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Emociones en el verano de Konoha. versión amoryaoi. por XimeB

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Notas del capitulo:

Iruka se entera quién lo ha estado siguiendo y decide hacer algo al respecto.

Este capìtulo también es de los borrados. T.T

Porfa, suban los reviews de nuevo.

Emociones en el verano de konoha.

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Capitulo 2.

Iruka, ira.

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La vida de Iruka seguía más o menos como siempre.

Levantarse, comer algo en carrera, escuela, tratar con padres, cosa más difícil que tratar con los niños, turno vespertino en la torre del Hokage para tratar con jounins, cosa más difícil que tratar con padres y niños juntos, cena, preparar la clase del día siguiente y dormir para repetir todo de nuevo cada día de la semana.

¡Como extrañaba a Naruto que lo sacaba de la rutina!

Tenía que reconocer que su vida se estaba volviendo un tanto aburrida, siendo pequeño se entretenía haciendo bromas y siendo el payaso del pueblo, ciertamente que ahora sabía que eso se debía a la necesidad que había tenido de no pasar como un ser invisible luego de la muerte de sus padres.

Pero había sido divertido.

Suponía que si el viejo Hokage no le hubiera dado la guía y dependiendo de la fechoría el merecido castigo que tanto había necesitado se habría convertido en un maleante, y posiblemente lo habría disfrutado.

Iruka no pudo evitar una sonrisa malvada mientras terminaba de comer su almuerzo seguida seguramente, se conocía bien, de un sonrojo de arrepentimiento.

Definitivamente el viejo había hecho bien su labor al hacer de él un ciudadano respetable de Konoha.

Aún así se sentía algo culpable por sus pensamientos de añoranza de sus tiempos de pequeño monstruo y de las bromas que gastaba.

 Sabia que la mayor parte de la gente que habían sido sus victimas habían muerto, no por su culpa, o se habían marchado, tampoco por su culpa, o se habían convertido en ninjas rebeldes, definitivamente no por su culpa, o al menos eso esperaba aunque reconocía que no estaba del todo seguro , o simplemente había pasado el tiempo suficiente como para que su trabajo como adulto serio y respetable hubiese borrado de su memoria las fechorías que hizo de niño, muestra de ello Yamamoto san, que ahora le sonreía amablemente al comprarle las verduras en vez de amenazarlo con la escoba cada vez que lo veía.

¡Ah, como añoraba esos tiempos!

Sin embargo una cosa nueva estaba sacándolo un tanto de su rutina.

El ojo que todos los maestros tienen en la nuca no dejaba de molestarlo al indicarle que alguien lo había estado siguiendo.

Por semanas.

Inicialmente pensó que debía tratarse de algún alumno tratando de gastarle alguna broma, pero luego de estar en contacto con esa "presencia" el tiempo suficiente no pudo identificar a ninguno de los niños.

Sin embargo su entrenamiento le dejaba saber que en algún momento había estado en contacto con ese chacra en particular.

Era tan solo que al no haber tenido antes el deseo voluntario de identificarlo en cualquier ocasión, por no haber tenido ninguna razón para hacerlo,  provocaba que  no pudiera  identificar a la persona a la cual pertenecía.

En todo caso Iruka no se desesperó, su tiempo de bromista le había enseñado a tener paciencia para encontrar el momento justo para llevar a cabo sus planes y su experiencia de maestro no había hecho otra cosa que pulir esa virtud.

Sabia, por su chacra,  que tenía que ser un shinobi, pero sobre todo sabia que todos tenían que pasar frente a él en su trabajo en la torre del Hokage.

Solo tenía que esperar...

-Iruka sensei, ¿se encuentra bien?

Iruka levantó la mirada de su escritorio para encontrarse con unas caritas asustadas y se dio cuenta de que posiblemente había estado sonriendo solo mientras pensaba que le iba a hacer a la persona que lo había estado acechando.

Anko-chan alguna vez le había dicho lo atemorizante que era su sonrisa cuando estaba tramando algo, dijo que podía competir con Orochimaru, y ganarle.

Pero no quería traumatizar a sus alumnos así que hizo el cambio a su sonrisa de maestro y recordando que eran niños les dijo que era que acababa de recordar un chiste y les dijo uno que le había compartido un niñito del jardín de infantes un día que le había tocado cubrir a su maestro.

Como era de esperar los niños se sintieron ofendidos ante ese chiste tan ingenuo y la clase siguió como si nada.

Los niños con su psique intacta y èl con un recordatorio de que tenía que tener más cuidado mientras estuviera en la escuela.

Los días pasaban y él no se ponía en contacto con el shinobi que seguía acosándolo, y ya prácticamente todos habían ido en algún momento a la torre a entregar sus reportes.

Algo estaba fallando en su plan y eso lo irritaba.

Y además era el fin de semana por lo que tenía libre un par de días en los que no se pondría en contacto con el imbécil que lo había estado siguiendo.

Pero como el destino es imprevisible y a veces le gusta divertirse con los pobres mortales, iba haciendo un sondeo de ese chacra, que hacia algún rato había dejado de seguirlo cuando sintió que se estaba acercando mucho más de lo que lo hubiera hecho nunca...

Iruka uso todo su entrenamiento para disimular su asombro, inicialmente había imaginado  que tendría que usarlo para disimular su enojo, pero no, su sorpresa era tal que no le dejaba sentir ninguna otra cosa.

Tanto así que fue mucho más directo de lo que el sentido común hubiera dictado en ese momento:

-Kakashi sensei, le molestaría decirme porqué me ha estado siguiendo...

El gran ninja de èlite, el jounin admirado por todos, el héroe de Konoha, lo miro estúpidamente con su mirada de cíclope y por unos pocos segundos pareció algo desconcertado.

Luego dijo;

-Iruka sensei, creo que estar tanto tiempo con ese montón de delincuentes prepúberes por fin afectó su cordura, y si no le importa tengo que ir a alimentar a mi gato, porque no come si no estoy con él y ya hace dos días que no paso por mi casa.

-¡PUFF!-

Y sin más lo dejó hablando solo.

Esto solo significaba una cosa para el Iruka que quedó en medio del mercado con una bolsa llena de verduras y el cerebro lleno de ideas de cómo cobrarle a ese arrogante, altanero, engreído jounin el haberse metido con el "dulce" Iruka.

Todavía estaba fresco el incidente en los exámenes chunin como para no recordar el aire de superioridad y la actitud condescendiente con la que lo había tratado.

Ya le demostraría a ese imbécil lo que le podía costar el estùpido juego al que estuviera jugando con él, le enseñaría a no menospreciar a un chunin.

Esto era ¡GUERRA!

-

Notas finales:

 aquí yo sigo pidiendole a la gente que me había enviado comentarios y que se borraron que lo hagan de nuevo.

¡Bujuu, bujuu, bujuu!, snif.


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