Una apuesta sin sentido
Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen
By Paz
Capítulo 3: La astucia de un uke
Siguiendo el plan de Kaede, Hanamichi pone en antecedentes a Hisashi quien aprueba divertido fastidiar a Sendoh.
Hanamichi ha explicado cuidadosamente lo que tienen que hacer y Kogure asiente ante la mirada amorosa de su koi que le sostiene entre sus brazos, ninguno de los dos podía saber que esas palabras habían sido expresadas por Kaede horas antes al encuentro.
Durante el resto del trayecto en tren, Hanamichi y Mitsui continuaban presumiendo de la genial idea que estaban desarrollando para conseguir que la apuesta les fuera favorable, sin tener en cuenta el único detalle que debían considerar.
Se sentían tan animados que encontraban justificado el engaño, sin saber que en esa apuesta solo iba a haber un ganador y no era ninguno de ellos, ni tampoco Sendoh, aunque por lo que iba a conseguir, bien se daría por satisfecho con lo que iba a darle, después de todo Kogure era un rico manjar pensaba mientras fingía dormir apoyado en el hombro de Hanamichi, sin embargo se mantenía atento al alocado desarrollo de la conversación que llevaban a cabo sus semes. Si por ellos fuera, Sendoh hubiera ganado la apuesta sin ninguna dificultad. Un suspiro de resignación escapó de entre sus labios.
Hanamichi atento a la menor de sus actitudes, se inclinó hacia él dándole un suave beso en la mejilla, como si pensará que estaba teniendo un mal sueño y su caricia le tranquilizara, ese comportamiento y muchos otros detalles eran los que agradecía de su koi, excepto esa fanfarronería que llegaba al exceso haciéndose pesada e inadecuada en los momentos críticos.
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Tal como habían quedado, los cuatro se reunieron en casa de Sendoh, este les ofreció comida y bebida para amenizar el encuentro, charlaron como buenos amigos durante algunos minutos y cuando llegó el momento de marcharse, Sakuragi y Mitsui lo hicieron sin que sus novios recelaran de ser dejados allí, ni siquiera le reclamaron a Sendoh una explicación.
-¿Queréis jugar un partido? –preguntó Sendoh cuando pareció que la conversación languidecía.
-¿Aquí…? –miró alrededor como sorprendido.
-A pocos metros de aquí esta el parque, tiene una cancha. –explicó.
-Bueno, si quieres que te de una paliza no me importa.
Sendoh sonrió al oírle, su cáustico humor no dejaba de sorprenderle. Era divertido escucharle porque desde que le conoció estaba intentándolo y nunca lo consiguió.
Cuando una hora después, acabó rendido por el reñido partido entre ambos, ya no sonreía, la evolución de Rukawa se dejaba notar en su juego y le había dejado agotado el mantener sus puntos por encima de los de su contrincante, Kogure en cambio había preferido mantenerse apartado de ese singular duelo que llevaban a cabo siempre que podían.
-He ganado otra vez… siempre lo hago –dijo Sendoh mirándole con suficiencia, sin saber que había pronunciado unas palabras inadecuadas para el mal humor de Rukawa.
-Será en lo único que ganes –dijo lanzándole el balón y dándole la espalda yendo al encuentro de Kogure.
Demasiado tarde se dio cuenta que las palabras de Rukawa tenían otro sentido, y que ese noche iba a ser una perdida de tiempo porque luego de perder ese partido, no iba a darle ninguna oportunidad. Miró hacia Kogure y pensó que podía intentarlo con él, así no perdería del todo. Un triste consuelo cuando tenía a su lado un delicioso bocado y él no podía hincarle el diente.
Sendoh al llegar a la casa les mostró la habitación que iban a compartir, les dejo yukatas para que se sintieran cómodos después de tomar un baño relajante antes de cenar.
La mirada de los dos fue hacia los futones extendidos en mitad de la habitación y que ya estaban dispuestos, como todos estaban fingiendo que su presencia allí no estaba pensada de antremano ninguno de los dos llevaba ropa para dormir, por lo que aceptaron lo que les entregó.
Kaede fue el primero en pasar por el aseo, ocupando algunos minutos después la tina con agua caliente, mientras se relajaba un rato, sus pensamientos estaban en los planes alternativos que se había callado y que tenía pensado poner en practica, si bien sus palabras de regocijo le habían molestado tanto como volver a perder ante él, no iba a dejar que su mente se distrajera de su verdadero objetivo. No le importaba ser el uke de Hanamichi, deseaba poseerlo, sin embargo, siempre tomaba el control y no se permitía soltarlo. Sin saberlo Sendoh le había puesto en bandeja de plata la oportunidad que estaba esperando, en el fondo no le molestaba tanto la fanfarronería de su koi, ni tampoco esa suficiencia que mostraba en los momentos más inesperados, lo que sí le fastidiaba era saber las pocas posibilidades que tenía para bajarle los humos a Sendoh, porque por mucho que se esforzaba en mejorar, no conseguías sobrepasarle.
Cuando se reunieron en la sala se comportaban como si aquella noche no fuera diferente a otras, Kogure se sentía tranquilo porque confiaba en su compañero, si este decía que todo iba a ir bien, él le creía, no podía saber lo que Kaede tramaba porque en ese caso se hubiera sentido como un ratón en un intrincado laberinto, perdido, aunque luego hubiera acabado encontrando una salida.
Sendoh permitió que fuera él quien trajera de la cocina la bebida, mientras intentaba sacarle al excapitan del Shohoku alguna frase coherente, ardua tarea porque aunque se mantenía relajado en su presencia, su conversación no era muy lucida, se preguntó mientras le observaba que había visto en él Mitsui, pensó que lo único que él encontraba encantador era esa timidez y el sonrojo de sus mejillas, preguntándose como se sentiría poniéndole bajo su cuerpo, haciéndole sentir la plenitud de su miembro dentro de él. Solo con pensarlo se estaba excitando, había sido buena idea vestirse con una yukata, era tan amplia que ocultaba la protuberancia que comenzaba a cobrar vida en su entrepierna.
Mientras disponía todo se aseguró que los dos continuaran en la sala. A Sendoh le estaba costando conseguir que Kogure le respondiera con algo más que monosílabos. Se fijo en la botella de sake que estaba sobre la encimera, dispuesta para hacer uso de ella, observó que ya había sido abierta por lo que no tuvo problemas para volcar en su interior el contenido de un vial tras rotarlo suavemente entre sus dedos para que la mezcla fuera homogénea, el bienestar que experimentarían iban a liberar la estimulación de sus sentidos al contacto y a las caricias, anulando su voluntad a la suya, sus deseos pronto iban a ser realizados.
Además del té caliente, llevó vasos y la botella de sake.
-He visto que tienes bebida más fuerte que el té. –comentó al dejarlo todo sobre la mesa y yendo a ocupar su lugar, hizo de anfitrión sirviéndoles, ni uno ni otro sospecharon de su amabilidad, cuando comenzó a llenar sus vasos una y una vez.
Tal como supuso Kogure fue el primer en desinhibirse, comenzando a despojarse de su ropa aduciendo sentir calor, Sendoh lo hizo de un modo más eufórico, cantando desaforado canciones de amor.
Había mezclado el componente con un perfume en spray que a modo de juego les hizo aspirar por la nariz para que los efectos fueran más duraderos.
-Ahora comienza todo –susurró Kaede expandiendo por el aire el contenido del frasquito que había tenido la precaución de llevar, él no iba a caer también bajo sus efectos porque había tenido la precaución de taponarse la nariz.
Poco después su festín dio comienzo, la asociación del perfume y el contenido del vial crearon un vínculo muy fuerte, permitiéndole durante el tiempo que les hizo efecto llevar a cabo la primera parte de su plan. Aunque Kogure no le atraía en exceso, sin embargo no iba a desaprovechar la oportunidad que se le presentó cuando ambos cayeron en sus brazos y se le entregaron alegremente, él no tuvo reparos en coger primero a su inocente amigo, en escuchar sus suaves gemidos, en ver el intenso rubor de su rostro al gritar estremecido cuando rozó su próstata y acabó llenando sus entrañas con su ardiente esencia, más al ver su boquita abierta en un grito que intento silenciar, lo hizo él llevado por un impulso irresistible, metiéndole su aún goteante órgano en su boca, él como si comprendiera lo que esperaba, comenzó a chuparlo y absorber de él hasta tragarse lo que aún tenía dentro de sus testículos.
También Sendoh le provocó un inmenso placer cuando le penetró, este que había tomado gusto a chupar estaba consiguiendo que Kogure gimiera mientras su boca se llenaba con su miembro dándole gusto al chico, estaba en una posición tan impúdica, moviendo sus nalgas ante su mirada atenta, que solo tuvo que afianzarse a sus caderas metiéndoselo de una embestida.
Al principio Sendoh se quejo por su brusquedad, más luego también él comenzó a moverse a su ritmo, exigiéndole que fuera más fuerte, no tuvo ningún inconveniente en satisfacer sus deseos, sus embestidas fueron bruscas y enérgicas, mantenía sus manos apoyadas en sus caderas para impedir que cayera, fueron unos momentos increíbles, oyéndole gemir y gritar cuando alcanzaba a golpear su próstata, incitándole a darle más fuerte hasta que se vacío por completo, hay sido más increíble de lo que se imaginaba que sería eso y supo que no necesitaba a Hanamichi para que su cuerpo obtuviera placer, descubrir que podía hacerlo con cualquiera era muy satisfactorio y solo entonces comprendió un poco más a Sendoh, aún así solo anhelaba que fuera su pareja quien estuviera bajo él, Hanamichi era tan apasionado que no dudaba que lo que sintiera a su lado no tenía palabras para describirlo, solo con pensarlo se excitaba.
Kogure era como un muñeco en sus brazos cuando le llevó al dormitorio, se le veía como desvalido y tuvo un gesto tierno con él, al estrecharle más contra su pecho, posando sus labios en su frente y acariciando su rostro tras dejarle tumbado en su futon.
-Duerme tranquilo, mañana cuando despiertes todo te parecerá un sueño, pero solo si lo recuerdas. –el vendedor le había asegurado que había casos en los que uno de los efectos secundarios era la falta de memoria.
También llevó a Sendoh al suyo dejándole acostado de manera que pareciera que había pasado la noche solo, Mitsui y Hanamichi iban a tener hacer frente a su apuesta.
Los resultados de esa noche fueron tan satisfactorios que supo que no le importaría seguir utilizando ese sorprendente compuesto para beneficiarse con su uso, sobre todo con aquellos que tenían una mentalidad tan estrecha y estaban convencidos que podían dominarles solo por considerarse que llevaban el mando sobre sus parejas. Si todo iba como esperaba el siguiente de la lista era Mitsui, a él le daría doble dosis para dejarle inconsciente por completo, a Hanamichi en cambio, le daría la oportunidad de saber lo que iba a hacerle, aunque sus sentidos estarían obnubilados al punto que sería incapaz de reaccionar para impedírselo.
Su último pensamiento instantes antes de quedar dormido fue para el vendedor que le aconsejó comprar aquellos viales, tenía que agradecerle su sugerencia y los consejos del empleo que podía darle al compuesto.
Continúa en el próximo capítulo…