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¿Porquè A Mi? por Nessa Yaoi

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Capitulo II - ¿Quién Dijo Yo?


 


 


- ¿Acaso se te paso por la cabeza al despertar en la mañana, que al terminar el día serias esclavizado, chupado y marcado por alguien que no debería estar en este mundo? Ni en mis más locos sueños… o los de cualquiera, supongo – mientras se veía al espejo y observaba el tatuaje rojo en su pecho – No pienso regresar, no lo hare, que se busque a otro que le haga sus caprichos, este chico volverá a su vida normal y olvidara lo que vivió esta noche, si señor – metiéndose bajo la ducha – Tendré que hacer algo con respecto a esto – pasando sus dedos con cuidado por encima de la marca, aun le ardía.


      El ojiazul vivía prácticamente solo, podríamos decir, debido a su trabajo, su padre se encontraba en la ciudad de Suna y lo visitaba cada quince días para proveer la casa de   alimentos, pagar facturas, enterarse de cómo le iba al rubio en la escuela y preguntar a los vecinos que tal estaba su comportamiento fuera de ella, por eso dije prácticamente. Su padre confiaba en él, pero no estaba demás comprobarlo de primera mano, también le agradaba mucho salir con su hijo a pasear, pescar, hacer carreras con las bicicletas a través del bosque y la colina, cosa que el rubio se aseguraría de quitar del itinerario acostumbrado, y todos ya sabemos porque.


      Su padre era lo único que tenia, aparte de sus dos grandes amigos, Shikamaru y Gaara, su madre había muerto cuando apenas tenia cinco años, y no pensaba ponerlos a merced de su, ahora, amo, ya que no sabia de lo que seria capaz de hacerles para obligarlo a cumplir con todo lo que a ese demonio se le antojara. Tendría que pensar muy bien lo que haría de hoy en adelante puesto que él solo se había metido en aquel problema, y seria él, el que tendría que solucionarlo.


      Temprano en la mañana en el hogar de los Nara, suena el despertador, el moreno se levanta de la cama. Un poco de ejercicio, una buena ducha, preparar su mochila para la escuela, y un suculento desayuno. Así comenzaba el día para Shikamaru, una rutina diaria que ya era costumbre, pero dicha rutina cambiaria un poco esta mañana en particular.


- Papa, mama… necesito decirles algo importante – dijo el moreno al sentarse a la mesa.


- Somos todo oídos – dijo su padre mientras ponía mantequilla en una rebanada de pan tostado.


- Por donde comenzar… - titubeando un poco pero con gran aplomo en su voz.


- Supongo que por el principio – contesto a la vez su madre sirviendo té en las tazas.


- Tienes razón, solo tengo que decirlo, y ya – poniéndose derecho en la silla – Verán, yo… estoy enamorado de alguien y…


- Gaara, ¿No es así? – pregunto su padre mientras le daba un sorbo al té.


- ¿Qué? ¿Cómo rayos lo…? – sorprendido por la sorpresa.


- No nos subestimes, ¿Quieres? ¿Cómo querías que no nos diéramos cuenta si te la pasas suspirando y con cara de idiota por toda la casa? Pero esta bien, le tenemos un gran cariño a ese tonto pelirrojo- cuanto más escuchaba, su sorpresa iba creciendo.


- ¿En serio? ¿No te molesta que tu hijo se enamore de otro hombre, papa?


- lo que te haga feliz, nos hará felices a nosotros también – dándole una gran sonrisa al moreno.


- Así es cariño, y pobre del que diga algo malo al respecto – dijo su madre apoyando la opinión de su padre.


- Muchas gracias a los dos, quería que lo supieran primero que nadie, y tal parece que lo sabían hasta antes que yo mismo – respirando tranquilidad, sus padres lo apoyaban, y eso era lo que más importaba.


- Y como no saberlo, si desde pequeños no has dejado a Gaara ni a sol ni a sombra, incluso te enfadabas si alguien se le acercaba demasiado – comento su padre recordando viejos tiempos – ¡Jajajaja! parecías un caballero protegiendo a su damisela.


- Ya basta, cariño, harás que se ruborice – aguantando la risa.


- Y dime… ¿Ya lo hicieron? Tú sabes… - poniendo mucha atención a la respuesta de su primogénito y único hijo.


- ¡Papa! Eso es… llegare tarde a la escuela – agarrando su mochila y saliendo del lugar a toda prisa, antes de que su padre le pidiera todos los detalles.


- ¿No terminaras de desayunar? Ese chico… nunca voy a poder ser abuelo – poniendo cara de desconsuelo.


- Pero a cambio, ganaremos otro hijo – dijo su esposa abrazándolo por la espalda.


- Eso fue fácil – murmuro Shikamaru mientras caminaba rumbo a la escuela.


      Mientras la inevitable verdad se descubría en casa de los Nara, había otra innegable verdad que no podía echarse a un lado, una roja verdad que estaba ahí, reflejándose en el espejo mientras el ojiazul se preparaba para iniciar el día.


- Maldición, y yo que esperaba que todo hubiese sido un mal sueño – murmuro mientras lavaba sus dientes – Al menos tengo tres días antes de que mi padre regrese, tratare de buscar la manera de deshacerme de mi nueva e impuesta condición… ¿Cómo podría hacer eso? Es un demonio, por dios santo, estoy acabado – inclinando la cabeza en derrota.


      Se vistió rápidamente y salió rumbo a la escuela, ni siquiera desayuno por la preocupación, Itachi, ¿Qué estará haciendo en este momento? Pensó mientras caminaba con la cabeza gacha y las manos en los bolsillos.


- ¡Me importa un cuerno lo que haga ese sujeto! – grito molesto consigo mismo por pensar en el ojos rojos.


- ¿Hablando solo? – pregunto el moreno dándole una palmada en la espalda.


- Ah, buenos días, Shikamaru – forzando una sonrisa y seguridad que no tenia.


- ¿Qué fue eso de antes? ¿Peleaste con tu padre o algo por el estilo?


- Por supuesto que no, no hablo con él desde hace dos días.


- ¿Entonces a quien te referías al gritar de esa manera?


- No me hagas caso, de vez en cuando, uno necesita desahogarse, ¿No te parece? Mira. Allí esta Gaara – muy a tiempo para cambiar de conversación.


- Buenos días, chicos – saludo el pelirrojo, pero con los ojos puestos en el Nara.


- Buenos días – dijo el moreno plantándole un beso en la boca al ojiverde, el rubio quedo de una pieza al ver la escena.


- ¿Sorprendido? – pregunto el Nara al ojiazul.


- ¡Y vaya que mucho! Se que son como mejores amigos, pero… jamás imagine algo como esto – al decirlo, y sin quererlo, recordó el beso del que había sido objeto por parte del demonio de los ojos rojos.


- No es él el único sorprendido, rayos – dijo el pelirrojo después de recuperarse de la sorpresa.


- ¿Recuerdas que dije que tenia que arreglar algunas cosas? Garra… – poniendo su mano en la nuca del pelirrojo – Le confesé a mis padres que te amaba, aunque ellos ya lo sabían, supongo que no fui tan discreto como pensaba.


- Oh, dios mío, ¿Qué… que te dijeron? ¿Tengo que huir de la ciudad, del país, del planeta? Por todos los cielos ¡Di algo, Shikamaru! – con los nervios de punta.


- Lo aceptaron de buena gana, te adoran, ¿Sabes? Creo que incluso más que a mi – dándole un beso en la frente a su pelirrojo.


- ¿De verdad? ¿Es eso cierto, Shikamaru? No juegues conmigo… dios, se me va a salir el corazón – apretándose el pecho con su mano.


- Tranquilo, tontito, todo esta bien – abrazándolo sin importarle quien mirara – Y prepárate, porque de ahora en adelante, te mostrare mi afecto sin importar donde estemos ni con quien – era una afirmación, o más bien, una promesa.


      El rubio sonreía feliz, y con un poco de envidia a la vez, por sus amigos. Pensaba que le gustaría estar en la misma situación que ellos con alguien que de verdad lo amara por sobre todo, hasta llego a pensar que si era con otro chico, no seria tan malo. La imagen del demonio Itachi apareció de repente en su cabeza.


- “él no, ¡definitivamente no! ¿Entramos? – ya que estaban cerca de la puerta de la escuela.


- ¿Es todo lo que vas a decir? Aquí estoy demostrándole a mi mejor amigo mi felicidad, ¿Y él solo dice “entramos”?


- Lo siento, de verdad me da gusto por ustedes, en serio, pero las clases están a punto de comenzar – poniendo sus brazos en los hombros de cada uno de sus amigos y caminando juntos a sus primeras obligaciones del día.


      La mañana transcurrió sin novedad para el ojiazul, salvo el acostumbrado encontronazo con su némesis, un chico llamado Yuta, este sujeto aprovechaba cualquier ocasión para meterse con el rubio, especialmente a la hora del almuerzo, tiempo en que los alumnos eran libres de hacer lo quisieran aparte de comer, claro esta. El ojiazul lo esquivaba cada vez que podía corriendo hacia la parte de atrás del colegio, en ciertas ocasiones, como en el día de hoy por ejemplo, no había podido escaparse del acoso del empecinado chico.


- ¿Hasta… hasta cuando vas a seguir con esto? – Pregunto el ojiazul tratando de recuperar el aliento - ¿Qué fue lo que te hice para que no quieras dejarme en paz? – manteniendo la distancia de su acosador.


- lo sabes demasiado bien, Uzumaki – caminando unos pasos hacia el ojiazul.


- ¡claro que no lo se! Si no ya le hubiera puesto remedio – retrocediendo hasta dar de espaldas con la pared – “¿Por qué siempre tengo que estar en estas situaciones? – recordando la encerrona de Itachi la noche pasada, el caso era muy similar, pero con algunas diferencias.


- Tampoco lo entiendo muy bien, pero desde el primer día en que te vi, siento la necesidad de machacarte, Uzumaki – llegando casi a donde el rubio pegado a la pared.


- ¿Solo por eso? – Mirando a ambos lados con el fin de encontrar una salida de aquel embrollo – Espera, ¿Acaso estas enamorado de mi? – la reacción de yuta fue inmediata, ya no caminaba, corría hacia el rubio como un toro desenfrenado – Gran elección de palabras, Naruto, ahora si que esta enfadado de verdad – murmuro cerrando los ojos esperando el golpe o desmayarse.


      No paso ni lo uno ni lo otro, el rubio sintió una ráfaga de aire cruzar su rostro, al abrir sus ojos se encontró con una figura delante de él, de cabello negro atado en una cola de caballo, pantalón y chaqueta negra y una confiada y amenazadora actitud. El ojiazul se inclino a un lado para ver que había sido de Yuta, el chico estaba sentado en la hierba con rostro de alguien que había visto algo fuera de este mundo.


- Si osas tocarle tan solo un cabello, te romperé las piernas, mocoso.


- “Espera, yo conozco esa voz… no me digas que… imposible” – temiendo lo peor.


- ¡Ahhhh! ¡Un fantasma! – grito el acosador corriendo como alma que lleva el diablo.


- ¿Fantasma? Este chico además de torpe es ciego, ¿Me veo como un fantasma? – volteándose a ver al rubio.


- ¡Ese no es el punto, baka! ¡¿Qué rayos estas haciendo aquí?! ¿Y de donde sacaste esa ropa? Y esos anteojos negros… – grito mientras miraba que no hubiera nadie alrededor.


- A que me quedan bien, ¿eh? son realmente fabulosos – quitándoselos y metiéndolos en el bolsillo de la chaqueta – Ya había visto de estos, pero no en este color.


- Aun no me has dicho que haces aquí, Itachi – poniendo cara de enfado – Hay, no – al ver aparecer a sus amigos.


- ¡Naruto! Ahí está – llamo Shikamaru corriendo junto con Gaara al encuentro del rubio - ¿Qué paso? Yuta paso a nuestro lado como una exhalación y gritando no se que de un fantasma o algo así… ¿Quién es él? No es de la escuela – eso es lo que pasa cuando vives en un lugar pequeño donde todo el mundo se conoce, o casi.


- No es nadie, solo un conocido de papa, quería darme un mensaje o algo así, ¿Cierto? – mirando con ojos de suplica al demonio – Pero ya se va, así que… - casi empujando a Itachi.


- ¿No vas a presentarme a tus amigos, Naruto? – echándole una mirada reprobadora al rubio.


- Si no queda más remedio – murmuro – Él es Gaara, y a su lado esta Shikamaru, listo, ya puedes irte – apresurando al moreno.


- Sus ojos… - intervino Gaara.


- Son lentes de contacto, parece que están muy de moda últimamente – se apresuro a contestar Naruto.


- Se ven tan reales – Gaara de nuevo.


- ¿Verdad que si? Tal vez me compre unos de color amarillo, para estar en la honda, digo – poniéndose cada vez más nervioso – La hora del almuerzo casi termino, debemos volver a clases – arreando a Gaara y Shikamaru como si fueran ganado.


- ¡Naruto! – llamo Itachi.


- ¿Si? – poniéndose tenso.


- Estaré esperando que salgas, no lo olvides – colocándose de nuevo los lentes oscuros y caminando tras los chicos hacia la salida.


- No hace falta, se como regresar a casa, gracias – dijo cortante – Hasta nunca – separando sus caminos hacia las aulas.


- ¿Qué pasa contigo? Estas comportándose de una forma muy extraña, ¿Quién es ese sujeto en realidad? Estabas muy nervioso en su presencia – dijo Shikamaru dando el diagnostico del comportamiento del ojiazul ante Itachi.


- Será mejor que no lo sepan, además, puedo manejarlo…  espero – murmurando la ultima palabra.


- me da la imprecisión de que ese sujeto son malas noticias para ti, Naruto – dijo el moreno dando su opinión.


- ¿De donde sacas semejante idea? Él no es… - al ver la cara de suspicacia del moreno - No se preocupen, estaré bien, de haber algún problema, serán los primeros en saberlo, se los prometo – poniendo su más encantadora sonrisa.


- “Hay algo muy extraño en todo esto, Naruto se comportaba como si tuviera miedo de ese desconocido, al menos para nosotros, nos esta ocultando algo de seguro, pero no vamos a dejarlo solo, eso también es seguro” – pensaba Shikamaru echando un vistazo hacia el ojiazul.


      Fin de las clases y la continuación de la pesadilla, al menos para el rubio, con dos integrantes adicionales que estarían vigilándolo de ahora en adelante,  como dos guardianes dispuestos a todo por la seguridad de su muy querido amigo. Naruto fue el primero en salir del aula, quería cerciorarse de que el demonio seguía en la entrada antes que cualquiera, corrió el camino desde la puerta hasta la reja principal de la escuela en apenas unos segundos, nuevo record mundial.


      Itachi, como había dicho, estaba apoyado de espalda en una de las paredes al lado de la reja, con sus brazos cruzados, la vista en el suelo, o eso parecía, que lo hacia ver como si dormitara en espera de algo o alguien. Cualquier otra persona que hubiera pasado siglos encerrado estaría contemplando encantado lo que conformaba todo un nuevo mundo para explorar, pero no él, él solo esperaba por lo que se había transformado en lo más importante de su larga vida. Y ahí llegaba corriendo y sin aliento sus muy renovadas esperanzas en la figura de un chico llamado Uzumaki Naruto.


- ¿Aun sigues aquí? – apoyando sus manos en sus rodillas mientras recuperaba su respiración.


- Dije que te esperaría para ir a casa, así que vámonos – agarrándolo por una de sus muñecas.


- ¿La tuya o la mía? Espera… - siendo jalado como niño pequeño.


- La mía, la nuestra, es más privada y sin vecinos, o amigos, que molesten – dándose cuenta de que eran seguidos, a una distancia prudencial, por Shikamaru y Gaara – Sujétate, vamos a dar un salto – agarrando por la cintura al rubio.


- ¿Un salto… que? – no acabando de preguntar ya estaban en el aire fuera de la vista de sus perseguidores.


- ¿A dónde se fueron? Es como si hubieran desaparecido de repente en el aire  – dijo Gaara mirando a todos lados.


- Eso confirma que algo no esta bien con ese sujeto – corroboro Shikamaru.


- ¿Y ahora que hacemos? Vamos hasta su casa o…


- No creo que estén ahí, si quisieras raptar a alguien, no lo llevarías a su casa, ¿Oh, si? Buscaremos en los alrededores y si no los encontramos,  llamaremos a la policía – ese era el plan, es decir, era todo lo que podían hacer por el momento.


- ¿Por qué no me dejas en mi casa? No he comido nada desde anoche y mis tripas ya están empezando a impacientarse – se quejaba el rubio por el hambre.


- ¿Tu casa? Ya estuve ahí y no me agrado para nada.


- ¿Qué? ¿Estuviste en mi casa? ¿Pero como supiste donde vivía? – no pudiendo creerlo.


- ¿De donde crees que saque esta vestimenta? Además, fue muy fácil encontrarla siguiendo tu olor.


- ¿Qué eres, un sabueso? ¿Estuviste husmeando en el armario de mi padre?


- Tengo habilidades que jamás imaginarias, ojos claros – afirmando el agarre en la cintura del rubio – Tenía que lucir como uno de ustedes para poder mezclarme y no llamar la atención.


- Suena lógico, espera un momento, ¿Y porque no habría de gustarte mi casa? Es un lugar muy lindo y acogedor – defendiendo su castillo.


- Lindo y acogedor, esas palabras te definen a ti, no a un lugar donde las paredes se juntan con las del vecino, no hay ninguna privacidad en eso – la casa del ojiazul era una de esas construcciones parecidas a bloques pegados unos con otros.


- Disculpa si no te gusta el lugar donde vivo, pero ese es mi hogar, ¿Entiendes? – enfado mezclado con un poco de sarcasmo.


- Eso va ha cambiar, te quiero en el templo a tiempo completo, y eso es una orden – empezaban las complicaciones.


- ¿Estas loco? Ya te dije que no puedo desaparecer así como así, mis amigos ya te vieron, serás el primer sospechoso y vendrán a por ti, te lo aseguro – explicaba.


      El ojiazul trataba de hacerle entender que esta época no era igual a su tiempo, en el que si alguien desaparecía podían achacárselo a la guerra, asaltantes de caminos o por el simple capricho de matar, ahora en cambio, te buscaban hasta dar contigo, ya fuese vivo o muerto.


- Escucha, hare todo lo que me pidas, pero por favor, que esto quede como un secreto entre los dos, ¿Esta bien? – llegando a su casa, la del ojiazul, quiero decir.


- ¿Entonces que harás cuando nos vean juntos? Y no estoy dispuesto a tolerar eso de que soy un conocido de tu padre – esperando que el rubio abriera la puerta – Tendrás que pensar en algo mucho mejor que eso – entrando por segunda vez al lugar por lo que iba de día.


- ¿Y que sugieres? Hola, les presento a un primo lejano – dijo con ironía – Yo, Uzumaki Naruto, no tengo primos cercanos, y mucho menos lejanos – hiendo directamente a la cocina – Así que como veras… ¿Estas ahí? – al no verlo que entrara a la cocina tras él - ¿Qué te pasa? – al observar la cara seria, más de lo normal, y los ojos con una mirada brillante e intensa como cuando estaba realmente furioso, si no que se lo pregunten a Yuta.


- ¿Dijiste Uzumaki? ¿Es ese realmente tu apellido? ¡Contesta! – apretando sus puños con fuerza, esa no era una buena señal.


- Si que lo es, ¿Qué pasa? ¿Tampoco te gusta al igual que mi casa? – poniéndose las manos en la cintura a modo de reproche.


- Uzumaki, ¡Ese es el apellido del maldito que me encerró y sello en esa prisión de madera! – acercándose a paso lento hacia el ojiazul.


- ¿Qué… dices? – sintiendo que nada bueno saldría de todo aquello.


- Por eso es que pudiste romper el sello, solo un miembro de su maldita familia podría lograr algo así – agarrando de los brazos al ojiazul – Puede que esto sea justicia divina… o venganza para mi, es irónico, ¿No lo crees así? El destino te puso en mis manos para cobrarme todos estos largos años de confinamiento – observando intensamente los asustados ojos azules.


- Detente, no soy culpable de lo que pudieron hacer mis ancestros, no es justo, y ahora que lo sabes, ¿Qué piensas hacerme además de lo que ya me hiciste? – juntando todo su valor para no parecer aterrado, que era como realmente se sentía en esos momentos.


- Algo que anoche deje inconcluso – empujando al rubio hacia el sofá del salón.


- Aguarda un momento, si tienes hambre, puedo preparar… - su boca fue sellada por los labios del moreno mientras ambos caían sobre el sofá.


- Ya te dije lo que prefiero antes que cualquier otra cosa – mordiendo el cuello del rubio al tiempo que rompía todos los botones de la camisa de éste al querer quitársela.


- ¿No habría sido suficiente con quitarme los pantalones? Es allá abajo donde esta tu comida, ¿No es así? – dijo sin luchar puesto que sabia que era inútil, Itachi podía paralizarlo como la vez anterior, cosa que no hizo.


- Hoy quiero el platillo completo, Uzumaki – pasando su lengua por todo el pecho del menor.


- ¿El… el plato completo? – No entendiendo muy bien las intenciones del moreno - ¿Significa… significa que es cierto que vas a comerme? – tensando todo su cuerpo al pensar que había llegado su ultimo día.


- No literalmente, digamos que tomare y recibirás de mi al mismo tiempo – deslizando lentamente los pantalones del ojiazul hasta sacarlos junto con los calcetines y zapatos.


      La respiración del rubio comenzaba agitarse al recordar la experiencia anterior, como un niño sabiendo lo que le traería san Nicolás, el ojiazul esperaba ansioso lo que seguía a continuación. La primera vez le había parecido bastante mejor y placentera que cuando se masturbaba así mismo, evidentemente, nunca se podría comparar la mano con  una ardiente y experta boca para hacer el trabajo.


      Al igual que la respiración del rubio, Itachi dejaba salir sus emociones a modo de jadeos y gemidos en cada palmo de piel besada o chupada del ojiazul, a diferencia de la vez anterior, el moreno se dio su tiempo para alcanzar el contenedor de su alimento y placer. El demonio de ojos rojos comenzó a desvestirse, Naruto, a pesar de encontrarse en otro mundo debido al placer que recibía, noto el gesto tan repentino de su amo.


- “¿Para que se desviste? No necesito de eso la ultimas vez para comer, ¿Por qué lo hace? – despistado el muchachito, ¿No les parece? – A no ser que quiera usar su ropa como servilleta o algo así, como sea, si ese algo se siente tan bien como ahora… pues bienvenido sea” – ese rubio, vaya que piensa gracioso.


- Pareces estar muy ansioso de que valla al punto, Uzumaki – agarrando con su mano el miembro del rubio.


- ¿Qué paso con eso de llamarme Naruto o esclavo? De la forma que pronuncias mi apellido suena muy despectivo… demonio – ofreciéndole la misma medicina.


- Haga lo que haga, un esclavo no tiene derecho a replicar, Uzumaki – apretando el miembro cautivo.


- ¡Ahhh! ¡Lo que quieras esta bien! Pero deja de hacer eso o echaras a perder tu cena – apretando los dientes por el dolor.


- Buen chico, así es como tiene que comportarse un esclavo – inclinándose sobre el ojiazul y pegando su frente con la de él mientras comenzaba a masajearle el caliente miembro.


- No… ahh… necesitas recordármelo a cada instante – serrando sus ojos y mordiéndose el labio inferior.


- Te ves bien cuando estas excitado, eso me hace querer llevarte hasta el infierno conmigo – besando con pasión la boca del ojiazul.


- “Eso no sonó bien para nada, aunque si así se siente el infierno… de ahora en adelante no tendré miedo de ser un chico malo, estoy pensando tonterías, ¿Quién querría ir al infierno por su propia voluntad?”


      El rubio instintivamente, y llevado por lo que estaba sintiendo, dejo de aferrar sus manos a la tela del sofá y abrazo al cuerpo encima de él. Itachi, satisfecho por la sorpresiva acción del ojiazul, agarro su nuca para intensificar el contacto bucal, aquel juego de labios, lenguas y saliva lo estaba llevando a un placer sin limites, el demonio rozaba su miembro con el del ojiazul en movimientos rápidos y desenfrenados sintiendo que llegaba a la locura.


- Ahhh… me voy a correr… ya no puedo… - decía el rubio entre jadeos y gemidos profundos.


- Aguarda – moviéndose rápidamente para tomar con su boca el pene del rubio, no quería desperdiciar su mas preciado alimento – Mmm… delicioso – después de tragar todo el semen, que para Itachi era más que vida, tal como la ambrosia era para los dioses.


      La sacudida de placer fue tan grande para el ojiazul que después del orgasmo se quedo medio dormido, tal vez porque no esperaba lo que vendría a continuación. El moreno metió tres dedos en su propia boca y los chupaba mientras contemplaba el cuerpo relajado del ojiazul, tras un rato, y dejarlos tan lisos y húmedos como la piel de un sapo, procedió a meterlos en la entrada del rubio.


- ¡Woww! ¡¿Qué estas haciendo?! – reaccionando rápidamente al intento de intrusión.


- No dije que habíamos acabado – poniendo la mano sobre el pecho del rubio para evitar que se moviera - ¿Te estarás quieto o tendré que paralizarte nuevamente? Esto solo molestara un poco – metiendo el primer dedo dentro del ojiazul.


- ¡Maldita sea, eso duele! Para… – gritando pero aguantando como todo un macho - ¿Podrías hacerlo más despacio? Lo que sea que intentas hacer… no es como si lo hiciera esto todos los días, ¿Sabes?


- Deja de querer aparentar que es algo común, ¿Por qué mejor no dices que es tu primera vez y ya? – dilatando otro poco el inquieto agujero.


- Ahhh… no quería que me tomaras por un mojigato, aunque, de cierta manera así es… creo – tratando de olvidar el malestar que le producían los dedos del moreno – Eres un demonio, ¡¿Qué no puedes hacer algo para que esto sea menos doloroso?!


- El dolor también es placer, ¿Qué nunca lo habías escuchado? Además, no tengo la culpa de que seas tan estrecho, aunque… así será mucho más placentero estar dentro de ti, Uzumaki – dijo con mirada sensual y una sonrisa picara.


- ¡¿Acaso tengo la culpa de eso también?! – casi al borde de la histeria.


- Relájate, si sigues oponiéndote, más será el dolor que te causes a ti mismo – metiendo el segundo dedo.


- ¡Madre de dios! E-Entonces detente… ahora – pidió no estando muy seguro si era lo que realmente quería.


- ¿Qué? Ni lo sueñes, estoy ansioso por meterme hasta lo más profundo de tu ser, jamás había estado tan emocionado por hacerle el amor a alguien, y créeme que eso es más de lo que tu familia se merece, ojos azules – metiendo su tercer dedo para apurar la dilatación de la entrada del rubio.


- ¡No! No… te metas con mi familia, me tienes en esta posición pajo amenaza, no lo olvides… no es por mi gusto que estoy permitiéndote hacer esto – serrando sus ojos para que Itachi no descubriera que mentía en su mirada. Pero…


- Mientes, tu entrada ha comenzado a absorber mis dedos, ¿Quiere decir que quieres algo más grande? Esclavo – dijo en tono burlón.


- ¡Si! ¡A ti ensartado en un palo! Rayos, creí que mi primera vez seria con una linda chica en un ambiente romántico… no con un demonio con altas dosis de arrogancia, salido de un mito… y encima de todo ¡Hombreee! Dios… - grito al ser penetrado de una sola vez y hasta el fondo.


- ¿Te parece un mito lo que tienes allá dentro? No, es mi dosis de arrogancia y lo que me califica como un hombre, Uzumaki – dando su primera embestida - ¿Linda chica? Olvídate de eso, yo estoy aquí ahora, tú me trajiste de vuelta, y con ella sus consecuencias, lindo Naruto – pasando sus dedos por las mejillas del rubio a la vez que apartaba sus lagrimas – Estabas destinado a romper el sello y a ser causa de mi resentimiento… solo soy yo en ti.


- Te… te odio por esto – clavando sus uñas en la espalda del moreno mientras las lagrimas recorrían su rostro – Estás castigándome por algo que paso hace siglos y en lo que no tuve nada que ver. 


      Con la vos agitada no solo por el dolor que sentía en sus entrañas, si no por el modo en que era tratado por un pecado que no era suyo. Más cuando en su corazón comenzaba a sentir extrañas emociones hacia aquel ser que lo subyugaba con su presencia, personalidad avasallante y sensualidad sin límites.


      Era algo muy extraño si pensamos que era él el que estaba siendo dominado y vejado por aquel imponente demonio de ojos rojos y mal carácter, pero en algún rincón de su cerebro medio adormecido cerebro, por el hechizo de los labios y manos de Itachi, seguía pensando que tal vez, y solo tal vez, se merecía lo que le estaba pasando, el error de los padres será pagado por los hijos, ¿Quién diablos invento eso? Deberían colgarlo de un árbol, pensó el ojiazul en medio de su sopor.


- “Si así va ser, entonces… ¿Por qué no disfrutarlo? Siempre y cuando no le deje ver a este sinvergüenza sin escrúpulos que comienza a gustarme… todo estará bien, tan solo esperare mi oportunidad para ponerlo en su lugar… o sea, bajo mi pie, literalmente hablando – pensaba mientras seguía recostado en el sillón sin poder mover un musculo – Me siento como si hubiera sido atropellado por un tren, aunque no hay de esos en Konoha”


- Todo este ejercicio me ha abierto el apetito – comento el moreno luego de terminar su desahogo sexual.


- ¿Podrías hacer dieta por lo que resta del día, por favor? Estoy poco menos que muerto, o mejor dicho, voy a morirme – creyendo no poder resistir otra ronda, ni siquiera la del extraño hábito alimenticio del demonio de ojos rojos.


- No digas tonterías, nadie se muere por tener sexo, y tranquilo que no hablo de mi comida acostumbrada, ahora mismo necesito algo digamos más solido – dirigiéndose hacia donde su nariz le indicaba que había alimentos, o sea, la cocina.


- ¡No hagas ningún desastre! Creo… creo que tomare una siesta – serrando los ojos dejándose llevar por el cansancio, cayendo rendido mientras permanecía desnudo como Adán en el paraíso luego de haber mordido la manzana ofrecida por la serpiente de los ojos rojos, llámese Itachi.


      Mientras el ojiazul dormitaba en el salón, Itachi, en la cocina, trataba de adivinar para que servían los diferentes utensilios a su alrededor, como encender la estufa, hasta estuvo a punto de prenderle fuego con sus poderes debido a la frustración de no poder entender el manejo de dicho artefacto. Luego de varios intentos y mucha paciencia logro su cometido.


      Después de buscar en todos los gabinetes y alacena, le toco el turno a la caja fría, nombre por el que se referiría en el futuro para nombrar al refrigerador, algo así como un nombre alternativo, digamos. Luego de un rato abriendo latas de conservas con un cuchillo, picar toda la verdura que encontró en el refrigerador, o caja fría, como ustedes prefieran, se dispuso a cocinarla en uno de los recipientes que encontró por allí.


      Dos horas después y dejar la cocina como si un huracán hubiera pasado por el lugar, un olor poco común llego a la nariz del ojiazul, era un aroma extrañamente dulzón si contamos con lo poco usual de los ingredientes que había usado el moreno para dicha comida.


- Oye, despierta – sacudiendo el hombro del rubio - ¿No tienes hambre? – balanceando un plato con el extraño guiso delante de la nariz del rubio.


- ¿No te han dicho que eres muy sutil? Pero que digo, eso se adapta muy bien a tu personalidad -  dijo con sarcasmo por la brusca manera de despertarlo - ¿Qué… que es eso? – al observar el humeante contenido del plato.


- Algo de mi invención, culpa a las cosas que habían por allí, no a mi – viendo la cara de extrañeza del menor – Es comestible, te lo aseguro – tomando un trozo de de la comida, podríamos decir exótica, poniendo después el plato sobre la mesita de centro.


- Eso se ve… definitivamente extraño – mirando el compendio de verduras troceadas haciendo conjunto con una gran variedad de frutas enlatadas finamente picadas – Perdí el apetito – tratando de incorporarse para sentarse – Oh por dios, este no parece ser mi cuerpo, me duele como si Yuta me hubiese apaleado – sentándose al fin, y cubriéndose con una de esas mantas que se ponen en el espaldar del sillón como adorno.


- ¿Alguna vez te ha golpeado ese bastardo? Le sacare los pulmones y luego se los hare comer – haciendo una muy seria amenaza.


- Pero que dices, creo que después de tu escenita de esta mañana, no se volverá acercar a mi más nunca en la vida – levantándose a duras penas del sillón.


- ¿A dónde vas?


- A la cama – arrastrando los pies hacia su habitación.


- Buena idea – siguiéndolo.


- ¡Solo! – echándole una mirada feroz al moreno.


- Esa si que no es buena idea – poniéndose delante del rubio.


- Por todos los cielos, ¿Qué más quieres de mí? Se buen niño y ve a comerte tus verduras con… lo que quiera que sean los otros ingredientes y déjame dormir en paz – haciendo a un lado al ojos rojos y metiéndose en su habitación – Necesito estar bien descansado, mañana tengo clase de deportes – dejándose caer sobre la cama.


- Ah, te refieres a los jueguitos de manos, no me agrada – acostándose junto al rubio que permanecía boca abajo para darle un descanso a su adolorido trasero.


- Ya te lo dije, eso no tiene nada que ver con la lujuriosa idea en tu cabeza – volteando el rostro del lado contrario al moreno.


- Sera muy interesante verte haciendo deporte – poniendo con su tono de voz la ultima palabra entre comillas.


- ¡Ni lo sueñes! ¡No te atrevas a ir a la escuela de nuevo! lo digo en serio, Itachi – apoyándose en las manos para levantar su torso.


- ¿Y como piensas impedírmelo, eh? ¿Acaso no recuerdas con quien estas hablando? Uzumaki – haciendo que el rojo de sus ojos ganara en intensidad.


- Con mi peor pesadilla, ¿Qué hice para merecer esto? Rayos – sintiéndose derrotado y dejándose caer de nuevo sobre la cama.


- Ahí estaré, cuenta con eso.


 


Continuara…


 


 


 

Notas finales:

¡Hola de nuevo a todas y todos! Aqui les dejo el segundo capitulo, lo se, demaciado rapido pero ya lo tenia escrito, aunque van a tener que esperar un poco màs por el tercero, les doy las gracias a los 46, y espero llegar pronto a los cincuenta, miembros que me tienen como autora favorita, eso realmente me hace feliz, quiere decir que mi trabajo no es en vano... en fin, espero les guste este capitulo, y si no, diganlo tambien, espeto sus comentarios y a disfrutar de la historia.

los veo pronto, es un decir, cuidense mucho y hasta pronto

besossss para todos y chaito.

                                                      Nessa Yaoi.


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