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MÍO por Orseth

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            Se llevó las manos a la cabeza sintiendo que le explotaba, sintiendo que se ahogaba en un cúmulo de emociones crueles que le echaban en cara toda su basura interior.

            -Basta… -musitó tragando el exceso de saliva procedente al llanto- basta por favor…

            Y es que sabía que eso no era lo único que le atormentaba… sabia que ya era hora de hacer frente al origen de todos sus manos, a  la raíz de aquel árbol lúgubre que lo enredaba con sus enormes ramas dejándolo imposibilitado de todo; el origen de todos sus males…

            -Draco… -pensó hincándose frente a la ventana sin dejar de sujetarse la cabeza- ¿Qué eres?... ¿Quién eres?... Draco… ¿Por qué me dueles tanto?...

            Soltó sus manos y las puso en el marco de la ventana y miró al cielo, justamente en el momento en que una nube dejaba pasar un débil rayo de sol que le dio directo en los ojos deslumbrándolo por un momento… fue un instante doloroso, un segundo en que toda esa luz lo dejo curiosamente ciego… y así lo comprendió, fue así que simple y sencillamente se dio cuenta… y ya no pudo evitar llorar.

            Y lloró y lloró como si no hubiese un mañana, como si fuese un niño pequeño abandonado en medio de la noche en una calle oscura  y desolada… porque oscura y desolada era su alma.

            Pasó mucho tiempo, el cálido viento se refresco con la llegada del atardecer, solo así reaccionó dándose cuenta de que se había pasado horas recargado en el marco de la ventana; sintió frio pero no se movió… un sentimiento dulce, triste y agónico que contrariamente a lo que cualquiera pudiera pensar, lo llenaba de una extraña paz, puesto que ahora sabia el nombre de su trastorno… simplemente se llamaba amor… raro y retorcido, pero a fin de cuentas amor.

 

________________________________________________________________________________.

 

            -No debo entrar… -pensó Hermione tras su puerta- sé que no ha intentado lastimarse otra vez.

            Y es que sabia eso al haber aplicado un hechizo detector de sangre en la habitación antes de que Harry llegara esa tarde, también había hechizado los espejos para hacerlos irrompibles y todos sus medicamentos los tenia ella; además de que su varita aun no se la había entregado; por eso estaba segura en ese aspecto, sin embargo el estado anímico de Harry aun no había cambiado, por eso deseaba entrar y ayudarlo aunque no tuviera la mas mínima idea de cómo.

            -Esperare un poco mas… -decidió estrujándose las manos y alejándose de ahí.

 

_____________________________________________________________________________.

 

            -Harry, hora de la cena –exclamó Hermione tocando suavemente a su puerta esperando que éste no le contestara en seguida; grande fue su sorpresa cuando él le abrió la puerta casi al instante.

            -Gracias, bajo en seguida.

            Cinco minutos después Harry cenaba en su comedor ante una Hermione asombrada y confundida que lo veía comer como si nada.

            -¿Sucede algo? –preguntó él sirviéndose más leche.

            -No, nada… es solo que se me hace raro, muuuy raro no estarte obligando a comer a punta de varita.

            -Bueno, es que cocinas muy bien –dijo el sonriéndole cansinamente.

            Temerosa de tocar un punto álgido que le quitara el hambre, Hermione decidió no atosigarlo con preguntas y dejarlo comer en paz.

 

________________________________________________________________________________.

 

            -Hoy es sábado y es un lindo día Harry ¿Por qué no vamos al parque o algún lado?

            -De acuerdo ¿A dónde quieres ir?

            -¿En serio quieres salir? –preguntó mirándolo suspicaz.

            -Si no quieres no –respondio alzándose de hombros.

            -Claro que quiero, es solo que… bueno, es raro sacarte de casa, no te arrojarás delante de algún auto ni nada por el estilo ¿verdad?

            Harry no pudo evitar sonreír ante las palabras de su amiga, que aunque había dicho esas cosas un poco en broma, realmente estaba preocupada por eso.

            -No, no lo haré, si quieres convoca unas esposas y colócamelas… así estaré sujeto a ti.

            -Pues ganas no me faltan pero la gente pensará que somos unos pervertidos, así que mejor no, vamos al cine, hay una película que tengo ganas de ver desde hace unas semanas.

            -De acuerdo.

            Pasaron el día en la calle, comieron fuera y la pasaron bien, o al menos eso le pareció a Hermione, quien veía a Harry más animado que cuando estaba en el hospital. Llegó el domingo y finalmente el tan temido lunes.

            -Sé que no quieres dejarme solo, pero vete tranquila a trabajar.

            -Si, pero puedo pedir todas mis vacaciones, tengo casi un mes… bueno, menos los días que me tomé, pero…

            -No, está bien –interrumpió él poniendo sus manos en sus hombros- estoy mucho mejor.

            -No Harry, sería un error mentirme al aceptar que estás bien, tú y yo sabemos que no es así… -respondio seria.

            -Bueno, es verdad, pero ya voy en camino de estar bien… de hecho voy contigo al ministerio, tengo algunas cosas que hacer.

            -¿Vas a presentarte al trabajo?... –preguntó asombrada- pero Harry, no puedes, además…

            -No voy al trabajo, tengo otros asuntos.

            -Harry… -dijo ella sonriendo a medias entre confundida e indecisa, ignorando por completo que hacer ante la nueva actitud de Harry, pues sabía que ni por asomo el moreno estaba bien.

            Y su intuición no se equivocaba, Harry no estaba bien y él mismo lo sabia… sabia y sentía que actuaba en “piloto automático” pero ¿Qué le iba a hacer?... tenía que moverse aun a pesar de si mismo, ya se ocuparía después de terminar su asunto pendiente.

            -Si dejas de molestar te invito a comer –dijo él soltándole y tomando su chaqueta.

            -De acuerdo ¿pero dónde te busco?

            -Yo paso a buscarte, vamos.

            Cuando llegaron al ministerio, ella se fue a su departamento y él se quedó en medio del atrio, viendo al grupo de gente que se apiñaba en torno a los ascensores; era un alivio que a donde se dirigía no debía de usarlos, pues para llegar ahí tenía que ir por el Departamento de misterios que se encontraba en el noveno piso, era una joda para quien no le gustara caminar; a él si, así que no le representaba ningún problema.

            El tribunal del Wizengamot estaba en el decimo piso pero no iba al tribunal, iba a una oficina que estaba en ese mismo piso.

            -Buenos días –saludó Harry a la secretaria de edad ya un poco avanzada que estaba en la entrada de una oficina.

            -Señor Potter, buenos días –respondio la señora sorprendida de ver ahí a  Harry Potter a primera hora de la mañana.

            -Quisiera hablar con el señor Rumsfeld por favor.

            -Claro ¿tiene cita? –preguntó amablemente la mujer.

            -No.

            -Bueno, le preguntare si puede recibirlo ¿me permite unos minutos?

            -Claro.

            Se quedó de pie ante la oficina del presidente del Wizengamot; sabía lo que haría y sabia lo que estaba jugándose.

            -El señor Rumsfeld dice que puede pasar –exclamó la mujer saliendo de la oficina.

            -Gracias.

            Cuando Harry entro a la oficina, se encontró en una habitación amplia y sobria, sin tantos cachivaches como solía ser la oficina de Dumbledore; este era un lugar espacioso con algunos archivos y cuadros colgados.

            -Buenos días –saludo dándole la mano al anciano de setenta años vestido de túnica gris.

            -Buenos días señor Potter –respondio estrechándole la mano sorprendiéndose de verlo en su oficina y de verlo tan delgado también- es una sorpresa tenerlo aquí tan temprano.

            -Si, lo sé –dijo sentándose frente al escritorio.

            -Y dígame  ¿en qué puedo servirle?

            Aunque Harry ya sabía lo que tenía que decir, pensó la mejor manera de hacerlo, así que titubeó un poco pensando en el mejor modo.

            -Bueno, creo que lo mejor es ser claros e ir directo al grano –dijo sonriéndole al anciano- es un asunto relacionado con Draco Malfoy.

            -Ah Draco Malfoy… -repitió Thomas Rumsfeld- si, supe que intentó escapar y que  fue detenido y reingresado a Azkaban.                    

            -Así es.

            -Bueno… imagino que lo quiere de regreso señor Potter –dijo el anciano entrecruzando los dedos de las manos encima del escritorio- pero me temo que este asunto es muy complicado, pues el reo ya intentó escapar y usted recordara muy bien que el acuerdo era de que si eso sucedía, Draco Malfoy seria reingresado de nuevo a la prisión sin posibilidades de salir bajo ninguna circunstancia y eso lo sabe muy bien, usted firmo el acuerdo.

            -Si, lo sé, pero no lo quiero de regreso… mire, la verdad es que quiero que quede libre.

            -¿Cómo? –pregunto el señor Rumsfeld alzando ambas cejas.

            -Si, quiero saber que se necesita para que quede libre, ya no lo quiero bajo los términos de antes, ahora quiero que…

            -Si, si señor Potter, entendí lo que me quiso decir, es solo que me sorprendió su petición, disculpe pero ¿esta bromeando?

            -No, estoy hablando en serio.

            -Vaya… pues si es así, usted ya sabe la respuesta; Draco Malfoy ya fue juzgado y sentenciado, no hay vuelta de hoja; el veredicto es irrevocable.

            Harry se mojo los labios resecos y luego se mordió el labio inferior, no dudaba de sus palabras, dudaba de la reacción del hombre al escucharlas.

            -Lo sé… lo que yo quiero decir es ¿Qué se necesita para que Draco Malfoy salga libre?

            Thomas Rumsfeld miró fijamente a Harry y notó que el chico de ojos verdes le sostenía la mirada; era viejo y sabia cuando la gente intentaba tomarle el poco pelo que le quedaba, o al menos lo sabía la mayoría de las veces, y lo que vio en el rostro del chico fue una firme convicción.

            -Disculpe señor Potter… ¿está intentando sobornarme? –dijo finalmente.

            Harry suspiro antes de contestar, claro que quería sobornar al viejo, pero decirlo así podría ser contraproducente, debía medir sus palabras.

            -¿Se ofendería mucho si le digo que si? –dijo finalmente tanteando el terreno.

            El señor Rumsfeld se le quedo mirando fijo para después estallar en carcajadas.

            -¡Buena broma señor Potter! –Dijo cuando se calmo- no sabía que tenía tanto sentido del humor.

            -Es que no es una broma señor Rumsfeld… deseo sacar a Draco Malfoy de Azkaban, pero sé que legalmente ya se agotaron las posibilidades, mire… sé que puede mandarme arrestar por esto, pero quise arriesgarme a su amplio criterio y poder conversar sobre este tema sin que se cuelgue de la lámpara.

            Thomas Rumsfeld no pudo evitar hacer un gesto de sorpresa al oírlo, así que después de unos segundos se levantó y saco una botellita de su gabinete, llegó con ella hasta el escritorio y sirvió un vaso de agua y si Harry estaba en lo correcto, se trataba de Veritaserum.

            -Creo que ya sabe lo que pretendo –dijo Thomas Rumsfeld vertiendo un par de gotitas cristalinas.

            -Si.

            -¿Y se negará?

            -No si promete no preguntar de más.

            -No puedo prometerle eso y lo sabe.

            -Sí puede hacerlo, hay cosas entre caballeros que se deben respetar.

            -Bien, ya veremos –dijo ofreciéndole el vaso.

            Cuando Harry lo tomó, el señor Thomas espero unos segundos antes de preguntar:

            -Dígame señor Potter ¿Qué piensa del Wizengamot?

            -Que son una partida de idiotas convenencieros que solo siguen las reglas cuando su doble moral se los permite –concluyó Harry alzando ambas manos- usted lo preguntó.

            En vez de hacer un gesto de disgusto tal como Harry pensó que lo haría, el señor Thomas comenzó  a reír.

            -¡Vaya!... si que nos tiene usted en buena estima.

            -Es lo que pienso, que no lo ande divulgando a los cuatro vientos es otra cosa.

            -Bueno, bueno… sigamos ¿esto es una especie de trampa para mí o para el Wizengamot?

            -No, en lo absoluto.

            -De acuerdo, sigamos ¿usted pretende sobornarme para que Draco Malfoy salga libre con todas las de la ley?

            -Si –respondio Harry sin siquiera pestañear, pues a fin de cuentas era la verdad.

            -¿Y por qué?

            -Porque él no merece estar en prisión, fue obligado a asesinar y…

            -Esos puntos ya los expuso su abogado, pero fueron desechados, mi interés es otro… ¿Por qué desea tanto que Malfoy salga libre? ¿Acaso ya no desea tenerlo de nuevo con usted?

            Esa pregunta si que fue difícil de contestar y Harry medito la manera de contestarla sin mentir en la respuesta.

            -Ya no quiero que sea mi… esclavo sexual –dijo al fin- lo quiero lejos… -completo sorprendiéndose de esa verdad descubierta en ese preciso instante- no quiero verlo de nuevo… pero quiero que este libre, libre de irse a donde se le pegue su gana.

            -¿Por qué?     

            -Porque lo merece… mire señor Rumsfeld, sé que es totalmente inesperada esta petición de mi parte en los términos que le estoy proponiendo, pero de verdad, deseo con todo mi corazón poder ganarle la libertad; sé que estoy arriesgándome el cuello pero estoy dispuesto a entregarle hasta el último galeón que tengo en mi cámara… de hecho, herede unas cámaras de mi padrino Sirius Black y créame que están repletas, nunca toque una sola moneda de ahí, lo he evitado todos estos años, pero ahora lo haría.

            El señor Thomas lo miró unos instantes antes de decir:

            -Está en lo cierto, está arriesgando el cuello.

            Harry asintió en silencio pues ¿Qué más podía decir?... lo que necesitaba decir, ya lo había dicho.

            -Podría mandarlo arrestar en este instante y enviarlo junto a Malfoy a Azkaban, bueno, no juntos precisamente pero le haría compañía en la celda de al lado.

            -Lo sé, lo sé muy bien.

            -Bien… -dijo el anciano- le diré una cosa, no lo mandare arrestar, pero…

            Joder…

            -Pero déjeme pensarlo… -dijo el anciano al fin haciendo que Harry contuviera la respiración por unos instantes- vuelva aquí después de comer y le daré una respuesta.

            -Claro, claro... pero ¿usted no pretenderá tenderme una trampa a mí?

            -Ya le hubiera mandado arrestar si eso quisiera señor Potter.

            -Si, pero la verdad no confío en ninguno de ustedes.

            El señor Thomas sonrió ante el efecto del Veritaserum.

            -Y tiene razón, pero deberá arriesgarse.

            -De acuerdo, regresaré después de comer, ahora ¿podría darme un antídoto para el Veritaserum? Voy a ver a una persona y no me gustaría decir cosas que no debo.

 

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            -Me alegra que en verdad pasaras por mi –dijo Hermione mirando la carta del restaurant que tenía en sus manos.

            -No entiendo porque, lo prometí ¿no?… y será mejor que lo disfrutes, porque si las cosas van bien, no tendré un knut para volver a invitarte –pensó suspirando mientras también revisaba su carta.

            -¿Y a donde fuiste?

            -Fui a ver a algunos amigos, sabía que estaban preocupados por mi y fui a saludarlos.

            -Me alegra, en verdad están preocupados.

            -Si, lo sé… ¿y cómo fue tu día hoy?

            -¡Uff! Tengo horrores de trabajo amontonado…

 

_______________________________________________________________________________.

 

            Cuando paso la hora de la comida, acompaño de nuevo a Hermione hasta el ascensor y él se dirigió a la oficina del presidente del Wizengamot.

            -El señor Rumsfeld lo espera –anuncio la secretaria.

            -Gracias.

            Cuando paso a la oficina, el señor Thomas no estaba solo.

            -Genial… solo espero que las cámaras de Sirius basten para los dos –pensó al ver a otro hombre ahí.

            -Adelante señor Potter –dijo el señor Thomas.

            -Gracias ¿Qué tal señor Tisdale? –respondio saludando de mano al vicepresidente del Wizengamot,  Oliver Tisdale, que se encontraba sentando a un lado del presidente.

            Otra cosa que Harry noto cuando entró, fueron los cuadros de la pared, esta vez todos tenian corrida una cortinilla.

            -Es que los cuadros suelen ser muy indiscretos –dijo el señor Thomas viendo que Harry lo había notado- la mayoría de la gente lo olvida.

            Harry no respondio, solo asintió en espera de que el hombre pusiera en claro la situación, pues él ya lo había hecho.

            -Bien señor Potter –comenzó el señor Thomas- platiqué de su situación con el señor Tisdale.

            -Y supongo que llegaron a una conclusión.

            -Si, así es.

            -¿Y cuál es? –pregunto no pudiendo evitar sentirse nervioso.

            -La situación es esta… -dijo el señor Thomas- tiene razón en que tenemos el poder, ya sea de un modo o de otro, de sacar a Draco Malfoy de Azkaban… podemos usar medios legales que lo hagan salir libre, ya sin nada que deberle a la sociedad.

            ¿Por qué no se dejan de tanta mierda y hablan claro?

            -Como usted sabe, somos cincuenta miembros en el tribunal, yo tengo bastante influencia en un gran porcentaje de ellos.

            -Y yo en otro tanto… -intervino el señor Tisdale.

            Ya iba saliendo el peine… sus cámaras a fin de cuentas serian repartidas en todo el Wizengamot, vaya con el honorable tribunal de justicia.

            -Juntos abarcaríamos un gran porcentaje de votos –continuo el señor Thomas, así que es necesaria la participación del señor Tisdale.

            -¿Eso significa que están aceptando el trato? –preguntó Harry sintiéndose ya un poco más seguro.

            -Vayamos por partes señor Potter… -respondio el señor Thomas- así como usted fue claro y hablo sin tapujos ante mi hace un par de horas, yo haré lo mismo con usted.

            -Claro, es mejor ir al grano.

            -Usted llegó con una propuesta ante mí, propuesta que mi colega y yo aceptamos, pero…

            Harry entrecerró los ojos ante ese “pero”.

            -¿Pero?... –repitió instándolo a continuar.

            -Nosotros sacamos a Draco Malfoy de Azkaban y usted paga, si, pero mi colega y yo no queremos dinero a cambio; si entendí bien, usted está dispuesto a lo que sea con tal de sacarlo de prisión, pues bien señor Potter, el pago que el señor Tisdale y yo queremos a cambio, es una noche de sexo con usted.

            Harry solo atinó a abrir la boca sin que palabra alguna lograra salir de ella, por lo que el señor Thomas continuo hablando.

            -Es totalmente inesperado, lo sé muy bien… pero así como usted tiene una vida privada y hace lo que desea en la privacidad de su hogar sin que a nadie le tenga que importar un soberano cacahuate, es lo mismo conmigo y con mi amigo… ambos tenemos un gusto muy particular con jóvenes apuestos, un gusto que mantenemos muy en privado y muy aparte de nuestras familias por supuesto; y bueno, si usted esta tan dispuesto a hacer lo que sea tan de buena gana por Draco Malfoy como según me lo expreso en nuestra otra conversación, bueno, este sería el pago que requerimos de usted; entenderá que este asunto es complicado pues ambas partes estamos arriesgando algo muy importante que es nuestra reputación ante la sociedad, así que si usted acepta, todo será resguardado con un voto inquebrantable de silencio; aunque de todos modos lo haremos pronunciarlo si usted decide que no, pues lo que le acabamos de revelar es algo muy delicado, como comprenderá no podemos dejar que se vaya sin antes resguardar la confidencialidad de esta conversación.

            Harry seguía en shock y con la boca abierta, pues nunca, jamás, esperó esa respuesta.

            -¿Señor Potter?

            -Esta muy impactado, por lo que puedo ver –dijo el señor Oliver en tono comprensivo.

            -Yo… eee… sí, estoy un poco sorprendido… -balbuceó al fin.

            -Yo diría que “un mucho” –exclamó el señor Thomas- y no lo culpo señor Potter, de verdad… mire, si lo desea puede tomarse un tiempo y salir a tomar un poco de aire.

            -Si… -respondio Harry deseando salir corriendo de ahí- creo que lo necesito…

            -Bien, pero comprenderá que no puede pedir consejo ante nadie, de hecho, quiero hacer el voto de una vez, pues…

            -No, yo… no será necesario… -interrumpió Harry.

            -Yo creo que sí, la información que acabamos de revelarle es algo muy delicado para nosotros.

            -No me conviene que se sepa, créame… -dijo Harry poniéndose de pie.

            -Bien, confiaré en usted por ahora.

            -Thomas… -susurró el señor Oliver dudoso.

            -Tranquilo, el señor Potter es un hombre de honor por lo que puedo intuir, así que lo dejaremos ir confiando solamente en su palabra… por ahora; pues sin importar cual sea su respuesta la próxima vez que nos veamos, el juramento se hará, ya se lo había dicho.

            -Bueno, señor Potter –exclamó Oliver Tisdale- si mi amigo confía en usted, yo también lo haré, esperamos su respuesta el día de mañana a esta hora ¿está de acuerdo?

            -Si… lo estoy –respondio Harry dándole automáticamente la mano que el otro hombre le ofrecía- adiós.

            -Nos vemos señor Potter.

            Cuando salió de la oficina, prácticamente corrió por los pasillos para salir del ministerio lo más pronto posible, así que llegó jadeando hasta la calle, ya ahí comenzó a caminar sin rumbo hasta que sus pasos lo llevaron a un parque muggle en donde solía ir a ver a los patos en el lago.

            Y al fin, pudo sentarse en una banca, sintiendo las piernas temblorosas y la boca seca; se recargó en el respaldo de la banca de hierro forjado viendo a las apacibles aves navegar por las tranquilas aguas… después vio sus muñecas vendadas y de nuevo a los patos.

            Su corazón comenzó a calmarse sin que su mente hiciera lo mismo, pues las palabras de los dos hombres resonaban en su cabeza… miro de nuevo sus muñecas… en verdad estaba dispuesto a todo; pero…

            -Mierda… -mascullo tocando una de sus muñecas mientras miraba fijamente al lago.

            Y así, viendo el lago… el sol cayó lentamente bañándolo todo de una hermosa luz dorada.

 

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Notas finales:

AHORA SI...

¡¡¡HASTA LA PROXIMA SEMANA!!!

Y GRACIAS X SUS COMENTARIOS TAN LINDOS ^^


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