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MÍO por Orseth

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Notas del capitulo:

 

 

 

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            Dio varias vueltas, indeciso sobre a dónde dirigirse, viendo el tranquilo y verde paisaje extenderse bajo él.

            “Soledad”

            -Todo el lugar es solitario, pero ¿Qué lugar escogería Potter para estar solo?

            Entonces recordó un lugar que Harry le había mencionado aquella vez cuando comieron en el restaurante muggle; y utilizando su varita para saber hacia dónde volar, enfiló lo más rápido que pudo en esa dirección.

            No supo cuanto tiempo voló, solo vio pasar pueblo tras pueblo, con hermosas campiñas que parecían no tener fin; desesperándose comprobó un par de veces la ruta con su varita encontrándola correcta. Dando casi las 5:00 pm vio a lo lejos unos riscos, no muy profundos pero si hermosos, pues la época hacia que el verdor se colara por entre las rocas y más abajo hasta donde tocaba fin… y su corazón dio un golpeteo alocado cuando lo vio… si, definitivamente era él.

            -¡Harry!...-pensó bajando la altura mientras se dirigía a la figura que alcanzaba a distinguir a lo lejos; pero de pronto su cuerpo se proyecto hacia adelante haciéndolo caer de la escoba debido al impacto de estrellarse contra algo invisible; apenas tuvo tiempo de asirse con una mano de la punta de la escoba y así no estrellarse como una sandía contra el suelo.

            -¡Mierda! –jadeó colgado de la escoba mientras trataba de recuperarse de las impresión, del susto y de todo; pero eso era lo de menos al sentir que su mano no lo sostendría mucho tiempo del palo, pues sus dedos realmente no eran tan fuertes debido a su enfermedad.

            El pánico lo invadió al sentir que comenzaba a resbalarse, por lo que haciendo un esfuerzo sobrehumano y desesperado, logró sujetarse con la otra y aferrarse con las dos mientras echaba  un ojo hacia abajo para ver que tan alto estaba; no era bueno calculando distancias pero estaba seguro que a más de quince metros del suelo si estaba; ni de broma soltarse y menos cuando su escoba bailoteaba como sufriendo un ataque de San Vito a riesgo de una de dos, o se mataba por soltarse o se mataba por la maldita escoba loca que parecía querer sacudírselo como si fuera un insecto molesto.

            Cuando lo analizó después, no supo cómo fue que logro enganchar una pierna en el palo y luego la otra para terminar abrazado a la escoba y lograr irla bajando de altura poco a poco hasta tocar el piso.

            -¡Dios mío!... –balbuceó tirado en el pasto con los brazos y piernas extendidas mirando el cielo y empapado en sudor.

            Cuando sintió que sus manos dejaron de hormiguearle, se sentó para ver qué diablos había sucedido; entonces miró hacia arriba y se dio cuenta de cómo unas aves cambiaban de rumbo cuando se acercaban a la zona circundante en la que estaba Harry.

            -Un hechizo de alejamiento… -pensó mirando a su alrededor- seguro también es para muggles, y como yo no soy muggle ni animal… bueno, tal vez un poco animal si por estar buscando a este idiota –concluyó enojado al ver a lo lejos a Harry sentado en el pasto mientras hacia quien sabe qué cosa a su motocicleta.

            Se le hizo curioso que a pesar de su escándalo en las alturas y a no estar a mucha distancia de Harry y sin árboles de por medio, este pareciera seguir en lo suyo como si absolutamente nada pasara a su alrededor.

            -¡Harry! –gritó desde su lugar mientras daba unos pasos en su dirección; pero Harry no volteó, ni siquiera pareció siquiera escucharlo, por lo que extendiendo sus manos comenzó a caminar lento como temiendo chocar con algo… y efectivamente sus manos tocaron algo que le impidió seguir avanzando.

            -Es como una cúpula invisible… -pensó palpando la lisa superficie que le impedía el paso- pero parece que él no puede ver hacia afuera… al menos no personas -Siguió palpando un poco mas hasta por fin detenerse a analizar la situación- Como si se hubiera aislado… no, se aisló de todos –corrigió.

            Miró a Harry que estaba como a unos quince metros de distancia, justo a la orilla del risco, pero lo que más llamó su atención, fue la actitud del moreno, pues este estaba muy quitado de la pena trabajando en su motocicleta con una caja de… ¿rosquillas a un lado de la de herramientas?... oh sí, definitivamente eran rosquillas, pues esa caja rosa era inconfundible, pero por si acaso quedaba alguna duda, Harry dejó su llave de tuercas en el suelo y metió la mano en la caja para sacar una dona con glaseado de chocolate para darle una buena mordida y después continuar su labor como si nada… el muy hijo de puta, como si estuviera en un picnic mientras todo el mundo enloquecía buscándolo.

            -¡Harry! –gritó de nuevo esperanzado de que esa cúpula no fuera también contra el ruido exterior, pero suspiró desalentado al ver que Harry ni siquiera alzaba la cabeza, por lo que sacando su varita apuntó diciendo: -Finite incantatem… obvio… -musitó frustrado- ya parece que iba a anular el hechizo de un auror.

            Su alivio inicial al encontrar a Harry, rápidamente fue reemplazado por la furia, primero por su casi muerte y segundo, porque el moreno estaba tan feliz y tranquilo mientras él se moría de la preocupación, casi literalmente.

            -En primera, no sé porque me preocupé tanto… -pensó mientras se cruzaba de brazos iracundo viendo a Harry destapar una cerveza muggle y casi acabársela de un tirón.

            Y mientras esperaba quien sabe qué cosa, su cabeza comenzó a llenarse de la voz de Nick al decirle gracias a quien había comido rico y dormido abrigado, y sobre todo gracias a quien conservaba sus manos; pero había algo más que su raciocinio se negaba a aceptar.

            -Potter no puede estar enamorado de mí…

            Una especie de emoción extraña entraba y salía de su pecho haciéndolo confundirse y enojarse consigo mismo por darle tanta importancia a aquellas tontas palabras.

            -Pero ese no es el asunto que quiero tratar contigo… -pensó caminando lentamente de un lado a otro sin descruzar los brazos- quiero saber porque me traspasaste todas tus cámaras de Gringotts… también para que me expliques el porqué de la comida y la medicina en prisión.

            Pero su disgusto e indignación fueron sustituidos poco a poco por la curiosidad y la intriga de ver a Harry tan tranquilo y sereno mientras trabajaba en su moto… su rostro apacible reflejaba tanta paz y serenidad que lo hacían verse como un chiquillo de diecisiete años otra vez.

            Sin dejar de observarlo, recargó sus manos en la cúpula, como quien se recarga en el enorme ventanal de una tienda para mirar el interior con gran curiosidad. Harry se veía tan en paz consigo mismo que parecía tan increíble aquello de la sobredosis y las venas cortadas.

            -Seguro fue puro cuento…-masculló meneando la cabeza.

            Sin nada más que hacer,  se sentó en el pasto con las piernas en flor de loto para esperar la hora en que a Harry se le hincharan las bolas y decidiera dejar de jugar al mecánico y regresara a su casa.

            -Y entonces sí me va a oír…

            Pero los minutos pasaban y Harry parecía que no iba a terminar nunca; hasta que llegó la hora del ocaso… entonces lo vio sentarse en dirección al sol y mirar muy atento o eso le pareció, la dorada puesta de sol.

            Vio el paraje bañarse de luz dorada y naranja de manera tan bella que por unos instantes sintió esa calidez en su pecho.

            -Pero bueno, ya terminó  -musitó poniéndose de pie viendo a Harry quedarse sentado un rato mas sin dejar de mirar el horizonte.

            -Pero bueno ¿acaso este piensa dormir a la intemperie?

            Que viéndolo bien realmente aun no era tan tarde pero su impaciencia la hacían querer sacar a Harry de las greñas y recitarle su muy bien planeada sarta de reclamos e insultos que llevaba más de una hora practicando mentalmente.

            ¿Se habría dormido sentado acaso?... ni idea, ya no alcanzaba a verlo bien por la falta de luz y el mal ángulo desde donde observaba todo, pero entonces Harry sacó su varita e hizo un potente Lumos iluminando un par de metros a su alrededor; entonces lo vio comenzar a guardar sus herramientas y a desaparecer la botella vacía de cerveza y la caja de rosquillas.

            -¡Al fin! –pensó haciendo un ademán dramático mientras lo veía ponerse su vieja chaqueta de piel negra y darle un último vistazo a su motocicleta.

            -¡Por todos los cielos, apúrate ya que no es un maldito caballo! –exclamó exasperado al verle dar unas palmaditas afectuosas al asiento.

            Al fin lo vio montarse y encender el motor, así que rápidamente se montó en su escoba, listo para ir a su encuentro en cuanto quitara su hechizo repelente. Lo vio arrancar y enfilar prácticamente hacia él, por lo que se alistó para interceptarlo en cuanto el hechizo desapareciera.

            -¡Me vas a oír, Harry Potter!

            Pero ocurrió algo curioso… que cuando casi llega al límite del hechizo, Harry se detuvo.

            -¿Y ahora que se te olvidó? –mascullo impaciente.

            A tan solo unos dos metros de distancia, vio a Harry detener con un pie el equilibrio de su motocicleta, frente a él que lo esperaba como poste montado en su escoba; lo vio alzar el rostro y mirar el cielo oscuro que ya dejaba ver las estrellas brillantes como pequeñas joyas en un manto aterciopelado, y la luna asomarse dejando caer su plateada luz que iluminaba lo suficiente para ver a Harry sonreír.

            -¿Pero de que se ríe el muy idiota?... el muy cabrón parece como si ya estuviera en paz…

            Ni bien termino de pensar eso, un escalofrío le sacudió el espinazo, como si un mal presentimiento hiciera que su mal humor se borrara para dar paso al desconcierto. Entonces, sin terminar de asimilar lo que estaba sintiendo, lo vio arrancar de nuevo la maquina y dar la vuelta de manera que si bien por unos instantes lo tuvo de frente, ahora veía su espalda.

            -¿Pero a dónde vas, zoquete? –Exclamó frunciendo el ceño y sintiendo el corazón palpitarle acelerado- ¿acaso vas a regresar?... porque no hay a que regresar a ese lugar tan… peligroso…

            Entonces lo vio alzar el pie con el que sostenía a la vibrante maquina en equilibrio y así, adivinando o intuyendo lo que iba a suceder, él mismo golpeó el suelo y se elevó por los aires viendo como si fuera una película, como Harry se enfilaba hacia el frente en dirección al abismo a toda velocidad, sin la aparente intención de detenerse.

            Harry enfiló directo al precipicio mientras Draco volaba por encima sintiendo que volaba a ciegas por no saber en donde terminaba el bendito hechizo de alejamiento.

            -¡Harry!... –gritó con todas sus fuerzas esperando ser escuchado.

            Pero Harry no escuchó y a pesar de la oscuridad Draco vio con horror el momento justo en las ruedas dejaron de tocar el suelo para volar por los aires por un instante, pensó que volaría como aquella en que alguna vez le contó viajaba su padrino  Sirius Black, pero la jodida motocicleta no prosiguió su camino hacia el cielo, sino  que comenzó un descenso sin que Harry la soltara en ningún momento.

            Para Draco todo pasó muy rápido o muy lento, no supo a ciencia cierta cómo fue, pero se encontró volando en picada tras la moto sacando su varita y lanzándole el primer hechizo que se le llegó a la mente.

            -¡Wingardium Leviosa!

            Pero estaba demasiado lejos y la moto solo dio un respingo en tanto Harry se sacudía en el aire, ya sin la motocicleta entre las piernas.

            Draco casi sintió como el moreno resbalo de su hechizo y continuaba cayendo hasta estamparse en el fondo del risco.

            Tropezó hasta irse de bruces en su intento por correr sin que la escoba terminara aun de aterrizar, pero se levantó sin siquiera percibir los raspones que se había hecho en las manos y rodillas, y corrió hasta Harry arrodillándose a su lado sin saber qué hacer.

            -¡Ha-Harry!... ¡Oh Dios mío! –jadeó al verlo todo desmadejado en el suelo, como títere sin cuerdas, con sangre brotándole de la nariz y los oídos.

            ¿Pero qué hacer en una situación así?... uno, dos, tres segundos… no supo cuantos segundos pasó mirando aquel cuerpo roto en tanto contenía la respiración y las lagrimas brotaban de sus ojos.

            -Harry… -musitó al fin acercándose a su rostro mientras sus manos temblorosas tocaban su pecho con mucho cuidado constatando que aun respirara.

            -Harry… -repitió sintiendo la angustia atenazarle el pecho, como si un animal escurridizo quisiera colarse por un espacio pequeño.

            Fue hasta que su mano se manchó de sangre, que salió de su trance, aunque igual sin saber qué hacer.

            -¡Yo no sé hacer un Patronus! –Exclamó mirando desesperado a todos lados- ¡mucho menos enviarlo con un mensaje!

            Se levantó rápidamente dando unos pasos de un lado a otro buscando alguien que lo pudiese ayudar… pero no había nadie, solo contaba consigo mismo, como siempre; así que se acercó de nuevo hincándose otra vez...

            -¡No debo moverlo, es peligroso, eso sí lo sé!

            Sin embargo ya casi era de noche, por no decir que ya; estaban a muchos kilómetros de la población más cercana, y lo peor, que nadie sabía que estaban ahí.

            No había opción, había que moverlo, así que se apresuró a buscar la motocicleta o lo que quedara de ella para transformarla en una camilla y un collarín, más que nada por lo que había visto en televisión, así que solo logró sacar una cosa rara de espuma.

            -Ni modo, esto tendrá que bastar… -pensó colocándosela con cuidado en el cuello siguiendo el procedimiento visto muchas veces en programas policiacos y médicos, sabiendo de antemano que la ficción nada tenía que ver con la realidad. Después le hizo levitar y lo colocó en la camilla inmovilizándolo.

            Luego elevó su escoba a un metro del suelo y le ató la camilla por medio de unas correas y deseando que la escoba aguantara el peso de ambos incluido el armatoste en el que cargaba a Harry, y así emprendió el vuelo.

            No conocía el rumbo, así que comenzó a deshacer el camino volando la más bajo que podía para llegar a la población más cercana; y después, al fin un par de horas después en las que no dejaba de gritarle cosas todo el tiempo para que según él, no se muriera, divisó unas luces a lo lejos; enfiló hacia la construcción dándose cuenta de que se trataba de una casa de huéspedes.

            La puerta no estaba cerrada con llave, por lo que entró como torbellino pidiendo auxilio a gritos, unos jóvenes excursionistas que tomaban café en la sala de estar, salieron corriendo a ver qué sucedía.

            -¡Ayuda! ¡La red flú… la chimenea!

            -¿¡Qué?! –exclamó uno ante sus balbuceos.

            -¡Necesito ayuda, su chimenea!

            -No te entiendo, si te calmas….

            Con mirada desesperada buscó la chimenea encontrándola al fondo de la sala, por lo que mirando a quien tenía más próximo exigió:

            -¡Su dirección, necesito la dirección de aquí!

            -¡Cálmate, si necesitas ayuda…!

            -¡Solo quiero la maldita dirección! –respondió tomándolo de las solapas.

            -¡Hey!

            -Toma… -dijo una chica sacando una tarjeta de su bolsillo.

            Draco se la arrebató y corrió a la chimenea.

            -¡Sala de emergencias San Mungo!

            Los chicos vieron intrigados y sorprendidos como Draco desaparecía entre las llamas verdes.

            -¿Qué habrá pasado?

            -Tal vez alguien se accidentó y fue por ayuda.

            Tres minutos después Draco emergió de nuevo, pero esta vez acompañado de tres hombres de túnica blanca que los chicos reconocieron como medimagos.

            -¡A prisa! –dijo pasando como exhalación en medio del grupito siendo seguido después por todos.

            Draco vio angustiado como los medimagos procedían a atender a Harry por medio de múltiples hechizos, mientras los demás huéspedes de la casa comenzaban a salir debido al barullo.

            Los medimagos inmovilizaron a Harry dentro de la camilla como si fuera una burbuja llena de agua para evitar el mas mínimo movimiento al pasar por la red flú, ya que su estado hacía imposible un aparicionamiento y volando era imposible por la distancia; así que levitando la camilla se dirigieron a la chimenea en donde desaparecieron seguidos de Draco.

 

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            Desde que puso un pie en el hospital, prácticamente fue arrollado e ignorado por un mundo de gente que arrastró a Harry sala adentro para no volver a verle ni siquiera un pelo; y de pronto se sintió invisible mientras todos corrían de un lado a otro arrimándolo hasta un rincón; pero lo agradeció pues así nadie reparaba en el mortífago.

            -Debo avisar a Granger…-pensó mientras se pasaba nervioso los dedos por entre su cabello.

            Actuaba mas por inercia que por otra cosa, por lo que sin hacer caso al caos que amenazaba con reventarle al cabeza, se dirigió a la lechucería del hospital.

 

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            -¿¡Donde… donde esta?! –preguntó Hermione entrando como tromba a la sala de urgencias acompañada de todo un séquito de personas.

            Varias personas vieron al grupo dirigirse al módulo de información, en donde la enfermera no pudo darles ningún informe.

            -¿¡Pero qué clase de servicios son estos?!

            -Cálmate Hermione… -intervino Jessica poniéndole una mano en un hombro- sé que estas alterada, pero gritándole así a la enfermera no le sacarás nada, mejor ven, busquemos a Malfoy.

            -¡Oh si, Malfoy! –respondió dándose la vuelta y comenzando a mirar por todos lados.

            Draco permanecía en una esquina de la habitación, justo donde había un pasillo, por lo que no se miraba a simple vista, pero él si los había visto entrar ¿Cómo no darse cuenta cuando un grupo de Weasley escandalosos llegan a un lugar?

            Solo torció la boca y exhalando un suspiro se dio la vuelta y salió de ahí para dirigirse a la otra sala en donde Hermione llegó un par de minutos después acompañada ya solo del par de aurores.

            -Malfoy, aquí estas… -exclamó la castaña al verlo sentado en la última hilera de sillas.

            -¿Y donde más habría de estar? –Pensó rodando los ojos al verla acercarse con paso apresurado- ¿jugando Quidditch en Azkabán?

            -Malfoy ¿Qué sucedió, como esta Harry, ya te dieron informes, donde estaba, tú lo trajiste?

            -Cayó como una maldita sandia de un acantilado, no me han dado informes, estaba en un lugar donde creo que ni Dios ha pasado y si, lo traje yo –respondió viendo al trío prácticamente rodearlo para sentarse en las sillas.

            -¿Pero no has preguntado?

            -Para nada Granger, me la ha pasado bomba viendo a todos correr como ratones encerrados en un cajón sin siquiera arrimarme a ver qué pasa, total, este asunto no me interesa en lo más mínimo, por eso busque a Potter y lo traje aquí moribundo.

            Hermione se quedó mirándolo como ida viendo a Draco reacomodar sus brazos cruzados y estirar las piernas.

            -Es cierto… -dijo finalmente exhalando un suspiro, como recién aterrizando en la realidad- es más que obvio que ya preguntaste… disculpa mi histeria, pero ya pregunte y nadie me sabe dar informes.

            -Hace apenas una hora que lo traje y aparte de que aun no sale de peligro, no me hacen caso por ser quien soy –declaró ya sin más- ve tú, seguro a ti si te dan informes, pero será hasta que el mismo medimago a cargo salga a darlos, porque por ahora creo que están un poco ocupados.

            -Dios mío…- musitó con un nudo en la garganta- por favor Malfoy… dime que sucedió, como esta Harry…

            Draco apretó los labios sintiendo un pinchazo de culpabilidad, pues sabía que si él mismo no estaba en ese estado también, era porque ya había tenido tiempo de tranquilizarse.

            -Lo encontré muy lejos de aquí, estaba a la orilla de un risco arreglando su motocicleta y bueno… al caer el sol la montó y se arrojó desde ahí; apenas y alcance a sostenerlo lo suficiente para que no se destripara al caer.

            Hermione se puso una mano en la frente al escucharlo decir lo último mientras él seguía hablando.

            -Lo traje aquí… bueno, yo no, los medimagos; y desde entonces no he sabido nada… yo supongo que si ya hubiera muerto, alguien ya hubiera salido a decir algo ¿no?

            -Tú y tu gran tacto para decir las cosas… -pensó Hermione enjugándose una lagrima- si... supongo que tienes razón… pero Malfoy ¿Cómo estaba cuando lo trajiste? –insistió mirándolo a los ojos. A lo que él volteó el rostro altivamente sin querer decir a las claras que prácticamente estaba muerto.

            -Mal… pero yo no soy medimago Granger, no sé como esté.

            Comprendiendo que Harry realmente estaba realmente mal, Hermione se levanto siendo seguida por Jessica.

            -¿Por qué no avistaste cuando lo encontraste? –pregunto Nick cuando las dos mujeres se alejaron.

            -¿Y de qué manera? Yo no sé enviar un Patronus con mensaje.

            Nick ya no cuestionó eso, pues sabía que esos detalles ya no tenían importancia; en cambio preguntó otra cosa.

            -¿Cómo sabias donde encontrarlo?

            -Fue casualidad –respondió alzándose de hombros- una simple corazonada.

            -Ya veo… -dijo Nick mirándolo como no queriendo la cosa.

            -¿Qué? –exclamó Draco molesto sintiéndose escrutado.

            -No, nada.

            -Ah bueno.

            -Es solo que… se necesita ser muy observador para atinarle así a un asunto como este.

            -Fue en una simple conversación y el estar a su lado a la fuerza no me hacia sordo ni ciego.

            -Eso lo sé, como te digo, yo solo decía.

            Draco exhaló un suspiro mientras veía a lo lejos a Hermione asentir más tranquila a la otra mujer y después salir de ahí, seguramente a buscar información.

            -¿Tu como lo viste? –Preguntó Nick- ¿crees que esta vez lo logre?

            -¿Qué logre qué? –Respondió ceñudo- ¿Qué logre matarse o que logre vivir?

 

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