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Guerreros Legendarios por Shiochang

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Guerreros Legendarios
La tumba sin momia.

Heero revisaba minuciosamente las fotos que había tomado de las tablillas para ver si no se le había escapado algún detalle, por muy mínimo que fuera, que le rebelara el nombre del joven faraón que andaba buscando, pero el nombre parecía haber sido borrado adrede de los escritos ¿Por qué? ¿Quiénes? Y lo más importante ¿Cuándo? Porque para los egipcios lo más importante era conservar el nombre de los difuntos puesto que creían que preservando su memoria permanecerían vivos.
El persistente sonido del teléfono lo distrajo y fue a contestarlo.
- ¿Diga?
- El señor Quatre Winner desea hablar con usted, pregunta si puede reunirse con él en el salón verde.
- Dígale que bajaré de inmediato - aceptó y colgó. Aquello era lo mejor que le podía haber pasado, de seguro él sí lo ayudaría a lograr su objetivo.
Quatre era el hijo menor de un poderoso jeque árabe y el único varón de entre 30 hijos, por tanto era muy influyente en el gobierno egipcio y era muy conocido su interés por las leyendas de momias malditas de este país. Y tal como le dijo el empleado, lo esperaba en el salón verde bebiendo café.
A Heero, quien ya había tenido tratos con él, no se le hacía extraño verlo calmado, Quatre era así, un joven simple y sin la altivez conque suelen revestirse los ricos. Lo único que le extrañaba es que fuera tan blanco, rubio y de ojos agua marina, siendo que era árabe.
- Buenas tardes, Heero - lo saludó - mi secretario me dijo que encontraste una pirámide sin profanar.
- Y cuyo dueño al parecer fue maldito con uno de los conjuros del libro de los muertos - agregó mostrándole las fotos de los jeroglíficos - pero no pude encontrar su nombre, aunque aparece el de su padre: Saamon.
- Ese faraón fue envenenado por su propia esposa - comentó - dicen que ella misma ayudó a su sobrino a matar a su hijo, pues era su amante.
- Pues aquí dice que era un sacerdote de Ra- le mostró la imagen de la tablilla - incluso lo descubrieron y fue condenado a muerte. Pero no sabían que maldición lanzó.
- En el libro de los muertos existen muchas maldiciones de muertos vivos o vivos muertos que sólo pueden ser resucitados por una persona y a la hora correcta según los escritos antiguos.
- La cuata tablilla señalaba algo así.
- Sería fantástico que encontráramos una prueba que las maldiciones del libro de los muertos eran reales.
- Entonces ¿financiarás la excavación?
- Sí, pero quiero participar de ella.
- Antes te lo había ofrecido y no quisiste ¿por qué ahora si quieres hacerlo?
- Es porque mi padre quiere obligarme a contraer matrimonio con una chica árabe que no conozco.
- Yo sabía que loa hijos árabes no se oponen a las decisiones de sus padres, que simplemente acatan.
- ¿Sabes? Mi madre era americana y tuve influencias de ambas culturas y creo que el verdadero amor existe.
- Por mí no hay ningún problema en que participes, eso me facilitaría los permisos.
- No te preocupes de nada, yo me encargo de conseguirlos.

Dos días más tarde partió la expedición a buscar la tumba del desconocido faraón. Al grupo se habían agregado dos exploradores más, un experto en pirámides y topógrafo, Trowa Barton y el arquitecto Wufei Chang que estudiaba las dimensiones y la ubicación de las mismas.
Pero Heero no le había contado de sus sueños recurrentes. En el sueño un joven de más o menos su misma edad lo llamaba diciendo: "regresa, libérame y ámame", pero no podía verle la cara, sólo notaba su larga trenza que se agitaba con el viento.
Una vez en la pirámide, los hombres reclutados por Quatre comenzaron a retirar la arena de la entrada mientras Trowa tomaba mediciones del terreno para determinar las dimensiones de la construcción.
- La entrada se encuentra mirando exactamente hacia el norte - señaló Wufei - de seguro las paredes están perfectamente alineadas con cada uno de los puntos cardinales.
- Algo típico de los antiguos egipcios - señaló Heero - ellos pensaban que así hacían más fácil la llegada de los difuntos al otro mundo - explicó - casi todas las pirámides se encuentran alineadas con la constelación de Leo, se cree que era casi como una fuente de poder que atraía con mayor fuerza a las almas.
- ¡Hemos encontrado el acceso! - gritó uno de los hombres señalando la gran roca que bloqueaba la entrada - ¿la sacamos, amo Quatre?
- Comienza a anochecer y sería peligroso.
- A los hombres que la van a sacar, dales mascarillas - dijo Heero mirando la roca - y no entraremos hasta mañana, dejaremos que se ventile un poco.
- Muy bien, ábranla, pero con cuidado, no quiero que alguien se enferme o quede herido por un descuido.
Los cuatro jóvenes, manteniendo una distancia prudente, vigilaban la apertura de la tumba con grandes expectativas. Para Heero aquello significaría un gran logro en su recién iniciada carrera y tal vez ahora le dieran una beca en Oxford para estudiar egiptología.
- "Regresa, libérame y ámame" - volvió a escuchar aquella voz que lo llamaba - "por favor, quiero volver a vivir" - se tensó.
- ¿Pasa algo malo, Heero? - le preguntó Quatre preocupado.
- Nada, sólo que... - se cayó, ¿cómo explicarle algo que ni él mismo llegaba a comprender del todo? - Nada - repitió.
- Bueno, regresemos al campamento - dijo Wufei - es hora de comer y yo tengo apetito.
- Vives con apetito, Wufei - se burló Trowa divertido.
- Acúsame de hambriento, Barton, pero no fui yo el que tuvo problemas por no poder pagar la cuenta de restaurante allá el Atenas hace unos meses - se defendió.
- Fue porque la tarjeta no tenía fondos - replicó.
- No les hagas caso, Quatre - le dijo Heero divertido - no se estás tranquilos si no se molestan el uno al otro cada vez que tienen ocasión - se rió.
- ¿Los conoces desde hace mucho tiempo?
- A Wufei lo conozco desde la primaria, pero habíamos perdido el contacto hasta hace tres años y por medio de él conocí a Trowa, son un auténtico caos.

Después de cenar cada joven ocupó una tienda diferente. Quatre, Wufei y Trowa habían ido a dormir luego de escuchar que tenían acceso libre al interior de la pirámide, pero Heero se había sentado a leer una vez más los jeroglíficos que había fotografiado ayudado por su portátil y un programa especial que había creado.
De repente, la luz de la lámpara pestañeó y unos brazos rodearon su pecho mientras un suave aliento soplaba su oreja derecha. Enfadado, miró las manos de quien lo abrazaba y notó que eran trasparentes.
- ¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí?
- "Libérame y ámame" - reconoció la voz - eres el único que puede regresarme a la tierra de los vivos.
- ¿Eres el faraón del que habla la tablilla?
- Eres hermoso e inteligente - frotó su mejilla contra la de él - he estado encerrado demasiado tiempo.
- Tú me has estado llamando en mis sueños ¿verdad?
- Eres el único que puede verme y sentirme.
- Me hablaste cuando los hombres abrieron la pirámide.
- Sí, y ahora permaneceré contigo.
- Creo que es mejor que duerma - apagó su portátil y lo cerró - creo que el leer tanto me está afectando el cerebro.
El joven faraón lo soltó y no dejó de mirarlo mientras se desvestía. Su amado tenía buen cuerpo, era claro que hacía ejercicio y fuerza por lo marcado de sus músculos. Aunque no le agradaba que lo ignorara así.
Heero apagó la luz y se cubrió con la manta, esperaba que aquel fantasma decidiera regresar por donde vino y lo dejara en paz.
Pero el joven faraón tenía otras ideas y esperó que se durmiera para acostarse junto a él. Debía conquistarlo y poseerlo y no tenía mucho tiempo, así que comenzaría por velar su sueño.

Heero despertó sintiendo un agradable calor a su alrededor y un leve peso sobre su pecho. Abrió los ojos alarmado y descubrió que el fantasma del faraón dormía abrazado a él ¿cómo era posible que lo sintiera con tanta claridad si era solamente un fantasma? Era casi como si su cuerpo estuviera con él ¿sería realmente cierto que dormía a causa de una maldición?
- ¡Qué rico hueles! - le dijo el faraón sonriendo mientras se acomodaba mejor - cómo me gustaría tener mi cuerpo para sentirte por completo y no sólo con mi alma - lo besó en la mejilla - para amarte.
- Lo que me faltaba, un fantasma lujurioso.
- Tus amigos vienen a verte así que me voy, no quiero causarte problemas aunque no puedan verme.
Heero se sentó en la cama y escuchó a Quatre llamándolo mientras preguntaba si estaba despierto.
- Si, Quatre, pasa, me estoy vistiendo.
- Bueno, no te preocupes, sólo venía a avisarte que el desayuno estará listo en media hora para que llegues antes que las pirañas Trowa y Wufei - se rió.
- Claro, ya voy - se rió también y se vistió rápidamente.
Al poco rato los cuatro desayunaban copiosamente mientras Trowa y Wufei competían por quien comía más en menos tiempo, pero terminaron empatados.
- Bueno, es hora que revisemos la pirámide.
- Sí, no se nos vaya a escapar la momia de la tumba.
- Veo que has perdido todo el respetos por los muertos que tu cultura te inculcó - le dijo Heero - los muertos deben ser tratados con el mismo respeto que respeto los vivos.
- Muy bien, muy bien, no te exaltes - se defendió.
- Además - agregó Quatre - la gente de por aquí es muy supersticiosa y si tratas a la momia de un faraón sin respeto, ya no querrán seguir trabajando.
- Vamos, un gran descubrimiento nos espera - dijo Trowa poniéndose de pie - estuve calculando que la pirámide es más o menos como la de Micerinos, tal vez el faraón no fue tan importante como para construir algo más grande - dijo mientras caminaban rumbo a ella.
- Según los escritos que encontré gobernó apenas dos lunas antes de morir, algo así como dos meses.
- "No estoy muerto, estoy maldito con el sueño".
- Entremos - ignoró al fantasma, pero él se posicionó a su lado. Heero tomó una lámpara - las paredes cuentan la misma historia que las tablillas que encontré afuera - se detuvo - Deia Mon - leyó - el nombre no aparecía en las tablillas, fue borrado.
- Ahora sabes el mío - le dijo Deia - quiero tu nombre.
- ¡Heero, mira! - lo llamó Wufei al alumbrar una estatua - ¿crees que sea él?
Heero lo iluminó mejor y leyó las inscripciones al pie de la estatua antes de responder.
- Es su guardián, así que más adelante debe estar la cámara mortuoria.
- "Estoy emocionado" - le dijo el faraón - "pronto podré verte con mis propios ojos. Siempre me dijeron que eran muy bonitos y llamativos".
- Espero que ya no haya esporas - dijo Wufei - no quiero regresar al Cairo necesitado de una limpieza pulmonar.
- "¿Qué es eso que menciona tu amigo?"
- Recuerda que esas esporas son tan diminutas que no podemos verlas y menos aún saber si aún quedan en otro lugar.
- "Detrás de ese muro está el túnel que lleva a la cámara mortuoria" - le dijo - "Pero tengan cuidado, hay un pozo en el piso con piedras sobrepuestas que no resisten el peso de un hombre" - acarició la mejilla de Heero - "No quiero que sea tú quien caiga en una de esas estacas".
- Eres enfermante - murmuró entre dientes - pegote.
- ¿Dijiste algo, Heero? - le preguntó Quatre.
- No, hablaba para mí - respondió y empujó la pared que Deia le señalara y apuntó a luz sobre el nuevo pasillo recién descubierto - Wufei, ve por las mascarillas, esta sección no parece haber sido ventilada en siglos.
El joven chino corrió afuera y regresó con las mascarillas y cuatro cascos de luces para no tener que cargar con las lámparas por si había alguna trampa.
- Vamos - dijo colocándose la mascarilla y el casco - tengan cuidado de dónde pisan, esta tumba jamás fue profanada y no sabemos dónde está el pozo.
- Entonces la cámara mortuoria debe tener todos sus tesoros intactos - dijo Quatre.
- Y el sarcófago debe conservar su historia intacta - dijo Heero - sólo el sarcófago de Tutankamom estaba en las mejores condiciones.
- Pues a mí no me gustaría ser como aquellos exploradores - dijo Trowa - no quisiera morir.
- "ni yo quiero que te mueras, Heero. Detente, allí está el pozo" - Heero se detuvo - "mira, empuja esa piedra sobresaliente y se caerá el piso falso" - le indicó.
Heero procuraba no llamar la atención de los demás, pero obedecía en silencio a Deia, sabía que era cierto, todas las historias de pirámides señalaban la existencia de estas trampas para evitar los robos.
- ¿Cómo vamos a pasar del otro lado? - Dijo Quatre
- El pozo es muy profundo - señaló Wufei iluminándolo - y con un fondo con estacas en vez de agua - hizo un gesto.
- Una muerte sin agonía si no tienes cuidado.
Trowa tendió un tablón que se había devuelto a buscar.
- Adelante, Heero - le dijo - seguirá Quatre, luego tú, Wufei, y yo al final. Sólo espero que no se mueva o no podremos salir de aquí - agregó entre dientes.
Heero se paró sobre el tablón y cruzó rápidamente hasta el otro lado. El camino no era muy largo, de tres paso lo había cruzado, pero de todas maneras era peligroso, perder el equilibrio era la muerte segura. Se detuvo y esperó al resto antes de entrar a la sala frente a ellos, quería compartir con todos aquel momento.
- "¡Al fin seré libre!" - celebró el faraón - "¡Y podrás amarme!"
Heero no le hizo caso y derribó el muro que protegía la cámara mortuoria. Dejó que circulara un poco de aire y luego entraron. Estaba muy oscuro, pero ls luces de los casco iluminaron todo el lugar.
- ¿Y el sarcófago? - dijo Quatre - no está aquí.
- Tal vez esta sea la ante cámara - dijo Trowa.
- Estamos en el centro de la pirámide - negó Wufei - según yo sé, el sarcófago debería estar aquí - señaló.
Heero se acercó a los escritos en las paredes para averiguar que era lo que pasaba ¿por qué no estaba allí?
"El traidor señaló que había tenido ayuda para maldecir al faraón pero no dijo quien era, así que para proteger al durmiente, se construyó otra cámara".
- ¿Y dónde? - dijo Trowa - las paredes de aquí son muy sólidas y es este el punto central, en donde supuestamente convergen las energías espirituales.
- Tiene que estar aquí - dijo Heero - todas las señales indican que se encuentra en este lugar.

Continuará...

Bien, empiezo a avanzar un poco más, perdonen la demora, pero tuve un accidente y no había podido venir a visitar a mi amigo.
Por cierto, Saamon existió, era uno de los hijos de Ramsés II, pero no le sobrevivió y por lo tanto no llegó a ser faraón, pero como encontré el nombre... Y Deia Mon era descendiente de Amónra (se escribía Dei Amon), y tampoco llegó a ser faraón.
Soy egiptomaniaca y me gusta investigar cosas, así que verán a lo largo del fic pasajes reales de la historia y cosas reales del Libro de los muertos (ese que buscan en La Momia) y del libro del Diablo (se supone que este apareció en Inglaterra en la época de la Inquisición)
Espero que les guste el capítulo, voy a tratar de escribir un par de capítulos más y agregarlos al grupo pronto.
Shio Chan.

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