A la mañana siguiente Abel despertó más temprano de lo normal, aún no salía el sol, volteó a ver su reloj y notó que eran las 6:17 de la mañana. Era muy temprano, pero ya no tenía ganas de dormir, trató de incorporarse sobre su cama cuando un mareo lo invadió por completo, se sentó un rato sobre su cama para tratar de calmar esas nauseas pero esa sensación no se iba, caminó hacia el baño de su cuarto y se hincó frente al escusado vomitando todo lo que había comido, se sentía realmente mal.
Se dirigió al lavabo para enjuagarse la boca y se miró al espejo, se veía muy pálido y con ojeras en los ojos, ahora que lo pensaba bien, llevaba ya dos días devolviendo todo lo que comía y su estómago rugía y su garganta se sentía la acides del vómito.
Se dirigió a su cama a pensar un rato recostado cubriéndose con las sábanas, ¿Qué le estaría pasando? Podría haber sido algo que comió, pero ya se habría sentido mejor, podría también tener algún parasito en el estómago. Dio ya la hora de prepararse para ir a la escuela, no tenía sueño, solo se sentía muy débil, pero no le agradaba para nada faltar a clases, se puso su uniforme y por decisión propia para evitar otra visita al escusado se fue sin desayunar de su casa, solo tomó un vaso de jugo de naranja.
Jairo ese día llego temprano al colegio, pero paso un buen rato hablando con sus amigos afuera en el patio, ninguno mencionó lo que había pasado la otra noche sobre la confesión de Jairo de salir con su primo, pero a él en realidad le importaba poco incluso lo que pensaran sus amigos.
Las clases fueron normales, platico con Joseph todo el tiempo y de vez en cuando con algún otro compañero hasta que dio el timbre del recreo y salió a paso tranquilo junto con Joseph del salón para dirigirse a las canchas de futbol.
Estaba sentado en el suelo junto con todos sus amigos cuando una de sus amigas saco el “tema controversial”.
- ¿Y cómo es tu primo Jairo?-.
Jairo solo la miró tranquilamente y después a los demás que tenían una mirada curiosa a excepción de Joseph que se mantenía abstraído en su mente a lado suyo.
- Muy diferente a mí-.
- ¿Y es un novio formal o solo algo pasajero como los demás?-.
- No me había puesto a pensar bien eso pero… Podría decirse que es algo formal-.
- Owwh, ¿Entonces estas enamorado de tu primo?-.
Esta vez más que hace unos segundos todos estuvieron atentos o lo que diría Jairo, pero él se levanto de su lugar dándole una palmada en el hombro a Joseph.
- Vámonos-.
Le dijo simplemente, y Joseph se levantó del suelo y lo siguió lejos de sus demás amigos.
- No tenías porque ser tan grosero- le dijo Joseph con una pequeña sonrisa.
- Se lo buscaron por meterse demasiado en lo que no les importa- Jairo no estaba del todo enfadado solo un poco sobre exaltado, nada que conociéndolo no se le pasara en un rato.
Abel se encontraba sentado en una de las mesas del jardín de la escuela con la cabeza recostada sobre la mesa mirando hacia ningún lado.
- De verdad no te vez bien- le dijo tranquilamente Alex notando su cansancio- deberías de regresar a casa-.
- Esto bien, solo necesito descansar un poco-.
- Después de recreo tenemos educación física, ¿Cómo harás para soportar la clase?-.
- Le diré al maestro que me siento mal-.
- Sí, claro como si lo fueras a convencer-.
Jairo y Joseph se encontraban sentados en una parte del colegio apartada de los demás en silencio. Jairo pensaba en lo mucho que extrañaba a Abel y en el comportamiento que había tenido con sus amigos, “se lo merecían esos hijos de puta”, Joseph aprovechando que no había nadie cerca saco un pequeño cigarro de marihuana, pensando en cosas absurdas, mirando al cielo, pensando en por qué el cielo es tan lindo, “¿Por qué las nubes se mueven tan rápido?”.
Entre su gran lapsus de relajación interna y ojos rojizos Joseph volteó a ver a Jairo, tenía esa “desagradable” mirada de persona enamorada, hizo un pequeño gesto de asco y recostó en el suelo utilizando las piernas de Jairo como almohada, Jairo reacciono acariciando el cabello negro profundo de su amigo.
- No me agrada esa mirada tuya…-.
- ¿De qué hablas?-.
- Tienes esa expresión estúpida de enamorado, me costará acostumbrarme-.
Jairo solo sonrió levemente y siguió acariciando el cabello de Joseph.
- En lugar de estar criticándome piensa en cómo harás para entrar al salón sin que se fijen que estás drogado-.
- Como si les importara-.
Si en algo Jairo concordaba en su mente, solo había tres personas en su vida que valían la pena, su abuela, Abel y Joseph, ni siquiera sus difuntos padres, solo ellos tres.
Terminó el recreo y Abel aún se sentía bastante mal, se sentía muy débil, aunque los mareos ya habían pasado, aún no se sentía del todo bien, y para colmo le tocaba clases de deportes con uno de los maestros más estrictos de la escuela.
- Muy bien, seguro en sus vacaciones se la pasaron holgazaneando frente al monitor de sus computadoras, para calentar después de tanto tiempo quiero que den 3 vueltas al patio corriendo, luego armen equipos de cuatro y pónganse a hacer la rutina de estiramientos del año pasado-.
El tono de voz de su maestro era fuerte e imponente, lentamente y con algo de temor, Abel se acerco hacia su maestro con la esperanza de que lo dejara descansar al menos ese día.
- Profesor-.
- ¿Qué pasa Abel? ¿Por qué no estás corriendo con los otros?-.
- Me siento muy mal el día de hoy, ¿Podría descansar este día?-.
- Siempre me estas poniendo escusas para no hacer ejercicio, si estas mal a de ser por tu pésima condición, ¡Ahora únete ahora a tus compañeros o todos darán una vuelta extra por tu culpa!-.
Abel pudo sentir la mirada amenazadora de la mayoría de su clase y se puso a dar vueltas corriendo a la velocidad que le permitía su salud.
- ¡Más rápido!-.
Abel fue acelerando el ritmo escuchando los a vergonzantes comentarios de su maestro hacia él y otros de sus compañeros. Después de dar ya una vuelta y media, pudo sentir como todo empezaba a darle vueltas, empezó a disminuir de nuevo su velocidad hasta detenerse por completo y taparse el rostro con sus manos.
- ¡Abel! ¡¿Qué haces?! ¿Acaso quieres correr otra vuelta más?-.
- Muévete cerebrito- escucho decir a uno de sus compañeros que paso alado de él empujándolo levemente con la mano.
Abel no pudo evitar más y vómito alado suyo, si es que se le podía llamar vómito, ya que solo fue agua debido a no haber comido durante ya varias horas, para entonces el maestro ya se acercaba hacia el preocupado y a unos cuantos metros de Abel pudo ver como su alumno se desmayaba estruendosamente contra el suelo.
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