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Entrenando a JaeHyeong por DenisseZepol

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WooSung estaba en el cielo. Él sabía que Jaehyeong era el elegido. El hombre le había dado a WooSung exactamente lo que había estado buscando. Ningún otro Dom le había cumplido en la manera en que Jaehyeong lo acababa de hacer. Le dolía en lugares que nunca había sentido antes, y su cuerpo estaba todo zumbando. Maldita sea, si él no se sentía bien. 


 


Pero él todavía veía la duda en los ojos de Jaehyeong. 


 


―¿Por qué te sientes culpable, maestro? ― WooSung preguntó cuando él no pudo aceptar el silencio por más tiempo. Quería alcanzar y tocar a Jaehyeong, pero sus manos aún estaban atadas. Sus dedos le dolían por tocar cualquier parte del Dom, para darle consuelo. Por primera vez, WooSung quería complacer a alguien que no fuera él mismo. 


 


No era que él fuera egoísta. Pero él sentía que todo el que ganara su confianza tenía que ser capaz de aferrarse a ella. Y estaba bastante seguro de que Jaehyeong podía hacer precisamente eso. 


 


Jaehyeong suspiró, trazando sus dedos por el brazo de WooSung. ―Te he hecho daño, WooSung. 


 


¿No era ese el punto de un castigo? 


 


WooSung se quedó allí sin saber qué hacer. Él sabía cómo ser un bocazas. Sabía cómo ser lo suficientemente malcriado para apretar los botones de alguien. Pero cuando llegó a la mirada abatida en la cara de Jaehyeong, WooSung no tenía ni idea de cómo reaccionar. 


 


―Pero yo quería que me castigaras, maestro. 


 


―¿Por qué? ― Jaehyeong preguntó, como si no pudiera comprender la profunda necesidad interior de WooSung, no sólo para sentir una mano firme en su cuerpo, sino para saber que estaba a salvo. Quería fronteras, límites y estructura. Lo necesitaba desesperadamente. 


 


―No lo entenderías ― WooSung dijo mientras giraba su cabeza lejos de Jaehyeong―. Pensarás que soy un bicho raro o algo así. 


 


WooSung sentía la firme mano de Jaehyeong en su brazo. ―No, no lo haré. Pero necesito saber por qué quieres que te castigue, WooSung. Necesito saber que yo no soy un monstruo. 


 


Su cabeza giró tan rápido que WooSung sintió algo chasquear. ―¿Crees que eres un monstruo? ―¿Qué había hecho? WooSung había tomado a un hombre perfectamente bien formado y lo había obligado a hacerle las cosas que WooSung más deseaba. 


 


No, «él» era el monstruo. 


 


―Nunca tuve ninguna estructura al crecer, maestro. Mis padres me dejaban hacer lo que quisiera. Lo odiaba. Yo quería que ellos me dijeran que lo hiciera por un tiempo determinado. Quería que me disciplinaran cuando me salía fuera de control. Pero nunca lo hicieron. Estaban tan absortos en sus carreras que nunca tuvieron tiempo para mí. Quiero a alguien que tenga tiempo para mí, Jaehyeong. Quiero a alguien que me puede dar límites y castigarme cuando no los cumpla. Quiero... ― WooSung giró de vuelta la cabeza, demasiado avergonzado para decirle a Jaehyeong lo que realmente quería por encima de todo. 


 


La cama se hundió, y WooSung sabía que Jaehyeong se había levantado. Él sabía lo que el hombre haría. Él era una especie de monstruo que quería el dolor para poder funcionar. ¿Quién querría alguien tan retorcido como él? 


 


WooSung se sorprendió cuando Jaehyeong no salió de la habitación. En su lugar, caminó alrededor de la cama y se agachó delante de WooSung. ―No vuelvas la cabeza lejos de mí otra vez. 


 


WooSung se estremeció ante la orden. ―Sí, maestro. 


 


―Lo que realmente quieres es alguien que te ame. Alguien que haga que te sientas seguro y cuidado. ¿Estoy en lo cierto, WooSung? 


 


WooSung asintió, sorprendido de que Jaehyeong hubiese tomado los pensamientos de WooSung de su cabeza y los expresara en voz alta. ―Pero ¿qué es lo que usted necesita, maestro? 


 


No había manera de que Jaehyeong no necesitara algo de WooSung. El hombre parecía un desastre. 


 


―Necesito saber que yo no te hago daño, WooSung. Necesito saber que lo que te voy a dar es exactamente lo que necesitas. 


 


WooSung se rió entre dientes. ―Creo que mi comportamiento malcriado y el perseguirte hasta tu apartamento no sólo debe demostrar que estoy loco, pero necesito lo que me diste y mucho más. 


 


―¿Sí? ―preguntó Jaehyeong, y una sonrisa iluminó su hermoso rostro. 


 


«Ya era la maldita hora». 


 


―También necesito venirme como nadie. ¿Pero voy a suponer y decir que me dejarás venirme cuando estés bien y listo? 


 


―Estás aprendiendo ―dijo Jaehyeong mientras se subía a la cama, con su gruesa polla presionando en su estómago. La vista hizo que el maldito agujero de WooSung y los músculos de su culo se apretaran. Quería la polla en su culo malamente. 


 


Él gimió cuando sintió el suave algodón de la sábana deslizarse por su cuerpo. 


 


―Realmente te ves impresionante ―dijo Jaehyeong mientras sus dedos jugaban sobre el culo de WooSung―. Mis marcas se ven bien en ti, WooSung. 


 


«Oh, infiernos». La culpa de Jaehyeong se había ido, y la excitación era espesa en su voz. WooSung comenzó a jadear, empujando su culo hacia fuera levemente, persiguiendo la mano de Jaehyeong. 


 


Gritó cuando Jaehyeong le dio un golpe en una nalga. ―Quédate quieto. 


 


―Sí, maestro. 


 


Fue recompensado cuando ambas manos de Jaehyeong empezaron a masajear su culo, y luego una se deslizó por entre sus piernas para ahuecar sus bolas. 


  


«¡Válgame!». 


 


«¡Dios!». 


 


―M-Maestro. ― WooSung gimió mientras molía su polla en el colchón. «Grrr». ¿Por qué no podía Jaehyeong sacarle el anillo para el pene? Sería mucho más fácil hacer estallar su carga si se lo quitaba. 


 


Y ciertamente quería esparcir su semilla por toda la cama. Había sido un buen chico. ¡Ahora quería su maldita recompensa! 


 


―¿Tengo que amordazarte? 


 


«¡Sí!» 


 


―¿Hay mierda de oso en el bosque? ―Bueno, así que él había tratado de comportarse. Pero con Jaehyeong tocando su culo, ese plan no estaba funcionando tan bien. 


 


Jaehyeong se levantó de la cama, pavoneándose por la habitación con toda su gloriosa desnudes, y rebuscó en el armario, volviendo con una mordaza de bola y una tira de tela roja en su mano. 


 


WooSung casi se derritió. 


 


Jaehyeong levantó la cabeza de WooSung y aseguró el dispositivo, y luego le entregó la tira de tela. Él sonrió con suficiencia a WooSung. ―Mejor. 


 


WooSung asintió. 


 


―Si necesitas usar la palabra de seguridad, deja caer el paño en tu mano. 


 


Como si WooSung fuera a usar la palabra de seguridad mientras la polla de Jaehyeong se empujaba en su costado. 


 


Jaehyeong se metió de nuevo en la cama, situándose entre las piernas de WooSung. WooSung gritó contra la mordaza cuando Jaehyeong bajó la cabeza y lamió un camino largo y sensual hasta el pliegue de su culo. La lengua de Jaehyeong se quedó en su agujero, pero luego se trasladó a sus bolas. WooSung gruñó en señal de protesta. 


 


Jaehyeong se estaba calentando y se estaba convirtiendo en un animal. Joder, tal vez esa era su recompensa. WooSung con mucho gusto la tomaría. 


 


Con tal de que él pudiera venirse. 


 


Dioses, esperaba que se le permitiera venirse. 


 


Jaehyeong atormentó su agujero con su dedo mientras masajeaba las bolas de WooSung, pero sus dedos se mantuvieron en el borde, nunca se hundieron. Tal vez este era otro castigo, ¡porque Jaehyeong lo estaba volviendo loco! 


 


―Tienes un pequeño dulce fruncido agujero, WooSung, ―dijo Jaehyeong justo antes de que lamiera alrededor de éste, las burlas tenían a WooSung al borde de la locura. Su cuerpo estaba sudando, su pulso se aceleraba, y WooSung sabía sin ninguna duda que él se hubiera venido a estas alturas si no se lo impidieran. ―Voy a hundir mi gorda polla en este bonito pequeño agujero, WooSung. 


 


«Por favor, deja que sea ahora...» porque WooSung estaba a punto de pasar el infierno. 


 


―Y luego voy a follar cada pulgada de ti. Pero primero... ― Jaehyeong salió de la cama, WooSung usó cada palabra para maldecir que había aprendido -y unas pocas que acababa de crear- mientras Jaehyeong dejaba su lugar. ―No estés tan decepcionado. ― Jaehyeong se echó a reír. Deslizó sus dedos detrás de la cabeza de WooSung, desatando la mordaza―. No hables. 


 


WooSung asintió. 


 


Jaehyeong ofreció la punta de su polla a los secos labios de WooSung, golpeando la cabeza contra su boca. ―Quiero que chupes mi polla, WooSung. He esperado el tiempo suficiente para sentir tus carnosos labios envueltos alrededor de mi polla. 


 


WooSung no estaba seguro de dónde venía toda esta agresión, pero realmente le encantó. Rezaba por que así fuera como Jaehyeong realmente actuaba en la cama. La abrió ampliamente, y la polla de Jaehyeong se deslizó adentro haciendo gemir a WooSung alrededor del grueso eje, con los ojos rodando hacia la parte posterior de su cabeza, mientras Jaehyeong daba un empuje rápido. 


 


―Maldición, tan bueno ― Jaehyeong gimió mientras sus dedos se apretaban―. Voy a dominarte, WooSung. Voy a darte lo que necesitas. Voy a aprender cada maldita manera para complacerte, y luego te voy a torturar la mierda fuera de ti con ese conocimiento. 


 


La polla de WooSung palpitaba. 


 


―Puede que me sienta culpable a veces por lo que te hago, pero no voy a dejar que sufras. 


 


WooSung hundió sus mejillas, aplicando una fuerte presión cuando Jaehyeong echó sus caderas hacia atrás. 


 


―Maldición ― Jaehyeong gimió. 


 


WooSung comenzó a chupar la cabeza lo mejor que podía considerando que estaba atado. Él sintió la punta de la polla de Jaehyeong tocar la parte posterior de su garganta una y otra vez mientras molía su hinchada polla en el colchón. 


 


Joder, quería venirse. 


 


La cabeza de Jaehyeong cayó hacia atrás, y un largo gemido salió de sus labios cuando su semilla brotó hacia la parte posterior de la garganta de WooSung. WooSung tragó hasta la última gota y estaba lamiendo la cabeza por más. 


 


Jaehyeong bajó la cabeza y le dio a WooSung la más malvada de las sonrisas mientras sacaba su miembro libre. 


 


―Ahora la verdadera diversión. 


 


WooSung no estaba seguro de lo que Jaehyeong quería decir con ‘verdadera diversión’, pero por el brillo en los ojos verde jade del hombre, sabía que estaba en problemas. 


 


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