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Decadencia Divina por AkiraHilar

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Notas del capitulo: Manigoldo parece buscar algo con Asmita, aunque él no se muestra nada interesado, mientras que siente que su cuerpo no responde como debería
El sonido y olor de la lluvia llamo su atención, provocando que saliera de su somnolencia y se levantara pesadamente. A pesar de haber dormido luego de pelear consigo mismo para obtener el sueño, el dolor de cabeza con el que se acostó seguía estando allí. Acaricio levemente su cien, intento ponerse de pie aunque en el primer esfuerzo fue en vano y resignado, se quedo sentado un rato en su cama. Sentía que el frio aún seguía esos huesos y el sonido suave de la lluvia matutina solo lo aturdía más. Pensó que de seguro estaba debilitado por no haber comido bien el día anterior, por lo cual decidió obligarse a sí mismo a comer ese día el desayuno.

Volvió a levantarse, esta vez sosteniéndose un poco en la pared y sintiéndose algo mareado. Alcanzo con dificultad la puerta y fue a darse un baño, sintiéndose reconfortado con el agua tibia. Luego de ello, fue de nuevo a su habitación y su olfato detecto de inmediato las dos raciones de alimento que le habían dejado las doncellas. Se sentó cuidadosamente, después de haberse puesto la armadura y sentir que su estomago parecía reclamar algo. Espero por un tiempo la llegada de su visitante, la cual nunca llegó. Extrañado y ya fatigado, toma el primer bocado. La sensación de fatiga fue tal que se vio obligado a devolver el alimento y toser casi ahogado a un lado. Algo no estaba bien, lo sabía, lo sentía desde ayer. Reintento en un esfuerzo tomar algo del té que le habían servido y un poco de pan, quien casi trago obligado, para luego levantarse y sentarse a meditar para que su cuerpo se relajara y cediera de sus dolores.

Entre tanto, Defteros estaba en la casa de géminis, comiendo a ahora al lado de su hermano, quien había llegado esa mañana. Defteros observaba a su hermano quien animadamente le comentaba los pormenores del viaje, los lugares que había visitado y las extrañas costumbres que había visto. Aspros se veía vibrante, aún a pesar del cansancio que se veía en su rostro y el visible adelgazamiento que había sufrido por el largo viaje. Aspros tomo otro poco de leche y con su mano agito los cabellos de su hermano, en un gesto fraternal.

-Estas muy bien Defteros. Veo que no te fue mucho problema conseguir como comer – el comentario hizo que Defteros bajara su mirada, recordando la amabilidad de Asmita quien sin dudarlo le había ofrecido de sus alimentos.

-Sí, digamos que conseguí un buen lugar.

-Me alegro, ahora me toca a mí recuperar el peso que perdí durante el viaje – comento Aspros antes de llevarse un buen trozo de carne a su boca

Defteros tomo otro bocado en silencio, con una sonrisa tierna dibujada, alegre de por fin volver a estar con su hermano después de tanto tiempo y comer lo que ya estaba acostumbrado. Había extrañado ya la sobrecogedora presencia de su hermano mayor y la calidez de la casa de géminis cuando él estaba en ella. Sin embargo, la tranquilidad de su casa se vio interrumpida por el grito de Manigoldo, quien lanzo una sarta de improperios con su voz encendida. Aspros se levanta, molesto por tal actitud y toma su casco dorado para salir y ver la razón de semejante alboroto. Defteros, se levanto y lo siguió de cerca, cuidando que nadie lo viera.

-Basta ya Manigoldo, ¡deja de comportarte como un niño! – se escucho la voz suave pero molesta de Shion de Aries, quien de pie, con su cabello dorado a la altura de sus hombros y estrujando sobre su nariz los dos puntos violetas de su cara, mostraba un actitud amenazante.

-¿Un niño? ¡Maldita sea con quién crees que has estado jugando! –levanto la voz el cangrejo, quien con fuerza tomo el brazo de Aries como si quisiera arrancárselo del cuerpo. La mirada de Shion se mantenía fija y determinada – ¡Nadie juega conmigo, maldita oveja! –Agrego con aliento caliente, enfurecido

-Olvídalo Manigoldo. No pienso seguir con esto. ¡Te pasaste y no pienso olvidar lo que le hiciste!

-¿Tanto molestas por ese sucio Chino? ¡Qué tanto te importa ese!

-¡Me importa! –Afirmo Shion con furia, mirándolo directamente a los ojos y con ello apuñaleando duramente el corazón del cangrejo, que ante el agravio dejo que sus ojos se encendieran inclemente.

-¿Se puede saber que hacen en mi templo discutiendo?

Los menores voltearon al oír la voz gruesa del guardián de géminis, quien sosteniendo su casco a la cadera mostro un rostro severo. Instintivamente, Shion se libero del agarre de Manigoldo y con un gesto de disculpas abandona el templo. Manigoldo escupe a un lado, con sus manos en la cintura y una expresión que daba miedo a quien lo viere. Dio media vuelta sin decir palabra, buscando salir hasta que la voz de Aspros lo detuvo.

-¿No piensas disculparte, Manigoldo de Cancer?

-¡Vete al diablo! –Murmuro con enojo el cangrejo, sin mover muchos sus labios.

Defteros vio todo desde su lugar, analizando lo que sucedía y enlazándolo con el reciente interés de Manigoldo con Asmita. ¿Qué se supone que buscaba?

-¿Asmita?

Virgo levanta su rostro, un poco fatigado a pesar de haber estado meditando tranquilamente sin ningún tipo de interrupción hasta ese momento. La voz suave pero firme de Acuario había llamado su atención por lo que abandono su posición de lotos para ponerse de pie, aunque en un momento perdió el equilibrio y necesito sostenerse de una columna, alarmando a Degel en el momento.

-¿Estás bien? –Alcanzo a decir acuario con tono preocupado

-Sí, solo que me levante muy deprisa – comento Asmita

-Disculpa por interrumpirte en la meditación pero vine a traerte el libro que me prestaste la otra vez.

Asmita toma el libro, sintiendo debilidad general, pero sin mostrarla abiertamente. Lo sujeto contra su pecho, respirando profundamente para mantener el equilibrio a pesar de sentir que su cabeza le daba vueltas. La voz de Degel la oía desde lejos, con un eco moribundo que parecía perderse a través de sus sentidos. El frio que sentía en general parecía aumentar.

-…¿No te parece?

-¿Cómo? –alcanzó a preguntar Asmita un poco confundido.

-¿No me escuchaste? Te decía que el libro me había ayudado a entender muchas cosas sobre el trato humano. ¿De seguro estas bien? Estas como sonrojado…

Asmita meneo la cabeza con una mueca muda con la que intentaba despejar las preocupaciones de su compañero.

-Estoy bien. Me satisface que te haya ayudado, puedes venir en cualquier momento para comentar lo que aprendiste a través de él.

-Con gusto, ahora, tengo que retirarme. Con permiso.

Quedando solo, Asmita se recuesta sobre la columna a sus espaldas, intentando mantenerse en pie. Algo andaba mal, su cuerpo estaba respondiendo mucho más lento que de costumbre, se sentía mareado y sus sentidos no parecían enfocar bien lo que tenía a su alrededor. Además, estaba ese frio que parecía no abandonar a sus huesos. De repente, sintió algo que se deslizo desde su nariz hasta su labio, caliente, que llamo la atención. Con su mano toco aquello extrañado y primero tentó su consistencia entre sus dedos, liquida y caliente, luego lo probó. Era sangre. Asmita se alarma ante el hecho, limpiando el rastro de sangre que había salido de su nariz, agitado. Intento echar hacia atrás los días para verificar que puede estar pasando consigo mismo.

Sus memorias rápidamente echaron hacía atrás el tiempo, buscando el origen del malestar que golpeaba a su cuerpo. Recordó que hace una semana atrás, por petición de Degel, Asmita lo había acompañado hasta Rodorio. Mientras él hablaba con la persona que estaba arreglando sus lentes, el rubio había caminado un poco más hasta llegar a una pequeña llanura en un lago. Relajado por el lugar, se sentó debajo del árbol y se conecto con el mundo que lo rodeaba, dejándose llevar por el olor a pasto fresco que le traía el viento y el cosquilleo de la hierba en sus piernas. En ese momento, se vio interrumpido por el llamado de Degel que lo busco alarmado.

Luego de ser llevado casi arrastrado por acuario, que por muy extraño que pareciera estaba comportándose como asustado, llegaron a un lugar húmedo, con olor un tanto fuerte que lo despertó de su letargo.

-Asmita, sé que conoces algunas técnicas especiales. ¿Podrías ayudar a esta anciana? Dice que tiene una semana sin poder levantarse de la cama por un dolor en la columna y por mucho que intente no pude hacer nada.

El asunto incomodo un poco a Virgo, quien no estaba acostumbrado a tratar con muchas personas y mucho menos de esa forma tan imprevista. Resignado ante la situación, Asmita se acerco, quitándose la parte de la armadura que cubría a sus manos y palpo la espalda curvada y tosca de la anciana, quien se quejaba con dolor.

-Ella es la madre del hombre que diseño mis lentes. Me dijo que hace una semana cargando cubos de agua se lastimo y no ha podido levantarse desde entonces. Pensé que tú podrías ayudarla.

-Por eso me invitaste… - murmuro Asmita entendiendo la invitación

-Discúlpame por no haberte comentado a tiempo.

Usado un poco de su cálido cosmos empezó a tantear desde la base de la cabeza de la mujer, hasta la base de sus caderas, con movimientos suaves y firmes que aplicaban fuerza solo en puntos estratégicos. Luego puso sus dos palmas sobre la mitad de su espalda y aplico un poco de presión, provocando un sonido en sus huesos. Acto seguido, puso sus puños sobre la base de su cadera y volvió a presionar, generando otro dolor de la mujer aderezado del ruido de sus huesos acomodándose. Degel observo todo atentamente, fijándose en el movimiento de las manos de Virgo quien guiado por solo su tacto se encargaba de ofrecerle la ayuda a la anciana. Finalmente, luego de otro ruido en sus huesos, la mujer abrió los ojos de la impresión, sintiéndose liberada del dolor. El regocijo y los agradecimientos no tardaron en llegar.

Allí recordó el sabor amargo un tanto agrio de la comida que le ofrecieron por agradecimiento. Degel se había negado, ya que había comido bastante en el santuario, pero Asmita si tenía apetito luego de que ya en varios días había estado comiendo solo la mitad de su ración. Por ello había aceptado aunque lo que le ofrecieron no se comparaba en lo mínimo con lo que acostumbraba en el santuario. Aún así, lo recibió con humildad y lo comió rápidamente. Entonces…

El calor en sus labios lo hicieron regresar a su templo donde se dio por fin cuenta que tenía a alguien muy cerca de él, besándolo. Abrumado de la impresión, Asmita dió un paso atrás sujetándose con la columna y limpiando el rastro de ese beso de sus labios, confundido, totalmente desconcertado. Pudo reconocer quien había sido la persona que lo había besado.

-¿Qué paso Asmita? Te pregunte y supuse que tu silencio era un sí –murmuro el cangrejo con tono elocuente, como si estuviera riendo entre dientes.

Asmita no lo soporto. La ira que embargo a su cuerpo y se hizo forma en cosmos fue tal que el mismo Manigoldo tuvo que dar un paso hacia atrás para resguardarse. Se sintió burlado, totalmente burlado por alguien a quien no le había permitido en ningún momento que se tomara ese atrevimiento.

-¡Cómo te atreviste, Manigoldo!

-¡Es solo un maldito beso! – respondió el italiano con desgano –Además, mira lo sonrojado que estas, ¡hasta te gusto!

-No voy a perdonarte es…

Manigoldo observo extrañado como Asmita se sostuvo con fuerza a la columna, agitado, temblando mientras tapaba con su mano el rostro sonrojado, dejando que su cabello cayera apresuradamente sobre su hombro.

-¡No seas exagerado! ¡Solo fue un mísero beso!

-No pienses usarme para contrarrestar tu problema con Shion… -alcanzo a murmurar Asmita, furioso e indignado consigo mismo por no poder mantenerse firme en ese momento, su cuerpo no respondía. Por otra parte, esa frase caló hondo en el pecho de Manigoldo – ¡No soy un objeto de consuelo!

-¡Deja de hablar de cosas que no sabes! –Grito el cangrejo herido, sintiéndose justamente eso para Shion –Solo fue un maldito beso. Incluso, ¡ni besas bie…! ¿Asmita?

Sin poderlo soportar más y viendo que su cuerpo simplemente estaba colisionando dentro, Asmita siente que cae al suelo y justamente frente a él. Manigoldo lo observo primero extrañado, creyendo que se trataba de un juego hasta que al acercarse se dio cuenta de la sangre que empezó a correr de su nariz. Asustado, se echo atrás, pensando en que hacer y como le explicaría a su maestro eso que estaba ocurriendo. Miro de nuevo y Asmita había quedado inconsciente. Entrando en terror, el cangrejo retrocedió y sin decir nada, salió del templo para no verse involucrado, sin saber si debía o no avisar lo ocurrido.

La noche llegó y Asmita apenas volvió a sentir de nuevo a su cuerpo entumecido. Se levanto con dificultad, y trato de alcanzar algo cerca aunque solo había mármol. Se arrodilló con dolor, temblando compulsivamente y sintiendo su garganta seca, clamando un poco agua. Intento levantarse pero fue imposible, la cabeza le daba vuelta, sus sentidos estaban muy lejos de sí.

Aprovechando un momento que Aspros había salido con Aldebaran, Defteros pensó que sería buen momento para ir a visitar a Asmita y decirle que su hermano ya estaba en el templo y por lo tanto, ya no comería a su lado. No había tenido tiempo de decirle antes y sabía que de seguro Asmita lo había esperado en la mañana. También quería aprovechar para agradecerle su gesto en esas semanas y… no podía negar que también tenía ganas de verlo. Así que se dispuso a ir hasta el templo, escurriéndose como ya tenía acostumbrado hasta llegar al templo de Virgo, el cual se notaba solitario. Al ver que no estaba en el lugar donde acostumbraba meditar, instintivamente entra al pasillo buscando su habitación e ingresando en ella no sin antes pedir el respectivo permiso. Como no recibió respuesta, decidió penetrar y vio molesto las seis raciones correspondientes a ese día, completas. Inmediatamente se molesto, indignado al ver que Asmita otra vez no había comido un bocado. Dispuesto a llamarle la atención y ver que estaba sucediendo, iba a seguir adentrándose al templo cuando sintió un murmullo en su espalda. Volteo y vio a Asmita, sujetándose en una de las columnas, visiblemente debilitado. La situación le provoco una extraña sensación de desosiego.

-¿Asmita? ¿Estás bien? –Fue lo único que pudo decir Defteros ante la imagen.

Con un impresionante esfuerzo, Asmita logro ponerse de pie, derecho intentando no hacerle ver a Defteros lo mal que se encontraba a pesar de que su garganta se sentía tan arenosa como el desierto. Dibujo una sonrisa algo escueta en medio de la oscuridad.

-¿Qué paso?… Te estuve esperando.

-¡No comiste nada! – Reclamo el gemelo molesto aunque su rostro solo podía vislumbrarse preocupación –No vine porque mi hermano ya llego de su viaje.

La noticia penetro de forma dolorosa en el alma de Asmita quien aún de pie, se quedo en silencio. Sus manos temblaban compulsivamente y sus piernas apenas podía soportar el peso de su cuerpo pero aún así, él se mantenía, sobre esforzándose a sí mismo, de pie. No entendió porque una sombría presencia sacudió a su corazón. Bajo su rostro, ladeando hacia un lado para evitar que el gemelo se diera cuenta de la expresión de dolor que sin querer se dibujaba en su cara.

-No pude avisarte antes pero… ¡Eso no importa! ¡Lo importante es que no has comido nada desde ayer! – siguió el gemelo, tratando de acercarse un poco más pero sin cruzar la sala, sabiendo que sería peligroso.

-Supongo que entonces pasara un tiempo antes de que regreses… -murmuro Asmita con voz débil, luchando consigo mismo para mantenerse de pie.

Defteros escucho esa frase sin entenderlo, sintiendo una gran pesadez al escucharla. Acaso, ¿estaba desilusionado por eso? ¿Significaría que Asmita quería que lo visitara más a menudo? ¿Cómo interpretar esa frase?

-Intentare venir las veces que pueda… -fue lo único que pudo atinar decir después de salir del desconcierto.

-No hay problema. Está bien, puedes retirarte.

-Asmita…

La expresión de seriedad que luego Asmita transmitió con su rostro, le dio a entender a Defteros que ya la conversación había terminado. Trago un poco de saliva e intento vanamente de calmar a su corazón que parecía alarmarlo de algo que no terminaba de entender. Finalmente, decidió ir saliendo del templo, lentamente, en espera tal vez de un último llamado de su guardián, de algo que no lo deja ir con ese extraño sentimiento de pesar que cubría a su pecho.

Asmita, por su parte, al sentir los pasos de Defteros alejarse del lugar, solo pudo tragar con cada sonido un espadazo en su pecho. No lo entendía, pensó que tenía muy en claro que…

“¡No soy un objeto de consuelo!”

Esas palabras, dichas por el mismo, lo hirieron al mismo tiempo que se lo pronuncio a Manigoldo. ¿Quién era Defteros para él? ¿Quién era él para Defteros? Su corazón empezó a latir con tristeza, pesadamente, alentándose… demasiado… sintió que poco a poco la sangre parecía no subirle a la cabeza y que se estaba sintiendo ahogado… ¿acaso sería la misma tristeza? ¿Tal vez la misma sensación de entender que él era justamente eso? Será…

-Defteros…

El murmullo que escucho a sus espaldas se vio ahogado por el ruido escandaloso que hizo el mármol al chocar con el oro. Defteros volteo asustado, viendo por fin el terror consumado de su pecho, aquello que lo estaba alarmando. Asmita había caído al suelo, como un saco de arena, desparramando su cabello dorado por todo el lugar y quedándose inmóvil. La desesperación arropo a Defteros sin dejarlo responder…
Notas finales: Espero que les guste este capitulo, aqui empieza la parte buena y tal parece que los personajes empiezan a ver los sentimientos que sienten por el otro. Espeor sus review.

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