La vida siempre tenía cosas inesperadas, nunca se podía saber que iba a suceder con exactitud.
Hace años, cuando Katou habló de la posibilidad de adoptar el mismo día del nacimiento de Yuusuke, nunca pensó que llegaría ese momento, mas bien, Iwaki nunca se llegó a imaginar con la posibilidad de tener un niño con ellos. Grande fue su sorpresa que tras la impulsividad de Katou y su manera desmedida de tomar decisiones apresuradas se encontrasen con el trámite de adopción, por supuesto, en China.
Dicho atrevimiento sin consultar le costó caro a su pareja, no solo por haber tomado tan grande decisión sin comunicársela, sino porque no estaban y ni se acercaban a lo emocionalmente preparados que deberían estar para el recibiendo de un niño, en este caso, un bebé. La casa había necesitado muchos arreglos que Katou hacia por su propia cuenta –No era que a Iwaki no le importara, sino que estaba tan molesto con Katou que ni siquiera le dirigía la palabra-.
También seria mentir que Iwaki no estaba emocionado.
Tenía un sentimiento que siempre se había guardado para sí, ese sentimiento que lo seguía desde el nacimiento de Yuusuke y se hizo más fuerte cuando el pequeño se perdió y comprobó que para él solo era su tío, no su madre, como habría deseado.
Claro, dicho pensamiento era un secreto, no quería la burla constante de Katou llamándolo ‘mami’ por todos lados. Fue suficiente la burla por el posible embarazo, peor aun cuando comenzaba a compararlo con una mujer.
Los padres de Katou, Yuuko y su esposo, incluyendo a Yuusuke y su hermanito –quien apenas cumplía unos 10 meses- estaban emocionados con la idea, claro, eran la familia de Katou, esa familia siempre ha tenido un buen carácter y una gran unión, algo que su familia tradicionalista contrariaba.
Su hermano había sido otra historia; siempre se había llevado bien con Fuyumi, su cuñada, así que había llamado y la noticia fue recibida por ella, claro, después de conversar con Hina, su sobrina. Dicha noticia fue informada a su padre y lo único que había dicho, según su cuñada, era que esperaba conocer a su nieto. Grande fue la reprimenda que recibió de su hermano mayor por no cumplir con el derecho implícito de ser el primero en recibir la noticia, después de eso no le quiso hablar durante un buen tiempo, hasta que llegó la noticia de que le iban a entregar el bebé. Ese día llamó para avisarle a Fuyumi y su padre, Hina se emocionó, y por ultimo su hermano le habló solo para darle un concejo. El solo pudo decir ‘gracias’.
La prensa fue otra historia, la noticia de que pronto se agrandaría la familia los tomó por sorpresa a todos y por un tiempo fueron primera plana en la mayoría de diarios, periódicos y revistas nacionales e internacionales. Esa también había sido una de las causas de la pelea con Masahiko, la prensa se había enterado antes de que el. A la semana de esa pelea se enteraría del futuro nacimiento de su segundo sobrino.
Y Ahora, por fin, después de un buen tiempo de espera regresaban a casa con el bebé en brazos, la consternación y preocupación de los dos aun no había pasado, grande fue su sorpresa al recibir un bebé de 3 meses de edad, no solo era demasiado pequeño –les habían dicho que la mayoría de veces daban un niño ya crecido, muy difícil que den un bebé tan pequeño-, sino era el sexo, ahora ellos tenían una hija.
Katou fue el más despreocupado, como siempre, y solo tomó a la niña en brazos que estaba más dormida que despierta y la cargó por todos lados mientras le hablaba, como si pudiera entenderle. Iwaki aun no salía de la sorpresa, iban a ser dos hombres criando a una niña que se haría adolescente y luego mujer, se casaría, tendría hijos… mejor no se preocupaba por eso ahora.
-Buena suerte.
Fue lo que había dicho la trabajadora social al entregarle a la pequeña.
Y el pensó que en verdad necesitarían mucha suerte, mas teniendo a Katou como el otro padre. Claro, no es que Katou fuera mal padre, pero lo conocía y sabía que iba a ser estricto y severo, la forma en que corregía y no se doblegaba ante Yuusuke lo decía todo.
-Iwaki-san.
Katou lo había llamado para sentarlo en un mueble y ponerle la bebé en brazos, y desde entonces se había enamorado.
Cuando, después de un corto vuelo de aproximadamente 2 horas habían llegado a Japón, la prensa los esperaba para tomar fotos del nuevo integrante de la familia, es así como entre agentes de seguridad y varios tropezones pudieron llegar a su hogar.
Fue Katou quien emocionado abrió la puerta del recibidor e ingresando al pasillo, con emoción, gritó:
-Sanji, ¡bienvenida a casa!.
Sin mas está de recalcar que la bebé, ahora de nombre Sanji, dormida cómodamente en brazos de Iwaki, había comenzado a llorar por el grito mientras Iwaki reclamaba afanosamente el comportamiento de Katou.
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