lo buscó en su cuarto y lo llevó al sótano. Después de eso, no había podido volver a encontrarlas. Ahora lo hacía, y su sola imagen era suficiente para que todo él se llenara de alivio.

 

“Pensé que nunca volvería a verlas” dijo, sin apartar sus ojos de ellas.

 

—Sí… debí traerte antes, —admitió Hiccup, sentándose en el marco de la ventana. —lo siento por eso.

 

Jack negó con la cabeza. Luego, clavó sus ojos azules en la figura del castaño. Con la luz de los astros bañándole, parecía un ser luminoso que en cualquier momento desaparecería bajo la niebla nocturna.

 

“Jamás es tarde para hacerlo” le contestó, sonriendo. Hiccup no dijo nada, sino que bajó la mirada a los papeles. Jack hizo lo mismo, notando algunos trazos de carbón y colores en éstos.  

 

—Estoy aprendiendo a dejarme llevar por la corriente, —dijo, mientras los iba poniendo, de uno por uno, sobre el alféizar de la ventana. —Y es más que justo que tú tengas voz en esto.

 

Jack se asomó. Aunque no había tanta luz, pudo distinguir bien las figuras en los pergaminos, y los reconoció como dibujos. Pero no cualquier tipo de dibujos, sino dibujos sobre sirenas, sirenas con colas metálicas como la suya. Le tomó un buen segundo comprender que eran diseños para su nueva cola.

 

—La base ya está hecha, —le explicó al ver que no decía nada, —sólo… esta sería la apariencia por fuera. Pensé en escoger una yo pero… creo que esa decisión no me corresponde.

 

Hiccup quería que él escogiera uno. Hiccup quería que él decidiera. La idea fue muy abrumadora, tanto que Jack apretó los bordes de la bañera hasta que los dedos se le pusieron blancos del esfuerzo.

 

“Yo…”

 

¿Deseaba elegir? ¿Realmente lo anhelaba? Hasta ahora no había podido hacerlo. No sabía si tenía los suficientes conocimientos para decidir, pues muchas veces había querido cosas que sencillamente eran imposibles. Su sistema respiratorio fue un buen ejemplo. Si hubiera podido escoger, habría escogido que lo reparara, pero Hiccup fue bien claro en que eso no podía hacerse. O terminaba la modificación o se arriesgaban a que se ahogara. Pero ahora… ahora Hiccup le dejaba escoger.

 

Jack apartó sus ojos de los dibujos. Miró hacia afuera, hacia los jardines dormidos. Él había escogido salir aquel día. Y fue maravilloso. ¿Por qué ahora sería diferente? Podía decidir buenas cosas, podía hacerlo.

 

Suavemente, extendió la mano. Uno de los diseños había saltado por encima de los otros como un diamante entre piedras semipreciosas. En el dibujo, la sirena tenía una cola de plata, con secciones abiertas donde agua turquesa emitía brillos como los de sus medusas. Era… preciosa. Era algo que podría gustarle usar.

 

“Ésta” dijo con sus labios, mientras tomaba el dibujo y se lo daba a Hiccup. Hiccup lo tomó. Se veía la seriedad en su expresión, la culpa. Jack levantó más su mano y le tocó la mejilla con mucha delicadeza.

 

“Hiccup, no fue tu culpa”

 

Siempre se lo decía. Y siempre, como ahora, Hiccup apartaba la mirada. Pero lo que sí fue diferente en esta ocasión, es que habló, diciendo lo siguiente con una voz ahogada, cansada:

 

—Yo le di lo que necesitaba. Tal vez no tomé el bisturí pero… yo le di los fondos para que lo comprara. Yo permití que lo usara.

 

Jack frunció la boca. Al mismo tiempo, desvió la mirada al cielo. Las estrellas brillaban igual que todas las noches, sin conocer los horrores que se escondían en los callejones, los secretos que se revelaban entre las sábanas de los amantes.

 

“Quizá” dijo por fin Jack. “Quizá lo hiciste. Pero igual, hubieras sido tú o alguien más, ese maldito hubiera hecho esto” movió su cola, tirando un poco de agua en el pasillo. “La diferencia es que, si hubiera sido alguien más el que lo patrocinara, yo estaría muerto”. Porque para empezar, nadie la habría creído a Jackson. No habrían podido sacarlos… y él y Eros estarían ahora enterrados en una fosa común.

 

Ante sus terribles palabras, Hiccup se puso pálido. Pareció querer replicar algo, mas Jack no se lo permitió al tomar sus manos y apretarlas entre las suyas.

 

“No vuelvas a decir eso” le advirtió después. “No eres igual a él. No quiero que vuelvas a compararte con él”.

 

Pitchiner y Hiccup eran diferentes. Lo sabía, lo sentía. Eran distintos. Porque Hiccup le quería, Hiccup hacía todo lo que podía para que estuviera bien… eso era suficiente. Si había tenido o no que ver con todo lo demás… le daba igual. No le importaba.

 

Luego de un rato, Hiccup lo llevó de nuevo al tanque. Jack se acomodó entre sus piedras, rodeado por sus medusas y sus animales de luces. Entonces Jack extendió su mano para tocar el cristal, y Hiccup hizo lo mismo.

 

—Gracias, Jack.

 

Jack sonrió. Luego cerró los ojos, soñando. Mañana iba a dormir también pero, cuando despertara de ese sueño artificial creado por los medicamentos, tendría una nueva cola, una hecha por Hiccup. Ya no sería parte de Pitchiner… Sería parte de Hiccup.

 

Notas finales:

¡Y eso es todo! En la historia que use de inspiración (hecha por Kit-Replica), Hiccup era el que hacía las colas. So, yeah. Se me hace bonito que Jack consideré que será parte de Hiccup luego de la operación <3 En fin, ya es tarde, tengo que dormir XD ¡Nos vemos el día diecisiete!


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