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Nuevo Colegio por AkikoYaoi

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Fue totalmente distinto de otras veces. Un beso dulce, suave, tímido, cariñoso, amoroso. Tal como debió ser su primer beso, lo reconoció de inmediato, fue como encajar dos piezas de un rompecabezas. Sus labios se amoldaban perfectamente a los de su Zorrito. Y su lengua probaba ese sabor que se le hacía adictivo, su lengua quería encontrar a su compañera e iniciar con ella esa tan anhelada danza húmeda.


Luego de que su traviesa lengua recorrió cada rincón de esa sabrosa cavidad hasta ser capaz de conocerla a la perfección sus dientes comenzaron a jugar con sus labios. Escuchó un leve suspiro de Rukawa.


Comenzó a bajar por su cuello lamiendo y besando sin llegar a lastimar, no quería hacerlo. Solo quería que ambos disfrutaran de este momento. Había marcado antes a algunos chicos por el solo placer de saberse el causante de eso. No tenía la necesidad de hacerlo con Rukawa, le bastaba saber que era suyo.


Sus manos habían comenzado a acariciar al pelinegro hasta dejarlo sin camisa. Se despojó de la propia, estaba ahogado. Siguió besando a su compañero mientras sus manos acariciaban la espalda, pecho y tetillas y sentía como las manos de Rukawa recorrían su espalda suavemente.


Llevó sus manos hasta la cintura del pelinegro y comenzó a arrastrarlo hasta la cama más cercana. Al llegar le sacó los pantalones y delicadamente lo empujo hasta dejarlo acostado, sensualmente se desprendió de sus pantalones y gateó hasta quedar sentado a la altura de sus caderas. Volvió a besarlo y sin prisa comenzó a bajar besando su cuello, tetillas y abdomen, para finalmente llegar a su miembro que se encontraba aprisionado por esos bóxer negro que tan hermosa hacían ver su piel.


Lamió, mordió, sopló y succionó por sobre la tela y cuando creyó que era suficiente sufrimiento sacó su sexo de su escondite para darle el mismo trato, pero ahora en directo. Unos momentos después, Rukawa terminaba en la boca del pelirrojo, que rápidamente subió hasta sus labios para darle a probar su propio y exquisito sabor.


—Delicioso… —murmuró y agregó algo más—. Ahora te toca a ti.


—Tómame, soy tuyo, Hana —dijo seguro.


Movió la cabeza negativamente y vio algo que le pareció decepción en el rostro de Rukawa. Tomó una de las manos del pelinegro y la llevó a su boca, impregnándolas de saliva en una imagen que por lo demás era sumamente sexy. Vio parpadear al Zorrito algo confundido. Cuando consideró los dedos de su compañero lo suficientemente ensalivados, los llevó a su ano, haciendo que uno lograra entrar.


Se arqueó del dolor y del placer. De la sorpresa ante las sensaciones que le causaba lo que estaban haciendo soltó la mano de Rukawa, pero no fue necesario que le indicara qué más hacer. Él ya lo sabía y continuó jugando con su dedo en su entrada, metiendo poco a poco un segundo y tercer dedo.


Rukawa consideraba que la imagen del pelirrojo retorciéndose sobre él era lo más excitante que hubiese visto nunca. También estaba el hecho que con el constante movimiento del pelirrojo que se encontraba sobre sus caderas, su sexo estaba erguido tan orgullosamente como antes, lo sentía duro y necesitaba una liberación, más aún si ya sabía que esta sería de la mano de Sakuragi.


Hanamichi se consideró listo y se lo hizo saber a su compañero sacando su mano de su interior para rodar de un movimiento, provocando quedar de espaldas en la cama con Rukawa entre sus piernas, en la posición perfecta. Abrió sus piernas lo que más pudo para tentar al pelinegro. Lo vio acercarse, acomodar su miembro en su entrada y presionar. Dolía, dolía mucho, pero no pensaba quejarse. Se mordió los labios y se aferró a las sabanas, pero no dijo nada. Cuando sintió que Rukawa estaba completamente dentro de él, llevó sus piernas a rodear las caderas de su compañero para indicarle que continuara.


Las embestidas comenzaron lentas. Rukawa sacaba la mitad de su miembro suavemente y volvía a meterlo firme, pero con cuidado, sin llegar a lastimar al pelirrojo. Lo escuchaba gemir y eso lo excitaba aún más, sentía que poco a poco perdía el control.


Aumentó el ritmo de las embestidas, con cierta brutalidad, pero sin llegar a ser violento. Salía casi por completo para volver a entrar rápidamente y hasta el fondo. Acababa de tocar la próstata del pelirrojo que se encorvaba en busca de un mayor contacto, mientras llevaba su mano al miembro de Hanamichi para masturbarlo se dedicó con afán a tocar nuevamente ese punto que tanto placer había causado al Torpe.


Hacia el final, Rukawa había perdido toda su cordura. Embestía rápidamente al pelirrojo y ambos se retorcían del placer. El roce de los esfínteres de Sakuragi en su pene le provocaban una dicha que creía imposible de conocer. Por su parte el pelirrojo se sentía en el séptimo cielo con cada embestida del Zorrito que llegaba a ese punto tan sensible dentro de él.


Unos momentos más tarde, Hanamichi terminaba con un último y placentero gemido. La contracción de sus esfínteres había apurado a la liberación de Rukawa en su interior.


Producto del cansancio, el Zorrito cayó a un lado de Sakuragi quedándose dormido de inmediato. El pelirrojo suspiró y sonrió. Cogió una punta de la sabana más cercana y cubrió ambos cuerpos. Él también necesitaba descansar un poco.


 


˜*˜


 


Hanamichi se sentía flotando en nubes de algodón. Estaba dormido y lo que acababa de pasar lo había dejado en un estado de satisfacción total. Pero algo había que lo incomodaba y no sabía qué.


Lentamente fue emergiendo del sueño para ser consciente que a su lado se encontraba Rukawa moviéndose suave y lentamente, si no se equivocaba estaba llorando, pero ¿por qué?


—¿Zorrito? ¿Tan pronto te arrepentiste?


Vio como Rukawa dejaba de sollozar y poco a poco comenzaba a girarse para verlo a la cara.


—¿Cómo se te ocurre que podría arrepentirme si fue lo mejor que he hecho en mi vida? Es solo que… para ti fue solo sexo. Uno más en tu larga lista.


—Zorro tarado… —dijo acariciando sus mejillas para eliminar los rastros de lágrimas—. No fue solo sexo y no eres uno más de ninguna lista. Nosotros acabamos de hacer el amor y tú eres el primero y espero que seas el único con el que lo haga —dijo para luego sonreírle.


Rukawa no podía creer lo que acababa de escuchar. Se abalanzó sobre el pelirrojo para besarlo. No había sido como su primer beso o como los que le siguieron. Este fue un beso de amor, una declaración de sus sentimientos.


El pelirrojo recibió gustoso esos labios que se le ofrecían y cuando terminó el contacto abrazó con más fuerza a su Zorrito de la cintura. No permitiría que nadie se lo quitase. Con su nariz acarició la mejilla de su compañero sintiendo el olor que tanto le gustaba más cerca que nunca.


Volvió a besar sus labios con amor y devoción y se decidió a hablarle.


—¿Quieres ir a la celebración o nos quedamos?


—Solo quiero estar donde estés tú —dijo seguro el pelinegro.


—Entonces nos quedamos.


—Mejor, afuera tendríamos que escondernos y no podría hacer esto —dijo besándolo.


—Mmm —saboreó sus labios—. No lo había pensado.


—Entonces ¿en qué pensabas?


—En que nos quedáramos hablando. Aún tenemos ciertos puntos que aclarar.


—¿Qué puntos?


—Para empezar que esto no fue “solo sexo”, fue amor.


—Bien.


—También… —se calló sonrojado.


—¿Mmm?


—También que soy solo tuyo, de nadie más.


—Por supuesto, solo mío.


—Creo que no me expliqué lo suficiente —dijo rojo—. Eres el primero que me hace el amor. Había tenido sexo con otros, pero siempre era yo el activo. Nadie me había tocado, solo tú. Ahora  te pertenezco.


—…Hana… —susurró maravillado— ¿por qué?


—Supongo que no podía privarme del placer del sexo. Pero quería seguir teniendo algo que ofrecerle a mi amor cuando lo encontrara —dijo avergonzado.


—¿Y lo encontraste? —preguntó juguetón.


—Creo que siempre lo tuve, solo que no supe verlo.


—¿Cuándo te diste cuenta de que te gustaba?


—Tú no me gustas, yo te amo —dijo seguro.


—Yo también te amo —lo besó.


—Me di cuenta el martes, Jin me ayudó. Pero creo que me gustabas desde mucho antes, no sé exactamente desde cuándo. Me sentía tranquilo el saber que yo era tu único amigo y que estarías durante toda la semana cada noche junto a mí. Creo que por eso me relajé.


—¿Por qué nunca intentaste tener sexo conmigo?


—Pensaba que eras mi amigo y no quería arriesgarme a perderte. Ahora creo que en realidad tenía miedo de intentar algo contigo y que no resultara, que me rechazaras y me detestaras. Que te diera asco y dejaras de hablarme. Soporté 51 rechazos, pero el tuyo no podría haberlo superado.


—No sé cómo no te diste cuenta antes.


—Soy algo torpe —dijo con una sonrisa—. ¿Desde cuándo te gusto?


—No lo sé muy bien. Pero creo que comencé a tener celos desde que te vi con Sendoh. Durante todo este tiempo me pregunté por qué no te fijabas en mí, eso me desesperaba. Y hacia el final exploté, prefería no tener ningún tipo de relación contigo a tenerte como amigo mientras te llevabas a otros a la cama.


—Zorrito, mírame —pidió—. Te amo. Que no se te olvide nunca.


—Yo también te amo, Torpe.


Estuvieron unos minutos más en esas dulces declaraciones de amor. Finalmente se decidieron por ir a bañarse para bajar un rato a la convivencia.


Lamentablemente para sus planes, no así para ellos, se entretuvieron un poco más en el baño. No querían separarse un momento por temor a que todo eso fuera un sueño y su compañero desapareciera, por tanto terminaron haciendo el amor nuevamente, ahora en ese lugar.


 


˜*˜


 


Luego de arreglarse bajaron al comedor que estaba abarrotado de cosas para comer y beber. Buscaron uno a uno los grupos para ir conversando con sus amigos.


—Michi, Mono Salvaje, Bambi… —nombró a sus tres compañeros más cercanos—. Me gustaría comunicarles que Kaede y yo somos novios.


—¡Wow! Felicidades Hana —lo felicitó Mitsui—. Sé que ambos se quieren y se harán muy felices.


—Me uno a las felicitaciones, muchachos. La verdad es que se habían demorado bastante en darse cuenta de sus sentimientos y atreverse a confesarlos —dijo Jin.


—Gracias por el empujoncito —dijo Sakuragi.


—Quien lo diría. El Mono Pelirrojo y el Rey del Hielo juntos. Espero que sean felices juntos —dijo Kyota.


Luego de conversar con los muchachos un rato buscaron a otro grupo que también querían que se enteraran.


—¡Puercoespín! ¡Hiroaki! —los llamó el pelirrojo.


—Hana —saludó Koshino.


—Chicos, queríamos contarles la última novedad. Nos gustaría que tal como ustedes me contaron de su relación ustedes fueran conscientes de que con el Zorrito estamos de novios —dijo algo sonrojado.


—Felicidades, Hana. Te lo mereces, en serio. Has sido un buen amigo y Cupido, merecías encontrar a tu media naranja y sé que así ha sido.


—Felicidades chicos —dijo escueto Sendoh.


Conversaron un poco más y finalmente se separaron para volver cada una de las parejas a sus respectivos grupos.


Pasada una hora, Hanamichi y Kaede volvieron a su habitación para recoger sus bolsos y volver a Kanagawa para sus vacaciones de invierno. Pero antes de eso, Rukawa tenía una duda.


—¿Hana? —lo llamó dulcemente.


—Dime, Zorrito.


—Tengo una duda.


—¿Y cuál es? —lo veía temeroso.


—Me presentaste como tu novio —dijo confundido.


—Eso no es una pregunta —le aclaró que no entendía a lo que se refería.


—¿Eso es lo que somos? —preguntó tímido.


—Soy un torpe, ya lo sé.


Sin decir nada más se dirigió a su bolso y comenzó a buscar entre sus cosas algo. Sentía la mirada curiosa del Zorrito en su espalda, pero él se dedicó a buscar aquello que tanto necesitaba en un momento como este y no recordaba donde había guardado. Al cabo de unos minutos dio con una pequeña bolsita y se dirigió frente al Zorrito para aclararle.


Dejó una de sus rodillas en el suelo y levantó la vista para hablarle mirándolo directamente a los ojos.


—Kaede Rukawa, Zorrito mío. Te amo, por favor dame una oportunidad de hacerte feliz. ¿Quieres ser mi novio?


Le tendió una de sus manos con un par de cadenas, cada una con un anillo en ella. El pelinegro lo miró asombrado. No lo dudó un segundo.


—Sí, quiero ser tu novio.


Y se lanzó a besarlo. Ambos cayeron al suelo besándose y luego de un rato de juego, Hanamichi decidió explicarle.


—Eran de mis padres. Sus anillos de compromiso. Cuando se casaron los reemplazaron por sus anillos de matrimonio, pero siguieron conservando estos, llevándolos en cadenas. Mi padre me decía siempre que eran para mí y mi futura novia. Novio en este caso. Sé que dónde estén estarán felices con mi decisión, no pude encontrar una persona mejor. Te amo, Zorrito.


—También te amo, Hana.


Se besaron apasionadamente y luego cada uno se encargó de colocarle la cadena a su novio.  Se regalonearon un poco más y finalmente decidieron tomar sus cosas para partir a Kanagawa.


Hicieron todo el viaje en tren tomados de la mano, de vez en cuando se miraban y murmuraban sencillos, pero significativos “te amo” que hacían sonreír a su acompañante con una felicidad que nunca antes se habían visto.


Acababan de llegar y sabían que a partir de ahora tendrían muchas cosas que afrontar, pero eso no les importaba. Se amaban y se tenían el uno al otro. La aceptación de sus amigos era algo que sin duda los haría sentir mejor, pero un posible rechazo no aminoraría en nada lo que sentían.


—Te amo, Hana.


—Te amo, Kaede.


Se miraron por última vez a los ojos y tomados de la mano bajaron del tren. Estaban dispuestos a mostrarle a quien quisiera verlo la fuerza del amor que se tenían.


 


˜Fin˜


 

Notas finales:

Lo sientooo! Siento haber pasado tanto tiempo sin actualizar, pero fueron demasiadas cosas. No tenía cabeza para escribir algo medianamente decente, porque aún con todo, este último capítulo no me convenció del todo. La verdad es que tenía en mente otra manera de que ellos dos terminaran su historia (seguía siendo un final feliz, por supuesto), pero no fui capaz de plasmar en letras todo lo que tenía en la cabeza. Por eso al final opté por terminar así el fic. Espero que aún así, y con todo, haya sido de su agrado, mis queridos lectores :)Ojalá la Diosa inspiración se apiade de mí y me visite para poder terminar el otro fic que tengo pendiente. Me gustaría saber sus opiniones y saber si me siguen leyendo xD Otra vez, lo siento u.u


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