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¿Un simple amor de verano...? por SorarioOmoe

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Notas del capitulo:

¡Holaa! -Lágrimas en sus ojos- T____T Coño, que buen capítulo escribí x'D! Pero por eso no lloro, no, Sorario llora por el contenido de este puto capítulo.

 

Conocerán mejor a Janeiro :'3! Hay una sorpresa sobre ella en este capítulo x'D! Ni esa adorable niña se libra de mi crueldad.  Y también conocerán al hijo de Alex y Abel O:! Al final voté por no abortarlo, ni nada x'D! Porque suficiente drama tiene ya este capítulo.

Los viajes en avión era horrendos para Jairo, sobre todo cuando no se podían permitir el y Joseph pagar en primera clase, la clase turísta era un asco y siempre, siempre, por alguna despreciable razón del jodido universo le tocaba sentarse cerca de algún niño, odiaba a los niños, claro sus sobrinos eran diferentes, Janeiro y Leo eran diferentes, eran incluso muy lindos.

- Creó que voy a vomitar,- le confeso Joseph recargándose en el hombro de su esposo mientras cerraba los ojos.

- Hubiera sido mejor no venir,- le dijo Jairo con voz cortante mientras soportaba el llanto de el bebé en brazos de su mamá justo en frente de ellos.

- Eso no te lo cres ni tu,- le sonrió Joseph sintiendo como desaparecían con lentitud las nauseas,- llevamos ya como poco menos de un año sin ir, ¿No me digas que no los extrañas?-.

- Quizás un poco,- le dijo con seriedad Jairo, pero para Joseph, alguien que lo conocía tan bien, sabía como interpretar a la perfección cualquier palabra de Jairo.

Al fin llegaron al aeropuerto y era turno de bajar del avión.

- Espera,- le pidió Jairo a Joseph jalándo levemente de su manga,- abrígate bien,- le subió hasta el cuello el cierre de su abrigo, se quito su propia bufanda y se la puso a Joseph que lo veía algo enternecido.

- Exageras,- rió levemente.

- Últimamente no has estado muy bien, y con este clima no me quiero confiar-.

Nevava levemente afuera por ser diciembre, iban de visita a casa de Abel antes de que llegara Navidad para luego ir de visita con sus amigos a su ciudad de origen. Joseph había tenido una recaida por su enfermedad hace unas semanas y eso bastó para que Jairo entrara en estado de alarma y los sobreprotegiera más de lo habitual. Ya no eran unos adolescentes.

Salieron del avión directo a recoger sus maletas, con demasiada desconfianza por parte de Jairo aún por el clima, no tardaron mucho en econtrar sus maletas y se dirigieron afuera a tomar un taxi, lo cual si tardo más tiempo. Jairo detestaba viajar en vispera de Navidad, todo estaba tan atascado. Pero al fin, después de una larga espera encontraron un taxi, tampoco era tan tarde, todavía no daban el medio día, pero igual Jairo sabía que Abel lo regañaría por llegar "tarde".

Al fin llegaron a su destino, Jairo vacilo un poco en entrar como todas las veces que iba de visita con su primo, pero al final toco la puerta preocupado de que Joseph enfermara.

- Oh, hola,- les respondió Alex con su mejor intento de sonrisa, si, se alegraba de verlos, no, no era bueno expresándose.

- Lamentamos la tardanza,- le sonrió con emotividad Joseph pasando al calor de la casa.

- Si, el vuelo se atrazo un poco y el servício de taxis es una mierda,- le respondió Jairo mientras le daba una pequeña sonrisa a Alex.

- Abel los regañará en cuanto llegue,- les dijo Alex igual de serio pero en tono divertido.

- ¿Donde esta?,- Le pregunto Jairo.

- Viendo que tardaban fue a comprar unas cosas, vuelve en unos minutos,- Alex se dirigió hacia las escaleras para gritar débilmente,- Janeiro, Leo, ya llegaron sus tíos-.

Después de unos segundos bajo un niño de 6 años, de cabello rubio, algo apresurado por las escaleras hasta llegar a la planta baja donde lo había llamado su padre.

- Hey,- lo saludo Jairo con una amplia sonrisa extendiéndole su puño a modo de saludo.

- ¡Hey!,- Dijo el niño entusiasmado chocando su puño contra el de su tío,- ¡Hey!,- Se volteó hacia Joseph para también saludarlo de forma emotiva.

- Hola pequeño,- Le sonrió Joseph.

- Papá se va a enojar con ustedes,- les dijo con una sonrisa Leo recordando a su papá esperando algo impaciente por ellos.

- Tu papá solo es un dramático, se le pasa al instante,- le dijo Jairo ocasionando una pequeña sonrisa en el rostro de su sobrino.

- ¿Y tu hermana?,- Le pregunto Alex a su hijo viendo que Janeiro tardaba en bajar.

- Dice que no quiere venir a saludar,- dijo en tono algo triste Leo.

- Ahora vuelvo, iré a cambiarme mi ropa esta algo mojada,- les dijo Joseph tomando una maleta mientras se dirigía al baño.

- Jairo, iré a ver unas cosas a la cocina, ¿Podrías ir por Janeiro?,- Le pidió Alex mientras cargaba a Leo.

- Eh, esta bien,- le respondió un poco de mala gana recordando a su, según él, odiosa sobrina.

Subió las escaleras llegando al pasillo que daba al baño y a las habitaciones preguntándose donde estaría ese "pequeño monstruo". Al dirigirse a la habitación de Leo y Janeiro escucho unos pasitos detrás de él corriendo y giró su cabeza, nada. Fue hacia donde maso menos había escuchado los pasos, se asomó en la habitación de huéspedes e hizo un gesto de disgusto al ver que estaba vacía, pero un golpe en su cabeza lo hizo girarse de nuevo al pasillo viendo correr una pequeña figura hacia un cuarto y cerrar la puerta.

- Bien, ya basta pequeño monstruo, me estas hartando con esto,- empezó a caminar hacia el cuarto y en la mesita del pasillo encontró el aparato para los oídos de Janeiro,- maldita mocosa, no te quieras hacer la víctima,- dijo libremente sabiendo que no podía escucharlo su sobrina.

Tomó el aparato y entro en la habitación encontrandola aparéntemente vacía, cerró la puerta detrás de él y avanzó sin dudar hacia una de las camas para agacharse y jalar por los pies a Janeiro haciéndola salir.

- ¡Tonto suéltame!,- Le empezó a gritar Janeiro volteada de cabeza siendo cargada de los pies por Jairo.

Este solo la sento en su cama y le extendió su aparato para los oídos, Janeiro se lo arrebato de la mano y se lo colocó mientras ajustaba el volumen para poder escuchar bien.

- ¿Me escuchas?,- Le dijo Jairo viendo como Janeiro movía los volúmenes de su aparato.

Janeiro solo asintió con la cabeza y volteó a ver a su tio, los dos con gesto inexpresivo.

- Eres una grosera, ¿Por qué no bajaste a salurdarme?-.

Janeiro simplemente encongió los hombros y se paro en su cama para quedar maso menos a la altura de su tio, ambos se observaron fijamente por unos segundos, Jairo con una pequeña sonrisa y Janeiro completamente seria hasta que Janeiro se paro de puntitas y Jairo ladeo su rostro para que le pudiera dar un pequeño beso en la mejilla su sobrina.

Janeiro le quitó sus lentes a su tío y se los puso con una sonrisa viendo el rostro borroso de Jairo gracias a los lentes.

- ¿Te diviertes?- Le pregunto este viendo también borrosa a su sobrina.

- Si,- le respondió esta de forma cortante pero alegre.

- Joseph se va a poner triste si no vas a saludarlo pequeña grosera,- le dijo Jairo con una sonrisa quitándole los lentes para ponérselos él.

- ¡Llevame con él!,- Le grito con una sonrisa la pequeña niña de 7 años alsando los brazos para que Jairo la cargara.

Jairo obedeció y cargo a su sobrina sobre sus hombros. Janeiro le gustaba mucho cuando Jairo la ponía sobre sus hombros, su papá Abel era aveces demasiado débil para cargarla de ese modo, y cuando su papá Alex la cargaba sobre sus hombros le daba miedo por la altura, pero los hombros de su tío, eran su lugar favorito para sentirse la persona más poderosa del mundo.

Jairo iba ya bajando las escaleras cuando justo antes de llegar a los últimos escalones la puerta principal se abrió, y Abel entro en la casa cargando algunas bolsas. Ambos se quedaron viendo unos segundos y luego sonrieron ligeramente.

- Hola,- rompío el silencio Janeiro saludando a su papá de forma juguetona.

- Hola,- le dijo Abel con una amplia sonrisa, alzando la cabeza para ver a su hija.

- Hola,- imitó Jairo la forma de hablar de Janeiro, ganándose un tirón de cabello por parte de su sobrina y una sonrisa divertida por parte de Abel.

- Hola,- le respondió con un tono de voz más serio a su primo.

- Ya bájame monstruo,- le dijo Janeiro a su tío moviendo sus pies provocando la molestia de Jairo.

- Nadie te entiende,- le dijo con una leve sonrisa y la bajo de sus hombros para que Janeiro pudiera ir a saludar a Abel.

Janeiro llego hasta Abel y lo abrazo a la altura de la cadera con una sonrisa.

- Mi tío esta ciego,- le dijo Janeiro con la intensión de molestar a Jairo recordando lo mal que había visto con sus lentes.

- Tu eres sorda y nadie te dice nada,- se defendió Jairo ganándose una mirada llena de furia por parte de su sobrina.

- Que malo eres déjala en paz,- le dijo Joseph acercándose hacia ellos ya con otro cambio de ropa.

- Hola,- le dijo con emotividad Janeiro corriendo hacia su tío que la recibió con los brazos abiertos.

- Es una lástima que no pasen la Navidad con nostros,- les dijo Abel con algo de tristeza.

- Iremos a nuestra ciudad solo tres días, estaremos aquí para año nuevo-.

- Lo se,- le sonrió Abel.

- Ahora llevame con mi padre,- le dijo de nuevo Janeiro a su tío.

- Que pesada eres,- le dijo Jairo volviéndola a alsar y llendo hacia la cocina con Alex.
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- ¿De que te ríes?,- le preguntó Alex algo confundido a Abel.

Ya habían arropado a Janeiro y Leo. Habían dejado los juguetes ya debajo del árbol, y era turno de ellos de descansar después de ese día.

- De lo celoso que te pones cuando Jairo esta con Janeiro,- le respondió Abel mientras se metía entre las sábanas.

- Eso,- sonrió levemente Alex aunque en realidad no le daba nada de gracia,- ¿Tan notorio es?-.

- Para mi que te conozco tanto tal vez,- le dijo Abel una vez que los dos ya estaban recostados en la cama y mirándose de frente.

- Buenas noches,- le dijo Alex con una sonrisa sincera y le dio un beso en los labios a Abel.

- Buenas noches,- le correspondió Abel junto con el beso.
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- Cabrones que milagro verlos,- les grito Rene mientras se acercaba a abrazar fuertemente a Jairo y Joseph.

- Amooore,- gritó Mari mientras abrazaba a Joseph fuertemente.

- Yo me acerqué primero,- le reclamó Rene con una sonrisa empezando una discusión a modo de juego.

Joseph y Jairo estaban muy felices de ver de nuevo a sus amigos, la última vez que habían ido había sido hace ya dos años.

- Hola,- le dijo con una sonrisa llena de felicidad Joseph a Renoir una vez que Mari lo soltó de su sofocante abrazo.

- Ven aquí,- le dijo Renoir estirando sus brazos para abrazar con rudeza a Joseph haciéndo reír a este.

- Oye suéltalo, que me fio de tus acciones con él,- le reclamó Jairo a Renoir de broma con el ceño fruncido.

- ¿Cómo es que no te has aburrido de él en estos años?,- Le dijo Renoir a Joseph mientras lo soltaba para ir a saludar a su buen colega Jairo.

La noche paso con mucha tranquilidad, todos hablaban entre risas y bromas, recordaban sus tiempos de secundaria a preparatoria juntos. Jairo se alegro al ver que Joseph se la estaba pasando bien, viajando por todo el mundo rara vez tenían la oportunidad de reunirse a conversar con más personas de forma tan agradable. Y bueno, ellos no eran personas cualquiera, eran sus amigos.

- Espero que no vuelvan a perderse de nuevo por tanto tiempo,- les dijo Renoir mientras se despedía de ellos.

- Lo prometemos,- le dijo Joseph despidiéndose con un abrazo de su amigo bajo la mirada algo celosa de Jairo.

Todos fueron por su lado y cerraron con llave el bar al que habían ido. Las demás casas estaban deshabitadas por la época, muchos habían ido a visitar familiares fuera. El frío empezó a calar fuerte en el aire.

- Tu quédate aquí si quieres, iré por la camioneta,- le dijo Jairo mientras le ponía su bufanda a Joseph.

- Esta bien, aquí te estaré esperando,- le sonrió Joseph que empezaba a temblar por el clima.

Jairo había aparcado unas cuadras atrás ya que no se podía más cerca del bar debido al lodo que había producido la nieve. Como si sus pensamientos lo hubieran invocado, una densa nieve empezó a caer sobre sobre la ciudad, debía de darse prisa si no quería dejar mucho tiempo solo a Joseph bajo la nieve.

En cambio por su parte Joseph tenía demasiado frío, no era muy tolerante a este gracias al sida. En esos momentos sus dientes titiritaban unos contra otros, sentía sus brazos y piernas pesados y torpes y cómo la piel se le erizaba. Se recargó contra la pared más cercana y por unos segundos sintió cómo si el frío desapareciera.

La nieve intensa no dejaba a Jairo ver por donde caminaba, llego un momento en el que en verdad no supo hacia donde iba o donde estaba. Empezaba a preocuparse, sobre todo porque el frío era demasiado intenso y Joseph estaba ahí en la calle sin ninguna protección.

Los escalofríos eran ya demasiado fuertes y sus extremidades cada vez más inútiles. Sin tener mucha opción y sin poder aguatar mucho en realidad, Joseph se tiró al suelo de rodillas encogiéndose levemente en si mismo para protegerse inútilmente del frío.

La nieve se había calmado y ahora ya todo se veía con casi perfecta claridad. Ya deberían de haber pasado 20 minutos desde que dejo a Joseph solo afuera del bar en la solitaria calle. De lejos pudo ver la camioneta que habían alquilado. Corrió hacia ella y abrió la puerta del conductor de forma apresurada. Trató de enscenderla camioneta, pero no daba resultado, solo el quejido tosco del motor.

- ¡Mierda!,- Gritó Jairo al ver que el motor debía de estar demasiado frío como para funcionar, así que decidió esperar un rato dentro de la camioneta.

Por la mente de Joseph pasaban cosas que ni siquiera el comprendía, todo era demasiado extraño. Ya no le importaba estar ahí con el riesgo de morir, de echo, no sabía porque debería de importarle. No supo muy bien cuando empezó a olvidar el porque estaba ahí, más tarde olvido donde estaba. Pero el frío persistía, respirar era difícil, era insoportable acompañado de violentos escalofríos y todo le recordaba que debía de seguir luchando por seguir ahí.

Ya era poco más de media hora que había dejado solo a Joseph en ese sitio y se reprendió mentalmente Jairo por haberlo echo, corría sintiendo el frío calarle en la garganta al correr hacia donde se encontraba Joseph deseando que todo estuviera bien.

Empezó a sentir cómo el frío dejaba de quemarle la piel, de repente todo era distante, se sentía demasiado relajado, como si estuviera arropado por ligeras sábanas en una tarde de primavera.

- ¡¿Joseph?!-.

Escucho el grito de su esposo y sonrió, eso era bueno, compartir la tranquilidad que sentía en esos momentos con Jairo.

- Estas helado,- le dijo Jairo en un susurro incándose alado de él.

Jairo sacó su celular para marcar a urgencias, pero Joseph con un movimiento torpe le tiro el celular a la nieve mientras sonreía.

- Yo no siento frío,- seguía sonriendo mientras veía el rostro preocupado de Jairo,- mejor rescuestate conmigo-.

- Tienes hipotermia es claro, resiste un poco más llamaré a urgencias-.

Jairo marco rápidamente el teléfono y en lo que esperaba ser contestado Joseph se acurruco con mucha dificultad en las piernas de Jairo sintiendo su calor, quizas si estaba frío después de todo. Joseph no entendía muy bien porque Jairo marcaba a urgencias, todo iba jodidamente bien, sería otro de sus ataques de sobreprotección hacia él.

- Hola, necesito una ambulancia con urgencia, mi esposo tiene hipotermia y estamos solos, calle Oslo 206, si-.

Jairo colgó el teléfono y apróximo a Joseph hacia él y titubeo un poco al sentirlo tan frío y por alguna razón como si estuviera distante.

- Desde hace tiempo que me gustaría formar una familia contigo,- empezó Joseph,- "Sinan" es un nombre que siempre me a gustado mucho,- le dijo Joseph con una amplia sonrisa.

- ¿Qué?,- Le pregunto Jairo sorprendido tratando de mirarlo a los ojos, pero Joseph huía de su mirada con torpeza.

- Aunque bueno, tampoco estoy muy seguro de si quiero que sea niña o niño,- empezó a reír en voz baja ante los ojos confundidos de Jairo,- se que las cosas no serían fáciles y que a ti no te gustan los niños y que yo estoy muy enfermo, siempre me dices que odias a los niños, pero parece lo contrario siempre que estas con Janeiro-.

Jairo empezó aguanto las ganas de llorar imaginando el rumbo que tomaba esa conversación y el destino que tendría aquel encuentro entre la nieve.

- ¿Me estas diciendo que quieres adoptar?,- sonrió Jairo para no romper la ilusión de Joseph.

- ¿Es tonto no crees?,- Volteó a verlo Joseph con una sonrisa inocente y los ojos entrecerrados.

- No, no lo es,- le sonrió acariciando su mejilla y tragándose todas sus lágrimas,- a mi me gustaría más que fuera niña-.

- Le podríamos poner el nombre de tu madre, es un nombre hermoso-.

En su mente, Joseph no se encontraba en medio de la nieve con el frío destrozándolo, el estaba en una acojedora cabaña de esas en las que amaba quedarse durante sus viajes con Jairo, planeando tener una familia. Siendo sostenido con cariño entre los brazos del amor de su vida.

- Pero,- hablo Joseph dejando de sonreír,- tengo miedo de morir, de dejarlos solos a ti y a mi hija-.

- No digas tonterías Joseph, vivirás muchos años, viviremos toda una vida juntos, podras incluso regañarla por llegar tarde a casa por irse de fiesta, y regañarme a mi por estar celoso de sus novios-.

- Seamos realistas, los viajes han agotado mucho mi salud, tal vez no alcance ni a llevarla a su graduación de la primaria,- volvió a sonreír Joseph riéndose de su propio dolor.

- El tiempo que sea no importa, sentaremos cabeza en un lugar y la educaremos entre los dos con el amor de una familia que nosotros nunca tuvimos,- Jairo ya no pudo contenerse más y rompió en llanto, haciéndo caer sus cálidas lágrimas sobre las frías mejillas de Joseph,- ¡¿Donde mierda esta la ambulancia?!,- Gritó con impotencia Jairo apretando a Joseph entre sus brazos sin quererlo dejar ir nunca.

- ¿Cual ambulancia?,- Volvió a reír Joseph y secó con una sonrisa las lágrimas de Jairo,- la bebé esta llorando, ¿Quieres ir tu por ella o quieres que sea yo quien vaya a su habitación a hacerla dormir de nuevo?-.

Jairo no se veía capaz de romper la ilusión en la que vivía ahora Joseph, y el deseaba más que cualquier otra cosa, poder sumirse también en esa misma realidad y escaparze de la pesadilla en la que vivía ahora. Esbozó una sonrisa retorcida y se recostó en la nieve junto con Joseph.

- Iré yo, y la trairé a dormir con nostros, mañana podemos ir por un helado los tres y alquilar algunas películas para verlas en casa, solo los tres,- empezó a llorar de nuevo Jairo sintiendo su corazón destrozarse al igual que su garganta por querer ahogar sus sollozos.

Pero lo hacia feliz, ver a Joseph sonreír con alegría ante la imagen imaginaría de ir con su pequeña familia existente solo en su mente por un helado.

- ¡Ve a sujetarla del columpio puede caerse!,- grito de repente Joseph con voz débil sintiendo como sus ojos rogaban por un descanso.

- Eres demasiado sobreprotector, ella estará bien, la estamos vigilando desde aquí,- le dijo Jairo sintiendo como Joseph ya no podía soportar más la vida y se entregaba al sueño eterno.

- No los cambiaría por nada de este mundo,- dijo Joseph dejando caer una pequeña lágrima por su mejilla,- los amo,- cerró los ojos Joseph dejando de observar el rostro de Jairo.

- Estas cansado, duerme yo seguiré cuidándola,- acarició su cabello Jairo sintiendo a Joseph cada vez más distante.

Joseph con sus últimas fuerzas y sin abrir los ojos se acercó hacia el hombro de Jairo para acurrucarse y quedar son sus labios cerca de su oído.

- Fue una buena vida,- le dijo Joseph sonriendo mientras se acurrucaba débilmente en el pecho de Jairo.

- Es a penas el inicio de una eternidad a tu lado,- le dijo mientras la lagrimas caían a montones de sus ojos.

- Adiós,- le dijo en un último susurro cariñoso Joseph, cómo si hubiera dejado de vivir en su fantasía para morir en la cruel realidad alado de la persona que amaba.

Jairo ya no volvió a escuchar las palabras de Joseph, no quería voltear a verlo, no quería verlo vacío, no quería que la última imagen de Joseph fuera inerte sobre la nieve, no quería dejar de fantasear a su lado. Quería verlo sonreírle en la mañana y que lo regañara por cualquier cosa, quería verlo tan alegre como era siempre, quería cumplir cada uno de sus sueños a su lado.

Con un inmenso miedo volteó a su lado encontrando el rostro pálido de Joseph con tintes azules y sus ojos cerrados. Jairo se cubrió la boca intentando no gritar de dolor, cuando se fijo que en los morados labios de Joseph había una sonrisa tan pura como vacía que le dedicaba a él, solo a él su anhelado futuro y su último suspiro.

Notas finales:

¡Nooooooooo! T_____T Nunca me perdonaré por matar a Joseph ¿Saben? Y lo mate para que todos ustedes tuvieran su JairoxAbel x'D! Murió por la causa

¡¿Cuantos fans de Joseph que lloramos su muerte?! D'x 

 

Les dejo aquí un fic que acabo de iniciar, es del que les platique, al final el resultado no fue tan sado y la historia es muy linda :'3

www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=106459

 

El nombre del fic es "Demone Servitore".

 

Espero sus amenazas de muerte bien merecidas en los reviews O'x!


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