Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

MÍO por Orseth

[Reviews - 448]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

CAPITULO 5

 

 

 

 

 

            -Solo estaba mostrándome una botella, como no tengo varita no pude bajarla yo, eso fue todo –respondió Draco sin dejar de mirar los estantes.

 

            -Mira que conveniente… ¿los dos solos?

 

            -Por si no lo  has notado, esto es una licorería, no un mercado, la gente no… ¡ah!

 

            -No juegues conmigo Malfoy –interrumpió Harry oprimiéndole el brazo con fuerza.

 

            -No juego contigo, suéltame.

 

            -Estaban solos –exclamó Harry sin hacer caso.

 

            -A diferencia tuya, no todos quieren coger conmigo… Potter, mi brazo…

 

            -¿Acaso tengo que ponerte un maldito bozal cada que salgamos a la calle?

 

            Draco no  respondió, estaba muy ocupado intentando soltarse del fuerte agarre.

 

            -Tienes la cabeza muy dura, Draco Malfoy.

 

            -¡Pues si no quieres que vea  a nadie, entonces no me saques! –exclamó  logrando soltarse.

 

            -¿Eso quieres? –respondió Harry acorralándolo contra la pared pegando su torso con el del rubio, que incomodo volteaba la cara de un lado a otro- porque te lo puedo conceder.

 

            Draco apretó los labios mirándolo ya fijamente; se moría por gritarle que podía meterse sus paseítos por el culo y largarse  a la china a joder a alguien más; pero sabía que su vida ya estaba escrita, sabía que la suerte no estaba ni estaría ya nunca de su lado… y que aquel chico de ojos verdes que lo miraba furioso, aquel con quien tuvo una encarnizada rivalidad infantil para convertirse en odio al pasar de los años, era prácticamente su dueño.

 

            -Como si fuera un perro… -musitó entre dientes.

 

            -¿Cómo?

 

            -Puedes castigarme, puedes encerrarme, lo harás si eso es lo que quieres sin importar lo que yo diga; bien sabes que terminaré haciendo lo que me ordenes… ya me dejaste muy en claro que no debo coquetear con nadie que no seas tú y créeme que lo entendí muy bien, porque  a pesar de lo que tu creas, no soy idiota… y si lo que quieres es que definitivamente no vea a nadie sin importar las intenciones de las personas ¿Por qué no me incomunicas y ya?

 

            -Veo que eso es lo que quieres.

 

            -No Potter, es obvio que eso no es lo que quiero, pero eso es lo que quieres tú ¿porque no tienes la decencia de aceptarlo?

 

            Harry le sostuvo la mirada sin decir nada, por lo que Draco continuó hablando.

 

            -Desde que salimos no he coqueteado con nadie, pero no es posible que definitivamente no mire a ninguna persona; en todo caso ponme una venda al salir o de plano nunca vuelvas a sacarme.

 

            Harry exhaló profundo intentando calmarse, las palabras de Draco lo hicieron avergonzarse de nuevo de sí mismo, de su comportamiento… del monstruo interior que rugía furioso cada vez que sentía que alguien más que no fuera él atraía la atención del joven ex mortífago.

 

            -Aun falta comprar algunas cosas –dijo finalmente separándose de golpe y dándole la espalda  a Draco, quien al verlo alejarse de él, no pudo evitar sentir un gran alivio.

 

            El resto de las compras las hicieron en un incomodo silencio, silencio que Harry decidió romper deteniéndose frente a una fuente de sodas.

 

            -¿Qué van a tomar? –preguntó amable una señora mayor con un curioso gorrito en forma de hamburguesa que se abría y cerraba sola enseñando el relleno.

 

            -Yo quiero una hamburguesa doble, papas extra y una soda de dieta –dijo Harry apenas viendo su carta.

 

            -¿Una soda de dieta después de pedir todo eso, Potter?

 

            -Claro, si en algo se pueden disminuir las calorías… ¿tú que vas a pedir?

 

            -mmm… yo quiero un sándwich de jamón y…

 

            -No hay –interrumpió la mujer con cara larga.

 

            -¿No hay?

 

            -No, no hay.

 

            -Bueno… mmm… quiero entonces una hamburguesa, pero que sea de pollo y...

 

            -Tampoco hay –interrumpió de nueva cuenta la mujer de forma grosera haciendo que Draco entrecerrara los ojos.

 

            -Claro, todo se acabo de repente.

 

            -Pues no hay ¿Qué quiere que haga?

 

            -Y supongo que si pido lo mismo que él, tampoco alcanzare nada ¿o sí?

 

            -Si, eso si hay –dijo la mujer exhalando un suspiro que claramente decía “pues ya que…” –enseguida traigo su orden.

 

            -Pero en vez de soda quiero una malteada de chocolate –dijo Draco antes de que ella se diera la vuelta- ¿o tampoco hay?... porque si es así, entonces su local es una verdadera mierda que solo ocupa...

 

            -Draco –dijo Harry mirando la carta de postres.

 

            La mujer ya no dijo nada más, simplemente barrio a Draco con la mirada y se alejó de ahí.

 

            -Maldita cerda, ojala y se muera –mascullo Draco- si tuviera varita le lanzaría un “Imperius” para ordenarle que se colgara del árbol más alto que encontrara, no sin antes ordenarle también que se corte la lengua.

 

            -No hagas caso –respondió Harry examinando aun la carta.

 

            Draco torció la boca sabiendo que con nada desquitaría su coraje, por lo que suspirando se aventuró a preguntar:

 

            -Entonces… ¿vas a encerrarme?

 

            -Ya estas encerrado –respondió Harry dejando la carta en la mesa y sacando su ticket de compras de botanas y comida instantánea.

 

            -Sabes a que me refiero.

 

            -No quiero hablar de eso.

 

            -Claro –dijo Draco sonriendo cansinamente.           

 

            Diez minutos después la señora regreso con la comida de los chicos y comenzó a servirla en la mesa y en la cual “accidentalmente” derramó la malteada sobre las piernas del rubio.

 

            -¡Maldita torpe! –exclamó Draco levantándose de golpe.

 

            -Tranquilo Draco, fue un accidente.

 

            -¡Claro que no, tú no la viste, lo hizo a propósito! –respondió  intentando secarse con una servilleta.

 

            -Lo siento, traeré otra –dijo la mujer con rostro serio antes de dar vuelta y desaparecer.

 

            -¿Ya lo ves? Fue un simple accidente, sino no se hubiera ofrecido a traerte otra –dijo Harry sacando su varita y secándole el pantalón- lo lamento… -añadió apenado- no soy bueno limpiando ropa, solo se secarla.

 

            -Maldita sea… -masculló  viendo la enorme mancha marrón en su pantalón- parece que me dio diarrea y me ganó.

 

            -Le pediré a la señora Weasley que me enseñe algunos hechizos caseros.

 

            -¿Eres auror y no sabes hechizos tan simples? –refunfuño Draco volviendo a sentarse.

 

            -Aquí está –dijo la mujer llegando en ese momento con otra copa alta.

 

            -Gracias –respondió Harry comenzando a comer.

 

            -De nada –respondió la mujer medio sonriéndole a Harry y regalándole una nueva mirada de pistola al rubio para después retirarse.

 

            -Esto sabe raro –dijo Draco dándole un sorbo a su malteada.

 

            -¿Esta agria?

 

            -No, pero sabe raro.

 

            -No seas paranoico.

 

            -Tienes razón, soy un mortífago condenado a cadena perpetua que debería estar pudriéndose en Azkaban, en cambio estoy viviendo muy campante en la casa del “Niño que Vivió” ¿Por qué habría de pensar que alguien me tiene mala voluntad?

 

            Harry sonrió mientras negaba con la cabeza y daba una mordida a su hamburguesa.

 

 

 

_________________________________________________________________________________________.

 

 

 

            -Mira, ya salió a la venta el nuevo disco de “Los Troles Babeantes” –dijo Harry señalando un aparador- ese grupo te gusta mucho ¿quieres el disco?

 

            -No, quiero regresar a casa –respondió Draco- me duele el estomago, te dije que esa malteada tenía algo raro, además quiero cambiarme estos pantalones.

 

            -¿Quieres que vayamos a San Mungo?

 

            -No es para tanto, mejor vámonos.

 

            -De acuerdo.

 

 

 

_________________________________________________________________________________________.

 

 

 

            Cuando regresaron, Draco se tumbó en el sofá para ver televisión mientras Harry se metía a la cocina con Tombo, su único elfo domestico para preparar todo para la noche.

 

            A las siete de la tarde, Draco subió a la habitación, pues eso acostumbraba hacer cuando los amigos de Harry iban a visitarlo ya que ninguno lo soportaba y él a ellos mucho menos, principalmente a Ginny, quien casi muere infartada al enterarse de que aun andando con ella, Harry ya había iniciado los trámites para el traslado de Draco a su casa, y aun cuando Harry le dedico todo su tiempo cuando estuvo con ella y fue fiel en todo momento, la menor de los Weasley se sintió traicionada y ofendida; Harry podía haberse sentido culpable respecto a eso, pero el siempre fue sincero respecto a su preferencia bisexual y fue ella quien “amablemente” se ofreció a aclararlas en un lindo y candente romance que ciertamente de candente solo tuvo las pajas que se hacía Harry imaginando que penetraba algún culo, uno específicamente redondo, respingón y pálido.

 

            Y fue un mes antes de que le aprobaran todo el papeleo que Harry terminó con ella quedando los dos como buenos amigos…según él; por eso Draco decía que cada que tenían oportunidad, los Weasley le hacían la vida imposible, siempre y cuando claro, que Harry no los viera.

 

            Teniendo televisión en su habitación, Draco no tenía ningún problema en quedarse ahí todo el tiempo que la panda de lambiscones estuviera ahí, pero aunque no hubiese absolutamente nada, él no bajaría ni muerto con tal de no encontrarse con algún pelirrojo; esa noche sin embargo, siendo ya las nueve, Draco no podía estarse en paz, ni la película de un idiota muriendo congelado por una tipa en un enorme barco hundido le distrajeron del fuerte dolor de estomago que tenia.

 

            -¡Oh Rayos! –gimio levantándose rápidamente al baño en donde apenas tuvo tiempo de llegar al inodoro y vomitar en él.

 

            Arrastrando los pies llegó hasta su cama; ni siquiera podía llamar al elfo domestico, pues éste, por requisito expreso del ministerio tenía prohibido estrictamente obedecer la mas mínima orden del prisionero, por lo que desalentado decidió bajar el mismo a la cocina a prepararse un té.

 

            Así que se puso sus pantuflas y salió de la habitación logrando llegar sin ser visto hasta la cocina, en donde al estar buscando en la alacena la caja de bolsitas de té, alguien entró.

 

            -Vaya, le diré a Harry que llame al plomero… -exclamó Ginny con un platón vacio en las manos- su cañería esta averiada porque la mierda se está saliendo.

 

            -Tienes razón, tu sola peste infecta el aire, la próxima vez que alguien te defeque, que lo haga en el campo, así no podrás escapar de la tubería –respondió Draco tranquilamente encontrando las bolsitas de té y tomando una.

 

            -¿Qué demonios haces aquí? –Bufó Ginny ya a media cocina- ¿no se supone que no puedes bajar mientras la gente libre está de visita?

 

            -Yo puedo andar por donde se me pegue la gana –respondió  poniendo agua a calentar- el que no quiera tolerar su agobiante presencia es cosa mía.

 

            -¿La presencia de gente libre te agobia?... claro, puedo entenderlo cuando tú no eres más que un vulgar prisionero.

 

            -Un vulgar prisionero que calienta la cama de Harry Potter –respondió Draco con una sonrisa sabiendo que esa era la verdadera razón del odio de la pelirroja.

 

            -Pues claro, no sirves más que para eso –respondió Ginny ocultando que las palabras de Draco fueron un verdadero golpe bajo.

 

            -Y cuando menos para eso quisieras servirle tú a Harry ¿no? –respondió tomando el agua caliente y vertiéndola en su tasa.

 

            -Pues a eso es a lo que tú más puedes aspirar –dijo Ginny sirviendo las salchichas con queso que había ido a buscar- ser la perra de Harry, su puta… la ramera que solo está aquí porque el salvador del mundo mágico le parte el culo.

 

            -¿Y eso qué? –Respondió girándose para mirarla mientras se cruzaba de brazos y se recargaba en la estufa- al menos no ando lloriqueando patéticamente en los rincones por su amor imposible como yo veo que tú no dejas de hacerlo.

 

            -Haces muy bien –dijo Ginny tomando su platón lleno de salchichas- porque no puedes aspirar a mas… ¿Qué crees que pasara cuando él se aburra de ti y quiera formar una familia? Porque no pensarás que tú ocuparías ese lugar.

 

            -Ni tu tampoco obviamente.

 

            -No, pero al menos yo soy libre y puedo elegir; en cambio tú regresarás a Azkaban a pudrirte en tu celda como siempre debió ser –y sin decir más, salió de ahí satisfecha de haber puesto en su lugar al mortífago de mierda que deambulaba por la casa como si de un hombre libre se tratara el muy cabrón.

 

            Draco torció la boca mientras ponía dos cubitos de azúcar en su taza, realmente no se había puesto a pensar en que pasaría cuando Harry se aburriera de él.

 

_________________________________________________________________________________________.

 

 

 

            Cuando llegó a la habitación, dejó su taza en el mueble que estaba junto a la cama y corrió a sacar un suéter del armario; encontró uno enorme de Harry de un horrible color mostaza, detalle que por esa vez pasó por alto al sentir que se moría de frio; después hizo una especie de nido en la cama con dos mantas extra para calentarse.

 

 

 

________________________________________________________________________________________.

 

 

 

            -¿¡La encontraste Harry?! –exclamó Ron entre fascinado y sorprendido.

 

            -Si, me costó un mes de sueldo pero la conseguí.

 

            -¿Tanto por una snitch vieja? –preguntó Hermione dando un sorbo a su margarita.

 

            -No es una snitch vieja –dijo Ginny igual de emocionada que ellos- ¡es la snitch del campeonato de 1970!

 

            -Ya bájala Harry, debo verla con mis propios –dijo Ron dando cuenta de su whisky de fuego.

 

            -Voy por ella.

 

            Cuando Harry entró en la habitación, encontró la televisión encendida ya sin señal y a Draco en la cama; apagó el aparato y abrió el armario para sacar una cajita, entonces se volvió al escuchar un quejido, solo que de Draco no se veía ni un pelo; fue entonces que notó la montaña de mantas.

 

            -¿Draco? –Exclamó acercándose- ¿estás bien?

 

            Como no obtuvo respuesta, buscó entre las mantas hasta dar con una mata de cabello rubio y luego con un rostro sudoroso.

 

            -No me destapes… -gimio Draco volviendo a taparse la cabeza- tengo frio…

 

            Pero Harry volvió a destaparlo para ponerle la mano en la frente.

 

            -¡Estas ardiendo! –exclamó alarmado comenzando a quitarle las mantas.

 

            -¡No, hace mucho frio! –protesto  haciéndose un ovillo y jalando nuevamente las mantas.

 

            -¿Desde qué hora estas así?

 

            -¡Mierda Potter, de-dejme en paz! –Gruñó Draco castañeteando los dientes- ¿¡tam-tambien vas a restringirme las man-mantas!?

 

            ¡Dios! ¡¿Por qué la habitación parecía un maldito congelador?!... y luego el idiota de Potter quería hacerse el chulo quitándole las mantas; ¡no, pues entonces que mejor lo mandara de una vez ya directo a Azkaban y dejara de hacerle tanto a la mamada!

 

            -¿¡Q-que diablos?! –Bufó Draco cuando Harry comenzó a destaparlo de nuevo- ¡t-tú maldita ha-habitación est-ta… he-helada!

 

            -No es la habitación Draco, eres tú –respondió Harry tratando ya de quitarle el suéter.

 

 

 

_______________________________________________________________________________________.

Notas finales:

BESITOS!!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).