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Entrenando a JaeHyeong por DenisseZepol

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Jaehyeong estaba solemne mientras entraba en su lugar de estacionamiento, apagaba el motor y se bajaba de su coche. Jaehyeong se abría camino hacia el ascensor, no podía dejar de preguntarse cómo pudo haber juzgado tan mal a WooSung. 


 


El hombre parecía tan dulce. Y dioses, él era hermoso. Jaehyeong podría mirar a WooSung todo el maldito día. Desde que conoció al hombre, había tenido numerosas fantasías masturbándose mientras veía a WooSung, solo mirándolo. 


 


Fue jodidamente fantástico. 


 


Pero la persona interior no parecía igualar la hermosa capa exterior. Jaehyeong suspiró mientras pulsaba el botón de su apartamento en la última planta. Él realmente había querido que las cosas funcionaran entre ellos. Nadie le había cautivado tanto como WooSung lo hacía. 


 


Pero sólo pensar en la oferta que WooSung le había hecho a los amigos de Jaehyeong le revolvía el estómago. Al parecer, WooSung no era tan inocente como Jaehyeong pensó que era. Los hombros de Jaehyeong cayeron mientras las puertas del ascensor se abrieron y él entró en su apartamento. 


 


Tal vez simplemente debería renunciar a la idea de tener su propio sub. Él apestaba en esto. Cinco minutos en su primer intento y sus amigos ya sabían lo mal que estaba en esto. Nunca le dejarían vivir con esto, tampoco. 


 


Jaehyeong negó con la cabeza mientras entraba en la pequeña habitación al lado de su dormitorio.Había pasado mucho tiempo haciendo segura esta habitación para su sub, quienquiera que pudiera haber sido. Había tenido la habitación especialmente equipada con casi todos los malditos juguetes sexuales que podía imaginar usar. Allí habían cestas de tapones anales, consoladores, plumas, restricciones, floggers, vendas y lubricante –allí había un montón de lubricante. 


 


Y una cama a medida, con las restricciones incorporadas en los cuatro lados, colocada justo en el medio de la habitación. Jaehyeong había soñado con tener un sub a tiempo completo que lo ayudara a cumplir todos los sueños y fantasías que él siempre había tenido con esa habitación. Y, sin embargo, todavía permanecía vacía. 


 


Jaehyeong se volvió y cerró la puerta. Tal vez podría convertirla en una sala de estar o algo así. Se hacía cada vez más evidente para él que nunca la utilizaría para el propósito que él había pensado para ella. Jaehyeong se desnudó y tiró su ropa sucia en el cesto. Se dio una ducha rápida, vistiéndose con un par de pantalones de deporte, y luego fue a servirse un trago -un realmente buen trago. 


 


Él estaba tomando su primer sorbo cuando el timbre de la puerta sonó. Confundido, Jaehyeong se quedó en la puerta por un momento. Tal vez era el servicio o la seguridad. Todo el mundo tenía que ser admitido para que te dejaran entrar en el edificio. 


 


Pensando que era algo como una bombilla quemada o algo así, Jaehyeong se acercó y abrió la puerta. El vaso en la mano cayó al suelo cuando vio a WooSung apoyado contra la pared de la derecha fuera de su puerta. 


 


―¿Qué estás haciendo aquí? ―Él estaba más que confundido sobre lo que el hombre estaba haciendo en su condominio. ¿Cómo WooSung siquiera sabía dónde vivía? No le había dicho al chico. ¿Y cómo había logrado superar al portero? Jaehyeong iba a tener una charla muy seria con DoJoon sobre dejar a cualquiera caminar por el edificio. 


 


―Tú le dijiste al taxista que me llevara adónde yo quisiera ir ―dijo WooSung cuando pasó junto a Jaehyeong, caminando como Pedro por su casa. Jaehyeong apretó los dientes, cerrando la puerta de golpe mientras se daba la vuelta. 


 


―Yo no me refería a mi casa. Me has demostrado qué clase de hombre eres en realidad, WooSung. Y como te he dicho, ¡no quiero un hombre infiel que se ofrece a mis malditos amigos! 


 


«¡Maldición!» Normalmente Jaehyeong nunca perdía el control. Él era el niño del poster para la calma. Pero tratar con WooSung lo estaba volviendo loco. El hombre había tenido todo lo que Jaehyeong quería y más en el gimnasio. 


 


Pero fuera del gimnasio... 


 


―Yo no voy a ninguna parte, Jaehyeong. 


 


Jaehyeong se pasó una mano por la cara, sentía sus puños acalambrarse. ―Vete al infierno, WooSung. 


 


―No puedo ―dijo WooSung mientras se dejaba caer en el muy caro sofá de la sala de Jaehyeong―. Satanás todavía tiene una orden de restricción en mi contra. 


 


Jaehyeong no estaba seguro de si quería reír o tirar al hombre fuera sobre su culo. Él suspiró, sus hombros perdieron parte de su tensión mientras miraba al magnífico hombre. ―¿Qué quieres de mí, WooSung? 


 


«Y por favor no digas dinero». Jaehyeong estaría totalmente aplastado si WooSung estaba haciendo todo esto para conseguir un poco de su maldito dinero. No podía pensar en ninguna otra razón por la que WooSung estaría actuando de esta manera. Jaehyeong pensó que era el sumiso perfecto, pero en su lugar resultó ser el perfecto satánico. 


 


WooSung se deslizó del sofá, sus movimientos tan lánguidos que Jaehyeong pensó en un gato cuando el hombre caminó lenta y seductoramente hacia él. Las caderas del chico balanceándose de un lado a otro, fascinándolo, hipnotizándolo, y simplemente, cautivándolo de plano. 


 


―Lo que quiero es a ti, Jaehyeong. ― WooSung pasó la mano por el pecho de Jaehyeong, inclinando su cabeza hacia atrás mientras miraba hacia Jaehyeong con aquellos hermosos ojos de color gris claro. ―Lo que quiero es un maestro que sepa cómo frenarme. Lo que necesito es que el maestro seas tú, Lee Jaehyeong. 


 


El pene de Jaehyeong se sacudió en sus pantalones mientras escuchaba las palabras que había estado muriendo por escuchar. Bajó la mirada hacia el hombre que había estado muriendo por tener. WooSung no era menos después de todo, a lo que Jaehyeong estaba dispuesto a dar. 


 


Los dedos de Jaehyeong se entrelazaron en el cabello rubio de WooSung, tirando la cabeza del hombre hacia atrás mientras bajaba su cabeza, sus labios tan cerca de WooSung que podía sentir el aliento del hombre sobre su rostro. ―Mentiroso. 


 


Los ojos de WooSung fueron de un calor ardiente a confusión en un abrir y cerrar de ojos. Y luego los rodó a ambos y salió del agarre de Jaehyeong. ―¿Qué diablos tengo que hacer para sacar al Dom en ti? He intentado jugar al buen muchacho, al mocoso, e incluso estaba siendo seductor ahora mismo. ¿Qué demonios estás buscando, Jaehyeong? 


 


―Que puedas ser tú mismo. Deja de jugar conmigo, WooSung. Ni siquiera sé cuál es el maldito WooSung. 


 


WooSung se vino abajo y Jaehyeong sintió que debería de haber mantenido la boca cerrada. 


 


―Tú viste al verdadero yo en el restaurante. 


 


―¿Una puta? ― Jaehyeong gruñó la pregunta entre dientes apretados. Si ese era el real WooSung, entonces no quería ninguna parte del hombre. 


 


―¡No, un mocoso! ―gritó―. Azótame, fustígame, encadéname y amordázame. ¡Por el amor de Dios, castígame antes de implosionar! ― WooSung señaló con el dedo hacia Jaehyeong, su pequeña nariz llameando. ―Y te juro por Dios que si tratas de razonar conmigo, le diré a Jenny que eres hétero y que realmente te gusta. 


 


Jaehyeong entrecerró los ojos. ―No lo harías―. Tendría que salir del club y posiblemente moverse si WooSung plantaba esa pequeña mentira en su cabeza. La mujer era implacable. Ella no sabía cómo tomar un no por respuesta. 


 


―Pruébame. 


 


El desafío en los ojos de WooSung finalmente rompió el poco control que Jaehyeong había tenido. Se sentía como si estuviera en una montaña rusa con el hombre. Pasó de eufórico e interesado a querer con ganas poner a WooSung en su lugar sobre su hermosa espalda al final. 


 


Si WooSung quería ser castigado, Jaehyeong de repente sintió como si estuviera listo para la tarea. Observó con gran satisfacción como los ojos del WooSung se ampliaron cuando él se abalanzó sobre el hombre. Agarró a WooSung alrededor de la muñeca y lo arrastró por el pasillo hacia su pequeña habitación especial, no es que WooSung se resistiera mucho. 


 


Se detuvo en la puerta y se dio la vuelta, fijando a WooSung a la pared con una mano en su garganta. ―Estas son las reglas, WooSung. Uno, no usarás ropa en mi presencia a menos que recibas instrucciones precisas para hacerlo. Dos, te referirás a mí como maestro en todo momento. 


 


Jaehyeong no perdió la forma en la que los ojos de WooSung se agrandaron con cada una de sus palabras, ni el suave rubor que comenzó a teñir su rostro. Lo más notable, sin embargo, era la dura polla que comenzó a presionar contra su muslo. 


 


Jaehyeong pudo no haber jugado una escena antes, pero él había hecho mucha investigación y estaba malditamente seguro de saber exactamente lo que quería de un sub. Si WooSung realmente quería a alguien que lo dominara, Jaehyeong estaba seguro de que él podría hacerlo, pero sería en sus términos. 


 


―Tres, no te toques a ti mismo de una manera sexual a menos que recibas mi permiso para hacerlo. Si te vienes sin que yo lo diga, serás castigado, y te puedo asegurar que no vas a disfrutar de tu castigo. Cuatro, obedecerás todas mis órdenes en el instante en que te las de. Si te digo que te agaches para joderte, te agacharás, sin hacer preguntas. Cinco, te castigaré cuando y donde a mí me parezca, aunque sea en una habitación llena de gente. ¿Se entienden estas reglas? 


 


WooSung asintió rápidamente. 


 


―Yo espero oír una respuesta verbal cuando te haga una pregunta, WooSung. 


 


WooSung se estremeció. ―Sí, maestro. 


 


―Muy bien. Ahora, ¿cuál es tu palabra de seguridad? 


 


―Zombie. 


 


Jaehyeong parpadeó sorprendido. ―¿Zombie? 


 


―Sí, maestro. 


 


«Okaaay». ―Zombie será. ― Jaehyeong bajó la mano y dio un paso atrás, apoyándose en la pared detrás de él―. Ahora, desnúdate. 


 


WooSung se quedó mirándolo como si Jaehyeong estuviese hablando un idioma extranjero. Él no se movió. Él ni siquiera parpadeó sus ojos. Jaehyeong empezó a preguntarse si había cometido el error más grande del mundo antes de mirar a los ojos de WooSung y ver la necesidad brillar en sus profundidades grises. 


 


Jaehyeong sólo esperaba poder satisfacer esa necesidad. 


 


Dio un paso adelante y le dio la vuelta a WooSung. Se inclinó un poco y golpeó su mano en el culo de WooSung con toda la fuerza que pudo reunir teniendo en cuenta que en realidad no quería hacer daño al hombre, sólo obtener su atención. 


 


WooSung gritó y se puso de puntillas. 


 


Jaehyeong le golpeó de nuevo por si acaso y luego le dio la vuelta. ―Creo que te di una orden, WooSung. 


 


―S-sí, maestro. 


 


Jaehyeong dio un paso atrás y se apoyó contra la pared, mirando a WooSung con los ojos entrecerrados mientras el hombre lentamente comenzaba a sacarse su ropa.Podía sentir su polla semidura llenarse con cada centímetro de piel que se revelaba a su hambrienta mirada. 


 


Cuanta más ropa WooSung se quitaba, más Jaehyeong estaba convencido de que estaba mirando al hombre más hermoso que jamás hubiera conocido. WooSung era delgado, pero tenía los músculos magníficamente definidos bajo la camisa de su tiempo en el gimnasio. 


 


Cuando WooSung se bajó los pantalones y salió de ellos, Jaehyeong casi se atragantó con el aire que estaba inhalando. Él nunca había sido el de abajo en su vida, pero si alguna vez iba a tenerlo en cuenta, sería por una polla como la que colgaba entre las piernas de WooSung. Él no era enorme, pero no era precisamente pequeño tampoco, más corta que la Jaehyeong pero agradable y gruesa. 


 


Realmente era una hermosa polla. 


 


―Dobla tu ropa y apílala al lado de la puerta. 


 


Fue muy difícil para Jaehyeong mantener su tono dominante cuando lo único que quería hacer era caer de rodillas y adorar el cuerpo delante de él. Pero, WooSung quería que fuera un Dom y Jaehyeong quería darle a WooSung lo que quería. 


 


Incluso si eso lo mataba. 


 


Una vez que la ropa de WooSung estuvo cuidadosamente doblada y apilada junto a la puerta, Jaehyeong se acercó a la puerta. ―Cierra los ojos, WooSung, y mantenlos cerrados hasta que yo diga lo contrario. 


 


Los párpados de WooSung se cerraron lentamente. Jaehyeong lo agarró por el brazo, abrió la puerta y llevó a su nuevo sub al interior. Mantuvo una mano en los brazos de WooSung mientras buscaba una venda en la canasta cerca de la puerta y luego la deslizó en la cara de WooSung. 


 


―Esta es una habitación especial, WooSung, una habitación muy especial. La construí con mi sub en mente, y lo que quería de mi sub. Y, si bien puedo jugar contigo aquí, tendrás que ganarte el derecho a ver lo que hay en ella. 


 


―Sí, maestro. 


 


Jaehyeong llevó a WooSung a los ganchos que colgaban del techo junto a la cama. Levantó uno de los brazos de WooSung y ató una correa de tela forrado suavemente alrededor de su muñeca, y luego hizo lo mismo con la otra muñeca. 


 


Una vez que WooSung estuvo restringido, Jaehyeong se acercó a su armario de juguetes y abrió las grandes puertas dobles. Se quedó mirando el contenido de adelante varias veces mientras sus ojos se fijaron en los que él quería. Jaehyeong los agarró y regresó junto a WooSung. 


 


Cuanto más tiempo pasaba en la habitación junto a WooSung a su merced, Jaehyeong comenzaba a sentir la calma. Tal vez esto era sobre lo que significaba ser un Dom. Se sintió vigorizado, lleno de energía, y en paz, todo al mismo tiempo. Se sintió caliente como el infierno. Su polla le dolía tanto que las pequeñas gotas de líquido preseminal empapaban el frente de sus viejos pantalones de ocio. 


 


Estaba tan agradecido de que WooSung no pudiera verlo. Tenía que estar en control aquí, y si WooSung veía que estaba encendido, Jaehyeong nunca ganaría la mano con el hombre. Jaehyeong abrió la tapa de una botella de lubricante y roció el juguete que tenía previsto utilizar en WooSung. Mientras que el hombre iba a ser castigado por su comportamiento en el restaurante, Jaehyeong también quería recordarle el placer. 


 


―Inclínate hacia delante y agarra tus tobillos, WooSung. 


 


WooSung se inclinó, las cadenas a las que su sub estaba encadenado le permitían al hombre moverse, por ahora. Jaehyeong tragó saliva cuando caminaba por detrás de WooSung y consiguió una buena mirada al pequeño culo respingón que sobresalía al aire. Estuvo a punto de decir al demonio todo, dejar caer el juguete, y hundir su polla en el apretado agujero de WooSung, pero eso no probaría que era un buen Dom. 


 


Jaehyeong empujó la punta del juguete contra las nalgas del estrecho, fruncido y rosa agujero de WooSung. Trabajó a su alrededor y en los bordes, empujando hacia el centro de vez en cuando. Después de unos minutos, Jaehyeong estaba listo para impulsar el pequeño dispositivo en forma de huevo más allá del primer anillo de músculos del estrecho agujero de WooSung. 


 


Una vez que estuvo en el lugar donde él quería, Jaehyeong se agachó y colocó las correas alrededor de los muslos de WooSung. Volteó a WooSung y colocó el resto del dispositivo alrededor de las bolas de WooSung y la parte inferior de su pene. 


 


Y luego dio un paso atrás para admirar su obra. ―Hermoso ―susurró. 


 


―Gracias, maestro. 


 


Jaehyeong ni siquiera había comprendido que había hablado en voz alta hasta WooSung dijo algo. ―¿Estás cómodo, WooSung? 


 


―Uh, no exactamente, maestro. 


 


Jaehyeong se echó a reír. ―Bien. 


 


El pecho de WooSung se levantó y cayó en un movimiento rápido mientras Jaehyeong cogía el mando a distancia al lado de la cama y apretó el botón, levantando los puños en el aire antes de que los brazos de WooSung fueran levantados por encima de su cabeza. 


 


Jaehyeong se quitó los pantalones y se movió de nuevo hasta que estuvo en su sillón favorito, el cuero suave de la felpa amortiguaba su cuerpo. WooSung colgaba en el aire frente a él, pero sus pies podían tocar el piso. Con su control remoto, Jaehyeong podría desplazar al hombre a cualquier lugar de la habitación. 


 


Y eso fue exactamente lo que hizo. WooSung gritó cuando la máquina empezó a moverse pero rápidamente captó la idea y se dirigió hacia adelante directamente delante de Jaehyeong, tan cerca que casi sus rodillas se tocaban. 


 


―Te dije que era una habitación muy especial, WooSung. La tengo diseñado a medida para mi placer. ¿Qué piensas? 


 


―Es... um ― WooSung tragó saliva―. Muy agradable, maestro. 


 


―¿Sólo agradable? ― Jaehyeong golpeó el mando a distancia que inició el huevo vibrador en el culo de WooSung. Él sonrió cuando WooSung se estremeció y empezó a gemir. Jaehyeong vio como WooSung se movía y tensaba, sus manos apretándose sobre la cadena que lo sostenía en el aire. 


 


Y luego lo llevó al nivel superior. ―¡Maestrooo!


―¿Sí, WooSung?


―Me voy a venir. 


 


―No, no lo harás. ― Jaehyeong se rió malvadamente―. Eso es lo maravilloso de esta habitación. Tengo muchos juguetes especiales. Tomemos por ejemplo el anillo de goma alrededor de tu pene y los testículos. No importa lo mucho que quieras o qué tan duro te pongas, no te podrás venir a menos que te lo permita. 


 


WooSung gimió. 


 


―Fuiste un niño muy malo, WooSung. ―dijo Jaehyeong al golpear el mando a distancia del dispositivo de sujeción que mantenía a WooSung en el aire, retrocediéndolo unos pasos. Jaehyeong se levantó y agarró el otro elemento que había cogido del armario de juguetes―. Me avergonzaste delante de mis amigos. 


 


―Lo siento, maestro. 


 


Jaehyeong realmente le creía a WooSung. Pero no podía dejarlo ir todavía, no cuando WooSung había profesado que necesitaba tanto un castigo. ―Te creo, WooSung, pero todavía tienes que ser castigado. 


 


Esa era la parte de la que Jaehyeong no estaba seguro. Se acercó por detrás a WooSung y movió la pequeña pala sobre el culo de WooSung. ―Cuenta, WooSung. 


 


―Uno, maestro. 


 


Jaehyeong golpeó el culo de WooSung con la delgada pala de madera una y otra vez hasta que su culo brillaba de color rojo rosado. WooSung contaba cada golpe y nunca usó su palabra de seguridad. Jaehyeong lo sabía porque había estado escuchando atentamente para ello. Ante el primer sonido, se detendría de forma instantánea. 


 


Habiendo dado diez azotes a WooSung, Jaehyeong tiró la pala a un lado y frotó sus manos sobre las gemelas mejillas enrojecidas. Oyó un pequeño sollozo cuando apretó, y al instante se sintió como el peor monstruo del mundo. Jaehyeong rodeó hacia el frente a WooSung para encontrar lágrimas arrastrándose por sus mejillas. 


 


― WooSung, ¿necesitas usar tu palabra de seguridad?


 


―N-no, maestro. ― WooSung se humedeció los labios―. Necesito venirme.


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