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Asegurando un alfa por mikan beloved

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Capítulo 2: Un problema de hormonas 

 

—¡Inuyasha! —Gritó Koga con toda la energía que podía sacar a esa hora de la mañana ¿Qué tipo de adolescente se levantaba temprano? Sólo ese maldito pulgoso solo para llegar tarde a sus deberes— ¿Dónde estás maldito pulgoso?

 

—Yo también te quiero lobo sarnoso —Respondió un joven de cabellos plata entrando a la cueva solo vestido con sus pantalones y sobre su hombro colgaba la parte de arriba de su traje con un botín que olía a pescado fresco— Fui por el desayuno, estoy aburrido de esperar a que te levantes para comer ¡Eres un haragán! 

 

Koga frunció el ceño y chasqueó la lengua pero no replicó, el chico había cumplido con su trabajo de la mañana, algo que le generaba una sensación cercana al orgullo. Quitándole el alimento con una de sus manos ocupó la que tenía libre para sacudir el cabello del menor despeinando la parte de arriba.

 

—Buen trabajo cachorro —Felicitó antes de quitar su mano— Has hecho feliz a tu alfa 

 

Inuyasha chasqueo su lengua con molestia, aunque sus mejillas se sonrojaron por el halago, cosa que dejó conforme a Koga antes de volver al centro de la cueva para cocinar la comida. En la manada habían nuevos cachorros que cuidar además de un grupo de ancianos que había enfermado así que un demonio eficiente era bueno para el Clan. Luego de ayudar a repartir la comida ambos se fueron hasta la entrada donde desayunaron en silencio mientras vigilaban hacía el valle. 

 

Habían pasado diez años desde que Koga había llevado al pequeño híbrido a la manada, muchos no entendieron su actuar pero lo aceptaron, mientras otros simplemente prefirieron dejar la manada ante el miedo de un híbrido en el Clan. Con el pasar de los años el pequeño fue aprendiendo junto a los demás cachorros, se le enseñó las normas del Clan, a obedecer ciegamente a su líder, se le creó una rutina que debía seguir todos los días hasta que fue lo suficiente hábil para nuevas actividades. 

 

Ahora con sus dieciséis años el chico se había ganado el aprecio de los miembros del Clan, siendo respetado por los adultos y admirado por los cachorros quienes jugaban constantemente para mejorar sus habilidades. Se estaba volviendo cada día más fuerte y su parte demoníaca no había generado problema alguno, contrario a los primeros miedos, le ayudaba a ser igual de hábil y más fuerte que sus compañeros. 

 

—¿En qué piensas, bestia? —Preguntó Koga terminando de comer, el muchacho nunca era de muchas palabras pero ahora parecía estar luchando en su interior

 

—Está por llegar el invierno y nosotros seguimos aquí —Señaló el chico— ¿Por qué?

 

—Quiero que pase la luna nueva antes de partir —Informó observando como al menor se le caían las orejas, un pequeño acto reflejo que él ya podía distinguir

 

—¿Es por mi culpa? —Preguntó ya con la voz apagada

 

—Es porque quiero saber que mi mano derecha esta en condiciones de cumplir su deber y que no lo perderé en el camino —Kogá tiro uno de los largos mechones de Inuyasha haciéndolo gemir— No te pongas idiota y solo obedece el deseo de tu alfa ¿Está claro?

 

—Si —Inuyasha rasco su nuca— Lo siento 

 

—Buen chico —Koga se levantó antes de acariciar la cabeza del menor— Ahí adentro hay todo un Clan que cuenta con nosotros para su cuidado, ellos son lo más importante y nuestras falencias no son nada a su lado ¿Está bien?

 

—Si —Inuyasha asintió con vehemencia 

 

Asintiendo conforme Koga se levantó, habían tenido un buen desayuno pero debía ir a cazar comida para su viaje, además de asegurarse que no hubiera alguna amenaza. Solo faltaba un par de días antes de la noche con Luna Nueva y después de eso debían marchar, el invierno era una época muy dura para ellos y debían buscar un mejor lugar. 

 

Hasta la primavera. 

 

Reuniendo a sus amigos y asegurándose que quienes se quedaban estuvieran bien salió en dirección al pueblo más cercano. Debían ir por plantas medicinales, sabía de una mujer quien tenía una gran variedad y aunque prefería hacer estas cosas de noche desde que Inuyasha había entrado a la pubertad no le gustaba dejarlo solo cuando anochecía. 

 

Mientras tanto el menor entró en la guarida siendo recibido por los cachorros de estas quienes siempre le buscaban emocionados para jugar con él y poner en práctica su fuerza contra el mayor. Sonriendo a estos comenzó a jugar con ellos, atacando en grupo o de manera individual, los pequeños estaban avanzando tan bien que era posible que el próximo año estarían preparados para comenzar a cuidar de los ancianos e iniciar la cacería con los mayores. 

 

Pero su mente divagaba, era nuevamente la época donde debía viajar y no podría ver a la sacerdotisa hasta la primavera. Simplemente no podía pedirle a Koga que le permitiera quedarse, aquel hombre había salvado su vida y una parte de él siempre estaría unida al alfa, pero otra parte aquella chica lo intrigaba. 

 

Además estaba su parte humana que le impedía confirmar su seguridad por tanto tiempo. ¿Cómo podría defenderse durante noches que perdiera sus habilidades? Siempre había sido protegido por Koga en esos días y este aun no permitiría que eso cambiara. 

 

Cuando pequeño y ante la muerte de su madre se encontró solo y Koga cuido de él dándole un lugar en su manada…

 

 ¡Un lugar a su lado! 

 

Aún recordaba cuando fue presentado a la manada, algunos de los miembros más ancianos se fueron de ésta junto a quienes quisieron seguirlos, aún así Koga no cambió  de idea. El moreno siempre estuvo a su lado y  jamás imaginó una vida lejos de él, pero con el pasar de los años se daba cuenta de sus diferencias y que, muy a su pesar, él nunca pertenecería a aquel lugar. 

 

¿Sería momento de ir a buscar su propio lugar? 

 

Pero ¿Cuál era el lugar de un híbrido? 

 

Los demonios lo odiaban y los humanos le temían.

 

¿Alguna vez tendría un verdadero sitio?

 

**

 

Koga observó a la distancia aquel pueblo, sabía muy bien que Inuyasha había estado frecuentando aquel lugar últimamente. La pequeña bestia aun no entendía que llegaba con los aromas de aquel lugar incluso si se bañaba antes de volver a la cueva ¿Por quién lo tomaba? Un grupo de lobos se encontraban rondando la zona, necesitaba saber qué o quién había estado llamando la atención del menor, podía ser peligroso para sus planes pero tampoco podía hacer nada que generará que Inuyasha lo odiara o no confiara en él. 

 

Fue entonces que la vio, era una joven sacerdotisa que acompañada por los niños caminaba entre la gente y los mismos lobos se lo comprobaron, la pequeña bestia no era tan pequeña como quería que fuera. 

 

Sentándose sobre la rama de uno de los árboles del bosque llamó a los lobos para que se quedaran cerca de él y no llamaran la atención en el pueblo, lo que menos necesitaba en aquel momento era problema con los humanos. Más si uno de estos era importante para la pequeña bestia.  

 

Una sacerdotiza. 

 

Ahora empezaba a entender pero lo más importante era que ya sabía que era lo que podía hacer, no iba a perder al que sería el guardián por una simple humana, mucho menos si solo eran las hormonas que estaban llevando a la pequeña bestia a actuar. 

 

—Vámonos —Ordenó a los lobos bajando de un salto— Los muchachos ya deben de haber conseguido lo que necesitamos, hay que volver a casa 

 

Moviendo con alegría sus colas los animales se fueron aullando para llamar al resto de la manada, en unas noches más debían partir pero lo más importante sería aquella noche. Habría luna Nueva y el pequeño cachorro necesitaría tenerlo a su lado. 

 

**

 

—La he visto —Comentó como si nada Koga haciendo que Inuyasha escupiera parte del pescado que había estado comiendo— ¿Es que no te enseñado modales perro sarnoso? 

 

—¿A quién te refieres? —Preguntó el menor limpiando su boca 

 

—A la sacerdotisa —Explicó sin darle mucha importancia al asunto, su mirada seguía en el horizonte observando como el cielo se iba oscureciendo— Es una chica bastante bella, lista y parece ser muy amable, ahora entiendo porque llamó tu atención si estás rodeado siempre por… —Observó hacía la cueva donde su Clan se encontraba festejando— Bueno… nosotros, una chica dulce debe ser un buen cambio en comparación a la rudeza que se ve aquí 

 

—¿Cómo es que lo averiguaste? —Insistió el menor— ¿Me has seguido?

 

—Por favor, tengo cosas mejores que hacer cachorro —Río Koga— Solo fue que me subestimaste, soy el alfa de este Clan y debo estar enterado de todo por el bien de los nuestros 

 

El menor apretó los labios, estaba atrapado y sabía que había roto una de las reglas más sagradas del Clan lo cual siempre era castigado. El clan era más importante, Koga era la cabeza de ese Clan y debía saber todo, debía poder confiar ciegamente y él había fallado en eso. 

 

Pero no sabía cómo decirlo. 

 

Ni siquiera podía decir que le pasaba con aquella humana.

 

—La verdad es que estoy decepcionado, nunca te he dado motivos para que desconfíes de mí —Siguió Koga antes de dejar la comida a un lado— Pero, supongo que no es fácil pasar la adolescencia para un híbrido, mucho menos rodeado de seres que no son parte de tu línea sanguínea 

 

—Lo lamento —Inuyasha bajó la cabeza, le dolía escuchar aquellas palabras— Sólo no sabía cómo decirlo sin dañarte 

 

—¿Pero qué dices…? —Koga lo observó antes de colocarse a reír a carcajadas— ¡Ay cachorro!  ¿Cómo crees que me voy a sentir lastimado por algo como eso? Las hormonas son normales y es momento de que crezcas para volverte un gran híbrido ¿Crees que espero que estés toda tu vida a mi lado? Desde que te adopte he tenido claro que algún día tendrás que seguir tu camino y este puede estar a mi lado o muy lejos de mí 

 

El menor lo miró sorprendido antes de bajar nuevamente la mirada, una parte de él estaba feliz al escuchar eso pero otra parte estaba dolida ¿Lo iba dejar ir tan fácilmente cuando se lo pidiera? ¿Tan poco le importaba? 

 

—¿Qué te parece si vamos al pueblo esta noche? —Preguntó Koga haciendo que Inuyasha lo observará sorprendido— Será una divertida aventura antes de marchar, además esta es la noche perfecta para acercarse a ella sin asustarla 

 

—No gracias —Inuyasha dejó de lado lo que quedaba de alimento y se levantó, dándole la espalda al mayor— Estoy bien viéndola de lejos

 

—Inuyasha —El menor se detuvo ante el autoritario llamado del mayor— Si esa mujer ha de aceptar tu compañía debe ser con lo bueno y lo malo, tu lado demonio y tu parte humana, así cómo yo lo he hecho… así como todos lo hemos hecho, no debes esperar menos solo por ella ser humana o tu por ser un híbrido. Que te quede claro. 

 

El menor asintió con la cabeza antes de alejarse, el sol ya se había ocultado y un cielo sin estrellas comenzaba a cubrir la región. Un cielo que cada día era más helado y sobre un mundo más difícil para sobrevivir.

 

Koga ahogó un suspiro, aquello había sido más incómodo y molesto de lo que esperaba… desgraciadamente la noche recién empezaba para ellos.

 

**

 

La humana les sonrió a la distancia y Koga empujó a su acompañante, no se sentía cómodo entre los humanos pero estos parecen ignorarlos gracias a la oscuridad que los rodeaba.

 

—Te esperaré aquí —Señaló el mayor antes de apoyar el peso de su cuerpo contra el árbol más cercano— Por favor recuerda ser un buen cachorro, bestia

 

El albino asintió antes de comenzar a caminar en dirección de la sacerdotisa, quién tranquilamente imito sus movimiento.

 

Con cada paso que cada uno daba, Koga sintió su pecho apretarse mientras luchaba por no mostrar sus colmillos.

 

Algo de todo eso le molestaba.

 

Algo no se sentía bien.

 

Pero no había nada que hacer.

 

Sólo se tenía que asegurar que el cachorro quisiera estar cerca de ellos y negarle la libertad sólo generaría que luchará y se alejara más. 

 

—Nadie está obligado a seguir el destino que se le ha impuesto —Le había dicho una vez su padre mientras cazaban a la orilla de un río— Hasta tu mismo podrías escoger no ser alfa, pero no puedes dejar tu todo por nada, si has de dejar tu destino que sea por uno mejor, sino haz lo mejor que puedas. El mundo no se detendrá por ti, no te esperará ni te hará las cosas más fáciles solo porque quieres cambiar tu destino y no sabes a cual. 

 

Él sabía que sería el alfa, fue criado para serlo pero de no haber querido sabía que su vida sería distinta, al igual que Inuyasha, al unirse a su manada había cambiado su destino.

 

Y podía cambiarlo tantas veces como quisiera, el mundo seguiría girando.

 

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