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¿Un simple amor de verano...? por SorarioOmoe

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Notas del capitulo:

El título del capítulo me da risa x'D! Ya verán al final porque se llama así...

 

Este capítulo se me hace demasiado malo, pero es muy importante el final O:! Porque pues, pues... Todos hemos estado esperando durante todo el fic por ese momento... Creó x'D! (Colvió mi obsesión con los puntos suspensivos e_e I have to control me)

 

Conocerán a un nuevo personaje :DD! Que será muy importante, aunque en este capítulo casi no se note su relevancia... Y este capítulo me resulto muy pesado, yo digo que fue porque no me gusta no escribir a Joseph :'c ¡Yo ama el JosephxJairo! D':

 

¿Que más? Mmh, ah si... Estuve leyendo el primer capítulo de este fic... ¡QUE HORROR! x'DDD Mi ortografía, redacción y todo era mierdoso a más no poder.

Jairo abrió los ojos completamente confundido, todo era blanco a su al rededor y sabía muy bien lo que significaba. Había acompañado a Joseph muchas veces al hospital en los 7 años que llevaban casados. Vio que se encontraba en una camilla, al parecer ahora había sido el turno de Joseph de acompañarlo a él al hospital. Jairo solo recordaba el frío intenso y recuerdos borrosos y lo único que le importaba era saber donde estaba Joseph. De repende como una cubeta de agua fría sobre él, todo vino de nuevo a su memoria, Joseph estaba muerto.

Pensaba en tal vez ponerse a llorar tras el recuerdo pero la puerta de su habitación se abrió y puso su mejor cara de seriedad.

- ¿Es usted Robert Jairo Bustamante?,- Le pregunto una enfermera que debía de tener maso o menos su misma edad.

- Solo Jairo por favor,- la reprendió de mala gana Jairo volviendo a mirar hacia el techo con total desintés,- si soy yo-.

- Lo encontramos inconciente bajo la nieve con hipotermia, pero pudimos rescatarlo, a penas iba iniciando la segunda etapa-.

Jairo lejos de ver aquello como un gran favor lo veía como la broma más pesada que le pudieran haber echo, salvarlo.

- En cambio su amigo,- empezó a hablar la enferma haciendo que Jairo se tensara,- ya iba muy entrado en la tercera etapa y su enfermedad no le permitió resistir el promedio de tiempo que la gente aguanta antes de tener una muerte clínica, lo lamento-.

- Era mi esposo,- le dijo Jairo sin dejar de mirar al techo, inevitablemente empezó a recordar el día de su boda y demás recuerdos y sus ojos empezaron a llenarse de gruesas e inevitables lágrimas.

- ¿Se le ofrece alg...?-.

- ¡Solo vete!-.

La enfermeda dio un pequeño brinco y salió de la habitación tras escuchar el fuerte tono de voz de Jairo. En cuanto la puerta se cerró Jairo soltó un pequeño gemido de dolor por todo lo que pasaba, sollozaba mientras gruesas lágrimas caían por su rostro, tomó una almohada y se la puso en el rostro mientras pataleaba fuertemente sin importarle si podía romper algo.

Debió de haber durado fácil media sin poder dejar de llorar cuando escucho que la puerta de su habitación volvía a abrise, aún tenía la almohada en el rostro y no estaba dispuesto a quitársela de ahí, no quería que alguien lo viera en ese estado mucho menos un desconocido.

- Anda, déjame revisarte-.

Por su fortuna no se trataba de ningún desconocido, esa voz si que la conocía bien, levantó un poco la almohada para secarse las lágrimas, una vez que se consideró arreglado la quitó de su rostro para mirar a su doctor.

- Que bien luces de farmacéutico,- se río Jairo aún dejando caer pequeñas lágrimas por sus ojos y hipeando por el llanto.

- Aún en estos momentos eres un imbécil,- le sonrió Alex mientras tomaba asiento a su lado,- tuvo una buena muerte, su mente estaba demasiado confundida como para sentir dolor o saber lo que pasaba,- se atrevió a decirle Alex con tristeza, después de todo Joseph era un buen amigo para él.

- Lo se,- dijo en un suspiro Jairo y volteó su cabeza de nuevo hacia el techo,- ¿Y Abel?,- le pregunto queriendo cambiar de tema a algo menos triste.

- Hoy no le toca hacer guardia, se quedo en casa y yo vine desde temprano, fue una horrible sorpresa la que me llevé al entrar-.

- Ya lo creó,- sonrió con ironía Jairo,- ¿A Janeiro y a Leo les gustaron sus regalos?-.

- Si, sobre todo los que escogió Joseph,- sonrió entre divertido y con melancolía Alex.

- ¿Cómo saben quien dio qué?,- Le pregunto aún con su sonrisa irónica Jairo.

- Joseph tiene un estilo inconfundible, y siempre a sido mejor que tu para escoger regalos infantiles,- sonrió Alex recordando algunas Navidades pasadas.

- Tienes razón,- río levemente Jairo preparándose para tal vez más lágrimas.

- Abel viene en camino, ya sabe que estas aquí-.

Alex esta vez no resivió respuesta de Jairo, dio un pequeño suspiro y salió de la habitación. Él también estaba triste por la muerte de Joseph, consideraba a él y a Jairo una parte importante de su familia. Llegó a la sala de doctores y se empezó a preparar un café ignorando la presencia de su buen amigo en la sala.

- ¿Cómo sigue tu "pariente"?,- Le pregunto con voz distante mientras sostenía una laptop sobre sus piernas.

- Mal, acaba de perder a su esposo,- le dijo Alex recordando cómo se refirió a Jairo cuando lo trajeron en una camilla, "es un... Pariente".

- ¿El también era algo de ti?,- Le pregunto levantando rápidamente la vista de la pantalla para volver a la partida.

- Un muy buen amigo,- sonrió Alex ante el recuerdo de Joseph,- vendra Abel en unos minutos-.

- ¿Y por qué me avisas?,- Le pregunto de forma sarcástica su amigo mientras guardaba la partida en su computadora.

- Para que te comportes bien con él, Takeru,- sonrió de forma cansada pero divertida Alex mientras ambos salían de la sala para ir a trabajar.

Sería un día largo, y lo que menos quería era estar ahí haciéndolo más tortuoso.

Jairo decidió contener las ganas que tenía de llorar, apretaba fuertemente la almohada contra su rostro y en ocasiones sentía incluso falta de aire. Era inevitable pensar en algo que no fuera Joseph, pero poco antes de rendirse y caer el llanto escuchó de nuevo la puerta de su cuarto abrirse.

Con solo escuchar los pasos Jairo supo quien era y se quitó la almohada de su cara.

- Hola,- le dijo Abel de forma tímida mientras acercaba una silla hacia la camilla.

- Hola,- le respondió Jairo tratando de sonreírle.

- ¿Como te sientes?-.

- No muy bien, creó,- rió de forma vacía y silenciosa Jairo,- si te soy sincero hubiera preferido morir en la nieve-.

- No digas tonterías, a él le hubiera gustado que vivieras,- le dijo Abel tomando su mano.

- Pero solo a su lado,- sonrió de forma triste Jairo.

Ambos se quedaron en silencio unos minutos, pero en realidad ninguno de los dos soportaba aquel horrible silencio.

- Creó que por el estado en el que estas le diré a Alex que te recete unos antidepresivos-.

- ¿Tan mal me veo?,- Se sorprendió un poco Jairo creyendo que lo disimulaba todo a la perfección.

- Te ves relajado, pero yo te conozco, estas muriéndote por dentro-.

- Bueno, es la persona con la que e estado toda mi vida, es natural sentirme así, y en realidad no creó que termine esto-.

- El tiempo cura las heridas,- le dijo Abel estrechando un poco más fuerte su mano.

- No, solo hace que te acostumbres a ellas,- le contestó Jairo mientras se daba la vuelta en la cama, dándole la espalda a Abel.

- Hoy en la tarde te darán de alta, podrás quedarte en mi casa el tiempo que gustes, claro, si la haces de niñera,- trato de animarlo un poco Abel en plan de fastidio.

- ¿Cuidar a tus pequeños monstruos? Prefiero dormir en la calle,- le dijo Jairo con una sonrisa,- sería un placer,- se "rindió" a los pocos segundos, valoraba los esfuerzos de Abel, pero de verdad que se sentía fatal.

- Te dejaré un rato solo, iré a arreglar la salida del hospital-.

Abel no recibió respuesta de Jairo y salió con una pequeña mueca de disgusto en sus labios, le preocupaba bastante el estado de ánimo de su primo. Por su parte Jairo se quedo de nuevo mirando hacia el techo, algo le indicaba que volvería a llorar, y así fue, a penas se había cerrado la puerta de su habitación cuando llevó sus manos hacia su rostro mojando la palma de estas con sus lágrimas. Lo que se suponía sería una eternidad con Joseph, sería una eterna soledad en vida.

Abel entro al conocido despacho del director del hospital, se sentó a esperar ya que este no se encontraba. Llebava solo un rato de estar sentado sumido en sus pensamientos, cuando sintió una mano revolverle de forma brusca el cabello, y volteó enfadado sabiendo de quien se trataba.

- Alex tenía razón en que estarías aquí-.

- Por su puesto que estaría aquí,- le respondió de mala gana Abel mientras se volvía a peinar con sus dedos.

- Eres muy malo de verdad,- puso cara algo triste Takeru,- ¿Soy tonto al pensar que al menos irías a buscarnos a mi y a Alex para acompañarte?-.

- El esposo de mi primo acaba de morir, lo que menos pensaría es en ir a buscarlos, iría directamente con él para irme de una vez, se lógico-.

Alex solo veía con una pequeña sonrisa a su esposo y su mejor amigo discutir como de costumbre. Desde que Takeru y Abel se habían conocido no se llevaron para nada bien, Abel decía que no le agradaba Takeru por ser un "irresponsable, que prefiere pasársela jugando en su portatil en vez de salvar una vida", pero Alex conocía a Abel lo suficiente como para saber que Abel tenía celos de Takeru, porque con la misma velocidad con la que Abel había aprendido a detestarlo, para Alex, Takeru se había convertido en su mejor amigo.
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Daban las 7 de la noche cuando Jairo salía del hospital, el clima seguía siendo terriblemente frío y el hambiente navideño invadía las calles, algo le decía a Jairo que a partir de el día de ayer detestaría ese hambiente navideño el resto de su vida.

El trayecto a la casa no fue tan largo y en todo el camino no cruzo palabra con Alex. Al entrar a la casa Abel estaba sirviendo la cena y el aroma de la comida invadía la casa.

Janeiro y Leo miraron con curiosidad a su tio sin saber muy bien como saludarlo después de que Abel les hubiera explicado su situación.

- ¿Que me ven pequeños monstruos?,- les dijo Jairo con su mejor intento de sonrisa, lo menos que quería era disgustar a sus sobrinos con su presencia.

Ante tal saludo ambos no titubearon al ir a saludar y forcejear con su tio como lo hacían de costumbre. Abel sonrió al ver como entre los labios de Jairo se escapaba una sonrisa sincera causada por sus sobrinos, al parecer no habría mucho problema con el estado de ánimo de Jairo.

La cena transcurrió con normalidad, y al final Alex se fue de nuevo al trabajo. Se despidió de Janeiro y Leo, después de él con una sonrisa, y al último se despidio de Abel quien lo acompaño hasta la puerta.

Abel viendo que Jairo se encontraba en la sala, aprovecho para ir a acostar a Janeiro y Leo para después de haber terminado ir directo a la cocina por un "pequeño regalo".

- Hey, ¿Que tal te sientes?,- se aceró Abel con una pequeña sonrisa a Jairo ocultando detrás de si la bolsa de plástico.

- Podría sentirme mejor,- le respondió este saliendo de sus pensamientos.

- Te tengo una pequeña sorpresa,- le dijo Abel esperando al menos causar la curiosidad de Jairo, pero este no hizo nada y lo miro fijamente. Abel sacó de detrás suyo la bolsa de plástico que contenía un paquete de cervezas.

- De verdad es una sorpresa viniéndo de ti,- se rió levemente Jairo.

- Cállate y bebe,- le dijo Abel mientras se acercaba a su primo.

- ¿Y Alex se a regresado al hospital entonces?,- le pregunto con desinterés Jairo.

- Toda esta semana le toca guardia en la noche y en la tarde, yo solo en la tarde,- pensó con algo de rencor Abel al recordar que a Alex le tocaría estar todas las noches de esa semana solo con Takeru.

- Entonces les quedo de maravilla que me quedara aquí para cuidar de sus monstruos,- le dijo Jairo con una sonrisa.

Abel le correspondió la sonrisa, se sentaron en el suelo en vez de los sillones por alguna razón y abrieron las latas de cerveza al principio ambos en silencio hasta que la voz dolida de Jairo los devolvió a la conversación.

- Aún me cuesta trabajo saber que al irme a dormir él no estará a mi lado, y tampoco al despertar,- le dijo Jairo, para después dar largos sorbos a su cerveza.

- Se que es difícil pero tienes que dejar de pensar en él, ya se a ido y nunca va a poder volver-.

- Lo se, pero el no solo era mi pareja, era mi vida-.

- El no era tu vida, era tu ocupación,- soltó de forma algo brusca Abel haciendo que Jairo sonriera de forma algo molesta,- lo siento,- se disculpo Abel al darse cuenta de lo que había dicho,- yo no quería... -.

- Descuida, tienes razón,- confeso Jairo abriendo una nueva cerveza,- supongo que es cuestión de "ocuparme" en algo o alguien más-.

- No digas eso, tu de verdad lo querías, es solo que en todos estos años no has pensado mucho en ti-.

- Lo se, lo se, era broma,- le dijo de forma seria pero amable Jairo,- el punto es que el no volvera, y por el momento solo quiero que me caiga un puto tren encima,- dijo Jairo y se sorprendió a su mismo al ver que iba por la tercera lata de cerveza.

Abel ya no supo que decir ante eso, así que tras varios minutos la conversación cambio de giro.

Tras 4 latas por parte de Abel y unas 7 por parte de Jairo a ambos les empezaba a invadir el sueño. Jairo sin pensarlo mucho se dejo caer en el suelo utilizando las pierans de Abel como almohada, Abel se puso un poco nervioso ante eso, pero al instante se acostumbro y empezó a acariciar el cabello de Jairo débilmente.

- Esto no puede estar pasando,- dijo de repente Jairo mientras una pequeña lágrima resvalaba por su mejilla.

- Pero esta pasando,- Abel muchas veces por su trabajo de doctor había dicho a muchas personas sobre la muerte de un ser querido y conocía bien las reacciones, y era horrible ver que a un ser querido sufriendo una perdida.

- Simplemente en mi mente no cabe la idea de que no estará ya más, solo puedo pensar en que al ir al dormir ahí estara él, y al despertar, todos los días de mi puta vida-.

Jairo empezaba a llorar fuertemente, pero un abrazo sorpresivo de Abel lo hizo tranquilizarce un poco, Jairo no tardó en corresponder el abrazo. El hombro de Abel estaba húmedo por las lágrimas de Jairo pero no le importaba, al contrario le rompía el corazón ver a su primo así. Duraron un buen rato de esa forma hasta que Jairo se separó de forma algo brusca sin voltear a ver a Abel.

- Que pena, lamento mucho esa escena,- se disculpo Jairo avergonzándose un poco de su comportamiento, y sobre todo la pena que le daba llorar y demostrar su sufrimiento enfrente de otra persona.

- No tienes porque disculparte, aquí estoy yo para lo que necesites,- le sonrió de forma tranquilizadora Abel.

- Gracias,- le sonrió Jairo de forma sincera secándose las lágrimas.

Esa sonrisa hizo que Abel se sonrojara levemente,para luego de forma discreta volteó a ver el reloj de la sala viendo que ya era demasiado tarde.

- Creó que será mejor que descanses, hoy tuviste un día cansado,- le dijo Abel levantádose con algo de esfuerzo.

- Supongo que tienes razón,- se levanto también con dificultad Jairo mareándose un poco así que se apoyo en el hombro de Abel.

A pesar de los años, Jairo seguía siendo más alto que él, pero en esos momentos Jairo estaba encorbado y su respiración chocaba contra el cuello de Abel, ocasionándole a este ligeremos espasmos, ya que el alcohol lo había dejado al sensible.

Ambos subieron las escaleras de forma algo distante hasta que sus caminos se separaron ele pasillo que daba a las habitaciones.

- Descansa,- le dijo Abel, pero no recibió ninguna respuesta de Jairo, aunque tampoco le importo mucho, sabía que debía de sentirse faltal.

En cuanto Abel llegó a su habitación se tumbó sobre su cama con un suspiro, estaba muy cansado pero no podía dormir. Un sentimiento le sacudía la cabeza, y el sabía bien que era, culpabilidad... Pero al instante se sintió estúpido por pensar en eso, era cosa de niños todo lo que él y su primo habían vivido. Solo cosas de niños.

Por su parte, Jairo tampoco podía dormir, pero el simplemente porque estaba furioso, era como si esas últimas horas hubiera estado en un transe, la pasaba pensando que los doctores habían cometido algún error, que en cualquier momento llamaría Alex y le diría "Joseph esta con vida", que eso solo era una jodida pesadilla, despertaría y ahí estaría Joseph sonriéndole como siempre, de verdad que todo eso era un mierda.

Lágrimas de coraje empezaron a salir de sus ojos, y si no había destrozado aún la habitación en la que estaba no era por falta de ganas o porque no poder hacerlo, si no por respeto, pero definitivamente, ganas de destrozar todo lo que se encontrara, no le faltaban.

No se dio cuenta de cuando entre ríos completos de lágrimas se quedo dormido, y al despertarse a las ya 1 de la tarde con dolor de cabeza se sorprendio al saber que había dormido tanto. Con pesadés Jairo se levantó de su cama y fue hacia la planta baja de la casa.

- Creí que tendría que ir a despertarte, ya en unos minutos tengo que irme al trabajo,- le dijo Abel que iba de un lado a otro de la casa mientras Leo y Janeiro recién llegados de la escuela se sentaban a la mesa.

- Si quieres yo les puedo servir de comer,- le dijo Jairo algo ausente aún por la hora en la que se despertaba.

- Gracias,- le sonrió ampliamente Abel, después le dio un beso en la mejilla tanto a Janeiro como Leo y salió por la puerta donde lo esperaba Alex.

- Eres un completo flojo,- le dijo Leo mientras jugaba con sus cubiertos.

- Soy un hombre de negocios ocupado niño, no lo comprenderías,- le respondió Jairo de broma dejando a Leo algo confundido. Después fue hacia la cocina donde se encontraba la comida de ese día recién hecha.

- No le hagas caso Leo, es solo un vago,- le dijo de forma arrogante Janeiro más a su tio que a su hermano.

- Anda mejor come,- le dejo enfrente el plato de comida a Janeiro y después a Leo.

Él no tenía hambre, así que solo jugo con su comida mientras Leo y Janeiro acababan de comer. Se alegro mucho de que sus sobrinos estuvieran tan bien educados, ya que no tuvo que perseguirlos después de la comida para que llevaran su plato a la cocina o algo parecido.

- Janeiro, Leo, iré a sacar la basura, mientras ponganse a hacer la tarea,- no recivió respuesta y solo escucho la risa de sus sobrinos desde la parte de arriba de la casa, los días se le harían suaves si seguía escuchado la alegre risa de sus sobrinos.

Con pesadés pero sin tener muchas opciones salió a la calle para dejar la basura en su sitio. No pudo evitar percatarse de una mujer vestida de forma un tanto elegante contemplaba la casa con curiosidad y algo de nerviosismo.

- ¿Se le ofrece algo señora?,- volteó Jairo algo confundido ante la mirada fija de esa mujer sobre la casa.

- ¿No sabes si mi hijo esta en casa?,- le respondió esta de forma seca.

- ¿Alex?,- pregunto Jairo con una media sonrisa, sabía que Alex tenía problemas con sus padres porque no aceptaban a Abel, y que hace unos años Alex les había dejado de hablar, siempre sintió curiosidad por conocerlos.

- ¿Quién eres tu?,- le pregunto la señora prepotente dándose cuenta de que había un, para ella, desconocido en la casa de su hijo.

- Soy el primo de Abel y un amigo de Alex, me han encargado cuidar a sus hijos mientras trabajan,- le contestó Jairo de la forma más amable posible pero sin sonreírle, de hecho, la fulminaba con la mirada.

- ¿Primo de Abel? No puedo creer que mi hijo haya dejado a mi nieto con alguien de la familia de ese desgraciado-.

- ¿Disculpe?,- se impacto un poco Jairo, no sabía que el desprecio de esa mujer hacia Abel fuera tan grande.

- ¡E estado por años tratándo de convencer a mi hijo de que deje a esa puta que tiene como esposo y a esa bastarda!,- gritaba completamente furiosa.

- Señora, cállese, no quiero que los niños la escuchen decir todas esas cosas sin sentido,- trato de tranquilizarla Jairo, aunque en realidad solo deseaba darle un golpe en la cara.

- ¡No me calles! ¡Quiero que todo mundo lo sepa, que esa abominación llamada Abel y su error de hija son solo sanguijuelas de mi hijo!,- gritó aún más fuerte la mujer mirando hacia todos lados, quizás para comprobar si alguien más la escuchaba.

- ¿Qué dice?,- le pregunto Jairo de forma casi inconciente confundido por las cosas que decía esa mujer loca.

- ¡Oh! ¿Es que acaso tu no lo sabes?,- dejo de gritar la madre de Alex para hablar diréctamente con Jairo,- esa niña no es de mi hijo, ese maldito llamado Abel se debió de haber acostado con el primer hombre que vio en la playa hace 7 años, y de ahí nació esa mocosa, para luego ir y hacerse el inocente con mi hijo para que los cuidara a los dos, ¡Él no se merece a mi hijo! Y todo mundo debe de saberlo...-.

Jairo había dejado de escuchar lo que gritaba esa mujer... ¿"El primer hombre que vio en la playa"?... "Hace 7 años"... "Esa niña no es de mi hijo"... "Para que los cuidara a los dos".

Sin escuchar las quejas de esa mujer Jairo corrió adentro de la casa y cerró con llave. Aún después de que se tiró en el piso con la mirada perdida se seguían escuchando sus gritos pidiéndo que la dejara entrar, hasta que después de unos minutos se fue. En esos minutos Jairo no hizo nada, se quedo ahí sentado en el suelo mirando hacia la nada tratando de procesar todo que había dicho la madre de Alex.

- ¿Quién es esa señora que grita en la calle?,- le pregunto Janeiro viendo a su tio de forma confundida y sin poder asomarse para ver quien era el que hacia tanto escándalo afuera de su casa.

La voz de Janeiro lo hizo volver a la realidad, y alzó la cabeza encontrándose con los mismos ojos que tenía Abel, verdes... ¿Pero todo lo demás? Cabello oscuro, piel un poco apiñonada, nariz levemente respingada, por un momento sintió como si estuviera viendo una foto de él en su infancia. Y eventualmente se pregunto cómo es que no se había dado cuenta antes.

- ¿Tio, estas bien?,- le pregunto asustada Janeiro al ver que no recibía respuesta y solo la veía de forma fija.

- Sí, todo bien,- Jairo tomó aire y apretó los puños de forma fuerte para al final sonreírle con difícultad a su... Hija.

- ¿Por qué te tiraste en el suelo? Que raro,- se burlo levemente Janeiro.

Jairo también rió un poco para después volver a mirar fijamente a Janeiro. Levanto su brazo y paso su mano por la mejilla de su "sobrina".

- Me canse de estar de pie, eso es todo,- le respondió Jairo levantándose del suelo sintiendo que le daría un paro cardíaco ante la revelación de hace a penas unos minutos.

- Ayúdame con mi tarea de matemáticas, Leo ya acabo la suya y quiero ir a jugar con él-.

- Claro, pequeño monstruo-.

Notas finales:

Ains, ¿Apoco no extrañaban a la mamá de Alex? :33 xD ZORRA.

 

Tengo una noticia que darles... Yo estaba completamente decidida a darles un final felices en esta historia, pero luego algo me paso y dije "no espera D:! Podrías hacer esto, y esto, o esto"... Y yo así de "¡Celeste caramba! D: Tienes razón".  Así que ahora me disputo entre un final feliz, un final medio, un final trágico y un final jodidamente trágico x'D! Y los cuatro son taaan distintos xP

 

Volviendo a la historia, Jairo al fin sabe que Janeiro es su hija OO:! ¿Que dirá? ¿La reclamará? ¿Que hará Alex? ¿Que hará Abel?... Yo si lo se, ustedes no

 

Dejen review, el alimento de mi alma :'3! Los amo, gracias por leer.


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