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Enseñanzas reales por Arthit

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En unos instantes su día se había vuelto una tragedia. La mañana había transcurrido con normalidad; entrenamiento y comida mientras pasaba las horas con sus amigos, hasta que un estallido le quitó la sonrisa. De la nada un poder mágico cruzo las murallas del castillo dirigiéndose a su persona. Bastaron segundos, pero en su retina solo quedó el cuerpo de su prometido siendo atravesado por aquella magia desconocida, salpicándole sangre a su cuerpo y rostro mientras lo veía caer. Intento moverse y gritar, pero la sorpresa había sido mayor y la negación pronto llegó a sus pensamientos.

 

“no es cierto” se intentaba convencer “levántate. Wolfram” insistió antes de dar un grito desgarrador soltando gran parte de su magia, logrando así que los atacantes fueran embestidos y noqueados al instante, pero costándole su conciencia. 

 

No pasó mucho tiempo antes de que sus ojos comenzaran a abrirse con dificultad, encontrándose a Gisela a su lado otorgándole su magia curativa. Inspección un poco el lugar y se dio cuenta que se encontraba en la enfermería. 

 

-Ya estoy bien -pronuncio con lentitud e incorporándose ante el asombro de la mujer

 

-Aun es muy pronto, debe seguir descamando su majestad - el comentó Gisela al momento que retiraba su magia y le daba espacio.

 

-¿cuánto tiempo ha pasado? -pregunto como una mano en sus ojos intentando despabilarse del mareo, pero Gisela solo alcanzo a abrir su boca como ademán de respuesta, antes de ser interrumpida por gritos desgarradores que pusieron alerta a Yuri y en una posición muy incómoda a Gisela -¿que fue eso? ¿Gisela? - insistió pero al ver el rostro perturbado de la mujer un nombre cruzó sus pensamientos y su corazón comenzó a latir preocupado. Apretó los labios e inspiró antes de seguir con su interrogatorio -¿donde está Wolfram? 

 

Gisela solo pudo apretar sus labios fuertemente antes de quitarle la mirada a Yuri otorgándole la respuesta que ansiaba. Aquellos gritos llenos de dolor provenían de la habitación contigua. Aquellos gritos eran de él: Wolfram.

 

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Capítulo 2: Mi nombre es Yuudai Shibuya

 

Los gritos de dolor resonaban por la planta baja del castillo, mientras los empleados intentaban arreglar el desastre causado tanto por los intrusos como por el mismo rey ante la magnitud de su magia, la cual cubrió todo el castigo y la ciudad en un gran escudo y que aún permanecía fuera del conocimiento de su creador ante la desesperación de un nuevo ataque. Los escombros uno a uno fueron moviéndose pero el castillo permanecía en silencio ante los rumores circundantes: “El primogénito corría peligro”. Ante esto unos pasos se escuchaban en los corredores intentando encontrar la enfermería. Con lágrimas y sudor mezclándose abrían puerta tras puerta que se cruzaban. Aquellos niños parecían desesperados y aunque les faltara el aliento continuaban corriendo. 

 

-debe ser mentira… - pronunció las Mila de cabello largo y negro entre cortado - es más fuerte de lo que crees… 

 

-Padre es fuerte, pero su deber siempre será con el rey - le respondió cargándose en sus rodillas y quitándose el sudor de la frente. Necesitaba descansar un poco y recobrar el aliento antes de continuar la búsqueda, culpándose además por no insistir en sus advertencias. -¡Maldición!

 

Mientras tanto en la enfermería los gritos habían cedido ante la pérdida de conciencia de Wolfram preocupando aún más a Yuri, quien se acercó a su cuerpo con lágrimas secas para sentir sus latidos. Eran débiles pero estaban presentes. 

 

-Conrad… -le llamó Gisela y con un ademán le condujo fuera de la habitación. Era hora de enfrentar lo inminente.

 

-Ya lo se-pronuncio Conrad con una expresión cansada y su mirada al piso -yo le dije a su majestad

 

-puede que caiga en un estado de shock 

 

-lo superará…

 

-debemos decirle… -se contuvo, no sabía cuánto podía decir o si poseéis alguna autorización para hablar de ello, pero Wolfram había acudido a ella durante la mañana y ver como su sonrisa ahora se retorcía en dolor le causaba culpa -uno o el otro, pero no los dos - terminó apretando sus puños por la impotencia de que su magia no fuera lo suficiente para salvarlos a ambos. - debemos tomar una decisión 

 

Con un suspiro a Conrad se le formó un nudo en la garganta al ser el único con la autoridad para ello, sabiendo que la decisión que tome destruiría a su rey poco a poco. Si Gisela no podía salvarlos, nadie en el reino sería lo suficientemente habilitado para hacerlo. Se mordió el labio inferior apretando los párpados dejándose llevar no solo por su posición y amistad junto a Yuri, si no que su deseo egoísta por la familia lo manipuló 

 

-Wolf… - pronuncio apenas en un hilo de voz antes de ser taconeado por un cuerpo pequeño y escuchar:

 

-¡Los dos! -gritó el niño abrazando con fuerza al sargento, unos segundos después la niña se avanzó también pronunciándose un leve “por favor” provocando que a Conrad se le erizara la piel.

 

Aquellos niños eran los invitados de su majestad, pero habían sido muy cautelosos hasta ese momento. Solo los conocía como “niño” y “niña” ya que se esmeraron en no pronunciar sus nombres ni sus edad. Una niña de cabello largo atado en dos coletas, tan negro como la noche y unos ojos verdes como una esmeralda. Un niño de cabello rebelde y dorado que contrastaba con con sus ojos negros como la obsidiana. Niños que le causaban desconfianza y al mismo tiempo una familiaridad absurda e irracional. Niños caídos del cielo.

 

-yo se como salvarlos-aseguró la niña alejándose para sostener la mirada del mayor., pero en ese momento la puerta se abrió de golpe dejando ver a Günter.

 

-Wolfram dejó de respirar… -dijo agitado viendo a su hija, quien no se tardo ni un segundo en entrar para asistir la energía siendo seguida por Conrad, sin embargo su impresión y tristeza se apoderaron de ella al ver como el rey y así sobre el cuerpo del herido dándole un masaje cardíaco desesperado. Todos se quedaron inmóvil buscando las palabras para consolarlo, todos menos los niños quienes dieron un paso al frente.

 

-un beso -dijo la niña, llamando la atención de Yuri -un beso con toda su magia será capaz de sanar hasta las maldiciones 

 

-uno, con un deseo ferviente de amor -continuó el niño 

 

-es lo que nuestro padre siempre nos contaba 

 

Si la situación no fuera de vida de o miente todos los presentes hubieran rodado por el piso de risa, pero tomó su lugar la rabia y el enojo. 

 

-¡¿Estas de broma?! - gritó Günter cogiendo al niño por la polera y elevando su cuerpo -¡Dejen sus travesuras para después!

 

-Günter… -pronuncio Yuri, serio y algo esperanzado -¿un deseo dices? - pregunto más para sí mismo antes de cerrar sus ojos y concentrar su magia, toda la que le quedaba “trae a mi familia de vuelta” deseo para sí antes de inclinarse sobre el cuerpo de Wolfram y besarlo, entregándole su magia y quedando poco a poco sin fuerzas. 

 

Las de heridas de Wolfram se fueron cerrando poco a poco ante el asombro de Gisela y Conrad, quienes solo se hicieron a un lado admirando el poder mágico del rey de los demonios, hasta que este se recuesta al lado de su prometido, exhausto y sonriendo al sentir nuevamente los latidos de este bajo su mano. [un beso de amor eterno] paso por sus pensamientos rememorando las historias de princesas que tanto le gustaban a su madre. Cerró sus ojos creando inconsciente un escudo a su alrededor, mientras que el de la ciudad se disolvía poco a poco. 

 

Günter bajó al niño, asombrado y orgulloso por el poder de su rey. Pero antes de que los niños pudieran irse sigilosamente, Conrad se interpuso entre ellos y la puerta, enfrentándolos por fin.

 

-Dime tu nombre - ordeno con su mano en la espada

 

-aún no… -dijo el niño retrocediendo y cubriendo a la niña 

 

-ya estoy arto de tanto misterio. ¿Quien eres?

 

Ambos niños se miraron y sostuvieron esa mirada por un tiempo como si pudieran comunicarse de esa forma. La niña tomó de la mano al niño y la apretó con fuerza

 

-ya es hora - pronunció con calma. El niño suspiró y le devolvió de mirada al soldado. Se paró firme y dijo:

 

-primogénito y heredero de Shinmakoku, el príncipe Yiudai Shibuya. 12 años. 


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